ALKARREN BARRI 274 MARTXOA 2021
COVID 19 URTE BETE 1 AÑO
Un año en primera línea con las personas enfermas Arco iris en los hospitales El arco iris se convirtió en un símbolo de esperanza y ánimo en marzo del año pasado. La iniciativa que surgió en Italia como apoyo y ánimo para los más pequeños ante la situación sanitaria, se difundió rápidamente también en nuestro entorno junto a la frase `Todo va a salir bien-Dena aterako da ondo´. Era y sigue siendo un guiño a la esperanza y una petición para que nos sigamos cuidando, porque el virus sigue entre nosotros. Durante estos 12 meses han sido varios los colectivos y las personas que se han dado a los demás. Unas de las que más se han visibilizado han sido las que trabajan en el ámbito sanitario, aunque no se pueden olvidar otras muchas que han estado y siguen estando en primera línea en el sector de la alimentación, limpieza, cuidados... Un agradecimiento y reconocimiento a todas ellas.
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l pasado 11 de febrero la Iglesia celebró el Día Mundial del Enfermo y con este motivo el obispo administrador diocesano presidió una Eucaristía en la catedral de Santiago. Mons. Joseba Segura, en su homilía, agradeció a los agentes de pastoral la labor que están realizando junto a las personas enfermas. “Gracias por seguir acompañando en la soledad, para no dejar a nadie en el desánimo. Gracias a todos los agentes de pastoral, que en este año difícil, han realizado un esfuerzo sostenido y fiel no dejándose paralizar por el miedo”. El ámbito de la salud en nuestra Diócesis es muy activo y en él colaboran muchas personas. En el último año se ha hecho patente su papel fundamental en la atención en hospitales, acompañamiento, capellanías o el voluntariado, que forman parte de su día a día. Morir en soledad en los hospitales Eloísa Braceras, del servicio de acompañamiento religioso y espiritual del hospital de Cruces, explica que este último año, con el tema del Covid, en
el hospital hay mucha soledad, “en la pandemia ha sido una soledad diferente, al menos al principio, en los meses de marzo y abril, producto del aislamiento. Aunque ha habido varias iniciativas para paliarla, lo cierto es que las familias no podían entrar a visitar, y por tanto tampoco había quien nos llamara a nosotros. La buena noticia es que esto ha cambiado: en este momento, aunque la pandemia está cómo está, sí hay posibilidad de que la familia acompañe a la persona que está ingresada –con restricciones y de manera programada- y también, si llega el momento, puede permanecer al final de la vida para despedirse. Si esa familia quiere hacerlo cristianamente nos llaman, y -en este momento- no tenemos ninguna restricción. Tomando las medidas de seguridad que toma todo profesional –al igual que la familia- podemos celebrar la unción o hacer una oración de despedida con ese enfermo y su familia”. Desde su experiencia de los últimos meses, Braceras dice que guarda en la memoria muchos momentos “Nunca olvidaré un responso que hicimos en la capilla por una persona que había fallecido, pues ni su familia ni nadie había podido estar con él. Y tengo
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grabado a fuego un grito de dolor que soy incapaz de describir y que escuché tras la puerta cerrada de un despacho, un grito que no había escuchado en todos los años que llevo en el hospital; aún me pregunto qué palabras precedieron a aquel grito, aunque puedo imaginármelo. Guardo el sentimiento de impotencia de los primeros meses, aun sabiendo la soledad y sufrimiento que había a mi alrededor, no poder hacer nada sino tener toda la prudencia del mundo”. Testimonios dolorosos de familias También se refiere al testimonio de las familias “es tremendo. Sus gestos y palabras pasan siempre por el dolor, pero también por la gratitud, la rabia, la incredulidad, el abandono, la duda, e incluso el alivio al ver que su familiar ya no necesita seguir luchando. Muchas veces se le quita el polvo a esa idea del cielo y “la otra vida”, y es en ese momento cuando se busca una certeza. Las familias suelen agradecernos que estemos a su lado, que recemos con ellas y recordemos que Dios es todo amor y no está con la libreta de contar pecados. Lo que pretendemos con esto es que el duelo que empieza en ese momento sea un granito más llevadero, pues “despedirse bien” pue-