1980
100 años de una pasión
Moscú 80, un antes y un después La plata de Jordi Llopart en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 no fue lo único positivo que los atletas españoles se trajeron de las orillas del río Moskova: la Selección conquistó seis plazas de finalista en total, batiendo de largo el récord que la delegación española tenía en este apartado con los dos finalistas logrados en Montreal 1976. Un gran avance salpimentado con el establecimiento de dos récords de España (Paco Sánchez Vargas en las semifinales y Domingo Ramón en la final de 3.000 metros obstáculos) y otro más igualado en salto de longitud a cargo de Antonio Corgos. El primer éxito de los que podrían llamarse los escuderos de Jordi Llopart en Moscú, lo consiguió José Marín con su quinta plaza en los 20 kilómetros marcha disputados el 24 de julio, que auguraba ya su explosión en los Europeos de Atenas 1982. Carrera inteligente, de atrás adelante. Y la limpieza técnica de Marín contrastó con las descalificaciones de algunos aspirantes: el mexicano Daniel Bautista, campeón olímpico en Montreal 1976; su compatriota Domingo Colín; o el soviético Anatoly Solomin, quien sufrió una dramática descalificación en el túnel de acceso a la pista cuando iba líder a escasos metros del final de la prueba, lo que hizo que el oro correspondiera finalmente al italiano Maurizio Damilano, récord olímpico incluido. Tres días después, Javier Moracho acabó séptimo en 110 metros vallas. En una gran final, el vallista de Monzón empezó muy bien y se mantuvo entre los primeros hasta la tercera valla, pero a partir de ahí comenzó a ceder terreno y tropezó en el último obstáculo. Su mejor marca la hizo en series: 13.72 (+0,5). Tan solo un día después, Toni Corgos ocupó la misma plaza que Moracho en una ilusionante final de salto de longitud en la que el atleta español comenzó con un salto de 8,02 metros y siguió con 8,09, lo que en ese momento igualaba su propio récord español y se situaba cuarto entre los competidores. A la postre, en aquella final Lutz Dombrowski, de la República Democrática Alemana, batió el récord europeo con un registro de 8,54 metros, superando los 8,45 que él mismo compartía con el yugoslavo Nenad Stekic. En ese momento, la marca del alemán oriental era la segunda mejor de la historia, únicamente superada por los 8,90 metros de Bob Beamon en la final olímpica de México 1968.
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Por último, completando la brillante actuación de la delegación española, el fin de fiesta tuvo lugar en los obstáculos. Camino de la final, Sánchez Vargas había sido cuarto en la primera semifinal con un gran registro de 8:18.96 con el que desbancaba como plusmarquista nacional a Antonio Campos (8:21.00 en 1976). Por su parte, tras un brillante triunfo en la primera eliminatoria, Domingo Ramón había asegurado su pase a la final con un segundo puesto en la segunda semifinal (8:21.94). Y ya en la final, cuando el tanzano Filbert Bayi y el etíope Eshetu Tura atacaron, los dos españoles optaron por seguir unas estrategias bien distintas, lo que hizo que mientras que Sánchez Vargas se fuera detrás de la cabeza de carrera, Ramón prefiriese pegarse al polaco Bronislaw Malinowski y no responder al desafío africano. Fruto de aquellas estrategias, el alicantino terminó la carrera de menos a más, al contrario que el corredor granadino, pero ambos completaron una final que quedará para siempre en la historia del atletismo español: Domingo Ramón acabó cuarto batiendo el récord de España que acababa de establecer el granadino en semifinales (8:15.74, todavía aun hoy 40 años después mejor marca española Sub23), y Sánchez Vargas terminó en quinta posición, mejorando también su récord español de semifinales (8:17.93). Los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 serán recordados siempre por la brillante medalla de plata de Llopart. Pero también por este fabuloso quinteto de “escuderos” de auténtico relumbrón.
Jorge Llopart