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El lugar soñado
Liliana Olivares García
La llegada
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Hace tres años que me mudé, aquí, a Plateros, un lugar que estaba por darme un nuevo hogar, vecinos, increíbles pasajes entre edificios y nuevas anécdotas por contar. Este me era un lugar desconocido, pues solía venir una vez al año a festejar a un familiar y eso cuando no elegíamos algún restaurant u otro establecimiento. La noticia de mudarnos fue muy grata para mí, siempre me han gustado los cambios y conocer gente. Aún recuerdo el primer despertar, miraba el techo blanco y liso; las paredes naranjas y el closet blanco, caía en cuenta que ya no era ese el cuarto donde pase mi infancia, ahora me encontraba en el sitio que me vería convertirme en una mujer adulta. Me pare, abrí las cortinas y corroboré, que justamente ya no despertaría en medio de una colonia industrial, como lo había hecho durante 17 años; desde ese día en adelante, lo haría en medio de una unidad habitacional, rodeada de vecinos y lo mejor, de árboles y flores.
Conociendo a los platerenses
Los primeros meses fueron una odisea, no estaba acostumbrada a cargar tantas llaves, siempre las olvidaba y me quedaba fuera del departamento esperando a que alguien llegase, este hecho me permitió conocer a los vecinos, ver quiénes eran más amables, quienes te ignoraban por completo, incluso pude notar los roces que había entre los mismos. Fue fácil darme cuenta que en mi edificio ni en el saludo se ponían de acuerdo, esto me desilusionó un poco pues yo imaginaba que podría llegar a formar amistad con ellos. Fue, y sigue siendo, sorprenderte ver tanta gente con mascotas, pues no solo es un perro el que sacaban a pasear, eran hasta cuatro y de diferentes tamaños, me da mucha alegría ver tanto amor a las
mascotas; esta singularidad también sirvió para iniciar conversaciones y crear lazos con los vecinos, pues fue fácil iniciar una conversación con un “¿Cómo se llama tu perrito?”, que quizás culminaría con un intercambio de números telefónicos. Hasta la fecha, es muy probable que me pierda recorriendo los pasillos de la unidad, pero creo que se ha vuelto mi actividad favorita, salir, ver, observar y contemplar las entradas de los edificios porque solo viendo ese pedazo uno puede imaginar la relación entre los vecinos del mismo, pues cuando hay buena relación o tienen el mismo interés por su hogar, se nota en el exterior, en la fachada, en el cuidado del jardín, inclusive en las escaleras de la entrada; he notado que algunos ya hasta tienen rampas para discapacitados. Esto es más evidente en épocas de sembrina,ya que dichas entradas están llenas de series de muchos colores, conectado una ventana con otra y sacando a relucir el espíritu navideño, todo lo contrario a otros desérticos pasillos.
Mi lugar favorito
Casi al dar las 7:30 AM, salgo a correr, algunos días, de forma alternativa. El hacerlo por mantener una condición física saludable queda en segundo plano, cuando en el proceso recorro los alrededores de la unidad. Sentir el viento frío de la mañana convertirse en el calor corporal, mientras miro hacia enfrente y distingo, a lo lejos, la Torre Manacar, un un poco más allá de Mixcoac o la Torre Anseli, justo a un lado del Centro Comercial Portal San Ángel frente a metro Barranca, es esplendido; dejando atrás los voluminosos edificios, se deja ver el segundo nivel del anillo periférico, a veces cuando hay neblina pareciera que los coches van volando cuando pasan, maravilloso. Pero, después de recorrer incontables veces tan maravilloso lugar, me di cuenta que hay un sitio espectacular, dónde me gusta pasar las tardes; hay una árbol grande y frondoso, junto a una roca grande y cómoda,desde donde se puede contemplar el cielo, y se mira maravilloso, por las mañanas se ve despejado y uno se puede detener a buscarle forma a las nubes,mientras que por las noches es inevitable no ponerte a buscar las diferentes constelaciones;
justo enfrente hay un área con aparatos para el entrenamiento físico, estos enmedio tienen rocas ordenadas en círculo y de forma aleatoria, pero que asemejan al círculo de Stonehenge,o bueno eso me recuerdan a mí; a un lado de estos una vieja canasta de Basquetbol y en el piso las marcas de lo que fueron los límites de la cancha y hasta al fondo tres solitarias bancas desde donde el panorama se ve excepcional, pero no solo por eso me gusta, este lugar está en un segundo piso, y si te acercas un poco al barranco se puede ver la explanada del piso de abajo, así como los edificios que los rodean,y es ahí, dónde una da rienda suelta a la imaginación, un lugar dónde una cree en la utopía de una comunidad que se fortalecerse entre sí, que buscar convivir y sumar esfuerzos y siempre se encuentra mejorando para beneficiar a sus vecinos; me imagino que en los exteriores como lugar con tardes de cerveza,pizza y chocolates; y de noche guerras de almohadas coqueteando con disparates. Llegar aquí, ha sido, una luz en medio de tanto caos, independienteme de los vecinos, es un lugar que pareciera hecho con citas de amor o con algún truco de magia, pues hay amplitud para la imaginación, para la inspiración y para la libertad.