Fiebre ‘...quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja.’ Eduardo Galeano
Llegaron un martes con un tractor, una máquina perforadora, una furgoneta y dos coches. Se habían enterado de que una paisana de la aldea había encontrado sus patatas teñidas de plata y esmeralda y venían en busca de su parcelita de riqueza. Pasaron veintiocho días yendo y viniendo. Se quedaban en una pensión del pueblo de al lado y traían sus bocadillos y sus cafés encima. Auscultaron el suelo del derecho y del revés y no encontraron nada. El día que se fueron, Elvira, la única niña que vivía allí, soltó la dedalera que explotaba y les dijo adiós con la mano, se levantó de la carretera y se metió en el huerto. Estaba tanteando el sueldo, confiando en el despiste de los mirlos y buscando alguna fresa, cuando se le acercó su madre. Le dio un beso tan pequeño como una mora pequeña, la miró y le sonrió. ‘Siempre igual’ y le limpió las esmeralditas y la plata de la comisura.
Paula Martínez Díaz Ordes (A Coruña) Ganador mensual mayo 92