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DR. RICARDO E. ALEGRÍA GALLARDO:
Carlos A. Rubio-Cancela Director Ejecutivo Oficina Estatal de Conservación Histórica de Puerto Rico
Desde muy joven admiré al Dr. Ricardo E. Alegría Gallardo. Lo conocí por primera vez en el año 1984. Para entonces, yo cursaba el taller de diseño del tercer año de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico. Acudí junto a una compañera de estudios a su oficina, ubicada en la sede del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en el antiguo edificio del Seminario Conciliar de San Idelfonso en el Viejo San juan. El propósito, solicitar copia de los planos de un histórico edificio que, sin saberlo entonces, nos uniría para siempre; el Antiguo Cuartel de Infantería de Ballajá.
No esperábamos verlo en aquella ocasión, sin embargo, para nuestra sorpresa el doctor Alegría quiso atendernos personalmente. Luego de conversar con nosotros sobre el proyecto que nos había sido asignado, nos habló sobre la importancia del Cuartel de Ballajá y la necesidad de conservar nuestro patrimonio histórico construido. Tuvo además, la generosidad de proveernos copias de los dibujos que necesitábamos, sin cobrarnos un solo centavo. Y es que Don Ricardo siempre se identificó con los estudiantes. Con el pasar de los años comprendí que ser Educador fue su rol más importante. Su deseo de ilustrar a generaciones de puertorriqueños sobre la esencia de lo que somos, inspiró su afán de rescatar del olvido aspectos importantes de nuestra historia, costumbres, valores y tradiciones. Con ese objetivo impulsó cada uno de sus proyectos.
En el año 2009, transcurridos veinticinco años desde aquel primer encuentro, nos volvimos a reunir. Esta vez me recibiría en su casa de la calle San José, esquina Sol en el Viejo San Juan, gracias a la coordinación que hiciera mi amiga y mentora, la
Dra. Arleen Pabón Charneco, quien me acompañó, para presentarme como el nuevo director ejecutivo de la Oficina Estatal de Conservación Histórica de Puerto Rico, cuya sede ubica precisamente en el Antiguo Cuartel de Infantería de Ballajá, tema de nuestro primer encuentro. Desde entonces, el Cuartel de Ballajá, se convertiría en referente simbólico de posteriores encuentros con Don Ricardo y del nacimiento de una atesorada amistad. En el año 2010, se instituyó PATRIMONIO, Revista Oficial de la Oficina Estatal de Conservación Histórica de Puerto Rico, que hoy cuenta con diez ediciones, cuyo primer volumen, en el cual se esbozó el tema de El tejido urbano colonial le fue dedicado. Una detallada y abarcadora reseña titulada Ricardo Alegría y la preservación histórica en Puerto Rico, escrita por su biógrafa, la Dra. Carmen Dolores Hernández, describió el papel fundamental que jugó Don Ricardo (a quien yo considero el padre de la conservación histórica en Puerto Rico), para lograr el reconocimiento y protección de nuestros edificios históricos a través de toda la isla y principalmente el rescate y puesta en valor del Viejo San Juan, nuestra ciudad de cinco siglos.
El 14 de abril de 2011, Don Ricardo cumplió 90 años. Tres días más tarde, el 17 de abril, en una íntima ceremonia en el Antiguo Cuartel de
Infantería de Ballajá, a la que asistió Don Ricardo junto a su esposa, Doña Mela, acompañados de un pequeño grupo de familiares y amigos cercanos, el entonces gobernador de Puerto Rico, Hon. Luis Fortuño, la primera dama Lucé Vela y quien suscribe, bautizamos con su nombre el patio interior del Antiguo Cuartel de Infantería de Ballajá. En esa ocasión se develó una hermosa tarja en la que se resumía la fructífera vida de quien ha sido catalogado como uno de los puertorriqueños más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Ese sencillo, pero emotivo homenaje, a poco menos de tres meses de su fallecimiento ocurrido el 7 de julio de 2011, sería el último que recibiría en vida Don Ricardo.
Guardo en mi memoria una de nuestras últimas conversaciones en las que Don Ricardo hablaba, a sus 90 años, de la necesidad de pensar en otros materiales para ser utilizados en la rehabilitación de edificios en el Viejo San Juan. Le recuerdo mencionar las cualidades del PVC cómo material maleable, liviano, duradero y económico, arguyendo que podría ser considerado para sustituir los barandales de madera deteriorados de las casas sanjuaneras. Y es que Don Ricardo nunca dejó de pensar, analizar y buscar soluciones a los problemas que enfrentaban nuestros edificios históricos. Tampoco dejó de pensar en los problemas más profundos que nos aquejaban y que aún nos aquejan como pueblo.
Una de las mayores preocupaciones de Don Ricardo en sus últimos años fue, sin embargo, pensar que el tiempo no le daría para completar todos sus proyectos. Luego de conmemorados los 100 años de su natalicio y a solo 11 años de su partida, les invito a que juntos demos continuidad a sus proyectos. Nos toca perpetuar su legado, divulgarlo y potenciar sus esfuerzos en favor de la conservación patrimonial y el fortalecimiento de nuestros valores culturales para el conocimiento y aprecio de las futuras generaciones.