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Dulce inframundo

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La manita

La manita

Un paseo por la confitería mexicana

en el mercado Ampudia

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Ángel Regalado Otoño de 2020.

Odisea, Libro XIX.a Homero Nec blandæ uoces icundaque murmura cessent, Nec taceant mediis sensum natura negauit, Dulcia mendaci gaudia finge sono...

Arte de Amar, libro III.b Ovidio

In a izquixochitl, cacahuaxochitl ma onnemahmaco. ¡Ma huel mani tlalla!

Cantares Mexicanosc Ayocuan Cuetzpaltzin

Para Arturo Zarate Zavala, por preparar al igual que Pedro y Juan, la mesa del Cordero.

Se adoban ya las mesas con los más exquisitos guisos y sustanciosos platillos, mientras que Hernando Cortés, Pedro de Alvarado y compañía se aprestan para merecer tan suculentas viandas venidas de las manos de América:

(...) y cuando el gran Montezuma había comido, luego comían todos los de su guarda e otros muchos de sus serviciales de su casa, y me parecen que sacaban sobre mil platos de aquellos manjares que dicho tengo: pues jarros de cacao con su espuma, como entre mexicanos se hace, más de dos mil y fruta infinita.1

Entre tanto, sor Juana Inés de la Cruz, transfigurada, con pluma en la diestra y cucharón en siniestra, toma dictado del soldado cronista y Aristóteles con dulce tonoi al oído de la monja bisbisea:

A través de lo salado y lo dulce, dualidad constante y principio del gusto, se desplazan las voces, ingredientes, instrucciones, recetarios materializados en postres y confiterías confiadas a las cazuelas, cantaros, lebrillos, metates, cucharas de madera, molinillos, jarritos y platos de tepalcate: alegoría constante, tan propia de la cocina mexicana.3 Aunque cierto es, el eco de aquellos enclaustrados trastos también resuena en los hogares cuya confluencia se haya en los mercados, entre aromas, en el rumor de los fardos, huacales. Estos secretos de sabores pareciesen huir de un funesto destino que se confabula con la indiferencia: antes fue ‘El Parián’, y de allí a la plaza de ‘El Volador’ luego ‘Iturbide’ hasta que en la medianía del siglo XX al oriente de la ciudad y guiados por un dios mexica que no conocemos, se fundará el mercado Ampudia: he allí la tradicional confitería mexicana, dulce inframundo en la parte olvidada del Centro Histórico, donde la vida y la muerte degustan juntas una alegría hecha de la tan apreciada semilla huautli; sabrosos dulces de tan mexicana calabaza, apetitosos merengues, crujientes cocadas y coloridas pepitorias. Quienes asisten a éste nivel del inframundo que el poeta italiano Dante Alighieri visitó a hurtadillas junto con el gran Virgilio y omitió sus andadas, para no causar recelo de su tan bien amada y dulce Beatriz; se apretuja la gente para hacer honor a los deliciosos muéganos entre uno que otro alborotado borrachito sin dejar de lado a los inocentes tarugos. Es así como pervive esta rica tradición entre calaveritas de azúcar, confites y canelones que se resisten a ser devorados por el olvido, el mal gusto, el prejuicio y el mayor de los demonios: la empresa norteamericana con sus dulces industrializados. No es cuestión de progreso, sino sentido pleno de identidad, consuetudinaria muestra de amor. Con los pantalones “arremangados” para que no le salpiquen las malas formas del habla o barbarismos si así se prefiere, mientras que degusta un shot de jugo de maguey o pulque para mayor antojo, nos lo deja ver Salvador Novo mientras camina por la calle de Misioneros

Y a los de barrio, sólo concurren los valientes.4

Por alguna extraña razón, le faltaron hojas para describir este apetitoso y dulce lugar en sus Ocasiones de Contento, probablemente por no ser paraíso ante sus amanerados gustos. Como respuesta de Proteo ante Aristeo, de las entrañas de las reses sacrificadas surgen esplendidos enjambres de abejas; así tan similar a otro

inframundo dónde las almas infantes revoloteaban en rededor del árbol nodriza, vemos como en esta re-podrida parte de la ciudad, se realizan las proféticas palabras del poeta latino Virgilio:

Subitum ac dictum mirabile mostrum!5

A través de lo salado y lo dulce, dualidad constante y principio del gusto, se desplazan los sabores donde los muertos viven y los vivos mueren de tan exquisitos sabores y volvemos a ser niños, y evocamos la muerte en la vida, en esa dialéctica constante que nos determina pues

Sólo nos venimos a marchitar, ¡oh amigos!, que ahora desaparezca el desamparo, que haya alegría. ¿Qué comeremos, amigos nuestros? ¿Por qué habremos de alegrarnos?6

Bibliografía

1. Bernal Díaz del Castillo, Cosas de Encantamiento. FCE, Colec, Centzontle, México, 2005. p. 17. 2. Aristóteles, Física. Versión de Ute Schmidt Osmanczik, introducción de Antonio Marino López, Bibliotheca Scriptorvm Graecorum et Romanorum Mexicana, UNAM, México, 2001. p. 74. 3. Josefina Muriel, ‘Los colegios de niñas en el México virreinal’ en: “Una Mirada al Pasado Enseñanza y educación”. Banco Santander Mexicano, 2004. p. 112. 4. Bernardo de Balbuena/Salvador Novo, Ocasiones de Contento. col. Pequeños grandes ensayos, no. 32, UNAM, México, 2006. p. 77. 5. Virgilio, Geórgicas. Introducción, versión rítmica y notas de Rubén Bonifaz Nuño, Bibliotheca Scriptorvm Graecorum et Romanorum Mexicana, UNAM, México, 1963. p. 92. 6. ‘Sólo por breve tiempo’ “Icnocuicatl. Cantares de privación”, en: La tinta Negra y Roja. Antología de poesía náhuatl. Trad. Miguel León-Portilla, selección de Coral Bracho y Marcelo Uribe. ERA, El Colegio Nacional, Galaxia Gutenberg, España, 2008. p. 118-119.

Traducción de las citas en griego, latín y mexicano

a —Demonio, ¿por qué así con el corazón airado me agredes? ¿Por qué estoy sucio, y malos vestidos me visto en el cuerpo, y mendigo en el pueblo? Me apremia la necesidad. Homero, Odisea. Prologo versión rítmica e índice de nombres propios, Pedro C. Tapia Zúñiga, estudio introductorio de Albrecht Dihle. Bibliotheca Scriptorvm Graecorum et Romanorum Mexicana, UNAM, México, 2014. p. 322, vv. 71-73. b —Ni las blandas voces ni cesen los jocundos murmullos, ni a medios juegos callen, lascivas, las palabras. Tú también, a quien natura negó el sentido de Venus, con sonido mendaz finge los dulces gozos; Ovidio, Arte de Amar/Remedios de Amor. Introducción, versión rítmica y notas de Rubén Bonifaz Nuño, Bibliotheca Scriptorvm Graecorum et Romanorum Mexicana, UNAM, México, 1975. p. 74. vv. 795-798. c —(...)Que se repartan flores de maíz tostado, flores de cacao./¡Que permanezca la tierra! Ayocuan Cuetzpalzin, Trece poetas del mundo náhuatl. Trad. Miguel León-Portilla, IIH- UNAM, México, 1986. p. 202-203. 2 —En otro sentido así: el todo está en las partes, pues aparte de las partes no hay un todo. Aristóteles, Física. v. 16-17. (Vid supra. Bibliografía). 5 —(¡Prodigio súbito y de decirse admirable!) Virgilio, Geórgicas. libro IV, v. 553. (Vid supra. Bibliografía).

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 Antonio Nieto

Temistitan

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