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De calidades y certificaciones
te en lo que a apertura de nuevos establecimientos se refiere. Dicho auge marca un hito importante que algunos ya se atreven a comparar con el boom que vivieron, y siguen viviendo, países de talla gastronómica como Argentina, Chile, y Perú.
A la par con esto, la proliferación de escuelas donde se enseña alta cocina también va in crescendo, a la vez que surte a un sector que cada vez pide más gente especializada y menos empírica.
De la misma forma en que no por tener a la mano los mejores ingredientes tenga que resultar un buen plato, así mismo, no por tener unas óptimas instalaciones, luces y las mejores intenciones, se consigue la calidad (así esté certificada), entendida ésta como identificar y brindar la satisfacción del cliente.
Como lo registramos en las páginas de la presente edición de La Barra, ya muchos establecimientos del sector hotelero, e incluso del restaurador, están retomando la idea de una certificación (por parte del Icontec, en este caso), que evalúe los procesos de gestión a nivel organizacional y también de estructura.
La intención es clara. Se quiere estar entre los mejores y el sector es consciente de que eso se consigue mediante una calidad certificada. Pero en la misma medida, no se puede llamar a engaños, una certificación ni es prueba de calidad total ni es logro suficiente para un campo que está creciendo de manera vertiginosa.
De hecho, ahora, más que en épocas recientes, se está viviendo en el país un auge importan-
Nadie niega que el crecimiento de este segmento de la economía, el restaurador sobre todo, sea un hecho positivo; sin embargo, no se puede obviar que, por lo general, la cantidad no trae consigo necesariamente calidad.
Y es justamente en el aspecto de la calidad en el que se debe hacer especial énfasis, ya que allí radica el éxito o el fracaso dentro de una sana competencia. Entonces, el que haya mucha oferta no siempre se traduce en más demanda, pero sí en el nivel de exigencia de unos comensales que hoy día saben más del tema gastronómico. He aquí el gran reto para los que están incursionando en el negocio.
La propagación de más y más establecimientos, no puede ir en detrimento de un buen servicio que se puede brindar sólo mediante una calidad que, más que certificada, sea avalada por una clientela cautiva que sabe en dónde se siente bien.
Por eso es que acá, desde La Barra, creemos que la mejor certificación, además de los entes certificadores, es esa que hacen unos comensales satisfechos que, cada vez que llegan al lugar, encuentran una buena comida, un esmerado servicio, unos buenos espacios, un ambiente de amabilidad y, por supuesto, unos precios justos.