1966
100 años de una pasión
Alberto Esteban, finalista en el Europeo de Budapest 1966 fue el año en el que España tuvo por primera vez un atleta en la final de un Campeonato de Europa en los 800 metros. No podía ser otro que Alberto Esteban, que en los sesenta destacó en nuestro medio fondo logrando varios récords de España y que, siguiendo los pasos de Sir Roger Bannister, se convirtió en el primer español en bajar de los cuatro minutos en la milla. Alberto estuvo en activo desde 1958 a 1972, consiguiendo en 1962 el récord de Europa júnior de 800 metros con 1:49.3 y siendo líder mundial júnior en 1.500 metros en ese mismo año. Becado en una primera parte en un centro de entrenamiento en Barcelona. Allí comenzó su calvario con las lesiones y al final de su época en la Ciudad Condal estuvo con una escayola durante tres meses. Las dificultades que tenía en Barcelona para poder realizar entrenamientos de resistencia por la falta de espacios para los rodajes le empujaron a cambiar a la residencia Joaquín Blume en Madrid. Allí llegó en 1966, un año que sin duda guarda en el recuerdo con bastante cariño. Su nuevo lugar de entrenamiento vino acompañado de un cambio de entrenador, pasando a entrenar con José Manuel Ballesteros. Notó considerablemente el cambio, obtuvo una mejora notable en sus marcas y llegó a batir el récord de España de 800 metros en pista cubierta. El verano de 1966 se concentró en la ciudad sueca de Vålådalen, donde también coincidiría con su amigo y rival Jorge González Amo. Los entrenamientos que ya había realizado en Madrid y la progresión que llevaba le permitieron triunfar en varias reuniones de atletismo a lo largo y ancho de Europa, obteniendo la victoria en algunas de las importantes de la época. Él recuerda especialmente la de París, pues batió el récord de España dejándolo en 1:48.0. También destaca la victoria en Atenas en los 1.500 metros. Curiosamente, pasado el tiempo, el protagonista de este momento considera que hubiese sido incluso mejor atleta de 1.500 que de 800 metros. Los excelentes resultados mencionados, unos magníficos test realizados en Madrid antes de partir para Budapest y los entrenamientos de los últimos días la capital húngara le daban unas buenas sensaciones para poder luchar por grandes cosas en el Campeonato. Aun así, los técnicos que le acompañaban en la expedición le transmitían que logrando el pase de la primera ronda ya sería suficien-
58
te, pero Alberto no se conformaba ya que se autodefine como ambicioso y valiente corriendo, lo que le llevó a demostrar un espléndido estado de forma en las dos primeras rondas para colocarse en la final. Se presentó en ésta con ciertas dudas de si sería capaz de aguantar el ritmo después de dos carreras prácticamente consecutivas, pero el fisioterapeuta que les acompañaba, una institución del atletismo español, el coruñés José Luis Torrado, “O Bruxo”, le transmitió los ánimos que necesitaba en esos momentos de soledad antes de afrontar la final. Una vez que se dio el disparo de salida se olvidaron todos los dolores y la fatiga acumulada en los días previos. Se desvanecieron las dudas que tenía sobre si el ritmo sería alto y no podría seguir al grupo. Ambicioso y valiente, pudo aguantar hasta la recta de meta en la que se vio superado por casi todos sus rivales, logrando una excelente séptima plaza y estableciendo un nuevo Récord de España (1:47.4). Junto a Alberto otros dos atletas españoles también ocuparon plaza de finalista en Budapest. Por un lado el pertiguista Ignacio Sola, que fue quinto en la final de pértiga con 4,80 metros y por otro el maratoniano Carlos Pérez (Vigo, 1 de junio de 1935), que consiguió una sensacional cuarta plaza en maratón con un nuevo récord de España de 2h22:23.8, una plaza que no se mejoraría en esta cita hasta el oro de Llopart en Praga78. Además, Pérez durante su carrera batió 10 récords nacionales en 5 pruebas, siendo 15 veces campeón nacional absoluto, también en 5 pruebas y medio siglo después todavía ostenta las plusmarcas de 25.000 y 30.000 metros en pista. Volviendo a la carrera deportiva de Esteban, ésta no se acabó ahí, aunque sí que siguió marcada por las lesiones. El año siguiente se rompió el peroné después de haber batido el récord de España de 1.500 metros en pista cubierta y esta lesión le tuvo apartado de los entrenamientos durante un tiempo. No obstante, ya en 1968 volvió con fuerza batiendo en Estocolmo el récord de España de 1.500 metros (3:41.3) y de la milla (3:59.2) al mismo tiempo, logrando así la clasificación para los Juegos Olímpicos de México. Lamentablemente, a pesar de viajar hasta la capital mexicana, su tendón de Aquiles no aguantó y una rotura parcial del mismo le impidió participar en el evento olímpico.