editorial
3 Balcei 195 mayo 2021
#alcorisasaleunida
Y tras la variante ¿qué? Son muchos los pueblos y ciudades en los que la construcción de una o varias infraestructuras públicas de envergadura han influido en la vida económico-social de sus habitantes de manera importante. En el recuerdo queda la destrucción, en el siglo XIX, de los cinturones amurallados de cascos históricos, que transformaron el urbanismo de las ciudades y desplazaron los núcleos activos tradicionales. También, la apertura de grandes avenidas durante la primera mitad del siglo XX —véase, por ejemplo, la Gran Vía madrileña— a costa de la desaparición de una parte representativa del entramado histórico de calles y manzanas de casas de larga tradición. Es el precio de la evolución y de las mejoras sanitarias y ambientales, llegadas de mano del progreso, en general. En muchos pueblos de la provincia de Teruel, los desvíos de la carretera para mejorar el tránsito y evitar accidentes se realizaron hace ya bastante tiempo. Véase Caminreal, Burbáguena, Báguena y Las obras de la variante siguen a buen ritmo. otros tantos núcleos de población. Ahora, nos toca a los alcorisanos contemplar cómo una obra pública muy importante se encuentra ya en avanzado estado, y ha causado las heridas correspondientes en el paisaje, visibles en puentes, accesos, trincheras y árboles variados que vemos desaparecer con cierta pena. En el pueblo, ya empezamos a oír comentarios muy diversos sobre la repercusión que en la vida de los vecinos, de su economía, turismo, ocio y demás tendrá todo esto. Desde los que dicen que “ya no pasarán camiones y los coches no se detendrán a tomar café y comprar en Alcorisa” (no sabemos si ustedes habrán contado los aforos, pero ponemos en duda que a muchos que circulan en buen número por la actual carretera les entren las ganas de echar una cana al aire por el pueblo). Pero, más que dolernos por lo que vamos a perder pensemos en lo que podemos ganar: menos contaminación, fachadas más limpias, menor peligro de accidentes, recuperación de espacios para disfrute del pueblo, como lo ocurrido en Andorra con un sector de la actual Avenida San Jorge, antiguamente carretera nacional. Para extraer lo positivo que puede darnos el desvío de la carretera, hemos de prepararnos y pensar, sobre todo, qué podemos hacer ante el cambio, de forma que los viajeros que atraviesen el desvío se vean instados a entrar al pueblo. Por lo pronto, algunos de los carteles que lucen en varias plazas, recordando que, desde 1605, somos “villa comercial”, tendrán que colocarse en otros sitios, accesibles a la vista de los que circulen por la variante. Revisar las señales, indicadoras de lo que se esconde tras el monte de San Cristóbal y buscar otros señuelos informativos más llamativos (claro que, han de ser estos compatibles con lo que marca la ley de carreteras y otras vías). Aunque no podemos quedarnos en lo anterior, por útil que para el viajero sea. Repensemos los puntos fuertes que podamos explotar (turísticos, gastronómicos, hosteleros, culturales, paisajísticos) para potenciarlos con una publicidad atractiva, bien en los medios de comunicación social, en la propaganda institucional o, también, en el boca a boca y que contengan un punto de singularidad, porque no podemos ofrecer lo mismo que vengan haciendo ya otros pueblos de la ruta, tanto hacia Alcañiz o hacia Teruel. Posiblemente sea el mismo tipo de excursiones, de ocio o de productos gastronómicos, pero hay que darlos a conocer de manera concreta y descriptiva, especificando sus singularidades, dejando de lado las referencias genéricas o válidas, tanto para si estás en La Mata, pongamos por caso, como en Calanda. Pensemos en lo que hace que nuestro pueblo sea un centro proveedor de servicios variados, de ocio y de cultura. Así, con el intento de mejorar lo que ofrecemos a la comarca y pueblos de alrededor, revisaremos muchas cosas: desde la red de establecimientos comerciales que tenemos, tanto los necesarios como los volcados hacia los visitantes; las posibilidades de organización de actividades de ocio y de ofrecer nuestros bienes patrimoniales, históricos y culturales. La explotación de infraestructuras, orientadas a estancias para la realización de cursos estivales, actividades hacia la naturaleza y los deportes, etc. Busquemos por qué camino podemos canalizar las expectativas económicas y comerciales que puedan, por su singularidad y atractivo, atraer visitantes y gente que consuma. En este punto, comencemos por nosotros mismos, a la hora de ayudar a que el comercio y la economía local, en general, se vean beneficiados por nuestros comportamientos de usuarios responsables y fieles. Hay muchas cosas que no son necesarias buscarlas fuera del pueblo. Si nosotros no potenciamos este aspecto, lo que podemos mantener y que nos sirva para cohesionarnos como sociedad que consume responsablemente, contribuyendo a la vertebración económica de la comunidad ¿cómo lo van a hacer los forasteros? Las nuevas formas de comprar, por ejemplo las de encargar por correo los productos, pueden justificarse si estos no existen en el medio, tanto local como comarcal, si no tenemos la posibilidad de obtenerlos, sin salir del pueblo. Pero ya tiene bemoles, que encarguemos, póngase por caso, las zapatillas de moda —y decimos esto pensando en los jóvenes aficionados a las compras “on line”— cuando, si no las venden en los establecimientos de turno, se pueden encargar a través de ellos y, así, comenzar a venderlas en el pueblo. Tendremos visitantes, si sabemos publicitar el ocio que nosotros creamos. Si, pongamos por caso, el grupo local correspondiente monta ya sea una obra de teatro, un espectáculo concreto, un evento deportivo, un concierto; si en nuestro cine se exhibe la película de turno, de calidad, haciendo una buena publicidad en la comarca, no dudamos de que algunos aficionados, o bien los jóvenes de la contornada, vengan a los puntos de entretenimiento que ofrezcamos. Si potenciamos el comercio, vendrán a comprar a Alcorisa. Si publicitamos con acierto nuestros productos, también se sentirá la gente atraída por ellos. Es cuestión de una información bien planificada e inteligente. Todo lo anterior no se obtiene a corto plazo, pero, si no vamos por el camino de la búsqueda de lo que nos puede singularizar y lo hacemos con decisión y constancia, nos moriremos todos de asco o de risa, de envidia a otros pueblos que les vayan bien las cosas y pagaremos nuestra falta de rasmia y de audacia para buscar fórmulas renovadoras. Así que, pongámonos las pilas y busquemos salidas, ayudados por las instituciones locales y comarcales entendidas en estos temas, por una parte, pero también por nuestra capacidad de ponernos entre todos, dialogando, debatiendo, aportando iniciativas, a ver qué podemos hacer y cómo, exigiéndonos y comprometiéndonos nosotros mismos. No podemos estar lamiéndonos las heridas, esperando que otros nos digan lo que tenemos que hacer, dependiendo siempre de los demás, viendo la sangría de personas que se marcharán porque Alcorisa cada vez les ofrecerá menos alicientes. Todo es necesario y podemos trazarnos una hoja de ruta. Se ha terminado eso de “ir cada uno a su bola” porque la sociedad actual cada vez es más competitiva, más informada y necesitada de personas audaces, pero inteligentes.