1993
100 años de una pasión
García Bragado, 7 Juegos Olímpicos y 13 Mundiales Chuso García Bragado es un momento del atletismo español en sí mismo y él sólo acumula un historial internacional excepcional. Es cierto que, puestos a elegir un solo momento dentro de toda esa trayectoria, quizás podríamos quedarnos con su triunfo en Stuttgart 1993, ya que uno no se proclama campeón del mundo todos los días, pero no podemos olvidar que, camino de los Juegos de Tokio y de la que sería su octava participación olímpica, ha competido en siete ediciones de los Juegos Olímpicos (desde Barcelona 1992 a Río 2016), siendo el único deportista de atletismo a nivel mundial que lo ha hecho y el único español de cualquier disciplina en lograrlo. Tampoco pueden pasan desapercibidos sus títulos de subcampeón del mundo logrados en Atenas 1997, Edmonton 2001 o Berlín 2009, así como los puestos de finalista obtenidos en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Pekín 2008 o en el Campeonato del Mundo de Doha 2019, a punto de cumplir los 50 años, lo que da cuenta de su dilatada trayectoria en el más alto nivel. Centrándonos en el momento en el que Chuso hizo sonar el himno español en el Gottlieb-Daimler Stadion de Stuttgart (Alemania), tenemos que recordar que en ese momento él era un joven marchador con poca trayectoria internacional, a pesar de que ya había competido en los Juegos de Barcelona 1992. Así que, a nivel mental, su meta estaba en hacer un buen papel en el Campeonato del Mundo de 1993, donde consideraba que podía tener opciones de lograr un buen puesto al disputarse en año posterior a los Juegos Olímpicos. Sin embargo, no fue hasta su participación en la Copa del Mundo de ese mismo año en Monterrey, y en la que finalizó segundo, cuando se dio cuenta de que verdaderamente podría estar peleando por las medallas. A partir de esa motivación se entregó a una preparación especial en la que puso muchas ganas, pero en la que estaba sobrecargado por los duros entrenamientos. Antes del Mundial, una invitación de sus amigos para pasar unos días en el norte de España le dio un pequeño respiro que le hizo asimilar bien el entrenamiento y poder llegar a Stuttgart en unas excelentes condiciones. Ya en la ciudad alemana, el día de la prueba no podía creer que se hubiese quedado dormido y que se hubiese levantado más tarde de lo previsto, por lo que
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no pudo ir al desayuno y esto le hizo tener que inventar un plan B, alimentándose antes de la competición simplemente con lo que tenía a mano, casi en un régimen espartano. Aun así, el susto no mermó sus opciones ni cambió su planteamiento inicial, pues tenía claro que había que tirar desde el principio, ya que el favorito, el polaco Robert Korzeniowski que estaba llamado a hacer historia en la marcha olímpica, no iba a dar opción. Chuso sabía que el marchador polaco había tenido problemas técnicos previamente, así que su baza era no despegarse de él y esperar a que pudiese ser descalificado. Así sucedió y a la altura del kilómetro 40 Chuso se vio al frente de la prueba, con el finlandés Valentin Kononen cada vez más cerca. En ese momento reaccionó permitiendo que el marchador finés le alcanzase, y cuando estaban juntos tiró con todas sus fuerzas hasta dejarlo a la distancia suficiente para poder proclamarse campeón del mundo de marcha en 50 kilómetros. Por detrás todavía quedaba una alegría más para el equipo español, pues Basilio Labrador entró en quinta posición y Andrés Marín en el puesto 17. Bragado quedará para siempre en la historia del atletismo español como un atleta con una impresionante biografía y una capacidad única para mantenerse durante varias décadas en el más alto nivel mundial, como si fuera inmune al inevitable paso del tiempo. Quizás, a su dilatado historial deportivo sólo le quede la única espina de sentir que podía haber logrado una medalla olímpica, no sólo por los resultados alcanzados en Campeonatos del Mundo, sino porque a lo largo de su carrera ha tenido que ver cómo algunos atletas que subían a esos podios, a los que él se quedaba muy cerca, eran luego posteriormente sancionados por dopaje. En Pekín 2008 estuvo a punto de lograrlo, al llegar a la meta en la cuarta posición. Pero, no obstante, como el mejor de los reconocimientos olímpicos posibles, para la historia quedará el espectacular recibimiento que le tributó todo el equipo olímpico español puesto en pie a su llegada a la Villa Olímpica de Rio 2016, antes de ser el abanderado español en la ceremonia de clausura de aquellos Juegos Olímpicos. Y es que Chuso García Bragado, el hombre de mármol, es una leyenda del deporte español.