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En los cielos de la Española
by CENTRO LEÓN
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En los cielos de la Española
Gonzalo Fernández de Oviedo enumera detalladamente en su Historia general y natural de las Indias las aves de la Española, siempre guardando como punto de referencia, a veces muy lejano, el nombre y el aspecto de las que él había conocido en la Península Ibérica:
Hai en la isla de Haití o Española muchas palomas torcazas, e de las zoritas por consiguiente (pero menores las unas e las otras que las de España, cada una en su especie); tórtolas muy buenas […]; golondrinas mayores que las de España, pero no tienen rubio el cuello ni las cabezas, […] ni crían tan domésticamente en las casas acá; e debe ser porque ha poco tiempo que acá se han fundado casas de piedra. Con todo, ya comienzan a criar en la iglesia mayor desta cibdad y en el monesterio de los frailes de Sancto Domingo, desta cibdad.138
Entre las denominaciones de aves que menciona solo se conserva la prehispánica guaraguao (ca) para el ave rapaz diurna antillana: «E otros que llaman acá guaraguaos, que son como milanos y de aquel oficio de hurtar e tomar pollos donde los pueden haber, e por falta dellos, se ceban en lagartijas […]. Estos no los hay en España […]».139
El término caribe guaraguao designa además en el español dominicano un árbol corpulento con flores de un blanco verdoso y fruto en forma de nuez que ya Juan López de Velasco menciona en su Geografía y descripción universal de las Indias cuando se refiere a los árboles de las islas del Caribe: «Son por la mayor parte mui pobladas de árboles i montañas de muchos de palo santo, bálsamos, maga, robles, cedros, laureles, guaragaos, capas, cahobos, copeis, açubas, mangles […]».140
Se atribuye origen prehispánico al término cigua que, además de designar al árbol antillano, se utiliza de forma genérica para cierto tipo de ave de pequeño tamaño de la que se conocen variedades como la cigua palmera, la cigua mamonera o la cigua canaria. En el español dominicano existe además la locución no ser cigua de este año para referirse coloquialmente a una persona que no se considera joven.
El totí (ca), con su plumaje de un negro intenso y su pico encorvado, sigue mantienendo su denominación indígena; así mismo el colibrí (ca), al que en el español dominicano se le conoce también con la denominación patrimonial zumbador o zumbadorcito, por el efecto que producen sus alas al agitarse y mantenerlo suspendido en pleno vuelo para libar el néctar de las flores. Tienen origen prehispánico los términos loro (ca) y guacamayo (t), generalizados en español para designar a ciertas especies de papagayos. La primera ha generado una acepción metafórica para referirse a una persona fea que viste de forma estridente o a una persona que habla en demasía. El sonido que emiten y los vistosos colores de sus plumas parecen ser los responsables de estas metáforas populares. En el español de la República Dominicana y de Puerto Rico se denomina también a la cotorra con la voz antillana higuaca (ant). Augusto Malaret, el gran lexicógrafo puertorriqueño, atribuye origen indígena antillano a la voz yaguasa, o a su variante yaguaza, que designa a un pato silvestre caribeño cuya población se encuentra amenazada en la República Dominicana.141 Juan López de Velasco las menciona en su descripción de la naturaleza de las islas del Caribe: «Hay comunmente muchas aves, papagayos, palomas torcaces, patos de agua […], yaguaças y otras aves de agua».142