1992
100 años de una pasión
Javier García Chico, el salto oportuno Dicen que triunfar en casa es muy difícil, pero a la vez muy reconfortante. Un privilegio reservado para pocos, pues deben coincidir muchas cosas, como por ejemplo que se dé la casualidad de que se celebre un gran Campeonato en tu ciudad y justo en ese momento estés en tu mejor estado de forma. Precisamente, estas fueron las circunstancias que se dieron para que Javier García Chico superase los 5,75 metros que separaban el tartán de la gloria olímpica. García Chico se presentaba en Barcelona, su ciudad, con la experiencia de los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, en los que no había pasado la calificación, y en esta ocasión llegaba con la decimoséptima marca del ranking de participantes. El punto de partida no era el más favorable, aún más con la presunción de que el ucraniano Sergey Bubka, que entonces compitió representando al Equipo Unificado, era el principal favorito para colgarse el oro, lo que sólo parecía dejar abierta la posibilidad a optar a dos cajones en el pódium olímpico. Pero, tanto el pertiguista español como su entrenador, el destacado preparador Hans Ruf, tenían el convencimiento de que si hacían récord de España podrían estar luchando por las medallas. A partir de este razonamiento previo, el concurso comenzó para los atletas terrenales, entre los que también se encontraba otro barcelonés, Alberto Ruiz, y así fueron pasando las distintas alturas que Javier fue solventando con suficiencia, superando los 5,40, 5,60 y 5,70 metros a la primera. Ahí llegó ya el turno del plusmarquista mundial Sergey Bubka, quien por distintos problemas no logró superar el listón de 5,70 en dos ocasiones y reservó un intento para la siguiente altura (5,75). En la nueva altura, a Javier le costó dos intentos poder superar el listón, pero mientras pudo ver cómo el ucraniano no lo lograba y quedaba eliminado, convirtiéndose desde ese momento en medallista olímpico. Ya sin Bubka en el concurso, la final siguió su curso y, tras haber igualado su récord de España, García Chico siguió adelante soñando con el oro. Sin embargo, no logró superar los 5,80 metros, y finalmente se quedó con un flamante bronce logrado en su ciudad, ante su gente y contra todo pronóstico.
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Tras la gloria de Barcelona, García Chico siguió aumentando su trayectoria con la participación en dos ediciones más de los Juegos Olímpicos, Atlanta 1996 y Sídney 2000, en los que se quedó apeado en las rondas clasificatorias. Llegó a vestir la camiseta de la selección en cincuenta ocasiones, y tras su retirada ejerció como entrenador durante muchos años en el Centro de Alto Rendimiento de Soria.