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Pervivencia de las palabras antillanas en el español de España

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Pervivencia de las palabras antillanas en el español de España

La llegada de indigenismos al español de España fue más intensa durante el período de primer contacto y, como nos explica Manuel Ariza, para aquellas palabras «que correspondían a seres, objetos o plantas que el peninsular podía “ver y tocar”, que pasaban a formar parte de su universo ibérico».155 Si el objeto, la planta o el animal se aclimataba en España, el nombre prehispánico que llevaba aparejado las más de las veces lo hacía también. Sin embargo, la adopción de indigenismos antillanos en el español de España no necesariamente ha estado restringida a la etapa colonial. En expresión de Manuel Ariza «la puerta sigue abierta» y a veces las circunstancias que llevan al trasvase más o menos reciente de indigenismos hacia el español peninsular son ciertamente curiosas. Podemos rastrear algunos casos de antillanismos de adopción reciente en el español hablado en España.

La voz caribe guasa se utiliza en el español dominicano coloquial con el significado de ‘conversación bulliciosa y alegre’. Su primera documentación en los corpus de la Real Academia Española data de 1869, precisamente en el discurso de Juan Valera Sobre la ciencia del lenguaje, en el que el académico español da como desconida su etimología:

Todavía el lenguaje no ha perdido […] aquella virtud generadora de nuevas voces cuando la necesidad lo exige. Raíces nuevas son las que nacen rara vez. Aquellos vocablos cuya etimología no se halla, son casi siempre de una condición plebeya, formados por capricho y rayando en lo truhanesco y chabacano, verbigracia, en nuestra lengua, cursi, filfa, guasa, camelo. Pero si lo examinásemos con detención, hasta en estos vocablos descubriríamos el origen etimológico.156

El Diccionario de la lengua española lo incluye ese mismo año como voz familiar con las acepciones de ‘chanza, ironía, burla’ y ‘calma, pesadez’.157 Algo similar sucede con la voz caribe guateque (ca). En la edición de 1936 el Diccionario de la lengua española de la Real Academia la registraba como palabra propia de América con la acepción ‘baile bullanguero y, por ext., cualquier jolgorio’.158 En los corpus de la Real Academia Española se documenta su uso en Cuba a mediados del XIX. Ya a mediados del siglo XX se empiezan a observar más apariciones en textos de autores españoles y es la edición de 1950 del Diccionario de la lengua española la que lo registra, ya no como americanismo, con la acepción ‘comida, convite, banquete’. Las palabras viajan y se establecen con las cosas que nombran. Adaptarse a sus nuevos hablantes es la garantía de su supervivencia. Los indigenismos que el español ha ido adoptando a lo largo de su historia a uno y otro lado del Atlántico no son una excepción. La vida y el recorrido estas palabras, que se encontraron con la lengua española hace más de cinco siglos y se unieron a ella, nos sigue deparando muchas sorpresas.

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