70 Balcei 195 mayo 2021
#alcorisasaleunida
rincón del libro
El milagro del ángel ejecutado y otros hechos
Pedro Juan Nuez García
Pedro J. Nuez.
Un sillar cae de la torre de la iglesia Santa María la Mayor de Alcorisa. Acaba decapitando una siniestra figura alada, erigida tras la Guerra Civil. Honraba a unos mártires de la patria. Comienza “El milagro del ángel ejecutado”. A éste le suceden otros hechos, como los que presentan a Joaquín García, a su sangre fría, con la que pudo oír su tiro de gracia. Casi una leyenda, aferrada a la historia de un pueblo, que bien podría ser reflejo de lo ocurrido en otros lugares, en una época de bondad y maldad, de angustia, de injusticia, de poca fe en el más allá. Son cortos relatos que ceden el paso a siete escenarios de rebuscados diálogos. Navegan entre lo misterioso y lo llano, entre lo científico y lo filosófico. No hay que rendirse ante “Fan-
tasmas”, ni ante “Males y remedios”. Enlazan, sin solución de continuidad, con artículos que evocan años de infancia, de juventud y adolescencia, por escuelas, parajes, por espacios de una villa, donde se hace inevitable que cobren protagonismo personajes, que por aquel entonces, ya tuvieron su consagrado ayer. Son vivencias por los entornos cercanos, que se continúan con una quincena de crónicas de los viajes del propio autor, donde destacan la vitalidad de “Cuba” y la campante ligereza espiritual de “Naturismo” por un hotel nudista. Son como dieciséis trayectos, que acaban en Escocia, en un homenaje a Bobby. Sirve este ídolo para enlazar con la “Trilogía del Perro”. Estamos ya en el capítulo 54. Ha habido que recorrer más de un tercio de libro, para que las fieles vidas ladradas puedan enlazar con aportaciones sobre enfermedades y ganadería: área donde se puede ahondar, tanto en la conducta sexual de los cerdos, como en los coronavirus, como en la protección animal. Reflexiones en el ámbito pecuario dan paso a otras, sobre la salud pública, sobre nutrición y fármacos, sobre los malos humos y la dieta cetogénica, sobre la vasectomía y los afrodisiacos. Son ya más de ochenta capítulos los que preceden a diecisiete artículos insoportables, sobre la vida, sobre una manida filosofía de encarecidas palabras sencillas; sobre el tiempo y la muerte, sobre la persona, sobre Dios. Le siguen cinco perecederos productos con apuntes políticos, donde la osadía del autor, le lleva a fundar un singular partido. Por fortuna, llegan diez colaboraciones ligadas al medio ambiente, donde se denuncian desequilibrios, como el descrito en “Los mensajes de las palomas”; donde se apuesta por la grandiosidad de la vida, venga de donde venga. Tanta crítica se edulcora con una suerte de escritos que pudieran encajar en la prosa poética, empezando por “Primavera de carralejas” y acabando por “Sendas y espinas”. Conducen a veinte páginas de poesía, a las que suceden coplas irreverentes, dicharachos,
juegos de palabras y melodías. Tal afinación de conceptos y rimas engrana con cinco aportaciones musicales: las tres primeras ensalzan a The Beatles, presentándose como teloneros de otra banda comentada: The Sick Side. Y así, el cuarto arte se acopla con el séptimo, siendo estos melodiosos ecos los que pretenden aliviar las alabanzas póstumas: nichos en los que se homenajea a los que se fueron, que se adelantan al escueto colofón del libro, constituido por el epitafio del propio autor, quien termina enredándose con esa muerte que domina el principio de la obra, en una profética aventura, que habría de acabar en el año 2063. Nota del autor
El milagro del ángel ejecutado.
Pedro J. Nuez Pedro Juan Nuez es uno de los autores menos conocidos de la literatura del Bajo Aragón. Hijo de un aventajado pastor en el manejo de los naipes y de la hija de un labrador resucitado, fue concebido en el mes de septiembre de 1962, tan solo un mes después de la muerte de Marilyn Monroe. Troncha García —seudónimo que utiliza de vez en cuando— estudió en la Universi dad de Zaragoza, obteniendo en 1986 su título de Licenciado en Veterinaria, en la especialidad de Medicina y Sanidad. Fue con un ceñido aprobado, orlado con una ajustada matrícula de honor, perdida por la Anatomía del Sistema Nervioso y su emocional Sistema Límbico. A la sazón, aprovechó su escasa formación musical para formar parte de la Tuna de Veterinaria, donde destacó como poeta en ciernes. Fue su pasión por los héroes del Viejo Oeste, lo que lo convirtió en crítico cinematográfico de las películas que él mismo proyectaba, allá en el cineclub de la Residencia
Baltasar Gracián, por donde el bar Montesol. No sabe cómo fue, pero aquello contribuyó a que concluyera que Luis Buñuel era el mejor director de todos los tiempos. No ha escrito ninguna novela, ni ninguna comedia, ni ninguna tragedia, ni ningún sesudo ensayo; ni ha trabajado como corresponsal de guerra, ni ha cumplido el servicio militar. Sus batallas se han limitado a jugarse «el físico», en sus años de albéitar, en su lidia con los animales de abasto; y a jugarse «el psíquico» entre mujeres y mentes de toda condición Aprovechando su trabajo como Veterinario de Administración Sanitaria en el Gobierno de Aragón, ha practicado con informes, oficios, despachos y unos miles de actas. Y no ha dejado ni un solo día de escribir, gracias a un obsesivo diario, iniciado en 1990, ininterrumpido hasta el día de mañana. Sin embargo, donde más se ha esmerado, ha sido en sus aportaciones a Balcei, la revista local de su villa, en la que ha
colaborado treinta años con interrupción. Más recientemente se ha atrevido con una suerte de prosa poética, para vestir la desnudez de las fotos elevadas a Facebook, habiéndose extralimi tado del todo, con un quehacer lírico, en sus textos vertidos a WhatsApp: medio totalmente inapropiado para su difusión. Se ha contentado con que, de vez en cuando, algún prójimo, algu na prójima, reconociera que le había gustado lo que se le había publicado, para su efímera satisfacción. Cuenta con tres hijos y un número indeterminado de nietos. No tiene amantes, ve nera a su perra, sigue casado. Desde 1992 trabaja en Salud Pública, en la circunscripción de la Zona Veterinaria de Alcorisa, desarrollando su labor en Higiene Alimentaria y en Vigilancia Epidemiológica, tratando actualmente de desentrañar la «filosofía vital» de los coronavirus. (En las guardas de su libro)