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Un festival sí puede ser de hotel diferente

Luis García, chef con 18 años de experiencia, es el responsable de realizar los festivales gastronómicos que desde hace un año y dos meses cambiaron la historia del restaurante Pomarrosa en el Hotel Parque 97.

Este administrador hotelero y cocinero, decidió involucrarse en este medio por su papá -quien junto a otros miembros de su familia son chefs. Su cocina se caracteriza por tener variedad, buena presentación y alma. Su recorrido profesional incluye el paso por La Casa Dann Carlton, El Mirador, restaurante de la Pontificia Universidad Javeriana, el Embassy Suites by Hilton, el Hotel Estelar Windsor House y el Hotel Bogotá Plaza.

Como chef ejecutivo ha enfrentado varios retos, desde hacer cambios estructurales en la cocina, estandarizar recetas, establecer estándares de calidad, hasta lidiar con la resistencia al cambio de los trabajadores más antiguos. Su más grande y reciente reto fue crear un festival gastronómico que tuviera éxito en el Hotel Parque 97; un festival que no cayera en la monotonía semanal, que motivará a los comensales a regresar en diferentes horarios al restaurante, y que por supuesto posicionara el hotel en la zona.

Sobre todo en un lugar que cuenta con una alta concentración de hoteles y de ofertas gastronómicas con años de tradición. Según el chef, la forma más efectiva de llegar al comensal es a través del voz a voz y de una estrategia de comunicación corporativa dirigida a las empresas y trabajadores de la zona.

Los festivales gastronómicos del Hotel Parque 97 se realizan cada quince días y consisten en un almuerzo tipo buffet compuesto por entradas, platos fuertes, postres y en ocasiones una copa de vino o una bebida tradicional de la región invitada por 30.000 pesos.

Los festivales han logrado posicionarse de tal forma, que de vender cinco puestos, actualmente se venden setenta u ochenta platos, incluso varios de los menús temporales han pasado a ser parte de la carta del Restaurante Pomarrosa. Fue por esta notoriedad que Revista LA BARRA le preguntó al chef García las recomendaciones para que un festival gastronómico de un hotel se destaque de los demás.

1. Ofrecer calidad en los productos

En general estos eventos dan la oportunidad a invitados y demás consumidores de descubrir productos nuevos y diferentes a los que se pueden encontrar en la carta tradicional de un restaurante. Es necesario investigar, preguntar al chef del país original, hacer contacto con personas que importan los ingredientes nativos, comprarlos y proponer las recetas originales. Además, el chef debe ser honesto en la venta de sus alimentos. No se puede engañar a los clientes o huéspedes con los productos. He tenido personas que conocen perfectamente esas preparaciones y visitan el hotel precisamente para evaluarlas.

2. Estandarizar las preparaciones

Así como debe importar la calidad, se debe enfatizar en la estandarización. Es fundamental lograr que las comidas se preparen exactamente iguales todo el tiempo: las salsas, los acompañamientos, las carnes, los arroces, todo.

3. Actualizar los implementos de la cocina

En vez de quedarse con la misma nevera antigua, es importante actualizar los implementos en la cocina que ayudan a la eficiencia de la operación. En el mercado existen equipos modernos para preservar mejor los alimentos y dar mejores cocciones. No hay que olvidarse de los cocineros, ellos también están más cómodos al trabajar con estos elementos.

4. Tener en cuenta el espacio y el tiempo

Es frecuente que en otros restaurantes y hoteles estos encuentros gastronómicos sean proclives a durar una semana, quince días o un mes -por lo que sus visitantes tienden a aburrirse y no pueden encontrar variedad de cocinas. En mi experiencia puede funcionar mucho mejor en un festival que transcurra en un día y dentro de dos semanas presentar algo totalmente diferente. Adicionalmente, el lugar escogido para realizarlos es la Terraza-Bar del hotel, un sitio agradable, amplio y a la vista del público.

5. Brindar un buen servicio

En el restaurante lo más importante es aceptar lo que el huésped diga, preguntar cómo le pareció el plato y estar afuera con ellos –entrar, salir e interactuar con los clientes. En caso de no poder estar, el mesero se encarga de preguntarles y si no les gusta, hay que escuchar con más atención sus opiniones.

Por I Redacción LA BARRA @revistalabarra

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