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Un día con Ángel y Licha
Arturo Díaz Rico Licha: Hola a todos, mi nombre es María Luisa, pero me encanta me digan Licha soy esposa de Angelito o “Flaquito” como me gusta decirle. Hoy es sábado y será un gran día, me toca baño, es delicioso sentir el agua tibia recorrer todo mi cuerpo, tomar el agua de la regadera y sobre todo sentirme limpia, sé que para la mayoría es algo de rutina, para mí es hermoso y aprovecharé éste tiempo para contar lo que soñé, o alguno de mis recuerdos de niña. No les he contado, padezco hemiplejia desde hace más de 20 años, el brazo y la pierna del lado izquierdo de mi cuerpo se niegan a responder, eso provoca que dependa de alguien para moverme. Todo el día estoy acostada en un sillón frente a la televisión, pero hoy es un día especial vendrán a vernos la familia de Miguel mi hijo mayor. Desperté feliz, me han puesto muy guapa, deseo vestirme con un vestido y zapatos de tacón, pero mi estado no lo permite, solo uso pantalón y éstos horribles zapatos ortopédicos (si, son feos, pero en alguna ocasión me ayudaron a caminar, por eso los tolero) unos aretes, mis anillos, mis pulseras y mi collar me levantan el ánimo, mi hijo Turi (perdón no le comenten que le dije así, no le gusta) Arturo se esmera en peinarme y ponerme perfume. Es hora del desayuno, generalmente tomo un licuado de plátano junto con miles de pastillas que me da el Seguro, que si para la presión, para la circulación, otra más para que no me dañen el estómago, ya no sé qué tantas cosas más, las tomo para no hacer más pesada mi atención y no preocupar al “Flaquito”. Le digo a Arturo “soy una lata” y aunque él diga no es cierto, que me atiende con mucho gusto, estoy segura, “si lo soy”, para acabarla de amolar cada día escucho menos, aunque tengo aparatos que se supone me ayudan a oír casi no oigo, les contaré un secreto, me encantan las películas de Arturo de Córdova, veo a los actores y me imagino lo que dicen, recreo las escenas a mi
manera, algunas películas las vi antes y las recuerdo perfectamente. Veo televisión o duermo un rato, mientras llegan. Preferiría salir, siento, que llevarme es una tarea muy complicada. Bajar del tercer piso con la silla de ruedas es muy complicado, son sesenta escalones, sesenta brincos sin contar los escalones de la entrada, ésos son más altos. He superado el miedo a zafarme, caer con todo y silla, rodar escalera abajo y lastimarme. Me enteré de edificios que cuentan con elevador, quién iba a pensar que algún día nos haría tanta falta. Después el trayecto a la avenida, por suerte no tenemos que pasar por escaleras externas, los escalones son angostos y altos, en el H3 hicieron una rampa, asegura Arturo, debe ser más fácil usar los escalones que la rampa, está muy inclinada, el esfuerzo para sostener la silla es enorme. Encontrar un taxi con lugar en la cajuela para cargar la silla, es complicado, eso no era problema cuando teníamos la camionetita, nos la robaron. Ponerme en píe, girar sobre mi propio eje y cargarme para sentarme en el asiento del copiloto, dice, es fácil, si yo pudiera caminar… ¡como extraño caminar! Ángel: Buenos días, mi nombre es Ángel soy esposo de “La Gorda” o Licha como a ella le gusta ser llamada, debo aclarar que no es gorda y nunca conté porque le digo así. Hoy me levanté temprano como casi todos los días, me siento muy feliz hoy vendrá el Flaco o Miguel. Ése Flaco, no importa la hora, el día o la distancia, siempre está con nosotros cuando se lo pedimos. Todo el tiempo está pendiente, de nosotros. Es una pena que viva tan lejos. Desafortunadamente, no le es posible estar aquí, algo es seguro, él hace todo lo posible por complacernos, ayudarnos y procurarnos. “Vale oro” es mi orgullo. La rutina de cada mañana, checar el nivel de azúcar y la acostumbrada inyección de insulina, yo no tomo tantas medicinas, hay veces que no quiero bañarme, hoy si, aunque sea un tormento, mis manos son torpes esto me dificulta templar el agua, es muy difícil enjabonar y secar mi cuerpo, el tapete que compró el Oso para evitar resbalar, lástima mis pies y no les cuento del rasurado,
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me corto constantemente, por suerte mi nueva rasuradora ayuda. Ya no uso zapatos con agujetas, no puedo atarlas, los botones de la camisa y del pantalón son poco más que imposible de cerrar, odio me quieran bañar, vestir o rasurar, depender, es para viejos. Espero impaciente mi desayuno, mi papaya, un licuado con sábila, limón y jugo de naranja, un delicioso café y un pan. Mientras el Oso baña a Licha salgo a caminar, en ocasiones encuentro a algún amigo y platicamos un rato, generalmente bajo hasta el H2 y regreso, no debo tardar mucho, le toma solo hora y media bañarla, si no he llegado el Oso sale corriendo a buscarme, ya que una vez me cansé y no pude regresar a casa solo. En fin, parece que estoy más sordo que “La Gorda” el Oso me reclama mucho por el volumen de la televisión “dice se oye hasta abajo” no le creía hasta que un día lo comprobé, parece mentira, ya que vivimos en el tercer piso. Estoy muy orgulloso por haber comprado con muchos sacrificios éste “Bendito departamento” que nos da la tranquilidad de tener un techo y unas paredes donde protegernos de la lluvia, del frío y del sol. Un lugar para dormir sin la preocupación de pagar renta. Gracias a Dios y a mi trabajo de, no sé, cuántos años, tengo una pensión, con ella pago a una persona para que nos atienda de lunes a viernes. Han sido varias en pocos años, es un verdadero lío, llegan tarde y a veces no vienen, no saben hacer de comer o no tienen sazón, algunas hasta groseras son, ¡ah! eso sí, todas quieren cobrar las perlas de la Virgen. Es frustrante depender de quien sea, por eso “Como duele llega a viejo”, Señor, ya “Llévame por favor” Leo un rato y veo televisión, mientras llegan. Ya casi es la hora de comer y estos cansinos no llegan, estoy acostumbrado a comer a las 3, la falta de alimento me cambia el humor, me siento desesperado, eso me altera, me hace enojar. Ambos coinciden: Por fin llegaron, trajeron flores, es necesario ponerlas en agua. Después de los besos y los abrazos, platicamos un rato, ya saben lo clásico. ¿Cómo están? ¿Cómo se sienten? ¿Cómo les ha ido? Algún comentario de lo vivido durante el tiempo que nos los hemos visto.
Licha: No tengo hambre, cómo, para no preocupar al “Flaquito” además me da pena, lo hago muy lento, mis dientes ya no ayudan y por si fuera poco, tengo miedo de que algo en la comida me provoque la enchilada, es horrible. A veces, alguno de ellos me da de comer en la boca, no me gusta, siento me apuran. Ángel: Tengo mucha hambre, debo comer con cuidado los dientes ya no ayudan y con gran facilidad me lastimo las encías, ojalá me den un poco de coca con agua, es lo que más extraño desde la diabetes. Ambos piensan: Me siento un poco fuera de lugar, veo como cuentan sus historias animadamente, pero no escucho y me siento aislado. Me distraigo viendo la tele, o con los juegos de Vale, los dejo creer que entiendo, que sigan con sus pláticas. Se supone vienen a visitarnos, unos no dejan el celular, siempre están escribiendo o viendo algo, otros metidos en la televisión y si la apagamos se molestan. ¿Entonces a qué vinieron? Licha: Siento mucha pena por interrumpir, tengo necesidad de ir al baño. Todos quieren ayudar a llevarme, Turi es el que sabe moverme ya tiene práctica. Aquí sentada en el baño, me pierdo de todo y de nada, prefiero perderme en mis recuerdos. Ambos piensan: Anochece… Llega la hora de la despedida, la bendición, nuevamente besos, abrazos, los acostumbrados “Se cuidan”, “Échenle ganas”, “Coman y tomen sus medicinas” Nos quedamos solos. Ángel: ¡Oso! Licha: ¡Turi! Ambos dicen: ¿Y tus hijos?, ¿Cuándo vendrán?, hace mucho tiempo no los vemos, no nos quieren, danos de cenar y acuéstanos por favor. Ángel: Nuevamente una inyección de insulina, las pastillas, un café con pan, el Oso me cobija y a dormir. Licha: Solo quiero un Quick con pan para poder tomar mis pastillas, Turi me acuesta, cobija y a dormir.
Ambos: ¡Qué bueno, vinieron los muchachos, estuvimos muy felices!, ¡Dios los bendiga! Licha: Sólo nos falta nuestro “Charlie” Ángel: Nuestro amado “Prieto”, se nos adelantó, algún día lo alcanzaremos. Ambos: ¡Dios lo bendice! Ángel: Un beso, Gordita, buenas noches, descansa, hasta mañana. Licha: Un beso, Flaquito, buenas noches, descansa, sueña con los angelitos, hasta mañana. Ambos seguramente dicen: A todos, ¡Gracias por compartir un día con nosotros! ¡Dios los bendice!