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Alitas, perniles y trocitos que venden.

Por I Redacción LA BARRA @revistalabarra

Para nadie es un secreto que el consumidor colombiano prefiere la compra de pechuga, por encima de las las piezas individuales como las alitas, los perniles o el pollo entero. Según la Federación Nacional de Avicultores, un colombiano promedio consume 23,9 kilos de pollo al año, de las que el ala es una de las que genera menor interés por su poca cantidad de carne, sin embargo ha sido calificada como una de las presas de mejor sabor.

Todo un mercado sin explorar para los negocios de alimentos ya que la industria avícola se mueve mejor en los asaderos, afirma Antonio Comas Gerente Comercial de Acondesa S.A., pero lo cierto es que las alitas poco a poco han ganando terreno en la mesa gracias a tres factores: uno es el cambio en los hábitos de consumo, dos, que hay un modelo de negocio claro que permite la expansión del concepto y tres, una oferta de valor con un diferencial basado en las alitas y su gran variedad salsas adaptadas al paladar colombiano.

Según Comas, las alitas de pollo han cogido mucha fuerza en estos últimos cinco años y presentan un crecimiento sostenido. “En la costa atlántica con la apertura de los mercados, en especial con el TLC, esta tendencia se incrementó, y se dieron aperturas de establecimientos en Colombia como Hooters, Chilis, B.W. Buffalo Wings, entre otros, que han causado mayor interés por este producto”.

En Estados Unidos, la expansión de las alitas de pollo inició en 1964 en Búfalo, gracias al restaurante familiar “Ancho Bar” y su inigualable receta BBQ. Sin embargo no fue sino hasta 1976 que se disparó su consumo. Hoy se encuentran en el mercado americano una variedad de hasta 500 salsas para las alitas, y algunas variedades especiales como las deshuesadas, con maní, ajo, limón, entre otras.

La clave está en demostrar que las alitas no son una comida rápida, no contienen grasas Trans, y es comida hecha a la minuta. Edgar Llanos, B.W. Buffalo Wings.

Según Edgar Llanos, operador de la franquicia B.W. Buffalo Wings, que funciona desde hace cuatro años en el país y actualmente cuenta con ocho puntos en Bogotá, uno en Barranquilla y otro en Cali, el consumidor colombiano ha tenido una buena acogida de este formato ya que “el concepto es un restaurante casual con servicio a la mesa, hay un sistema claro de sonido y televisión inspirado en los sports-bar americanos, con música fuerte y un servicio cercano”.

Llanos enfatiza en que el éxito de la cadena ha sido demostrarle al colombiano que las alitas no son una comida rápida, no contiene grasas Trans, y es comida a la minuta con un estricto manejo de las calorías, elaborado con productos 100% nacionales y manejada con los mismos estándares de cali dad de la franquicia norteamericana.

“Lo único que se importan son las salsas y las bases de picante” afirma.

Para Llanos una de las claves del éxito de las alitas son sus combinaciones picantes,que cada vez tienen más aceptación en el paladar colombiano “Al colombiano le está gustando más el picante y hay una gran producción en el Valle del Cauca”.

El tema del servicio a la mesa ha sido fundamental para el crecimiento de este tipo de negocios en el país, a diferencia de Estados Unidos, donde el comensal compra alitas en grandes cantidades para llevar. En Colombia, B.W. Buffalo Wings, cuenta con servicio a la mesa, desde donde se emana una fuente de trabajo fiable para 140 familias, en la que los meseros pueden trabajar y estudiar al mismo tiempo.

Esta tendencia no es exclusiva de un formato de negocio, sino que los restaurantes tradicionales también han visto la posibilidad de incursionar con nuevos productos como las alitas y los trocitos de pollo apanados, que le brindan una experiencia de fácil consumo y diversión a los clientes.

Según Comas, “los restaurantes han visto la oportunidad de negocio con las otras piezas del pollo gracias a que es un producto muy rentable y fácil de preparar, que se puede ofrecer como plato fuerte, entrada o picada”.

Sin embargo, el gran reto que tiene la industria es el de posicionar el producto definiendo su significado y alejándolo de la percepción poco saludable que se tiene de él en otros países, al mejorar su preparación, presentación y formato de servicio.

A mediados de abril, Frisby incursionó en los snacks de pollo a través de las Frispetas y recientemente McDonalds hizo lo suyo con el producto Chicken McBites, que vienen en presentaciones Snack, Regular y Grande, con seis diferentes tipos de salsas especiales.

En cuanto al futuro del negocio de las alitas de pollo, los dos entrevistados coinciden en que cada vez se especializará más el producto “en Estados Unidos es común encontrar alitas italianas, en horno o en leña, barro, carbón” afirma Comas, mientras Llanos revela que en B.W. se está trabajando en el desarrollo de unas alitas con nuevas proteínas vegetales para suplir la demanda vegetariana, especificamente con quínoa.

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