ecos de infancia
81 Balcei 195 mayo 2021
#alcorisasaleunida
madres con los chicos se quedaban detrás y llevaban pan en los bolsillos para darles, y cuando tenían sed bebían agua bendita de una pila redonda muy maja (risas). TIEMPOS DE JUVENTUD
Catón Moderno, editado por Luis Vives (Zaragoza), que José Formento denominaba “el catorce”.
cogió unas alpargatas y me dio un par más. Por la tarde pasó la maestra a disculparse y mi madre le dio las gracias. Ahora no se respeta a los maestros ni nada, no entiendo eso. Tenía yo una cartera que me hizo mi madre de un pantalón y allí metía el Catón, la cartilla y el lapicero. Los pequeños con el Catón y con los pizarrines, pero los mayores escribían con tinta que ponía en unos tinteros como los que se ven en el Museo de la Escuela que está en la Iglesia de San Sebastián. Me acuerdo que los jueves tocaba ir de paseo algunas veces, que cuando se hacían los exámenes venía el alcalde a la escuela y que en primavera celebrábamos el Día del Árbol. Este día íbamos a plantar árboles y nos daban un pedazo de pan, una toma de chocolate y una naranja. Había mucha disciplina, pero yo no era malo, a otros los mandaban más veces a la carbonera o a la pared. Pero no me acuerdo de poesías, ni de canciones, ni de ninguna travesura, yo sólo a jugar y a reñir, y si nos castigaban nos encerraban en la carbonera y ¡nos poníamos de negros! Los pequeños jugábamos dentro de la escuela y los mayores en la plaza, y se jugaba más que ahora: a faba, a pajareto, a deldí, a la una la mula, a las canicas, a los saltos. Con una lata de sardinas hacíamos un carrico porque entonces éramos más pitos que los de ahora que tienen lo que quieren. Pero mejor lo de ahora. Quintos míos que me acuerde eran Segundo Gracia, Ramón Espada, Carmelo Ariño, Francisco Peralta, Agustín Burillo y Manuel Avellanas. Ese año nacieron más de cien niños, pero morían algunos de sarampión. Cuarenta y cinco quintos hicimos el servicio militar y ahora sólo vivimos ocho. La comunión la hice vestido con trajecico de pana y alpargatas blancas, pero salí a jugar al barranco, a hacer balsas con los chicos porque había llovido, y cuando me llamó mi madre para ir a la iglesia iba manchado de arcilla roja y llegamos los últimos muy avergonzados. Ese día mi madre hizo una comida muy buena de patatas con judías y un conejo que ella misma mató. En la iglesia sólo había bancos para la autoridad y a misa unos iban y otros no. Hay que respetar las ideas con orden y educación. Las
Durante el servicio, estando en la frontera con otro compañero, íbamos por la calle tosiendo mucho. Una mujer, pobrecica, nos hizo entrar a calentarnos al hogar y nos dijo que en aquella zona sólo plantaba cebollas el cura y que alguien se las robaba. El cura quería saber quién era el ladrón, se echó una cebolla al bolsillo y el domingo, en el sermón: «¡¿Quién ha sido?, ahora mismo voy a saber quién es el culpable!» Entonces hizo como que lanzaba la cebolla a la gente y el culpable se agachó y quedó al descubierto. Aprendí a leer y a escribir en el ejército porque era muy triste no poder escribir a mi madre que sí sabía, la que más del pueblo, se sabía todas las historias de los santos. De tres a cuatro de la tarde había academia y yo ponía todo el interés porque la primera carta que me escribió mi madre no la entendía. Así que cuando llegué al servicio militar no sabía ni firmar, pero hoy sí. Ahora las cartas las escribo yo porque en el servicio aprendíamos «a, e, i, o, u, ma, me, mi, mo, mu». La juventud iba limpia y también sabíamos divertirnos. Los domingos, cuando no tenía ropa para cambiarme, me estaba en la 1943. José Formento Azuara hizo cama hasta que se secaba el el servicio militar en Irún. traje que me habían lavado. Las mujeres se arreglaban y bien peinaditas, con su permanente, a bailar al trinquete y los mozos invitaban a las señoritas. Los hombres íbamos al bar de la «tía Parda» y pedíamos un porrón de vino y cacahuetes. Los de dinero iban al bar Cantábrico y también nos juntábamos en las bodegas a comer y a beber. Si querías podías ir al cine que valía un real. No había cosas buenas en este pueblo, pero la llegada del agua a las casas y los desagües trajeron la limpieza de las personas. La higiene que hay hoy da gusto. Para nuestra edad ¡qué majo es esto! Tenemos luz, agua… En Alcorisa como yo no hay ninguno. He hecho mucho por Alcorisa. He limpiado, por nada, el Calvario durante veintiocho años, no me pena y orgulloso de mi pueblo. Hice un horno de cerámica en la Foya, belenes, la antigua tejería con plastilina, dieciséis empredraos en el Calvario en diez años del campo de trabajo. Y qué armonía teníamos, pero a veces no me entendían porque iba a trabajar muchas veces yo solico. A LOS JÓVENES A los jóvenes digo que tengan una miaja más de paz, de educación y respeto. La juventud es la juventud siempre. Si yo fuera joven haría lo mismo que ellos, pero hay que tener un poco más de respeto. Conozco bien a los jóvenes de cuando nos ayudaban arreglar el Calvario y siempre me he llevado bien con ellos. Yo a muchos abuelos les digo que si fuéramos jóvenes seríamos como ellos. Soy viejo, pero me gusta más esta vida que aquella, hemos pasado una vida muy mala.