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MI VISIÓN SOBRE DON RICARDO E. ALEGRÍA GALLARDO

Prof. Carlos R. Ruiz Cortés Director Ejecutivo Instituto de Cultura Puertorriqueña

No tuve la oportunidad de conocer al Dr. Ricardo E. Alegría Gallardo. No obstante, siempre tuve admiración hacia su persona ya que como estudioso de nuestra historia, conocía sobre su gestión, su trayectoria y su legado como gestor cultural. Lo más cercano que estuve a él fue presenciar alguna de sus conferencias y charlas. Sin embargo, la vida me ha permitido ocupar la silla de la dirección ejecutiva del Instituto de Cultura Puertorriqueña y contemplar más de cerca lo grandioso y abarcador de su legado histórico.

Don Ricardo contribuyó significativamente a nuestra historia y sociedad, siendo el principal responsable de la conservación del patrimonio cultural puertorriqueño. Gracias a su visión y sus ejecutorias, se creó una política pública para investigar, conservar, promover y divulgar la cultura puertorriqueña en su diversidad y complejidad. Tuvo la visión de establecer el Instituto de Cultura Puertorriqueña como institución del estado para preservar y divulgar estos saberes, difundir internacionalmente nuestro talento y enriquecer el amor a lo propio,

Su trabajo fue uno de creación e innovación en todos los sentidos: al darle valor e integrar diferentes disciplinas y actividades asociadas al arte y la cultura puertorriqueña para luego darle acceso a todos los puertorriqueños creando espacio para la Antropología, Arqueología, Historia, Conservación del Patrimonio Histórico Edificado, Conservación de Documentos, Arte Popular, Folclor, Música y Teatro. Gracias a su visión se establecieron instituciones como archivos, museos, parques, bibliotecas, talleres de artes plásticas, editorial, centros culturales, entre otros espacios de gestión cultural. Puedo afirmar que es la figura principal y más trascendental de mediados del siglo XX en lo relacionado a la aportación histórica y cultural.

Reseñas

Para esta sección hemos seleccionado dos contribuciones valiosas a la historiografía puertorriqueña contemporánea. Se trata de dos estudios de historia política de Puerto Rico del siglo XX centrados en dos líderes claves de ese período que contribuyeron en forma decisiva al debate y a la discusión pública de ideologías determinadas, y a la formación de un liderato que configuró senderos de lucha política en el país: Pedro Albizu Campos y Luis Muñoz Marín. Sus autores, dos jóvenes investigadores que han asumido la responsabilidad de indagar y profundizar en movimientos políticos contemporáneos a partir de instancias reveladoras que los caracterizaron. Veamos a continuación una aproximación al trabajo desarrollado por José Manuel Dávila Marichal y Pablo José Hernández Rivera que contribuye a la construcción de la historia política de Puerto Rico desde la mirada valorativa y crítica a dos de sus más fervientes líderes.

Dávila Marichal, José Manuel. Pedro Albizu Campos y el ejército libertador del Partido Nacionalista de Puerto Rico (1930 - 1939). San Juan, PR: Ediciones Laberinto, 2022.

Esta investigación parte de un análisis de la historia del nacionalismo en Puerto Rico, concretamente del Partido Nacionalista, justamente desde la invasión de Estados Unidos de Norteamérica. Contextualiza el surgimiento de esa colectividad a partir de lo que estaba sucediendo en el mundo, fundamentalmente examina cómo se militariza la política europea. Resalta de inicio, cómo el Partido Nacionalista de Puerto Rico fue impactado por lo que estaba ocurriendo en ese momento. Destaca como interés fundamental del estudio trascender la práctica generalizada de estudios previos que privilegiaban la figura del líder dejando a un lado el papel singular de los que trabajaban en la base de la colectividad.

La investigación se presenta en cinco capítulos. El primero se centra en la fundación del Partido Nacionalista de Puerto Rico y en el desarrollo del liderazgo inicial de Pedro Albizu Campos hasta su elección como presidente de esa colectividad. Describe la formación de este líder y destaca su participación como estudiante de ciencias militares y su servicio voluntario en el ejército de Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial. Revela la convicción de Albizu en torno a la milicia al citar en sus palabras que: “La organización militar de un pueblo es necesaria para su defensa, y eso se consigue solamente con los sacrificios dolorosos que impone una guerra”. Una vez regresa a la Universidad de Harvard para finalizar sus estudios en Derecho estudia simultáneamente con mucho interés los movimientos nacionalistas de profundo significado en ese momento, como los de la India e Irlanda. Este último le provoca un interés particular. De ahí que se familiarice más con la experiencia irlandesa y logre establecer analogía entre Irlanda y Puerto Rico, ya que ambos estaban ocupados por imperios protestantes y compartían una arraigada tradición católica. Así, equipado con una mezcla de catolicismo y patriotismo regresa a Puerto Rico preparado y motivado para emprender trabajo político en su tierra. Se incorpora al Partido Nacionalista y emprende una peregrinación por las Antillas con el objetivo de buscar aliados por la independencia de Puerto Rico. Una vez regresa a la Isla, asume la presidencia del Partido Nacionalista, se da a la tarea de ir definiendo lo que es un nacionalismo revolucionario y pone en marcha todos los cambios necesarios en la colectividad. De esa forma, el líder sienta las bases para militarizar el movimiento y resolver el problema colonial de Puerto Rico, si no se logra este objetivo en forma pacífica. En la investigación se reitera que Albizu no abandonó otros métodos y estrategias de lucha, toda vez que la lucha armada fue uno entre otros instrumentos tácticos que tenía disponibles el líder nacionalista.

En el segundo capítulo el autor del texto describe en detalles cómo se fue militarizando el Partido Nacionalista. Narra el proceso constituyente de la Asociación Patriótica de Jóvenes Puertorriqueños (APJP), la cual tuvo sus oficinas centrales en Río Piedras, organización que sucesivamente va creando capítulos a través de la isla. Una aportación significativa de esta investigación consiste en presentar evidencia de otra cara de la historia para sostener que la mayoría de los miembros del Cuerpo de Cadetes eran estudiantes, obreros o artesanos que provenían de familias pobres, obreras y de agricultores, esto es, de las clases menos privilegiadas, y no necesariamente como se ha argumentado en la historiografía puertorriqueña que el apoyo que recibió el Partido Nacionalista fue el que impartió “la pequeña burguesía del país”.

Se describe además la indumentaria de los jóvenes cadetes y la organización e instrucción militar. Así también, se narra cómo se fue levantando el liderato de las mujeres en el Partido Nacionalista y la formación de las Hijas de la Libertad, organización fundada por jóvenes que querían seguir los pasos del Partido Nacionalista para alcanzar la República de Puerto Rico.

El tercer capítulo del libro se centra en la descripción de la organización del “Ejército Libertador” y en el establecimiento del “Servicio Militar Obligatorio” en el Partido Nacionalista, así como el cambio de la función de las Hijas de la Libertad, reorganizadas como “Cuerpo de Enfermeras”, cuyo objetivo fundamental consistiría en auxiliar a los cadetes en caso de que se pudiera dar un enfrentamiento con las fuerzas del régimen. Se pone de relieve en este apartado del texto cómo se va desarrollando una conciencia revolucionaria tanto en los Cadetes de la República como a las Hijas de la Libertad y el Cuerpo de Enfermeras que contribuyó a desarrollar un equipaje formativo que habría de servirles en sus posteriores iniciativas y responsabilidades en la colectividad.

En el cuarto capítulo se describe cómo surge la denominación de Albizu como “fascista” y el contexto en el cual esta se produce. La investigación profundiza en el análisis del tema a partir de una aproximación crítica a la historiografía en la que se debate la supuesta influencia del fascismo en el Partido Nacionalista. Se resalta como postura relevante el hecho de que la determinación de Albizu de crear un Cuerpo de Cadetes fue a partir de lo que observó y admiró de los Voluntarios Irlandeses, experiencia que lo llevó a establecer tangencias con la situación de Puerto Rico.

El tema central del capítulo cinco de esta investigación es el cómo se desarticuló el Ejército Libertador. El autor, de entrada, deja establecido que a partir de 1898 el gobierno estadounidense en Puerto Rico convierte en una constante la represión contra quienes creen y defienden la independencia y soberanía de Puerto Rico. Se describen diferentes hechos históricos en los que se evidencia cómo las autoridades designadas por el Gobierno de Estados Unidos emprenden un patrón de persecución y represión en Puerto Rico de los diferentes líderes y militantes de base del movimiento nacionalista y del independentismo en general. Se documenta y describen las conspiraciones en contra de la vida de Juan Antonio Corretjer, quien se desempeñaba como Secretario General del Partido Nacionalista, así como de Pedro Albizu Campos. Se incluye un análisis de la Masacre de Río Piedras (1935), así como el plan de ajusticiamiento del coronel Francis Riggs. Se resalta el apoyo impartido por las agencias represivas del gobierno de Estados Unidos (FBI y la División de Inteligencia Militar) para que el gobierno colonial pusiera en marcha una campaña represiva para acabar con el Partido Nacionalista. El proyecto de represión adquiere una nueva dimensión con la Masacre de Ponce (1937) en la cual hubo 21 muertos como consecuencia de la intervención criminal de la policía. Se describen los procesos judiciales llevados a cabo en los que los verdaderos responsables de la matanza --el gobernador Winship, el coronel Orbeta y el capitán Blanco--, no cumplieron pena; más aún la represión continuó y así también la respuesta de los nacionalistas a través del atentado contra la vida del Juez Federal Robert A. Cooper y el atentado contra el gobernador Blanton Winship. Culmina el estudio resaltando que el gobierno logra mediante diversos mecanismos de represión y persecución, desactivar el “Ejército Libertador”, así como disminuir la matrícula del movimiento nacionalista. Se indica además que el disgusto y la ira provocada por la Masacre de Ponce hace que nuevos reclutas estuvieran dispuestos a continuar la lucha a través del Partido Nacionalista para lograr la libertad de Puerto Rico. Los testimonios de los nuevos militantes así lo comprueban. La investigación desarrollada por el profesor Dávila Marichal constituye una aportación valiosa a la historiografía puertorriqueña contemporánea por varias razones. Es un trabajo de búsqueda y corroboración surtido de múltiples acercamientos a hechos históricos con nuevas miradas y lecturas.

Hace justicia al movimiento nacionalista con evidencia documental y testimonial a través de la cual se podrán abordar nuevos debates, así como enriquecer nuevas discusiones. Sobre todo, es un trabajo que abre nuevas formas y avenidas para la reconstrucción de nuestro pasado histórico. A fin de cuentas, así se conforma el perfil de un trabajo fecundo.

Estudiar la historia de Puerto Rico de la segunda mitad del siglo XX necesariamente está estrechamente vinculada a movimientos, transformaciones y a sus respectivos protagonistas. Esto es, hombres y mujeres, tanto líderes como representantes de los diversos sectores sociales del pueblo, que de alguna manera se destacaron en esos procesos y marcaron una etapa del desarrollo histórico del país. El libro que comentamos a continuación constituye una aproximación a la historia política de Puerto Rico en una coyuntura significativa, aquella en la cual una figura central de la política puertorriqueña del siglo XX pasa el batón del liderato de su colectividad provocando consecuencias inesperadas; una transición con profundas repercusiones. Pablo José Hernández Rivera investiga a profundidad los pormenores de esa encrucijada histórica y nos presenta un estudio novedoso que incursiona en el seno de una colectividad --Partido Popular Democrático--, y en el carácter, la voluntad y el liderazgo de su fundador --Luis Muñoz Marín--, quien se desempeñó como el primer gobernador electo por el pueblo de Puerto Rico (1948 - 1964).

El estudio incluye de apertura un prólogo escrito por A. W. Maldonado, quien se desempeñó en la prensa escrita del país durante el período transicional del partido de Muñoz y que se convirtió en su amigo personal. Este escrito además de construir una alabanza al liderazgo de Muñoz, concluye que: “Ser popular, después de todo, es ser muñocista”. Se comprueba con su escrito que el muñocismo se inscribe en la tradición del procerato latinoamericano que oscila entre el caudillismo tradicional y la veneración elevada a dimensiones casi religiosa. Por eso en la época del dominio pleno del PPD en la política del país en muchos hogares de la ruralía puertorriqueña no faltaban dos cuadros en las paredes de las casas: el Sagrado Corazón de Jesús y el retrato de Muñoz.

Aunque el libro tiene como eje central el retorno de Muñoz luego de su retiro y exilio voluntario en Europa, describe un período más amplio: desde la derrota del Partido Popular en las elecciones de 1968 hasta el triunfo de Rafael Hernández Colón como gobernador en las elecciones de 1972.

El año 1968 ha quedado registrado en nuestra historia política como el inicio del período del bipartidismo en Puerto Rico. Es un momento coyuntural para el Partido Popular Democrático (PPD) ya que desde el primer momento que participa en un evento electoral en 1940 no había perdido unas elecciones. Múltiples razones llevaron al PPD a su derrota, pero se dramatiza la discusión con el hecho de que en efecto la colectividad recibió el impacto de no haber respaldado al gobernador

Roberto Sánchez Vilella a la reelección y la consecuente creación de una nueva colectividad denominada como Partido del Pueblo bajo su dirección. Esto sin duda habría de ser determinante en el resultado electoral de los comicios de 1968: Luis A. Ferré (PNP, 43,6%); Luis Negrón López (PPD, 49.7%); Roberto Sánchez Vilella (PP, 11.7%); Antonio J. González (PIP, 3.5%) y Ramiro L. Colón (PER, 0.5%).

El autor destaca que mientras se cuajaban diferencias en el PPD con el gobernador Sánchez Vilella, Muñoz asume el liderato de la campaña del Plebiscito de 1967, logrando que el Estado Libre Asociado prevaleciera por amplia mayoría. Aún así, las diferencias continuaron hasta culminar con la derrota electoral de la colectividad. Muñoz se exilia y en varias ocasiones se reúne con amigos puertorriqueños que lo visitan en Europa; muchos de éstos fueron sus colaboradores en los años de lucha y desempeño como líder del país. El conjunto fotográfico que acompaña al texto, da cuenta de varias de esas personalidades que se reunían con Muñoz en su exilio.

En diversos apartados del libro se da parte de cómo se va levantando el liderato social y político de Rafael Hernández Colón al amparo del líder histórico del PPD: designado por Muñoz en 1960, como Comisionado Asociado de Servicio Público y recomendado por Muñoz al gobernador Sánchez Vilella para la designación como Secretario de Justicia en 1965.

El fragmento del libro más interesante consiste en ir develando todo el misterio que encierra el posible retorno de Muñoz como antesala de las elecciones de 1972 en las que Hernández Colón correría como candidato a la gobernación. Se crea un clima de anhelo en las huestes de la colectividad toda vez que la mera presencia de Muñoz en Puerto Rico para muchos en el partido garantizaría el triunfo electoral. Los denominados muñocistas apuestan a que un apoyo sólido del líder histórico a

Hernández Colón levantaría el clamor popular a tal punto, que provocaría un necesario avivamiento en el pueblo en ese momento.

Se describe en detalles la llegada de Muñoz a Puerto Rico justamente un mes antes de la elecciones de 1972. La confirmación del regreso al país cubrió las primeras planas de la prensa. El retorno de Muñoz causó mucho furor en diferentes sectores de la población, especialmente en los medios noticiosos que, una vez confirmada la llegada al país, no daban con su paradero, al extremo que un ciudadano llegó a afirmar que “Muñoz era el desaparecido más presente que jamás haya tenido Puerto Rico”. El sábado 7 de octubre, Muñoz se reúne en Cidra con Hernández Colón y con los organizadores del acto público compareciendo ante su pueblo luego de varios años de exilio.

El 8 de octubre se celebra el acto donde Muñoz se dirige a una multitud que se dio cita en el lado norte de Plaza las Américas. Sus seguidores se ubicaron también en la ladera del expreso, autopista que para ese momento se encontraba recientemente construida y uno de los proyectos icónicos de la administración de Luis A. Ferré. El texto narra las descripciones, juicios y valoraciones del encuentro. Resalta el elemento de las emociones y las reacciones de uno y otro: el pueblo común, profesionales, trabajadores, mayores, jóvenes, en fin, todo el cuadro social que era testigo de ese momento histórico. El acto fue montado para impulsar la candidatura de Rafael Hernández Colón y logró su cometido.

En los próximos días de la concentración en Plaza

Las Américas, Muñoz emprende una cruzada por campos y pueblos buscando el apoyo popular para las elecciones próximas a celebrarse. Aunque esta iniciativa fue condicionada por el tiempo limitado con el que se contaba a pocas semanas para el evento, unido a la fragilidad que conllevaba la edad de Muñoz, surtió los efectos esperados. Hernández Colón ganó las elecciones de 1972, la mayor parte de los municipios, la Cámara de Representantes y el Senado. Muñoz advertía desde Cidra: ‘’Ésta es la victoria de la razón sobre la conciencia”.

El libro culmina con una reflexión en la que se valora la aportación de Muñoz para las elecciones de 1972, pero también resalta que, como afirmaron algunos periodistas en sus columnas, no se puede menospreciar el desempeño de Hernández Colón. El conquistó a electores con su disciplina, inteligencia, dedicación y trabajo. Esta investigación hace una aportación valiosa a la reconstrucción de la historia política de Puerto Rico. Está fundamentada en documentos de diversa índole: cartas, artículos periodísticos, testimonios de historia oral, entrevistas, entre otros. Incorpora un elemento novedoso al utilizar los códigos QR con el fin de proporcionar una experiencia interactiva a los lectores. Ello permite que el lector se ponga en contacto con contenido digital relevante como el discurso de Muñoz de 1972 en Plaza Las Américas, así como vídeos de la familia Muñoz, lo cual a su vez enriquece el texto con contenido visual y sonoro. Debemos destacar también la selección fotográfica que acompaña los diferentes temas planteados en el libro. En fin, se está ante una investigación fundamentada en una instancia, un momento histórico breve, pero que demanda y requiere que se extienda la mirada a sus alrededores, antecedentes, consecuencias, forma también de construir la narración histórica.

Madeliz Gutiérrez Ortiz

ORCID: 0000-0002-3785-9586

J. F. Caraballo Resto. 2019. “¿Islam en Puerto Rico o Islam de Puerto Rico?: Prácticas identarias entre conversos/as al Islam en Puerto Rico”. Ámbitos de Encuentros 12(2): 7-29.

El antropólogo Juan F. Caraballo Resto inició el artículo desarrollando un preámbulo histórico de la presencia musulmana en Puerto Rico, exponiendo seis coyunturas de injerencia del Islam en la Isla, a saber: 1) arribo al Caribe por medio de la empresa colonial durante el siglo XVI, 2) arribo desde África Occidental como esclavos, lo cual, hizo del Islam, la segunda religión monoteísta en las Américas, 3) migrantes árabes, en su mayoría libaneses durante el siglo XIX, dejando un legado genealógico que se logró rastrear por medio de apellidos como Bechara, Halabi, Bared, Fas, Tartak y Mameri, 4) migración jordana y palestina después del 1950 producida por huir del conflicto árabe/israelí, que dio paso a un sector menos pudiente económicamente constituido de vendedores ambulantes árabes, 5) hijos e hijas de migrantes árabes que mantuvieron estrecho contacto con el Oriente Medio. Dos tercios de ellos se conformaron de inmigrantes palestinos concentrados en los municipios de Caguas, Vega Alta, Vega Baja, Dorado, Manatí y San Juan (todos pueblos de la zona norte de PR), y 6) creciente población de puertorriqueños que desde el 1990 han abrazado el Islam. Sobre este último rubro es que el autor centró su interés, para la conformación del escrito.

La lectura expuso que no existían cifras oficiales que cuantificaran el número de musulmanes en la Isla, ni investigaciones sistemáticas para aclarar de dónde sacaron el número de que eran 5, 000 personas en 2019. En ese sentido, el estudio viene a explorar historias locales como parte de un trabajo de campo, donde el autor enmarcó relaciones de poder experimentadas en el contexto de vida cotidiana de nuevos conversos al Islam en Puerto Rico. En ese sentido, el autor dio voz a un sector de musulmanes, que no tienen visibilidad, ya que sus prácticas, mayormente se gestan fuera de la oficialidad de la Mezquita. El autor basó su estudio en la interlocución de 20 personas adultas, 10 hombres y 10 mujeres. El acopio de sus narrativas, dio cuenta que eran musulmanes que enfrentaban una enseñanza colonial basada en el árabo-centrismo, y donde se les intentaba enseñar una normativa, que en muchas ocasiones, les resultaba ajena en términos culturales. Esta narrativa tenía que ver con manejo de lenguaje, vestimenta, actitudes y ritualidades que chocaban con la cultura puertorriqueña.

Del escrito se deslindó que los nuevos conversos resentían el que se les tratara como musulmanes de segunda. Sentían no encajar. Argumentaron que para ir a la mezquita algunos de ellos tenían que contar con una preparación mental y espiritual de antemano, (por los choques que pudieran enfrentar), ya que se les hacía sentir como inadecuados al interior y exterior de otros círculos de musulmanes en Puerto Rico. Muchos de ellos, optaron por auto educarse por medio de las redes sociales para minimizar su infantilización del acercamiento al Islam, empoderarse y democratizar el conocimiento. Los rituales más relevantes del Islam, los celebraban en las casas o en espacios públicos como parques o centros de convenciones. Han delegado la autoridad interpretativa y pragmática en sí mismos y no en el Imán o en los hombres de la mezquita, quienes han sido considerados por otro grupo de musulmanes, como poseedores del poder administrativo de dichos espacios. En consecuencia, una nueva conversa isleña, (puntualizando la relevancia que el Islam suele darle a la educación), argumentó que ella tenía mente propia y consideraba la duda como importante, pues la duda siempre lleva a interrogar, a buscar y a conocer. Su proceso de educación autodidacta, lo describió como uno de empoderamiento individual y en donde no se encontraba doblegaba al conocimiento de otra persona.

En resumen, en esta investigación, Caraballo Resto presentó múltiples representaciones esencialistas del Islam en Puerto Rico que rompen con el estereotipo de los modelos e historias fijas. Mostró cambios, cuestionamientos, reanálisis, redefiniciones y una búsqueda de construcciones alternas fuera de la oficialidad ritualista arabocentrista, pero centrado en el capitalismo individualista norteamericano característico de la colonia puertorriqueña, que deja entrever, la pluralidad de las prácticas islámicas en Puerto Rico.

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