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Los desafíos de la cultura en la era del streaming
La economía de la cultura es una materia de estudio reciente, tanto en el mundo como en Uruguay. Este trabajo se gestó como parte de una monografía para la Diplomatura de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Montevideo cuyo objetivo fue analizar el impacto de la digitalización en la economía de la cultura. Fue necesario abordar, en primer lugar, el estado de la economía de la cultura en Uruguay. Al empezar la investigación constaté la poca conexión entre las personas que han trabajado en el tema, así como la escasez de debate académico y más aún en el ámbito político.
La primera aproximación a una valoración económica del sector cultural fue liderada por el economista Luis Stolovich junto con otros profesionales en el libro La cultura da trabajo. 1 En la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de la República, Stolovich guio las primeras tesis de grado enfocadas en la economía de la cultura. Tuve la oportunidad de que fuera mi tutor en la tesis para la Licenciatura en Economía, trabajo que se enfocó en un análisis del mercado del arte uruguayo. Con el tiempo, esos primeros acercamientos a la materia fueron reunidos y publicados por la contadora Carolina Asuaga. 2
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1 Luis Stolovich, Graciela Lescano, José Mourelle, Rita Pessano: La cultura da trabajo.
Montevideo: Fin de Siglo, 1997. La investigación había sido encomendada por el Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo. Dos años después se publicó una actualización de ese trabajo: La cultura es capital. 2 Carolina Asuaga (coord. y ed.): La cultura en el Uruguay,una mirada desde las ciencias económicas. Montevideo: csic y Fundación de Cultura Universitaria, 2011.
En los últimos años aparecieron diversas escuelas de gestión cultural en el ámbito privado, así como nuevas especializaciones, a fin de formar personal idóneo para las instituciones culturales y de empoderar a emprendedores que apuestan a su proyecto propio. Una de las pioneras en formación fue la Fundación BankBoston (hoy Itaú), cuando lanzó en 1997 su Diploma de Gestión Cultural. Posteriormente surgieron la Tecnicatura en Gestión Cultural en el claeh, la Tecnicatura en Museología en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y el Diploma de Estudios en Gestión Cultural en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, entre otras propuestas.
La economía naranja, como también se está llamando a la economía de la cultura, se define como el grupo de actividades a través de las cuales las ideas se transforman en bienes y servicios culturales y creativos, cuyo valor está o podría estar protegido por derechos de propiedad intelectual.
Un tema no menor para el estudio es la delimitación del objeto. Como define una investigación encargada por la Oficina de Planeamiento y Presupuesto 3 —una referencia local, porque el problema de la delimitación se da en todos los países—, las industrias culturales refieren a aquellas formas de producción y consumo cultural que tienen en su núcleo un elemento simbólico o expresivo. En ellas, el trabajo de los creadores se transforma en productos culturales en un entorno industrial. Las industrias creativas refieren a un conjunto más amplio que incluye, además de estos últimos, a los bienes y servicios que dependen de la innovación —ramas de la investigación y del desarrollo del software, por ejemplo—. Este concepto de industrias creativas se encuentra arraigado en países como Australia y el Reino Unido desde la década de los noventa. Son sectores en los que el valor de los bienes y servicios se fundamenta en la propiedad intelectual: arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño (producto, textil, moda, gráfico, interiorismo), editorial, investigación y desarrollo, juegos y juguetes, moda, música, publicidad, software, televisión y radio, y videojuegos.
Un posible mapa de actores de las industrias creativas en Uruguay agrupa a los creadores y productores de contenidos en cuatro sectores: 4
3 opp, Dirección de Planificación, Tendencias y factores de cambio en la economía de la cultura. Año 2017, en https://www.opp.gub.uy/sites/default/files/inline-files/Informe%20
Econom%C3%ada%20de%20la%20Cultura.pdf. 4 Presidencia de la República, Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Las industrias creativas en el desarrollo del Uruguay del futuro. Hacia una estrategia Nacional de Desarrollo
Uruguay 2050. Montevideo: opp, 2019. Disponible en https://www.opp.gub.uy/sites/de-
Audiovisual. Conformado por unas 200 empresas que desarrollan contenidos y producción de publicidad, cine, televisión y animación; 30 de las cuales trabajan para el exterior y distribuyen en salas o plataformas digitales. Musical. Unas 150 empresas producen shows, sellos discográficos y editoriales, y su producción se distribuye en salas de concierto, radios y plataformas digitales. Editorial. Compuesto por unas 15 editoriales, 100 librerías y dos distribuidoras, aparte de la distribución digital. Diseño. Formado por unas 320 empresas, la mitad de las cuales exporta. Se trata de cifras que varían cada año y que generan una cadena de trabajo indirecto para empresas proveedoras de insumos.
No en vano se está constatando que la cultura es un sector de demanda creciente. Está aumentando el tiempo de ocio, hay una mayor cercanía a ciertos bienes culturales gracias a la tecnología y más facilidades para crear y difundir cultura. Se sabe, además, que a mayor nivel de renta aumenta la demanda de cultura. Las actividades culturales generan empleo, contribuyen al crecimiento de un país de manera directa e indirecta y cuentan con otros efectos cualitativos que pueden ser discutibles, pero, sin duda y en distinto grado, aportan a la conciencia y a la identidad de una comunidad, y por lo tanto son un motor de cambio. La cultura ayuda a cohesionar a las personas y sus distintas maneras de pensar, contribuye a nutrir y dar alternativas de desarrollo a un país. A la vez, para las empresas es un diferencial que se las asocie con hechos artísticos o culturales independientemente del concepto de responsabilidad social.
Cabe destacar el impulso que se ha dado a la producción y la difusión culturales con las políticas públicas recientes: la creación del fona(1995), tv Ciudad (1996), la apertura de la Sala Zitarrosa (1999), la Movida Joven (desde 2001), el Día del Patrimonio (desde 1995), Museos en la Noche (desde 2004), Esquinas de la Cultura (desde 2005), el Museo Figari (2010), el Instituto Nacional de Artes Escénicas (2012), el Fondo Nacional de Música (1994) y el Espacio de Arte Contemporáneo (2010), así como la reapertura del Teatro Solís (2004) y del Auditorio del sodre (2009).
fault/files/inline-files/15_%20Las%20industrias%20creativas%20en%20el%20desarrollo%20del%20Uruguay%20del%20futuro.pdf.
Otras políticas muy importantes han sido la creación en 2006 del Fondo Nacional Concursable para el Desarrollo de las Artes y de la Cultura, y la Ley de Mecenazgo o Ley fic, por medio de la cual las empresas privadas pueden financiar proyectos culturales a cambio de beneficios fiscales. Estas herramientas han mostrado un efecto dinamizador, pero deben perfeccionarse para que el efecto subsista.
En definitiva, la cultura importa, e importa cada vez más. Y se percibe con más urgencia la necesidad de cuantificar la economía de la cultura. Hasta el momento las principales características de este sector han sido relevadas por encuestas sobre consumo y comportamiento cultural y por las cuentas satélite encomendadas por el Ministerio de Educación y Cultura a la Facultad de Ciencias Económicas. 5 En esa oportunidad la idea fue establecer con precisión y de modo desagregado cuál era el aporte del sector cultural a la economía nacional. De ese estudio surgió que todos los sectores culturales tuvieron en 2009 una facturación de 500 millones de dólares, lo que corresponde al 0,8% del pbi, que involucraba unos 20.000 puestos de trabajo, y que el subsector que más ingresos generaba era el audiovisual publicitario. Sin embargo, los datos no reflejan situaciones como el informalismo. Es necesario contar con datos más específicos para medir los efectos de las políticas y tomar decisiones.
Si comparamos estas cifras con lo que sucede en América Latina, vemos que en 2013 se alcanzaron ventas por 124 mil millones de dólares en los sectores culturales, liderados por la televisión (41,9%) seguida de la publicidad (21,9%) y marcados por un nivel de empleo de 1,9 millones. 6
En este trabajo se presenta una serie de entrevistas a agentes de la cultura, entre los que hay gestores, jerarcas públicos actuales o pasados, productores, asesores, artistas y empresarios culturales.
Uno de los interrogantes es cómo están planteadas las políticas culturales. Y en detalle: ¿cómo es la coordinación entre los organismos?, ¿cuáles son los criterios para incentivar a uno u otro sector?, ¿qué priorizar: los incentivos a la producción o la internacionalización?, ¿qué se ha hecho en los últimos años?, ¿qué hay que mejorar?, ¿qué lugar se le da a la cultura?
5 Han sido elaboradas por la contadora Carolina Asuaga y la economista Fanny
Trylesinski: Hacia la cuenta satélite en cultura del Uruguay. Medición económica sobre el sector cultural. Año 2009. Montevideo: mec. Se hizo una actualización en 2015, con algunos de los sectores antes estudiados. 6 Cultural times. The first global map of cultural and creative industries. Ernst & Young, 2015. Disponible en https://en.unesco.org/creativity/sites/creativity/files/cultural_times._the_first_global_map_of_cultural_and_creative_industries.pdf.
Para muchos, hay una mirada del Estado y de la sociedad que apunta a igualar, cuando en realidad no en todos lados hay líderes capaces de desarrollar un proyecto valioso para la comunidad. Otros, sin embargo, cuestionan por qué se le da más apoyo a un sector o a una institución. ¿Cómo se evalúan las políticas implementadas?, ¿cuáles son los desafíos en ese sentido?, ¿cómo medir el valor de la producción cultural, su derrame a otros sectores, su incidencia en el empleo?
Para quienes deciden las políticas es un gran desafío contar con buena información para saber qué y cómo reforzar. Y hablamos de políticas que deberían encararse más allá de los períodos de gobierno, porque implican incidir sobre los modos de trabajo y la profesionalización. Esto exige un cambio de mentalidad con relación a los artistas, a quienes pocas veces se los ve como generadores de valor.
La capacidad de gestión hace posible el despegue de ciertos sectores que han sabido rentabilizar su talento y aprovechar las oportunidades locales y externas. Tal es el caso del sector de diseño, el de videojuegos y el audiovisual más tradicional: se han consolidado y han sabido insertarse en el mercado internacional exportando su producto, generando divisas y en cierto modo también consolidando una marca país.
En el contexto de la economía digital está cambiando la forma de crear y de consumir, lo que también afecta las políticas culturales. El uso de smartphones, tabletas y computadoras está provocando un cambio en las costumbres, con su consecuente efecto en la forma de producir y mirar. Se lee, se escucha, pero de forma diferente a como se hacía antes, aunque algunas modalidades se mantengan. La tecnología no solo ofrece nuevas herramientas que permiten transformar ideas en productos creativos; también habilita nuevos canales para difundirlos. Asistimos a la revolución del streaming. A la llegada, tímida aún, de los libros electrónicos. Y en este nuevo paradigma, donde todo está al alcance de la mano, se vuelve más necesario saber elegir, ser consciente de las responsabilidades y asumirlas.
Con este nuevo escenario hay que encarar las posibilidades de la cultura a pesar de su carácter inasible. ¿Quién determina qué es cultura y qué no lo es? ¿Cuál es el rol del Estado para hacer llegar la cultura, contribuir a su producción y su desarrollo? Cada sector es diferente, con lógicas de funcionamiento y externalidades positivas distintas hacia la sociedad. ¿Qué pasa con el mercado uruguayo? ¿Cómo debería adaptarse a una plaza tan pequeña? ¿Cómo hacer para insertarse en el concierto
internacional? ¿Qué tiene para ofrecer? ¿Cómo atraer capitales extranjeros que quieran producir acá?
Se ha estado discutiendo la creación de un ministerio que sea exclusivamente para cultura, un gabinete social que coordine con otros ministerios, como Turismo, Desarrollo Social, Relaciones Exteriores, con Economía, con Educación —que estaría aparte—, con Vivienda. Paradójicamente, aunque gabinetes como el de Educación y Cultura impliquen criterios, esfuerzos y enfoques muy distintos, pareciera como que la educación y la cultura se conectaran cada vez más desde el punto de vista filosófico y hasta práctico. Porque es necesaria cierta base cultural para insertarse plena y sanamente en este nuevo paradigma que implica generar, en el ámbito educativo, creatividad, innovación, pensamiento crítico y responsabilidad social. Y, con la ayuda de la tecnología, acelerar los procesos.
En un país con una infraestructura privilegiada en materia digital, con niños y ancianos que cuentan con dispositivos para acceder a contenidos por esa vía, con una biblioteca virtual pública y gratuita al alcance de todos, ¿cómo capacitar, sensibilizar, concientizar y coordinar para evolucionar como sociedad y lograr una estrategia global?
En estas conversaciones con referentes de la cultura, se da cuenta de qué se ha venido haciendo en políticas culturales, cómo se están manejando en esta área, qué piensan, cuáles son las necesidades, los logros, los matices en relación con los mismos temas.
La idea, de momento, es poner el tema sobre la mesa, conocer sus matices y aproximarnos a las reglas de juego de este mundo complejo, vasto, pleno de potencialidades y heterogéneo que es la cultura en el mundo y en nuestro país.