1999
100 años de una pasión
Yago Lamela, el salto de Maebashi La mañana del 7 de marzo de 1999, mientras España dormía, todo estaba a punto de cambiar. Con la calma que precede al amanecer, los televisores encendidos iluminaban los salones de los hogares españoles más madrugadores. A miles de kilómetros, Japón se preparaba para la floración de los cerezos que pronto anunciarían primavera. Y a los pies del Monte Akagi, en el corazón del país nipón, Yago Lamela se había citado con el asombroso saltador cubano Iván Pedroso para un inolvidable duelo de aprendices de altos vuelos. Nada más comenzar el concurso, Pedroso estableció el punto de partida en 8,46 metros. Y, aparentemente inalcanzable para el resto, se dedicó a buscar un salto imposible, convencido de habitar un territorio en el que solo residen leyendas como Bob Beamon o Mike Powell. Por detrás, Yago Lamela se situó en tercera posición con 8,10 metros. En el segundo intento hizo un nulo y en el tercer salto comenzó su espectacular concurso con una marca de 8,29 metros que le colocaba segundo en la clasificación provisional y que supuso un nuevo récord de España. Todavía más lejos, en el cuarto intento Yago llevó la plusmarca nacional hasta 8,42 metros, a solo seis centímetros de un Pedroso que parecía seguir tranquilo en la distancia. En el quinto salto el español cogió aire con 8,26 metros, con el saltador cubano sin terminar de reaccionar. Y, ya en su último salto, Yago Lamela pidió palmas, miró al horizonte y salió disparado por el pasillo de salto. Tras un vuelo explosivo, abandonó rápidamente el foso de arena, pidió calma y el marcador señaló la nueva frontera que acababa de establecer: 8,56 metros, por aquel entonces nuevo récord de Europa en pista cubierta superando la antigua marca de Robert Emmiyan (8,49 metros) y líder a la espera del último intento de Pedroso. “Sabía que podía llegar hasta los 8,40 metros y cuando caí en la arena sentí que había llegado muy lejos, pero aun así aluciné cuando vi la medición de aquel salto, como si no fuera mío. Era mi primer Campeonato del
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Mundo absoluto con todos los norteamericanos y los caribeños, y aquello parecía un sueño”, narraba el propio Yago Lamela para la web de la RFEA 15 años después de su gesta al mismo tiempo que recordaba que aquel salto fue sobre todo un salto de batida, lejos de sus habituales vuelos rápidos y rasantes, pero fiel a sus sensaciones en ese momento: más fuerte que rápido. Tras la locura y los gritos insomnes que despertaron al resto de los hogares españoles, Pedroso se dirigió a su nueva cita con la historia, dejó de inventar imposibles y voló hasta 8,62 metros, asegurándose la medalla de oro y relegando al saltador asturiano a la medalla de plata en el último instante. “Tenía claro que si Pedroso no hacía un nulo en ese último intento no había nada que hacer, porque había llegado a los 8,46 metros en su primer salto, pero luego se había echado a dormir. Cuando apareció su marca en los vídeo marcadores, solo me quedó reír, sabiendo que había apretado hasta el final a un mito y valorando hasta dónde había sido capaz de llegar”, recordaba Lamela. ¿Qué queda de los instantes que nos hicieron soñar?, nos preguntamos emocionados cada vez que el recuerdo de Yago y la nostalgia nos atrapan. La playa nos devuelve la imagen de un niño saltando sobre la arena. Un póster de Carl Lewis nos sigue hablando de los ídolos de infancia. Un viejo pasillo de salto nos sigue contando las historias de “Pipe” Areta, Rafa Blanquer, Antonio Corgos y todos aquellos que anteriormente abrieron el camino. El salto de Maebashi nos sigue recordando que volar es posible. El recuerdo del Estadio de la Cartuja de Sevilla nos sigue llevando a las mágicas noches de verano en las que nos sentimos infinitos. Y, en busca de más respuestas, siempre podremos regresar a aquella mañana antes de viajar a Japón en la que Yago Lamela pidió a su entrenador Juanjo Azpeitia un último consejo mientras paseaban por su pista de entrenamiento bajo un sol cegador, extraño para aquellas fechas de finales de invierno en Asturias: “¿Ves ese sol, Yago? Sólo tienes que saltar; intentar saltar como si fueras a alcanzarlo. No pierdas la estela de Pedroso y aprovecha la oportunidad. Salta y demuestra quién eres y lo que vales”.