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Historias novelescas

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Pie de página

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Historias novelescas

Las crónicas nos cuentan novelescas historias de intérpretes, infiltrados y cautivos que aprendieron la lengua de los indios. No fueron muchos los que llegaron a conocer alguna de las lenguas de la Española. Bartolomé de las Casas se queja de la falta de interés por el aprendizaje de las lenguas indígenas por parte de clérigos y frailes, no por su dificultad, sino, en su opinión, por dejadez y poco celo en el adoctrinamiento de los indios: «Y esto de no saber alguno las lenguas desta isla no fue porque ellas fuesen muy difíciles de aprender, sino porque ninguna persona eclesiástica ni seglar tuvo en aquel tiempo cuidado, chico ni grande, de dar doctrina ni cognoscimiento de Dios a estas gentes […]».9

Bartolomé de las Casas, no obstante, destaca dos excepciones. Fray Ramón Pané, monje de la orden de San Jerónimo, autor de la Relación acerca de las antigüedades de los indios, 10 aprendió una de las lenguas de la Española:

Un catalán que había tomado hábito de ermitaño y le llamaban fray Ramón, hombre simple y de buena intención, que sabía algo de la lengua de los indios […]. Este fray Ramón escudriñó lo que pudo, según lo que alcanzó de las lenguas, que fueron tres las que había en esta isla; pero no supo sino la una de una chica provincia, que arriba dejimos llamarse Macorix de Abajo, y aquélla no perfectamente, y de la universal supo no mucho, como los demás, aunque más que otros […].11

Y, la segunda excepción, Cristóbal Rodríguez, un marinero que fue el único en aprender la lengua taína, «la común»: «Porque ninguno, clérigo ni fraile ni seglar supo ninguna perfectamente dellas, si no fue un marinero de Palos o de Moguer, que se llamó Cristóbal Rodríguez la lengua, y éste no creo que penetró del todo la que supo, que fue la común, puesto que ninguno la supo sino él».12 Cristóbal Rodríguez, por su conocimiento de la lengua taína se ganó el sobrenombre de la lengua, denominación que se usaba para referirse a los intérpretes: «tenía por sobrenombre nombre [sic] “la lengua” (porque fue el primero que supo la lengua de los indios desta isla, y era marinero, el cual había estado ciertos años de industria entre los indios, sin hablar con cristiano alguno, por la aprender)».13 Este primer intérprete, que ya en 1499 dominaba la lengua indígena, acabó desterrado por Nicolás de Ovando, gobernador de la Española, por haber utilizado sus conocimientos lingüísticos para concertar una boda mixta entre su vecino Juan Garcés y una mujer taína en La Concepción de la Vega en 1504.

A veces el aprendizaje de la lengua indígena llegaba forzado por las circunstancias. Bartolomé de las Casas nos narra la curiosa historia de un español quien, después de un cautiverio de tres o cuatro años en la isla de Cuba, hablaba la lengua de los indios y casi había llegado a olvidar la española:

Ya cuasi no sabía hablar nuestra lengua, sino en la de los indios hablaba las más palabras; sentose luego en el suelo como los indios, y hacía con la boca y con las manos todos los meneos que los indios acostumbraban, en lo cual no poca risa en los españoles causaba. Creo que se entendió dél que había tres o cuatro años que allí estaba; y después -algunos dias andados-, que de su lengua y nuestra materna se iba acordando, daba larga relación de las cosas que por él habían pasado.14

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