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RICARDO ALEGRÍA Y LA ESCUELA PUERTORRIQUEÑA EN MI MEMORIA

Ricardo Alegría fue un defensor de la educación pública. Siempre profesó respeto y admiración por el magisterio puertorriqueño. Estudió y se formó en las escuelas públicas de San Juan. Entendió con claridad el papel histórico de la escuela puertorriqueña en la afirmación de nuestra identidad nacional, así como lo que ésta ha representado en la formación de estudiantes que cultivan y atesoran nuestra historia, cultura y valores patrios.

Para demostrarlo narraba experiencias personales vividas como alumno. En tiempos en los que se utilizó la escuela como instrumento de norteamericanización nos narró que le correspondió participar como alumno en una actividad que se celebraba en su escuela (José Julián Acosta) en la cual desfilaban los estudiantes representando hombres ilustres de la historia de Estados Unidos. Nos indicó que prefirió vestirse de Patrick Henry por recomendación de su padre, pues Patrick Henry luchó por la libertad y la independencia de su país. No podían recriminarlo las autoridades escolares ya que durante el desfile por las calles de San Juan iba proclamando “Give me liberty or give me death”, palabras textuales pronunciadas por el personaje que como niño representaba. Así también narraba que cuando estudió en la Escuela Superior Central fue alumno de Inés María Mendoza, quien posteriormente se convetiría en la esposa del primer gobernador electo por los puertorriqueños, Luis Muñoz Marín. Afirmó don Ricardo que admiró siempre a su maestra de español porque le ayudó en la afirmación de sus valores patrios y por su compromiso en la enseñanza de la lengua materna. Cuando su maestra expresó con vehemencia su oposición a la enseñanza en inglés, terminaron sacándola, despido que provocó indignación en diversas instituciones del país como lo fue la Asociación de Maestros de Puerto Rico. De esa experiencia con su maestra de español, afirma don Ricardo, que despertó en él, el compromiso político con su país y con los valores históricos y culturales que su pueblo representaba. De este período histórico emerge lo que se denominó en nuestra historia de la educación como la “batalla del idioma”, que a finales de la década de 1940 culmina con la aprobación del español como lengua de enseñanza en Puerto Rico.

El estrecho vínculo de Ricardo Alegría con la escuela puertorriqueña queda comprobado con su amplia bibliografía de textos escolares y otros libros publicados con una finalidad didáctica. Una aportación pionera al currículo escolar, fundamentalmente para la enseñanza de Estudios Sociales, fue el libro para el nivel elemental Los indios de Puerto Rico, cuya primera edición se produjo en 1950. Esta obra, con múltiples ediciones sucesivas, por más de cincuenta años contribuyó al conocimiento en la escuela elemental de la historia y cultura de nuestros pueblos originarios, tradicionalmente conocidos como indios de Puerto Rico. Es de rigor reconocer que con su aparición, el texto fue endosado por la Universidad de Harvard como modelo para que otros países de América Latina pudiesen producir textos similares con iguales propósitos al originalmente publicado por Ricardo Alegría. Siguiendo esa recomendación comenzaron a publicarse textos para la escuela primaria con la historia de los pueblos y culturas originarias de los diferentes países de América Latina. Cuando examinamos la obra publicada de don Ricardo Alegría observamos un genuino interés de que sus libros se caracterizaran por su valor didáctico y por su finalidad pedagógica. El estilo de don Ricardo a la hora de redactar textos históricos y para uso escolar se caracterizó por la claridad y precisión; así también por el dominio en el manejo sabio de la lengua. Sus textos invitan a la lectura amena y capturan el interés del lector. Los textos que publicó con una finalidad didáctica para su uso en las escuelas fueron:

• Los indios de Puerto Rico (1950)

• El Centro Ceremonial Indígena de Utuado (1967)

• Descubrimiento, conquista y colonización de Puerto Rico: 1493 - 1599 (1969)

• El Fuerte de San Jerónimo de Boquerón (1970)

• El Rey Miguel: Héroe puertorriqueño en la lucha por la libertad de los esclavos (1979)

• Temas de Historia de Puerto Rico (1988)

• Mi primer libro de Puerto Rico (1990)

• Cuentos folklóricos de Puerto Rico (2008)

A estos textos se añade un amplio catálogo de temas publicados en revistas y libros especializados que los maestros consultan para ampliar y profundizar en los diversos temas que trabajan en sus clases.

Antes de narrar una experiencia personal tenida trabajando con don Ricardo, se comparte un dato que refleja su interés para que en nuestras escuelas se promoviera el legado de hombres y mujeres que, sin exclusiones, se destacaban por sus aportaciones en diferentes momentos de la historia de Puerto Rico. De ahí que don Ricardo haya logrado que se designaran nombres a escuelas públicas vinculados a líderes de nuestros pueblos y culturas originarias. De ahí que el Departamento de Educación haya asignado el nombre a uno de sus planteles escolares en Bayamón como Escuela Superior Cacique Agüeybaná. Así también ocurrió con la Escuela Cacique Majagua en ese mismo pueblo.

En el año 2001, el Programa de Estudios Sociales del Departamento de Educación, a través de su directora, la Dra. Myrna Fúster Marrero, coordinó una reunión con don Ricardo Alegría con el fin de lograr la implantación de un proyecto de capacitación profesional para maestros y maestras del nivel elemental en el cual se presentaran temas sobre la historia y la cultura de la afrodescendencia en Puerto Rico. Don Ricardo acogió con entusiasmo el proyecto. De inmediato identificó un grupo de recursos, esto es, académicos reconocidos especialistas en diversos temas de afrodescendencia en Puerto Rico que estarían a cargo de presentar temas y dirigir los talleres para los docentes. La estrategia diseñada por don Ricardo consistió en programar los contenidos con tres recursos en cada día de taller: dos en la mañana y uno en la tarde. En la mañana se presentaban dos temas utilizando múltiples recursos visuales y sonoros, así como estrategias activas de trabajo. En la tarde se desarrollaban talleres prácticos (música, baile, gastronomía, producción artesanal, recorrido didáctico en un museo, entre otras). El criterio de selección de los recursos era: lo mejor que tenía el país en cada tema. A los maestros se les entregaban los libros escritos por los autores, que a su vez, eran talleristas. Este modelo de trabajo creado por don Ricardo dejó huellas y contribuyó a desarrollar criterios para el desarrollo de proyectos de capacitación profesional para maestros y maestras cuyo norte fuera siempre la excelencia educativa. Don Ricardo insistía: “para los maestros y maestras de Puerto Rico lo mejor con lo que cuenta el país”. En las evaluaciones que hacían los docentes consignaban que nunca se sentían tan bien valorados como en los talleres desarrollados con la guía e inspiración de Ricardo Alegría. Los talleres adquirieron tanto arraigo que hubo que implantarlos por tres años consecutivos y se desarrollaron en las regiones del sur y el oeste del país. Las experiencias cada día adquirían mayor exposición al punto que en más de una ocasión eran reseñadas en la prensa del país. Estos talleres tuvieron un precedente favorable para el Departamento de Educación ya que un rotativo del país asignó la primera plana del periódico para resaltar las experiencias que participaban los docentes durante el verano al poner de relieve lo relevante y novedosa de las mismas. Al finalizar cada taller, a cada participante se le entregaba un certificado de participación y una serigrafía de un maestro de la gráfica puertorriqueña (como por ejemplo fue José Alicea), que podía ser utilizada en el aula en el desarrollo de una lección.

Don Ricardo recibió muchos reconocimientos en su vida pero nunca se le vio tan complacido por el reconocimiento brindado por los maestros y maestras de Puerto Rico. Le traían fotografías para que viera cómo implantaban en sus escuelas lo aprendido en los talleres. En la penúltima sesión de taller, se sacó una foto del grupo de noventa a cien maestros que se le entregó a cada participante en la actividad de cierre. Como no todos podían estar al lado de don Ricardo, traían sus propias cámaras para retratarse con él. Trabajar junto a don Ricardo en un proyecto de esta naturaleza era una experiencia formativa con la riqueza de ideas que generaba y el placer e inspiración con la que las compartía. Don Ricardo Alegría tuvo la fortuna de sentirse acogido y valorado por el magisterio y la escuela puertorriqueña. Como todo buen proyecto valioso tiene frutos, esta iniciativa de capacitación profesional dirigida a los maestros y maestras de Estudios Sociales culminó con la creación de un curso para el nivel superior que aún está vigente: Tras las huellas del hombre y la mujer negros en la historia de Puerto Rico. Para este curso se editaron dos textos. En el año (2022) se volvió a reeditar el texto básico del curso.

Como respuesta a la injerencia de Alegría en la escuela puertorriqueña, la revista Aula y Sociedad, publicada por el Programa de Estudios Sociales, dedicó su primer número a don Ricardo (2001). Posteriormente el Dr. Rafael Aragunde,

Secretario de Educación (2005 - 2008), le organizó un homenaje en representación de los maestros y alumnos de la escuela puertorriqueña. Este lúcido homenaje celebrado en el Museo de las Américas de San Juan fue una expresión auténtica y calurosa donde se desplegó lo mejor del talento de nuestros estudiantes con la guía e inspiración de sus respectivos maestros y maestras. Con motivo de la celebración del centenario del natalicio de don Ricardo Alegría el Programa de Estudios Sociales, bajo la dirección de la Prof. Sheykirisabel Cucuta González, dedicó la Semana de los Estudios Sociales y Fiesta de la Puertorriqueñidad a este insigne maestro.

Para mí como educador, trabajar junto a Ricardo Alegría en la implantación de talleres para maestros y de la puesta en práctica de lo mejor de su genio creador fue un privilegio. Pero más aún, fue una extraordinaria oportunidad de conocer de cerca a un gran maestro: sencillo pero grande en su nobleza, en su capacidad creadora y en su amor entrañable a su patria y a su pueblo. En mi recuerdo perdurará la experiencia de trabajar junto a un defensor del magisterio y de la escuela puertorriqueña y a un cultivador incansable de sus más auténticos valores.

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