![](https://static.isu.pub/fe/default-story-images/news.jpg?width=720&quality=85%2C50)
47 minute read
La Historia de Plateros en cinco breves visiones
Visión 1: Plateros antes de Plateros
El lugar donde ahora está la Unidad Plateros siempre ha sido escenario de cosas importantes. Nuestro ecosistema fue vital para el Valle de México. Aquí ocurrieron eventos notables en todas las épocas de nuestra historia: en tiempos prehispánicos, la conquista, la colonia, la independencia, el porfiriato y la revolución. Inmediatamente antes de la Unidad, aquí estuvo “La Castañeda”, el legendario hospital psiquiátrico, que fue construido y luego destruido por razones políticas. El Valle de México tiene forma de “U”. Por el norte entran los vientos cargados de humedad. En la zona donde está Plateros las nubes se acumulan y forman una espiral en el cielo. A eso se refiere la palabra “Mixcoac”, de mixtli (nube), cóatl (serpiente) y oc (lugar). Normalmente se traduce como “serpiente de nube”, pero sería más propio decir: “donde las nubes se hacen remolino”. Esas nubes llueven en grandes torrentes, que antiguamente formaban ríos que desembocaban en el lago de Texcoco. Este sitio siempre fue famoso por su naturaleza exuberante llena de caídas de agua, grandes cuevas y abundante caza y pesca.
Advertisement
"La Barranca de Mixcoac", cuadro de un muy joven Diego Rivera (1906), que se conserva en el Museo de Arte de Veracruz. Se aprecian las cuevas, grandes ahuehuetes en la cima y junto al río, y por supuesto las nubes perennes. Tomado de: www.museos-demexico.blogspot.com
El lugar fue nombrado por los aztecas “Nonoalco”, que significa “De donde vienen nuestras aguas”. “Nonoalco Tlatelolco”, nombre de la gran ciudad gemela de Tenochtitlan, puede
traducirse como “El montón de tierra a donde llegan nuestras aguas”. Siendo la mexica una civilización acuática, “el lugar de donde vienen nuestras aguas” debió tener una importancia trascendental. Además, desde tiempos prehispánicos existe muy cerca de aquí una pirámide dedicada a Mixcóatl (“el señor Tormenta”), dios de las tempestades, la guerra y la cacería. Se ubica frente al actual COSTCO, al otro lado de Periférico.
La iglesia de Santa María Nonoalco, una de las más antiguas del continente americano. En el frente se colocó una virgen que fue encontrada hace apenas unos años enterrada en el atrio. Fotografía del autor. Numerosos personajes históricos han pasado por esta zona. Durante la conquista, fue aquí que Hernán Cortés intentó convencer a los capitanes de Tlatelolco de abandonar a los aztecas. Al terminar la guerra, en este lugar los españoles construyeron la iglesia de “Santa María Nonoalco”, una de las más antiguas del continente. Durante la colonia, aquí se ubicó uno de los tres únicos huertos de aceituna (“olivares”) autorizados por la corona española para ser cultivados en la Nueva España. Un par de siglos después, el emperador Maximiliano y la emperatriz Carlota gustaban de pasear por las grandes extensiones de “piedra bola” del río Mixcoac. En el pueblo del mismo nombre vivieron Valentín Gómez Farías, cinco veces presidente de México, y Octavio Paz, premio Nóbel de literatura. La imagen más antigua que tenemos de la Barranca de Mixcoac la pintó aquí Diego Rivera. Durante la revolución, Emiliano Zapata ocupó el manicomio de La Castañeda (que se ubicaba donde ahora está Plateros); desde allí tomó el pueblo bajando por el río, y así logró ingresar y tomar la Ciudad de México. A finales del s. XIX, el Sr. Ignacio Torres Adalid, el hombre más rico del mundo en ese momento, poseía varias haciendas pulqueras. Entre ellas se encontraba La Castañeda, que sobresalía por su lujo y belleza. Se ubicaba donde ahora está Walmart Plateros, y estaba rodeada por un tupido bosque de castaños. Durante el Porfiriato, una parte de esa hacienda fue destinada al “Club Recreativo Campestre”, un salón de baile donde convivían ricos y pobres por igual. Esto era extraordinario en la sociedad
porfiriana, que era ferozmente clasista. Guardias rurales cuidaban el bosque. Los habitantes de los pueblos aledaños bajaban al pueblo de Mixcoac para vender flores y otros productos, navegando en canoas que pasaban frente a la hacienda.
Entrada del Centro Recreativo Campestre. Se puede apreciar una escultura de Mármol que recibía a los visitantes. Tomada de: https://grandescasasdemexico.blogspot.mx A principios del siglo XX, el presidente Porfirio Díaz compró la propiedad para establecer el Manicomio General de México, conocido como La Castañeda. El complejo siempre fue elogiado por su modernidad y su esplendor. Para llegar, el visitante atravesaba el bosque por hermosos senderos, y entonces se encontraba con un imponente conjunto de 24 edificios con huertas y campos deportivos. Había instalaciones muy innovadoras como: cine, estudio fotográfico (montado por Guillermo Khalo, padre de Frida), terapia de electro-choques y dos zonas de hidroterapia, entonces llamada “atención acuática”. Una muralla perimetral lo apartaba del mundo. Fuera de ella había tres casonas donde vivían los directores, y una pequeña villa para las enfermeras. Aunque al principio La Castañeda tenía los servicios de salud mental más avanzados, al terminar la revolución el hospital fue visto por el nuevo gobierno como símbolo de una modernidad porfirista conservadora y caduca. Mientras el secretario de salud, doctor Gustavo Baz, construía grandes hospitales, La Castañeda fue privada de presupuesto suficiente, y las condiciones de los internos cayeron hasta ser infrahumanas. El famoso artista José Luis Cuevas hizo una serie de dibujos de los enfermos, “como símbolo del dolor humano”. Hubo gran corrupción. Los internos cultivaban verduras y elaboraban productos de gran calidad como bordados, alfombras, muebles y ebanistería, pero no eran convidados de las ganancias. En 1965, el secretario de salud Rafael Moreno Valle visitó el hospital y constató el hacinamiento e insalubridad. En lugar de solucionarlos, el gobierno realizó una intensa campaña en medios de comunicación para “denunciar” las malas condiciones, y el presidente Gustavo Díaz Ordaz ordenó demoler el hospital hasta los cimientos.
El majestuoso conjunto fue despiadadamente demolido. Hoy sus restos, especialmente los sótanos, permanecen debajo de Walmart, el deportivo Plateros y las secciones D, E y F de la Unidad, del F35 hacia Periférico. Mucho se dijo que la destrucción no era necesaria, y que los estupendos edificios podían haber sido rehabilitados y utilizados como centro de investigación o de especialidades psiquiátricas. Aparentemente la verdadera razón fue el negocio inmobiliario que representaba el terreno ante la cercanía de la Ciudad de México, que para entonces ya llegaba hasta sus puertas. De cualquier modo la superficie fue limpiada y preparada para recibir a la Unidad Habitacional Lomas de Plateros.
Visión 2: Un proyecto extraordinario
El “Conjunto Habitacional Lomas de Plateros - Mixcoac” fue construido con dinero de los Estados Unidos. Fue un proyecto futurista con los más altos estándares de calidad, y sólo fue posible gracias a la Guerra Fría y a la ideología de la Revolución Mexicana. En la segunda mitad del siglo XX el mundo estuvo al borde de la guerra atómica. Tanques rusos y norteamericanos se apuntaron mutuamente en Berlín. Para bajar esa tensión, el presidente John F. Kennedy ideó la iniciativa “Alianza para el progreso”. Ésta consistía en reunir un fondo de 20 mil millones de dólares y aplicarlo en proyectos sociales en América Latina, para disminuir la llamada “tentación socialista”: el anhelo que muchos latinoamericanos sentían por los beneficios del socialismo. Uno de ellos eran las Unidades Habitacionales. Por su parte, el gobierno de México quería demostrar que el sistema emanado de la Revolución Mexicana era capaz de brindar a los trabajadores un alto nivel de vida, y presumirlo como propaganda en los Juegos Olímpicos de 1968. La Unidad Plateros fue uno de los pocos frutos pacíficos de la “Alianza…”, pues al ser asesinado Kennedy, el resto del dinero fue dedicado a proyectos militares.
Plena de recursos para su creación, la Unidad Plateros fue diseñada por un equipo difícil de igualar encabezado por Mario Pani, el mejor arquitecto mexicano de todos los tiempos. También incluía a los arquitectos Luis Ramos Cunningham, Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León, así como artistas plásticos de renombre mundial: el alemán Mathías Göeritz y los mexicanos Germán Cueto y Jorge Dubón.
Edificio de la sección D de Plateros, sin rejas y con árboles muy pequeños. Tomado de www.pinterest.com.mx Plateros tiene un estilo funcionalista. En el diseño, Pani se basó en las ciudades prehispánicas, tanto en la combinación de cuerpos masivos con grandes explanadas y espacios abiertos, como en la fórmula de colocar los edificios sobre terrazas y taludes (planos inclinados). Hay un alto porcentaje de áreas verdes, y la disposición de los edificios permite que la mirada llegue muy lejos antes de topar con pared, eliminando la sensación de reclusión que ocurre en muchos fraccionamientos de los que se construyen hoy en día. Incluso se seleccionaron las especies de árboles, con el criterio de que hicieran mucha sombra pero no superaran la altura de los edificios, por seguridad. Se incorporaron instalaciones que en su época eran muy adelantadas: enormes cisternas subterráneas exclusivas para la Unidad; dos sistemas de desagüe, uno para el drenaje y uno pluvial para reinyectar el agua de lluvia en las áreas verdes; tubería de gas subterránea; transformadores eléctricos ocultos, y ausencia de red eléctrica secundaria (no hay cables eléctricos cruzando sobre nuestras cabezas). No hay columnas estructurales, sino que todos los muros son de carga. En las secciones A, C, D y E se instalaron impresionantes tiras de aluminio de la altura de los edificios, que regulan el intercambio térmico entre el interior y el exterior de los departamentos, ahorrando energía. Poco tiempo después se construyeron especialmente para los habitantes: jardines de niños, primarias y hasta una tienda “CONASUPO”, un supermercado propiedad del gobierno, con los mismos artículos que el comercio privado pero a menores precios. A pesar de estar eficientemente comunicada por el recién inaugurado Anillo Periférico, la Unidad era sorprendentemente silenciosa y tenía una espectacular vista de la Ciudad de México.
La Unidad Plateros está llena de valores artísticos. Las Torres de Mixcoac (sección A) están diseñadas para que desde el norte y el sur parezcan columnas colosales, no departamentos. En las secciones de colores (F, G, H, I), Göeritz aplicó su concepto de “arquitectura emocional”: un entorno visual que inconscientemente redujera el estrés por vivir en un lugar densamente poblado, y así favorecer la convivencia. Para ello diseñó un sistema compuesto por combinaciones de colores primarios sobre blanco y negro, que en perspectiva formaban murales abstractos ultramodernos de acuerdo al arte de esa época. Para coronar el proyecto, los artistas crearon las esculturas: “La Pirámide de Mixcoac” de Göeritz; “Serpiente” de Dubón (en la sección A), y “Sagitario”, de Cueto, en la sección F. Estas obras complementaban la “Ruta de la Amistad”, una serie de esculturas monumentales instaladas a lo largo del Periférico para celebrar la Olimpiada. La Pirámide de Mixcoac está al centro de un conjunto conformado por escultura triangular, plaza circular y edificios rectangulares. Es una prodigiosa combinación geométrica que envuelve totalmente al espectador sin agobiarlo. Por su parte, Sagitario, en la sección F, es una escultura de formas totalmente onduladas, colocada sobre un basamento piramidal al centro de un jardín cuadrado. Tenía un hermoso color gris satinado, que resaltaba entre los prados verdes y senderos rectos de tezontle rojo. Explanada y escultura estaban rodeados por edificios de colores primarios, que se equilibraban con el azul del cielo. El impecable juego de contrastes (curvas-rectas, piedra-plantasmetal, naturaleza-artificialidad, colores básicos-gris, etc.) conformaba una de las plazas más bellas del modernismo mexicano. Además, esta plaza y otra anexa, reproducen el esquema prehispánico de “Tlaltikpak”: un universo de cuatro rumbos y un centro (Ollin) que representa la convertibilidad de los opuestos. También había una estatua de bronce del presidente Valentín Gómez Farías en el deportivo del mismo nombre. El resultado general fue tan bueno que la Unidad Plateros fue admitida en un concurso de las Naciones Unidas para designar la obra de arte más grande del mundo, y ganó el segundo lugar, sólo detrás de otra Unidad Habitacional construida en Israel por el
artista hebreo Yaacob Agam. Plateros fue parte de un periodo de la arquitectura mexicana denominado “heroico”, en el cual lo mejor de la ingeniería y el arte se pusieron al servicio de la sociedad. Por todo esto, Plateros merece ser considerado patrimonio arquitectónico de la Ciudad de México.
Combinaciones originales de colores primarios con blanco y negro, diseñadas por Mathías Goeritz. Reconstrucción digital elaborada por el autor. Un aspecto muy particular de esta Unidad fue la relación con la naturaleza. Se ubicaba en medio de dos Barrancas: Mixcoac y Tarango, cada uno tenía al fondo un río vivo del mismo nombre, y un espeso bosque. Cada mañana nos ensordecían los pájaros saludando al sol, y nos dormíamos en un concierto de ranas y cigarras. Para ir a la iglesia de Monte Carmelo, en la colonia Alfonso XIII, aledaña a Plateros, debíamos cruzar laderas de zacate y un río Mixcoac disminuido, pero aún lleno de pequeños peces. Hacia el poniente, la ciudad terminaba aquí. En los cerros había grandes cuevas, donde se avistaban venados y víboras de cascabel. En la presa de Tarango, muy cercana a la Unidad, vecinos recuerdan unos extraños saurios “parecidos a cocodrilos, pero de hocico muy corto”. Abundaban las aves pequeñas como cenzontle, mirlo primavera, zanate mayor, gorriones y colibríes; medianas como aguilillas rojinegras y halcones “harris” y de cola roja; y hay numerosas historias de grandes aves, como lechuzas blancas que cruzaban la unidad por las noches desplegando sus alas enormes y hermosas, y águilas que llegaron a meterse a los departamentos. De las barrancas también llegaban murciélagos, “víboras de agua” (culebrillas de color verde vivo), tlacuaches, cacomixtles, camaleones, ardillas grises, doradas, rojas, cafés y negras, y un sin fin de insectos grandes y extraños. Espontáneamente nacieron en Plateros: magueyes, sábilas, yucas, tzompantles (colorines) y ahuehuetes (sabinos). Muchas de estas especies sobreviven y pueden verse en Plateros hasta hoy, aunque ahora la mayoría están en peligro de extinción. Posteriormente llegaron otras especies introducidas por los vecinos, especialmente árboles frutales como duraznos, higos,
guayabas, limones, naranjas, chirimoyas, mandarinas, aguacates, etc., y muchas flores.
Algunas especies vegetales y animales en peligro de extinción, que aún se ven en Plateros: Yucas, cacomixtles y águilas. Para que el diseño de la Unidad fuera armónico con el ecosistema, se usaron materiales locales como ladrillo de barro en diferentes tonos, así como piedra volcánica “chiluca” en paredes y taludes. Grandes rocas que se encontraron fueron usadas para adornar las áreas verdes. Incluso los “cilindros de prueba” que se producen en toda construcción para verificar la resistencia del concreto, fueron aprovechados como adorno, apilándolos en las esquinas de los jardines para suavizarlas. Por último, el arquitecto Pani decidió usar los extensos depósitos de piedra bola del río para construir un empedrado perimetral y otros pavimentos en todas las secciones de la Unidad, y así recordarnos a los habitantes la relación ancestral con el río Mixcoac.
Pasillo entre el H2 y el H3 a principios de los años 70. Restauración digital elaborada por el autor. Plateros comenzó a recibir “colonos”. Ellos conformaron una comunidad con un estilo de vida y un espíritu completamente nuevos en el país, llenos de sueños, optimismo y confianza en el futuro.
Visión 3: Nace una comunidad
La población de Plateros tuvo en sus inicios una cultura de limpieza, honestidad, aprecio del estudio y el trabajo, y unidad entre los vecinos. Esto conformó una forma muy exitosa de ser y hacer la vida, y generó resultados extraordinarios. No he encontrado evidencia de una inauguración oficial de la Unidad. Las diferentes secciones entraron en funcionamiento en seis etapas, comenzando por la etapa I (sección i) en 1967, y
culminando con la etapa VI (sección A, Torres de Mixcoac) en 1972. A lo lejos, al otro lado de las barrancas, los pobladores de esas colonias -muchas de las cuales habían sido pueblos o haciendas- se sorprendían al ver crecer una pequeña ciudad perfectamente planificada. Decían: “Ahora sí, ¡Ya llegaron los ricos!” Y se sobaban las manos, pensando que de los habitantes de Plateros iban a obtener: buena ropa, buenos zapatos, pero sobre todo, trabajo. Al principio en la Unidad había muy poca gente. Los 7,310 departamentos tardaron más de una década en habitarse, a pesar de que se hacía publicidad en los periódicos a plana completa usando testimonios y bonitos retratos a lápiz de colonos reales. Por la vista elevada que se tenía de la ciudad, Plateros se anunciaba como “la región más transparente del Distrito Federal”. Nuestra primera generación de habitantes fueron jóvenes parejas de burócratas que compraron sus departamentos con créditos gubernamentales, o con una prestación social llamada “dote”, un estímulo que otorgaba el gobierno cuando un empleado se casaba, que alcanzaba bien para el “enganche”. No se le vendía a cualquiera. Cada aspirante era evaluado en una entrevista; si era una pareja, se pedía el acta de matrimonio legal. Se decía que comprar en Plateros era más difícil que entrar a escuela de monjas. La mayoría de los aspirantes eran hijos de obreros, campesinos e inmigrantes de provincia que con enorme esfuerzo personal habían logrado estudiar licenciaturas en instituciones públicas, gracias al sistema educativo emanado de la Revolución Mexicana. Ninguno olvidaba sus orígenes, y valoraban al máximo el estudio, el trabajo y el progreso. El ambiente vecinal era cálido y amigable. Los habitantes se identificaban unos con otros, como una gran familia. Esto le daba a Plateros un fuerte sentido de comunidad. Cuando yo era niño creía que la Unidad Habitacional era la forma de vida ideal. Las distancias entre las personas eran tan cortas, que yo sentía que vivíamos en una sola casa. Más que vecinos, yo veía a mis amigos como hermanos, o medios hermanos. Llegué a sentir pena por mis compañeros de escuela que vivían en colonias “normales”, con camiones rugiendo al otro lado de su puerta, sin los extensos prados, que para mí eran canchas de futbol. La vida
consistía en llegar de la escuela, comer, hacer la tarea y salir a jugar. Por las tardes los jardines estaban llenos de niños. Salíamos toda la tarde en bicicleta, patines, “patín del diablo”, “avalanchas”, o trineos improvisados con un simple cartón. Cazábamos lagartijas y unos voluminosos chapulines color verde brillante que llamábamos “toritos”. Enormes parvadas de palomas y zanates cubrían los cielos y jardines de Plateros. Si hacía mucho sol buscábamos algún jardinero que estuviera regando para beber agua de las mangueras, que era potable. Las tardes de los adultos eran alegradas por los cantos de cenzontles, gorriones y “primaveras”. De vez en cuando mi mamá se asomaba a la ventana para ver si estábamos bien. Sólo la caída de la noche indicaba el momento de regresar a casa.
Otra de mis actividades favoritas era ir a las vías del tren con mi abuelo. Apenas pasando la sección A (Torres), estaba el ferrocarril de Cuernavaca. Poníamos monedas para que las aplastara. Tenían que estar muy bien puestas porque si no, se volvían proyectiles que salían disparados en cualquier dirección. A veces esperábamos horas a que pasara, pero valía la pena sólo por ver su paso majestuoso. Cuando se empezó a poblar la Unidad, los “jardines de niños” y primarias no estaban terminados, así que maestros de la Secretaría de Educación Pública impartían clases en departamentos vacíos. En otros, la policía estableció “comandancias”, una en cada sección. En otros, por solicitud vecinal, instructores del Instituto Mexicano del Seguro Social realizaban talleres de tejido, corte y confección, mecanografía, cultura de belleza, banda de guerra, “integración familiar”, etc. Además, debido al anhelo de progreso de nuestros padres, por las tardes casi todos los infantes tomábamos clases extraescolares de idiomas u otras materias útiles para la vida y el trabajo. Las fiestas particulares se volvían eventos comunitarios. Todos los niños éramos bien recibidos en cualquier fiesta, ya fuera en áreas comunes o dentro de las viviendas. Se hacían muchas piñatas y se organizaban posadas casi en cada entrada. Frecuentemente en los andadores había serenatas y mariachis que los colonos
contrataban por el menor motivo, como un cumpleaños, de regalo para las novias o para celebrar a la Virgen de Guadalupe o el Día de las Madres. Eran memorables las larguísimas serenatas que el cantante Alberto Ángel “El Cuervo” le brindaba a su esposa cada año en el centro de la sección A (Torres de Mixcoac). El 10 de mayo, los jóvenes que pertenecían a las estudiantinas de las parroquias cercanas también traían serenatas e iban cantando y bailando de entrada en entrada, celebrando a sus mamás. El Día de Reyes, apenas amanecía se escuchaba la algarabía de escuincles celebrando en todos los departamentos. Nadie iba a la escuela y desde temprano los andadores y jardines estaban repletos de chamacos estrenando sus juguetes, especialmente bicicletas y el popular muñeco “Kid Acero”. Rápidamente aparecieron colectivos comunitarios como el equipo de fútbol “Leones Blancos de Plateros”, el grupo de rock “Espina”, y los grupos 229 y 239 de la Asociación de Scouts de México. Cada Día de Muertos un vecino del F1 instalaba con sus propios recursos una “casa de los sustos” junto al parque “El Huevo”, a la que asistían gratuitamente cientos de vecinos. Entre los colonos existía una fuerte sensación de ver qué podía aportar cada uno para mejorar la vida en la Unidad. No faltaban las historias de aparecidos. En la sección A, la gente escuchaba murmullos y portazos en los cubos de las torres cuando no había nadie en ellos; decían que eran los fantasmas de los internos de La Castañeda. En las secciones de colores, en los departamentos de hasta arriba muchísimas personas escuchamos ruidos de cosas deslizándose y rompiéndose, como si hubiera “duendes” jugando canicas o boliche sobre las azoteas inclinadas. También se habló de una “niña blanca” que se aparecía en la sección G. Pero nadie se asustaba, todos lo tomábamos como parte del folklore local. Los colonos extendieron generosamente su prosperidad a los habitantes de las colonias vecinas. Plateros fue una gran fuente de trabajo para tapiceros de muros, carpinteros de cocinas y closets, azulejeros de pisos y baños, maestros cortineros, albañiles tiroleros, e instaladores de alfombras y alacenas de metal, porque los departamentos se entregaron sin acabados: con piso de cemento colorado y paredes de yeso. Además, los platerenses
dieron generosos donativos durante muchos años a las parroquias de La Asunción y especialmente San Jerónimo Emiliani, la cual pasó de ser un galerón de lámina, al confortable templo que disfrutamos hoy. Había una sola Administración para toda la Unidad, que realizaba el mantenimiento, guardaba el orden, y en caso necesario realizaba obras mayores de forma rápida y eficiente. Por ejemplo, en las secciones de colores se descubrió que los departamentos de hasta abajo eran muy húmedos, pues sus pisos eran más bajos que los jardines circundantes; incluso algunos departamentos se inundaron, perdiéndose los muebles. La Administración mandó excavar nuevos niveles exteriores más bajos alrededor de 118 edificios, y los consolidó con pequeños taludes de piedra, cuidando que armonizaran perfectamente con el diseño original. La Administración proveía servicios que hoy parecen inimaginables, como vigilancia las 24 horas; no se permitía meter ni sacar muebles grandes entre las 6 de la tarde y las 6 de la mañana, y para hacerlo se requería un permiso. Había jardinería general cada seis meses, pintura exterior de los edificios una vez al año, y servicios gratuitos de cerrajería, plomería y electricidad dentro de los departamentos. El novedoso supermercado Aurrerá (ahora Walmart) proveía transporte gratuito desde la sección A hasta la sección I. El ambiente era muy fresco y limpio. No había rejas en los edificios ni en las áreas verdes. Todo esto tenía sus costos: estaba prohibido tener mascotas, tender ropa fuera de los departamentos, o hacer ruido después de las diez de la noche. Si alguien lo hacía, de inmediato llegaba personal de la Administración. Especialmente, no podías retrasarte en los pagos. Cuando alguien se atrasaba mucho, por la noche llegaban vigilantes y trabajadores y desalojaban el departamento. Al día siguiente llegaba la noticia: “¡Lanzaron a tal vecino! ¡Lanzaron a tal otro!”. La gente decía que era como terrorismo. Nuestro modelo de vida fue tan exitoso que de inmediato comenzaron a surgir platerenses destacados en los deportes, las artes y las ciencias. Aquí vivieron, entre otros: Joaquín Capilla, clavadista, considerado por muchos el mejor deportista mexicano de todos los tiempos, único mexicano que ha ganado cuatro
medallas en Juegos Olímpicos, además de ser medallista Centroamericano y Panamericano; la pintora feminista y crítica de arte Leticia Ocharán, presidenta de la Asociación de Artistas Plásticos de México y el Comité Mexicano de la Asociación Internacional de Artes Plásticas, ONG asociada a la UNESCO; el poeta Roberto López Moreno, que representó a México en encuentros literarios en varios países; el biólogo investigador Dr. José Sarukhán, que fue rector de la UNAM; y el físico nuclear Dr. Luis Flores Castillo, quien coordinó el grupo que descubrió el “Bosón de Higgs”, una partícula subatómica popularizada como “la partícula de dios”. Este hallazgo ganó el Premio Nóbel de física en 2013. También han vivido aquí numerosas figuras de la televisión como el físico Juan Carlos Iracheta, meteorólogo y divulgador científico del noticiero “Hoy Mismo”, el programa más popular de la televisión mexicana en los años 80; Francisco Xavier Chapa del Bosque, “el Increíble Profesor Zovek”, escapista, mentalista, maestro de artes marciales y figura de cine y televisión; el artista Alberto Ángel “el Cuervo”, que ha producido más de cien discos de música mexicana, cinco libros y varias exposiciones de pintura; el comediante Memo Ríos; las actrices de cine y televisión Macaria, Susana Dosamantes y Verónica Castro (cuando era muy jovencita); Claudia Ivette, quien encarnó durante años al famoso “Mimoso Ratón” del programa infantil educativo “Odisea Burbujas”; Tito Reséndiz, quien fue hasta su muerte la voz del payaso Krusty de los Simpson, y Eduardo Cuevas Tornell, integrante del dueto de parodia social “Los Tepichines”, y también redactor creativo del personaje de TV “El Compayito”.
Mención especial merecen una serie de músicos jóvenes que desarrollaron su talento en Plateros en los años 90, como Miguel Ángel Kabuto, bajista del legendario grupo Antidoping, que fusionaba reggae, ska y ritmos caribeños con un sabor urbano; y los hermanos Mauricio y Francisco Sotelo, que junto con Cristóbal Pliego integran Cabezas de Cera, un grupo de rock progresivo, jazz y música experimental que utiliza instrumentos musicales de diferentes partes del mundo, como whistle, chapman stick,
didgeridoo y zurna, así como instrumentos fabricados por ellos mismos.
Chayito ganó los mundiales Masters de Miyazaki 1993 (Japón), Scarborough 94 (Canadá), Buffalo 95 (EU), Durban 97 (Sudáfrica), Gateshead 99 (Gran Bretaña), Brisbane 2001 (Australia), Carolina 2003 (Puerto Rico) y San Sebastián 2005 (España). Tomado de www.vitaminasparaelexito.com Finalmente, con mucho cariño recordamos a nuestra vecina del F2, Rosario Iglesias “Doña Chayito”, voceadora de periódicos y corredora atlética categoría Masters. Comenzó a correr a los 80 años y ganó 104 medallas nacionales e internacionales; compitió en los 5 continentes y rompió 25 récords mundiales antes de retirarse a los 95 años.
Todas estas personas encarnaron idealmente la voluntad creadora y la vocación progresista de Plateros. Sin embargo no todo fue miel sobre hojuelas. La Unidad estaba a punto de vivir tiempos aciagos, que pondrían a prueba la fuerza de nuestro espíritu comunitario.
Visión 4: Tiempos de Quebranto
Con las Unidades Habitacionales pasó lo mismo que con La Castañeda. En su momento fueron presumidas como símbolo de un proyecto de país, pero al cambiar el modelo económico, el gobierno las despojó de los apoyos necesarios para funcionar y las abandonó a su suerte. Ante esa circunstancia, los vecinos no supimos mantenernos unidos, y fuimos presa de abusivos y oportunistas. Los tres hechos decisivos fueron: la pérdida de administraciones, el cambio generacional y la imposición de “líderes” corruptos. Pero el origen de todos nuestros principales problemas es la falta de unidad vecinal.
El primer hecho determinante para el deterioro de nuestro nivel de vida, fue la pérdida de la Administración General y las administraciones seccionales. En la década de 1980, el gobierno mexicano abandonó el modelo de “estado de bienestar” y se volvió “neoliberal”, lo cual significa que el Estado renuncia a su facultad de intervenir en la economía y el mercado se convierte en el único regulador de la sociedad. Esto provoca que todos los derechos dependan de la capacidad económica de las personas. Sin la participación del gobierno como elemento equilibrador, la desigualdad social, política y económica aumenta, y los problemas sociales se agudizan. Este cambio de sistema tuvo graves consecuencias en el nivel de vida de los platerenses. Al principio, Plateros era administrado por una institución del Gobierno Federal llamada “Asociación Hipotecaria Mexicana”, que después fue sustituida por el estatal “Banco Mexicano SOMEX”. Cuando se vendió el último departamento, el gobierno transfirió la Administración a los vecinos, pero no de forma integral, sino dividida en ocho diferentes “regímenes condominales”, uno por cada sección: A, C, D, E, F, G, H, I. En cada una se hizo una Asamblea para elegir una Administración Seccional. Los vecinos presentaron planillas y se hizo una votación. Las administraciones vecinales electas recibieron los planos, el archivo y el dinero del fondo de reserva, pero no hubo un proceso de capacitación, ni para las administraciones ni para los habitantes. Casi ninguna de estas administraciones logró subsistir. A partir de ese momento, cada “manzana” tuvo un destino diferente.
Por falta de mantenimiento, casi de inmediato el desagüe pluvial quedó azolvado; los jardines salieron de control y los taludes comenzaron a dañarse. Fotografía del autor. Ahora, el estado físico de cada sección corresponde exactamente al estado de su administración. La A (Torres de Mixcoac) siempre ha tenido Administración y nunca ha dejado de mejorar. Las secciones de ladrillo (C, D, E) eligieron administraciones por
edificio, y se han mantenido más o menos en buen estado. En las manzanas de colores (F, G, H, I) los vecinos se dividieron en “autoadministraciones”, primero por edificio y después por entrada (cada edificio tiene 1, 2, 5 ó 6 entradas). Finalmente, la mayoría se quedaron sin ningún tipo de administración. Estas secciones se deterioraron a una velocidad sorprendente. La ausencia de Administraciones Seccionales es muy grave porque tenemos una gran cantidad de áreas comunes e infraestructura compartida. Si los edificios se “autoadministran”, nadie se hace cargo de ellas. Los sistemas hidráulico, eléctrico, de gas y de desagüe son uno solo y el mismo para todas las secciones (A, C, D, E, F, G, H, I), y son diferentes a los de las colonias vecinas. Al dividirnos en diferentes regímenes, estos extraordinarios equipamientos fueron abandonados. Enormes bombas y tuberías hidráulicas quedaron inservibles por falta de mantenimiento. Hoy, dos de las tres cisternas están fuera de servicio. En todas las manzanas excepto la A, se suspendieron los servicios generales de vigilancia, jardinería y limpieza. Sin mantenimiento adecuado, los taludes se llenaron de maleza y comenzaron a perder piedras. Nuestros árboles se infestaron de plagas como muérdago, algodoncillo y gusano barrenador. Las lagartijas, culebrillas y animales grandes dejaron de verse. Desapareció la diversidad biológica y algunas especies animales y vegetales se volvieron plaga, como las palomas, ardillas, enredaderas y bugambilias. Hasta los abundantes “toritos” se extinguieron, dejando el paso a una chinche negra que llamamos “willis”.
El colosal sistema de bombeo hidráulico quedó inservible por falta de mantenimiento. Esta es la sala de máquinas de la cisterna principal, la C1, que se ubica en la sección H y da servicio a las secciones A, C, D, E y F. Ahora sólo funciona por gravedad. Fotografía del autor. Entonces ocurrió un segundo fenómeno crucial en la vida de nuestra comunidad: el cambio generacional. Plateros fue víctima de su propio éxito. Los colonos originales envejecieron y sus hijos, que alcanzaron altos niveles educativos, se fueron de la Unidad, muchas veces al extranjero. La población
de adultos mayores aumentó. Las viviendas empezaron a desocuparse al fallecer sus moradores. El deterioro de las instalaciones provocó un descenso en el valor de los departamentos y de las rentas. En ese momento llegó una segunda generación de habitantes que no conocieron el estado original de la Unidad, ni su cultura. Muchos de los recién llegados eran personas responsables, decentes y trabajadoras con oficios honestos: jardineros, dulceros, herreros, y profesionistas, que aportaron mucho a la cultura de la colonia; pero hubo un grupo que tomó actitudes negativas, que nos dañó bastante. Se empezaron a realizar malas prácticas condominales como: cubrir áreas verdes con cemento; plantar árboles de especies inadecuadas como pinos y eucaliptos (que por su altura son derribados por los vientos) o hules y jacarandas (que por tener raíces expansivas rompen y levantan las banquetas); tender la ropa por fuera de los edificios e instalar cables y antenas de TV de paga sobre las fachadas. Se introdujeron miles de mascotas. Casi ningún dueño levantaba las heces, no les ponían correas y las acostumbraban a orinar y defecar en andadores y áreas verdes. La Unidad se llenó de malos olores. Otros vecinos colocaban veneno para ratas, pero las víctimas eran las aves grandes, ardillas, perros y gatos. Los jardines dejaron de ser lugares de esparcimiento. Conocimos por primera vez el consumo de alcohol y drogas al aire libre y las fiestas escandalosas sin ninguna consideración hacia los semejantes. En las secciones de color, ante el deterioro de la pintura, algunos vecinos empezaron a pintar por sus propios medios, cambiando los colores. Luego sufrimos una oleada de graffiti ilegal que dejó la Unidad casi irreconocible. Entonces, el gobierno delegacional mandó pintar toda la Unidad con gamas completamente distintas a la original. Así se perdió definitivamente la obra magistral de Mathías Göeritz.
Grafitti ilegal de 5 y 6 metros cubrió la Unidad, primero en las paredes y luego en los taludes de piedra volcánica, dañándolos gravemente. Fotografía del autor. En suma, se rompió el sentido de identidad. Muchos ya no pensaban en “qué dar a Plateros”, sino en “qué tomar de
Plateros”. Algunos vecinos retiraron piedra bola del empedrado perimetral y la usaron para adornar sus propios jardines. Las áreas comunes empezaron a ser invadidas y los jardines se llenaron de alambre de púas (que está prohibido). Comenzaron a ser robadas las tapas del drenaje (coladeras), así como las puertas metálicas de cubos y medidores de luz y las protecciones de herrería. Incluso la escultura de bronce de Valentín Gómez Farías desapareció.
Las laderas adyacentes a la Unidad se cubrieron de casas. Sólo quedó una línea de grandes árboles indicando dónde corría el Río Mixcoac. Al fondo se ven los edificios de colores de Plateros. Fotografía del autor. Por otra parte, la ciudad creció incontenible. Las laderas adyacentes se llenaron de asentamientos irregulares que se volvieron colonias. Nuestras vialidades, que eran locales, se volvieron de paso. El tráfico y el estacionamiento se convirtieron en problemas gravísimos. Los ríos se contaminaron y fueron entubados. Gente desconocida comenzó a ingresar a Plateros a robar ropa de los tendederos y a los transeúntes. En los años 90 las áreas verdes estaban prácticamente destruidas y había montañas de basura por doquier. El miedo y la desconfianza se apoderaron de los vecinos, que levantaron barrotes para “protegerse” unos de otros. Ante una ola de robos de autopartes, los estacionamientos se llenaron de jaulas. Las rejas se extendieron a las entradas de los edificios, las ventanas y las áreas verdes. Se gastaron millones en enrejar secciones completas. Incluso la sección D, la más pequeña (sólo diez edificios) se dividió internamente en tres partes, impidiendo el paso libre entre los vecinos de la misma manzana. Se acabó la vida comunitaria y Plateros se transformó en una “unidad dormitorio”: la gente hacía su vida en otros lugares y sólo venía a descansar. Lo peor vino después: la imposición de “líderes”, caciques violentos que eran títeres de gobernantes corruptos. Este es el tercer factor que deterioró nuestro nivel de vida. Hasta hace muy poco, en la ciudad de México no se votaba por gobernantes locales. El Presidente de la República designaba
directamente al “Jefe del Departamento del Distrito Federal” (gobernador), y éste a los “Delegados Políticos”, sin ningún tipo de consulta ni participación de los habitantes. Apenas en el año 2000 comenzó a haber elecciones para estos cargos. Sin embargo los nuevos funcionarios no se portaron a la altura y reprodujeron el sistema autoritario hacia abajo, hacia los habitantes. Unos 10 años después se introdujeron en Plateros prácticas que eran desconocidas para nosotros, que nos sorprendieron e indignaron. Contemplamos avergonzados el reparto de despensas a cambio del voto, y la aparición de caciques impuestos por el “Jefe Delegacional”. Estos personajes pasaban alternativamente de ser “representantes de la comunidad” a funcionarios delegacionales, y a coordinadores de campaña de su partido político. Cada que había una obra pública, como podas, pintura o cambio de banquetas, se presentaban en el lugar y se comportaban como si ellos la hubieran gestionado, aunque en realidad no tenían nada que ver. Se comportaban como “jefes” aunque no tenían ningún cargo oficial. Pronto se convirtieron en grupos de choque, que explotaban a los vecinos haciéndoles cobros ilegales como: “cooperaciones” por obras gratuitas (por ejemplo arreglo de luminarias), “permisos” inexistentes para poner puestos en las banquetas, o “lugares” en estacionamientos comunitarios. Coludidos con funcionarios corruptos y vecinos abusivos, promovieron la apropiación de nuestras áreas comunes (jardines, subestaciones eléctricas, andadores, etc.) por parte de tianguistas, pepenadores y franeleros, a cambio de “cuotas”. Por una parte compraban la lealtad de los vecinos con dádivas -despensas, lentes, zapatos y programas sociales asignados de forma ilegítima, y por otra atacaban cualquier organización, obra o mejora que no proviniera del gobierno delegacional, así fueran sólo eventos culturales o comunitarios. Su principal herramienta era la mentira y la calumnia. Cuando éstas no bastaban, usaban la violencia. El objetivo de todo esto era mantener a la población desinformada y enfrentada, mientras el gobierno delegacional desviaba millones de pesos destinados a Plateros, hacia fines desconocidos. Una prueba es un jardín convertido en tiradero clandestino, que está en la esquina de Francisco de P Miranda y Circuito Uno, entre las secciones C, E y F. Se le asignaron recursos del “Presupuesto
Participativo” por casi un millón de pesos a lo largo de varios años, para convertirlo en un supuesto “Centro de Reciclaje”. Sólo se levantó un murito de 1 m de alto y una reja. Podría ser el muro más caro del mundo. Los “líderes” firmaban de conformidad con estas obras inexistentes. Estas transas ni siquiera son originales de Plateros, se hacían de la misma forma en toda la ciudad. Esta práctica mafiosa envenena el alma de la comunidad, especialmente a los jóvenes, pues les enseña que lo importante no es el trabajo, el estudio o la decencia, sino estar bien con “su líder”, para recibir de él privilegios ilegítimos. Un ejemplo de como este sistema degenera la conciencia social, son los estacionamientos de la parte alta de la Unidad. Cuando el gobierno de la ciudad construyó el Eje 5 Poniente Alta Tensión en 2005, ocupó un parque que estaba entre las secciones G y H, que los vecinos llamábamos “El Óvalo”. Ahí se estacionaban más de 200 autos. A cambio, el gobierno cedió tres terrenos “para estacionamiento gratuito de los habitantes de Plateros”. Sin embargo un pequeño grupo encubierto por el gobierno delegacional empezó a cobrar por su uso, obligando además a los usuarios a asistir a mítines, firmar panfletos y financiar eventos de propaganda, que luego eran presentados como dádivas personales. También se les empezó a obligar a votar por determinadas opciones en cualquier tipo de votación. Todo esto viola no sólo el código mercantil, la ley electoral y el código penal, sino también los derechos humanos. Sin embargo muchos vecinos lo aceptan para no “perder su lugar” en el estacionamiento, sin tomar en cuenta de que esos grupos solo pueden vivir y abusar de ellos, mientras ellos mismos les sigan dando dinero. A la fecha esta situación continúa. En resumen: a pesar de la violencia y el desvío de recursos, el peor daño que hicieron los grupos de choque fue dividir a los platerenses y debilitar su espíritu comunitario. Sin duda alguna, esto es lo que más ha dañado a la Unidad Plateros en toda su historia.
Una mafia formada por autoridades delegacionales corruptas, "representantes vecinales" espurios, y grupos ajenos a la Unidad, se apropiaron de numerosas áreas comunes, como este jardín de la sección F que fue convertido en tiradero clandestino. En realidad aquí se realizaba el negocio ilegal de la pepena, al costo de nuestra salud y patrimonio. Los materiales reciclables ya separados (papel, madera, metal, vidrio, etc.) eran retirados diariamente en un camión propiedad de la Delegación Álvaro Obregón. Fotografía del autor. Frente a todo esto, los platerenses hemos respondido siempre con entereza. Aún teniendo todo en contra, los vecinos hemos tenido logros sorprendentes; se han revertido muchos de los daños, y se ha avanzado en recuperar el nivel de vida y la cultura original de la Unidad Plateros. De eso trata la siguiente y última parte de esta historia.
FOTO DE PORTADA: Cambio de color en los departamentos, consumo de alcohol al aire libre, ropa tendida por fuera de los edificios, todas estas fueron consecuencias de la pérdida de las Administraciones Generales por Sección en las manzanas de colores. Fotografía del autor.
Visión 5: El Renacer Ciudadano
Desde los años 90, Plateros sufre el abandono gubernamental y el acoso de grupos de poder. Nuestra respuesta ha sido siempre la organización vecinal. Eso es lo único que ha podido detener los daños y recuperar la vida comunitaria. En Plateros la participación vecinal ha tenido efectos reales en la vida de los habitantes, y estamos cerca de consolidar una conciencia de unidad vecinal que nos permita recuperar nuestro nivel de vida original. La necesidad de unidad se ha materializado a lo largo de nuestra historia de tres formas: movimientos por alguna situación especial; organizaciones para mejorar aspectos específicos de la comunidad, y la creación de espacios democráticos y autogestivos.
Algunos de los movimientos vecinales platerenses más importantes han sido: a favor del Deportivo Plateros; por un cobro justo del gas natural, y contra el basurero de la calle 5 de Mayo. El movimiento “por el Deportivo Plateros”. Después de la construcción de la Unidad, por 20 años quedó baldío un terreno muy grande entre las instalaciones de la Escuela Nacional Preparatoria No. 8 y el supermercado Aurrerá. Estaba destinado a la sección B y a un hospital de Cardiología de la UNAM, pero al llegar la Olimpiada estas obras fueron canceladas. Sólo quedó ahí un arco metálico que daba la bienvenida a Plateros, en medio de milpas, pastos y restos aplanados de La Castañeda. Los vecinos lo usábamos para correr y hacer días de campo. En 1990, empresarios en contubernio con el gobierno delegacional pretendieron instalar ahí un tianguis de autos y un bazar llamado “Periplateros”. Los vecinos nos opusimos, especialmente las mujeres, quienes impidieron con sus cuerpos el ingreso de maquinaria pesada. La Delegación intentó varias veces comprarnos con privilegios como lugares de estacionamiento y empleos en el bazar, pero nos mantuvimos firmes. Cada día que el gobierno pavimentaba alguna zona del predio, por la noche los vecinos rompíamos el asfalto y reforestábamos con pirules (que aún viven). Incluso tuvimos que cerrar el Periférico para que nos hicieran caso. Cuando más tensa estaba la situación, Octavio Paz, vecino de Mixcoac, ganó el Premio Nóbel de literatura. El gobierno nacional buscó alguna obra para celebrarlo, y nos ofreció a los platerenses erigir en el terreno en disputa un parque en su honor, lo cual aceptamos gustosos. Paz también aceptó, con una condición: que él escogiera al arquitecto y aprobara el diseño. El elegido fue Teodoro González de León, que en su juventud había participado en el diseño de Plateros y para entonces era el mejor arquitecto mexicano vivo. Su proyecto fue impactante. Incluía, entre otras cosas: auditorio, foro al aire libre, jardín-museo, cafetería, canchas de tenis, pérgola, biblioteca subterránea y un largo paseo de palmeras estilo californiano. Sería el mejor parque público de todo el país. Sin embargo, cuando sólo se había construido aproximadamente el 15% del proyecto, se anunció la inauguración. El poeta se negó a asistir. Aún sin su presencia, en 1996 se fundó el “Centro Cultural, Recreativo, Ecológico,
Deportivo y Social Octavio Paz”. Unos años después se complementó con la alberca “Cristopher Tronco Sánchez”, atleta paralímpico que sí asistió al evento, y el lugar fue rebautizado simplemente como “Deportivo Plateros”. A pesar de todo, tener un parque y no un tianguis es un gran triunfo para los vecinos de Plateros.
El “movimiento del gas” se originó porque entre 1991 y 1994 el precio del gas doméstico para Unidades Habitacionales aumentó 300%. Miles de Platerenses realizamos grandes asambleas por sección para elegir representantes, y con intensas negociaciones y manifestaciones logramos en 1997 la reducción del precio, la mejora del servicio y un nuevo contrato que eliminaba el corte del suministro en caso de inconformidad con el cobro. Respecto al “basurero de 5 de Mayo”, en 2017 el gobierno de la ciudad intentó construir a menos de 500 metros de la sección H de Plateros, una “estación de transferencia” que recibiría 1,200 toneladas de basura diariamente, provenientes de cinco delegaciones. Unidos con 22 colonias, especialmente Lomas de Tarango, realizamos una lucha en la que nos vimos obligados a cerrar calles como 5 de Mayo, Centenario y la intersección de Barranca del Muerto con Revolución. Helicópteros de policía volaban en círculos sobre nosotros cada vez más bajo hasta ensordecernos, luego subían y lo hacían de nuevo. Cientos de granaderos nos rodeaban. No desistimos. Finalmente los vecinos logramos que el proyecto fuera cancelado. Además de los movimientos anteriores, que fueron largos y complejos, los platerenses hemos sido exitosos en pronunciamientos más locales, por ejemplo: Los “mítines culturales”. Los organizaban vecinos integrantes del Partido Comunista en los años 70, en explanadas de las diferentes secciones. Comenzaban dando información y culminaban con trovadores de “nueva canción latinoamericana”. Protestaban por abusos por parte de empleados de la Administración, y lograron su cese.
La lucha por el parque “Francisco de Paula Miranda”. El terreno ubicado entre la preparatoria 8 y la colonia Merced Gómez estaba destinado a los edificios C11 a C17 pero estos no se construyeron. En los años 90 el gobierno intentó urbanizar ese espacio y los vecinos lo impedimos. En 2015 el parque fue mejorado con un estupendo gimnasio gratuito donado por la Comisión Nacional del Deporte CONADE, que el día de hoy es manejado por vecinos de Merced Gómez, aunque el terreno es propiedad del gobierno de la ciudad. La ecología y el amor por las plantas y animales de nuestra Unidad. Los platerenses crean jardines ornamentales y cultivos hidropónicos. Hay quienes tienen por mascotas: halcones, patos y cerdos. Otros construyen casas para perros callejeros y estanques con peces dorados. Cuando se fundó nuestro primer Centro Comunitario, los condóminos decidimos en Asamblea que fuera ecológico, y se le puso por nombre “Jaime Ortiz Hernández”, en honor a un vecino del F17 que perdió la vida por defender nuestras áreas verdes. Después, el Centro fue rebautizado “ECOPLATEROS”. También tenemos el grupo “ProAnimales Plateros”, que se dedica a rescatar cualquier tipo de animal en peligro en Plateros, desde perros y gatos abandonados hasta panales de abejas en peligro de ser destruidos. Es muy ilustrativo analizar lo que pasó con el programa Ollin Callan 2009, de la Procuraduría Social, que es la autoridad del Gobierno de la Ciudad encargada de atender a las Unidades Habitacionales. Ese año, por medio de este programa se dieron grandes recursos a las secciones más grandes de Plateros: la F y la H. Los vecinos de la F decidieron en Asamblea que lo más importante era favorecer la convivencia, así que se invirtió el dinero en mejorar las áreas comunes y lugares de encuentro. Se repararon 11 explanadas, el parque “El Huevo” y todas las luminarias; se mejoraron los accesos con adoquines y rampas de discapacidad, se repararon los andadores y se instalaron desagües para evitar las inundaciones. Se colocaron 10 luminarias solares a lo largo del Andador Central y una atractiva protección de herrería para evitar pelotazos a los transeúntes junto a nuestra explanada más grande (F19); se construyeron el Centro Comunitario y un escenario en la Plaza Cívica Plateros (entre C19
y F3). Todo esto mejoró sustancialmente la convivencia entre todas las secciones de Plateros. En cambio, en la sección H, el criterio que prevaleció no fue la Unidad Vecinal, sino “protegerse de los extraños”. Los recursos se usaron para una reja perimetral que, según los vecinos de esa sección, sólo detiene “a la policía y a los bomberos”. Fue una drástica demostración de que la unidad vecinal mejora la calidad de vida, y la división no. Por otra parte, los platerenses siempre hemos formado organizaciones vecinales independientes: Todavía no terminaban de construir la Unidad cuando ya teníamos nuestra primera organización: el “Comité Ejecutivo de Protección de Intereses Comunes de los Habitantes de la Unidad Lomas de Plateros Mixcoac”, que después pasó a llamarse “Comité Ejecutivo de Colonos Lomas de Plateros”. Durante los años 70 y 80 se dedicó a defender a los vecinos que corrían el riesgo de ser lanzados. “Nunca se pidió nada gratis para nadie”, sino que a vecinos de las secciones F, G, H, I se les apoyaba gratuitamente en materia legal y contable para que pudieran pagar su deuda. A mediados de los 70 apareció el “Consejo de Delegados en Defensa de Plateros”, dedicado a exigir un correcto mantenimiento de la Unidad por parte del gobierno. En los años 90 aparecieron: el “Comité Defensa de Plateros” (secciones A, C, D, E, F), dedicado a desarrollar el proyecto del Deportivo Plateros, y el “Frente Habitacional Humanista de Plateros” (secciones G, H, I), el cual intentó “elevar el espíritu de la comunidad” publicando el pasquín “La Unidad”, donde se hablaba de valores comunitarios y se explicaba cómo los grandes movimientos sociales del país afectaban nuestra vida diaria. Poco después, en la sección A (Torres de Mixcoac) surgió la “Asociación Vecinal Álvaro Obregón”, que proponía: “oponerse a seguir perdiendo beneficios sociales, económicos y ambientales (…) por apatía y desidia”. Actualmente tienen mucha actividad el grupo de Adultos Mayores “Amigos de la Vida”, que organiza paseos turísticos gratuitos, clases y actividades; el colectivo cultural “Comunidad de Saberes Unidad Plateros”, y los Libro Clubes de Plateros. Todos
ellos operan de forma independiente y altruista, por medio de convenios con instituciones gubernamentales y privadas. Periódicamente surgen otros grupos como equipos deportivos, grupos de mujeres, scouts independientes, etc. Además de organizaciones, los vecinos también hemos recuperado espacios y creado otros nuevos. Por ejemplo: En la sección E habían quedado unos “departamentos muestra”, que fueron invadidos varias veces. En 2004 los vecinos recuperamos esos espacios y fundamos ahí la “Casa Emma Godoy para el Adulto Mayor de Plateros”. Inmediatamente los grupos de choque afines al gobierno delegacional intentaron apropiársela con violencia. La Casa resistió heroicamente durante 10 años. Finalmente en 2014, la Casa aceptó de la Delegación una remodelación, un subsidio y un administrador; así mejoró sus instalaciones, pero perdió su independencia. Después surgieron el “Centro Ecológico Comunitario ECOPLATEROS” (sección F), el “Centro Cultural Jacarandas” (sección E), y el “Foro Infantil El Colibrí” en el Parque “El Ochito” (entre las secciones H e I). Finalmente, a partir de 2010, el “Comité Integral Plateros” se dio a la tarea de integrar a todos los anteriores, con una fórmula sencilla: reunir a todos los grupos interesados en mejorar el nivel de vida de plateros, conservando cada uno sus objetivos y liderazgos, pero unidos para apoyarse entre todos. Es una especie de “grupo de grupos”. La única condición es que sean independientes de partidos políticos, gobiernos o iglesias, y que la participación sea voluntaria y altruista. Hay un Concejo con representantes de cada grupo y de cada sección (A, C, D, E, F, G, H, I). No tiene “líderes eternos”, sino que cada año se elige en Asamblea una Mesa Directiva. Aunque promueve las Administraciones, su objetivo no es volverse administración, sino recuperar la cultura comunitaria de unidad vecinal. Además de esta labor, el Comité Integral Plateros realiza gestión de obras públicas; constantes encuentros con funcionarios y autoridades, especialmente de policía; muchos cursos impartidos por la Procuraduría Social de la Ciudad de México, clases y
actividades. Se organizan Asambleas para asegurar que los platerenses de todas las secciones tengan acceso a programas sociales como las tarjetas del Bienestar y los programas de la PROSOC, cuidando siempre de que los Comités Vecinales de cada programa sean electos democráticamente. También ha implementado Jornadas Vecinales de Jardinería y Limpieza, y festivales culturales con gran diversidad de expresiones artísticas, como: rock, jazz, folk, guitarra clásica, coros de adultos mayores; danzas prehispánica, folclórica, butoh, árabe y aérea; muestra de la Guelaguetza, teatro y performance. En 2017, realizó un gran festival musical en la Plaza Cívica Plateros (entre C19 y F3) para celebrar los 50 años de la Unidad, en el cual casi todos los artistas fueron platerenses. Ese mismo año introdujo un servicio de vigilancia con una empresa profesional de seguridad privada, por primera vez en más de 30 años, excepto por las secciones A, C y D, que ya lo tenían. El Comité Integral Plateros tiene reuniones vecinales abiertas a todos los vecinos, todos los lunes del año en el Centro Comunitario ECOPLATEROS, a las que asisten vecinos de todas las secciones; tiene grupos de WhatsApp de Seguridad Integral, con presencia de las policías de la Ciudad y de la Alcaldía, y opera colectivamente la página de Facebook más grande y exitosa de la Unidad. Al ser independiente, cambiante y sin fines de lucro, el éxito de sus actividades depende completamente de la participación vecinal. Políticamente, los platerenses no somos fanáticos de un solo partido, ni nos gusta depender del poder. Mientras el PRI estuvo en el gobierno, la mayoría de los platerenses votaban por el PAN. Cuando ese partido llegó al poder, cambiaron su preferencia al PRD. Bajo ese régimen, Plateros votó masivamente por MORENA. Creo que nuestra cultura consiste en buscar siempre mejorar, y eso incluye ser crítico a los gobiernos. Por eso, en Plateros siempre ha sido un orgullo ser de oposición. Por otra parte, los platerenses hemos colaborado en las grandes luchas de la ciudad y del país. En los años 80, cuando se organizó en todo el Distrito Federal un “plebiscito ciudadano” para exigir elecciones locales, instalamos mesas de recolección de firmas
dentro de la Unidad. En 1997, tras el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, vecinos de Plateros logramos que viniera un grupo de miembros del EZLN a hablar en la Plaza Cívica Plateros durante la gira de “1,111 pueblos zapatistas”. En 2006, después de la polémica elección presidencial, en protesta contra lo que muchos consideraron un fraude electoral, participamos en el “Plantón de Reforma”. Cerca de la Diana Cazadora, los platerenses instalamos un comedor en el cual se alimentaba gratuitamente a todo el que lo solicitaba. Lo abastecían los vecinos donando víveres en un centro de acopio ubicado en el edificio F34. En 2015, en el primer aniversario de la desaparición de 43 estudiantes normalistas en Ayotzinapa, jóvenes platerenses pintaron en muchos edificios la leyenda “43+”, como un recordatorio de esos estudiantes y de todos los demás desaparecidos del país. Además, después de los grandes sismos de 1985 y 2017, establecimos centros de acopio prácticamente en toda la Unidad y entregamos lo reunido directamente a los damnificados.
Donaciones vecinales de equipo nuevo para colaborar en las labores de rescate tras el sismo de 2017. Fotografía del autor. Los platerenses somos abiertos y tolerantes, y aceptamos los cambios con alegría y curiosidad. Una prueba es que recibimos con calidez y entusiasmo inmigrantes de Estados Unidos, Australia, Francia, Cuba, Haití, China, etc., además de personas indígenas mexicanas, que han enriquecido la convivencia. En resumen: Plateros tiene una identidad muy particular de orgullo, superación, independencia y progreso. El platerense es crítico, participativo y constructivo. Lo hemos demostrado una y otra vez con nuestros exitosos movimientos y organizaciones vecinales. Nos seguimos transformando con cada lucha vecinal, cada elección, cada sismo, cada nuevo vecino. A pesar de las diferencias nuestra identidad se mantiene y se fortalece, y cada vez se extiende más la conciencia de que con nuestras acciones diarias, todos decidimos nuestro destino como comunidad.
Por todo esto creo que vivir en Plateros es un orgullo y un privilegio. Aunque tenemos muchos problemas, hay muchas razones para estar feliz de vivir aquí. Nuestra naturaleza es sorprendente, nuestra historia es rica y la arquitectura extraordinaria. Pero lo mejor es nuestra gente. Solamente una persona muy desinformada puede hablar mal de nuestra Unidad. De nuestra historia podemos aprender mucho, por ejemplo: En la medida en que pensamos en los demás y participamos con la comunidad, nuestra vida individual mejora; Debemos evitar la corrupción antes de que ella acabe con nosotros, como acabó con La Castañeda; En una Unidad Habitacional, la unidad vecinal es todo. Pero desde mi punto de vista, la principal enseñanza de nuestros primeros 50 años está en una frase del arquitecto Luis Ramos Juárez, primer Coordinador General del Comité Integral Plateros: