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El problema NO ES DE PRECIO SINO de presupuesto Loscomensales

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se quejan de los precios de los restaurantes en Colombia, mientras cuando viajan al exterior todo les parece accesible y razonable.

Sucede que en ciudades como Nueva York o Paris son tantas las alternativas de restaurantes para quienes deben por obligación comer fuera de casa que el tema de presupuesto se vuelve materia de estudio indispensable. En Bogotá particularmente , ocurre hoy día lo mismo. Hasta hace no muchos años los ejecutivos y clientes de restaurantes almorzaban o cenaban en un restaurante en fechas especiales, casi siempre para cele brar el cumpleaños de la abuela o la graduación del colegio de algún hijo, lo mismo acontecía con el consumo del champagne, se limitaba estrictamente al brindis del momento y punto. Las cosas cambiaron.

Desplazarse en Bogotá se ha convertido en un martirio y por tanto presidentes, vicepresidentes, ejecutivos y empleados deambulan por las calles a la hora del medio día, en busca de merienda que supla desayuno, almuerzo y eventualmente cena. Ya no van a sus casas a almorzar y a hacer siesta, el tiempo es oro y el oro debe alcanzar para cubrir las necesidades de alimentación de cada cual. Adquiere entonces importancia el "Walking Distance" del que hablan los gringos; ni de fundas mover el carro, preferible pedir cualquier pendejada a la oficina, o preparar un buen sánduche y volver a la época de la lonchera antes de pensar en el costo del parqueadero, o en dejar las llaves del carro con algún conductor inexperto, además arriesgándose al robo de los anteojos de sol dejados en la guantera, o peor aun la llanta de repuesto, lo que está de moda.

Y como todos los días no está uno de ánimo de sentarse a manteles a chismosear con las amigas, ni tiene el tiempo de disfrutar de entrada, plato fuerte y postre, entonces la oferta de la zona, el presupuesto, el ambiente y el servicio se vuelven la clave del día. Tal y como ocurre en las grandes ciudades del mundo, nuestra capital ofrece de todo: corrientazos varios; cafeterías de todos los estilos; sitios para comer hamburguesa, miles; restaurantes, restaurantitos y restaurantazos por doquier; parrillas de todos los estilos; los servicios a domicilio pululan; incluso en tiendas y cigarrerías ofrecen sánduches de pernil de cerdo o cordero deliciosos. ¿Entonces que elegir? Pues todo depende del presupuesto y del que paga, por supuesto.

El menú ejecutivo cuesta entre $2.800 y $4.500; por menos de $40.000 o $45.000 no almuerzan dos personas en las cadenas de hamburguesa; en un buen restaurante las entradas fluctúan entre $ 12.000 y $19.000 y las carnes oscilan entre $22.000 y $32.000. En algunos casos los precios de carta incluyen el impuesto a las ventas y en otros no, lo que es grave pues en muchas ocasiones una queda sor- prendida con la cuenta; sobre todo en los establecimientos donde la propina se incluye de manera graciosa, es decir es de carácter voluntario dictatorial. nuestro billetito significa la no despreciable suma de $128.780 pesos por barba, en

La cuenta en promedio para dos personas de ingresos medio alto que se dan el lujo de almorzar, bien a domicilio o en cualquier sitio bien servido, deben tener a disposición, en su billetera la no despreciable suma de $50.000. Es curioso, en Colombia las cadenas aun no ofrecen el "refill" de las bebidas gaseosas como sucede en Europa y los Estados Unidos. El otro día, reventada del hambre paré en una estación de servicio de un amigo a comerme un perro caliente, obviamente incluí con el pedido una gaseosa.. ¿Cómo bajarse un perro sin una gaseosa fría?, y tal era la sed que me la bebí con desespero; fui entonces muy oronda a llenar de nuevo el vaso y de inmediato un guardia de seguridad como caído del cielo gritó: ¡Esta señora no ha pagado la gaseosa! Que oso tan espantoso; treinta cabezas se voltearon al unísono mirándome con esa sonrisa maliciosa de quienes se alegran de ver al vecino en desgracia. En fin, estábamos en el cuento de los precios y el presupuesto; los establecimientos de cadena parecen baratos, no lo son.

Cuatro comensales, de los buenos, en un restaurante decente deben considerar un presupuesto de no menos de $250.000 a $300.000: una entrada de $ 12.000, el plato fuerte promedio 25.000, el consabido postrecito 9.000, la botella de buen vino para cuatro 80.000 lo que nos da un promedio en bebida de 20.000 por persona; la propina (los precios incluyen, en algunos casos, IVA) y el consumo pro belleza está en 72600 osea 290.400 revaluados pesitos colombianos, es decir US 31.00 por comensal.

Si consideramos el mercado internacional, Bogotá sigue siendo muy barato; en Nueva York, por ejemplo, una entrada está costando del orden de US 12.00, Un Filet Mignon US 27.00 y el postre más económico US 7.00; ahora bien, la botella de vino californiano o de Washington State de buena calidad, sin ser maravilloso, puede costar lo menos US 55.00. La propina, el siempre exigido "tip" no baja del 16%, menos es ofensa. Luego, el cálculo por persona es de US 69.31, lo que en nuestro caso, peluca.

Mis amigas, a quienes adoro, adolecen de este colombianísimo defecto de despotricar sobre los precios de los restaurantes; critican y gritan del absurdo de la cuenta, sin embargo cuando viajamos juntas al exterior, jamás las he visto peleando por el monto del comprobante de consumo, por el contrario alaban y glorifican al establecimiento. Es absurdo, en Colombia los restaurantes siguen ofreciendo buena calidad a precios internacionales muy competentes, claro está que ganamos en pesos. Pero como diría un amigo de mi esposo ¿Si no tiene plata, para que invita a tanta gente?

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