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FORMACIÓN, GENERACIÓN Y VINCULACIÓN: UN MODELO INTEGRAL DE UNIVERSIDAD
from Carta de AUSJAL 56: Prácticas académicas para reducir la deserción estudiantil
by Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús
Dr. Alejandro Anaya Muñoz, Vicerrector Académico, Universidad Iberoamericana Ciudad de México.
Los retos que enfrentamos en América Latina son múltiples, complejos y obstinados: pobreza, desigualdad, violencias, criminalidad, corrupción, debilidad institucional, baja calidad de la democracia, regresiones autoritarias, depredación de los ecosistemas, etcétera. En este contexto, la vida en dignidad para todas las personas continúa siendo un horizonte lejano y escurridizo en nuestra región.
¿Cómo aproximarnos a estos desafíos y a la construcción de futuros más alentadores desde las universidades latinoamericanas confiadas a la Compañía de Jesús? El papel de nuestras instituciones es, precisamente, afrontar los retos sociales más apremiantes y contribuir a su solución y, de esta manera, contribuir en la construcción de sociedades más libres, igualitarias, solidarias, incluyentes, productivas, pacíficas, democráticas y sustentables. Nuestras universidades tienen la infraestructura intelectual, científica y tecnológica para entender los retos y para ser protagonistas en el diseño y la construcción de los horizontes de futuro, mediante el poder transformador de sus funciones sustantivas: la formación de personas, la generación de conocimiento y obra creativa y la vinculación con otros actores de los sectores público y privado.
Formación, generación y vinculación
A través de sus tres funciones sustantivas, las universidades en general pueden incidir sobre la realidad social, política, económica y cultural y, en consecuencia, contribuir a la construcción del tipo de sociedad a la que aspiramos. Pero estas funciones –la formación de estudiantes, la generación de conocimiento y obra creativa y la vinculación– no pueden estar desconectadas entre sí. Las universidades configuran ecosistemas de intensa interacción científica, tecnológica y creativa en el que la formación, la generación de conocimiento y obra creativa y la vinculación interactúan entre sí de manera intensiva y virtuosa. La formación se nutre del conocimiento y la obra generada en el contexto de la propia universidad; la generación debe hacerse con y para otros agentes de cambio social, y el ejercicio formativo debe salir del campus y llegar a los espacios de desarrollo profesional y acción social en que se desempeñan los actores e instancias externas con las que la universidad se vincula. De esta manera, un modelo universitario de este tipo incluye, pero va más allá, del de un colegio universitario, el de un centro de investigación o del de un proyecto de incidencia social, al incorporar a las tres funciones dentro de un modelo integral.
En otros espacios, he resaltado la centralidad de la generación de conocimiento dentro del quehacer universitario:
La diversidad de saberes dentro de una universidad también diversifica las expresiones de generación de conocimiento que van, desde la investigación teórica y experimental básica, la investigación aplicada, el desarrollo tecnológico, la producción de obra creativa en cualquiera de sus vertientes, entre otras. Sin embargo, todas derivan en lo mismo: generar conocimiento nuevo. (Anaya, 2023, p. 14)
El conocimiento es la sustancia que nutre la vida académica; constituye el elemento central que alimenta la formación del estudiantado y la vinculación con otros actores y, por lo tanto, el factor que hace posible la incidencia universitaria. Pero no se trata solamente de concentrar y compartir el conocimiento previamente existente o generado en otros espacios, sino de generarlo “en casa” y hacerlo relevante para lo que sucede más allá de los contornos de nuestros campus.
Bajo esta perspectiva, la formación de nuestro estudiantado debe enriquecerse del conocimiento generado por sus propias profesoras y profesores. Nuestras y nuestros estudiantes deben de ser quienes se beneficien, en primer lugar, de los saberes y la obra generada dentro de su propia universidad. La generación de conocimiento y obra creativa es uno de los principales valores agregados que podemos ofrecer a quienes acompañamos en su proceso formativo. El ejercicio generativo, por otro lado, garantiza la actualización de las y los académicos y, por ende, de sus cursos y de los planes de estudio de los programas en que participan, introduciendo al quehacer formativo cotidiano temas, agendas, métodos, teorías y técnicas de vanguardia. Más aún, las y los investigadores debemos involucrar a nuestro estudiantado en los proyectos de generación en que participamos, propiciando así el desarrollo de habilidades y una dinámica de aprendizaje que lleve a las y los futuros profesionistas a identificar el valor del conocimiento científico y tecnológico en la solución de problemas específicos de su disciplina y práctica profesional. De este modo, la búsqueda de soluciones fundadas en el estudio racional, sistemático y basado en evidencia de los fenómenos, así como en el uso de enfoques teóricos actualizados y metodologías y técnicas sólidas es parte central del quehacer formativo universitario. En suma, más allá de compartir con el estudiantado el conocimiento generado, es imprescindible buscar cogenerarlo; producirlo en conjunto con las y los estudiantes. Así es como se materializa la interacción virtuosa entre los nodos de formación y generación: las y los estudiantes no solamente deben beneficiarse de manera directa del conocimiento y la obra generada por sus profesoras y profesores, sino que deben participar activamente en los proyectos e iniciativas de investigación y producción creativa.
Por otro lado, como ya he sugerido, la generación de conocimiento y obra creativa debe trascender el espacio formativo y el entorno de nuestros campus. El tercer nodo de interacción entre las funciones sustantivas de la universidad se encuentra en la vinculación, entendida como un diálogo, colaboración y asociación permanente entre las universidades y actores de los sectores gubernamental, productivo, social y cultural. Las universidades estamos llamadas a interactuar de manera intensiva con los gobiernos, en todos sus niveles, y con los poderes legislativo y judicial, así como con órganos internacionales, organizaciones de la sociedad civil, colectivos sociales y grupos empresariales. Los retos que enfrentamos en nuestras sociedades latinoamericanas solamente pueden enfrentarse sumando conocimientos, experiencias y recursos.
El modelo de universidad generativa y vinculada que he descrito en este espacio enfatiza entonces el valor de una forma particular de hacer academia, mediante la triada formación-generación-vinculación.
La vinculación se vuelve indispensable tanto para el quehacer formativo como para la generación del conocimiento y obra creativa. Desde la perspectiva formativa, es de central importancia que las y los académicos llevemos a nuestras socias y socios externos a las aulas, talleres, laboratorios y foros universitarios, para propiciar una interacción directa con nuestro estudiantado. Por otro lado, debemos insertar a este último en los escenarios reales de la práctica profesional y la acción social en la que se desenvuelven aquellas instancias externas con las que nos vinculamos. Finalmente, como ya he señalado, desde las universidades debemos generar conocimiento y obra creativa con y para; es decir, mediante proyectos de investigación y producción de obra relevantes y pertinentes, puestos en práctica en colaboración con nuestros interlocutores y socios externos.
Un modelo integral con orientación social
El modelo de universidad generativa y vinculada que he descrito en este espacio enfatiza entonces el valor de una forma particular de hacer academia, mediante la triada formación-generación-vinculación. Plantea un modelo integral que aspira a dar respuesta a realidades que impiden la construcción de la sociedad a la que aspiramos desde las universidades confiadas a la Compañía de Jesús. Nuestro ejercicio de formación debe entre- lazar de manera dinámica y sólida la excelencia en el ejercicio de compartir conocimientos y desarrollar competencias profesionales, con una práctica orientada a alimentar el espíritu crítico y el compromiso con los grandes retos sociales y sobre todo con la situación de los grupos en situación de mayor desventaja y vulnerabilidad. La generación de conocimiento y obra creativa también debe tener esa orientación: debe está orientada a contribuir a eliminar los obstáculos que impiden el desarrollo de una sociedad basada en la justicia, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la inclusión, la productividad, la democracia, la sustentabilidad y la paz. La vinculación de las universidades con actores sociales, políticos, productivos y culturales debe también ir en esa misma dirección; nuestras universidades deben asociarse con actores con los que comparten una misma misión y visión. De este modo, el impacto de los esfuerzos de formación, generación y vinculación incidirá en la realidad: tendrá un impacto profundo, amplio y potente en las dinámicas públicas y privadas que marcan el rumbo de la sociedad más allá del contorno de nuestros campus.
Referencias
Anaya, A. (2023). La generación de conocimiento en la Ibero de hoy y del futuro: sustancia de la formación, la vinculación y la incidencia, Revista de la Universidad Iberoamericana, 15(82), 14-17.