Boletín número 31 de la Asociación Ben Baso

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HISTORIA Y PATRIMONIO

EN TORNO A LA

DEMOLICIÓN DE LAS PUERTAS Y MURALLAS

DE SEVILLA

E

ESTEBAN MORENO HERNÁNDEZ

l proceso de demolición de las defensas sevillanas viene suscitando en los últimos tiempos debates e interpretaciones que no solo denuncian la pérdida lamentable de gran parte del que fue el mayor conjunto amurallado de su momento, sino que, además, vierten opiniones que responsabilizan de aquel monumental derribo, casi en exclusiva, a los gobiernos municipales del Sexenio Democrático, cuando hoy sabemos que el proceso demoledor se había iniciado varios años antes de la Revolución de 1868, formando parte de una compleja trama de factores que afectó a la mayoría de las ciudades europeas en los años centrales del siglo XIX. A mediados de dicho siglo, los avances de la moderna tecnología militar habían vuelto a corroborar la escasa eficacia de las defensas amuralladas en los conflictos armados, una constatación que vino a coincidir con una dinámica de crecimiento demográfico que colmataba y sobrepasaba las superficies urbanas encerradas tras la viejas murallas medievales. Sin embargo, el aumento de la población no fue la principal razón esgrimida para postular el derribo del corsé que representaban las murallas en la mayoría de las ciudades europeas. El fenómeno de la demolición de los recintos amurallados hay que entenderlo como la suma de diferentes argumentos de todo tipo que venían a coincidir en la identificación del

progreso con la destrucción de las murallas medievales. Para entender este proceso demoledor hay que tener en cuenta la consolidación del triunfo de las revoluciones burguesas a lo largo del continente europeo, especialmente tras la revolución de 1848. La caída del Canciller Metternich al frente del Imperio Austríaco, el más firme baluarte de las monarquías absolutas europeas, y la subida al poder de Luis Napoleón Bonaparte en Francia vino a confirmar el ascenso de la burguesía y con ella la implantación del liberalismo económico y su nuevo esquema ideológico. En este sentido, las murallas, con sus escudos reales y nobiliarios sobre las puertas, venían a significar la huella material del Antiguo Régimen feudal y absolutista, un símbolo de los viejos tiempos, incómodo para los nuevos dirigentes liberales, pero también para las masas populares que no dejaban de ver en las murallas y sus puertas el aborrecido control fiscal y de libertad de movimientos. En España, sin embargo, el debate acerca de la demolición de las murallas no estuvo condicionado exclusivamente por el componente puramente ideológico, puesto que el factor económico en todas sus perspectivas constituyó el argumento definitivo en la mayoría de los casos. Por un lado, el costoso mantenimiento de unas murallas viejas, arruinadas tras las guerras napoleónicas y las carlistas, además 26


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