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Dulces 100% mexicanos

Dulces 100% mexicanos El mercado Ampudia de La Merced

Andrea Vicente García

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Ir al mercado de La Merced fue una práctica común en mi infancia, mis padres de origen campesino y comerciantes se encargaron de presentarme junto con mis hermanas, uno a uno sus pasillos. Desde los locales del mercado, pasar frente a la vieja iglesia y persignarnos por orden de mamá, hasta llegar al ambiciado paraíso de los dulces, era un deleite. Nosotros, mamá papá e hijas salíamos de Iztapalapa en un viejo trolebús que partía de la antigua cárcel de mujeres en la avenida Ermita y llegaba hasta el emblemático mercado de Sonora. Era divertido el viaje, dos horas en el camioncito se disfrutaban mascando un chicle motita, al llegar el bullicio era más que perceptible. Nos recibía un letrero visible desde la avenida Circunvalación “Mi Mercado de Sonora”. Lo siguiente era caminar a toda prisa hacia La Merced, mis ojos miraban alegres los colores de ese mercado, mi época favorita: Día de Muertos, y sí, más que Navidad, lo era, lo sigue siendo. Ese olor a copal que tienen los negocios que lo ofertan hacen llegar a un paraíso prehispánico; hoy más de veinte años después, cada que vuelvo al Centro Histórico, me traslado a esos viajes mágicos de la infancia. Si uno se adentra al corazón de la Ciudad con el objetivo de comprar, sin duda, acudir a La Merced es una visita obligada. Una estación del metro de la línea 1 es la opción ideal para acceder con prontitud a un laberinto de mercancías y a ríos interminables de personas transitando con todo tipo de objetos. Mismos que van desde una fila de cajas de cartón, un diablo repleto corriendo a toda velocidad o bolsas gigantes negras en las espaldas de personas apenas visibles. Si hay algo que sobresale en La Merced, es Ampudia, el mercado de dulces cuyo origen se remonta al año de 1949. Y, según datos actuales, cuenta con más de 100 locales que ofrecen una múltiple variedad de dulces típicos mexicanos. Los olores característicos del lugar son de aromas dulces, de confitados, bombones y demás que alcance a distinguir el olfato, en un mundo repleto de colores cristalizados, traen a la memoria los mejores recuerdos de la infancia.

Lo que se cuenta sobre el inicio del mercado Ampudia, remite a un grupo de familias asentadas en la actual ubicación, con venta de dulces típicos. Establecidos los fundadores fueron acrecentando el negocio hasta lograr consolidar lo que hoy es un lugar especializado en la venta de dulces y cosas para fiestas: muéganos, alegrías de todo tipo, cocadas, garapiñados, dulces de leche, palanquetas, rollos de guayaba, ate de membrillo, limón con coco rallado, obleas, chocolates, bombones cubiertos, malvaviscos, camotes, merengues; por supuesto no pueden dejar de mencionarse las sabrosas frutas cristalizadas: piñas, higos, manzanas, calabazas, chilacayotes. ¿Qué le podía faltar a este paraíso? Abejas, muchas abejas. Sus vibraciones se pueden sentir desde unos pasillos antes de atravesar los manjares que colindan con la avenida Circunvalación. Estos indispensables insectos rodean los puestos exhibidos de dulces y obligan a nosotros los visitantes, a pasar con cuidado y respeto, pues no son una docena o dos ¡son cientos! Con ánimo les invito a mis conocidos a comprar despensas de dulces mexicanos, a los mejores precios expuestos: dulces cristalizados “de a 4x20”, obleas en cinco pesitos, además una infinidad de palanquetas y alegrías en todas sus formas y colores. Vale la pena el viaje, vale la pena el recuerdo.

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Pirulis exhibidos en el mercado de Ampudia, en La Merced, diciembre de 1968. El Universal

Mercado de Ampudia, en La Merced. El Universal

Interior del mercado de dulces en la 1a. Ampudia. Casasola. Mediateca del INAH

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