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El taller literario - Una bitácora de vuelo compartida
Miguel Donoso Pareja señala que “el taller literario en lo fundamental es una praxis, con lo que quiero decir que a escribir se aprende escribiendo, como a pelear se aprende peleando”.
Con ese enfoque, un grupo de amigos decidimos seguir los pasos de nuestros mentores, en los Talleres Literarios de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, donde de la mano de Diego Velasco Andrade y Jorge Velasco Mackenzie, decidimos abrazar la locura como Pablo Palacio, o la muerte como Medado Ángel Silva. Porque abrazando la locura y la muerte a través de las letras lográbamos dar sentido a la vida.
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Y así, como un fantasma que recoge sus pasos antes de partir, como un acto de reciprocidad, hemos repetido el mismo proceso, dándole un enfoque nuevo, que permite abordar la creación literaria en sesiones que combinan la parte teórica con la práctica.
Tomamos la experiencia de cursos recibidos y diseccionamos la narrativa en sus partes: el tema, la trama, los personajes, el punto de vista, las descripciones, los diálogos, el escenario y la voz. Al final de cada taller se realizaron ejercicios prácticos que fueron leídos por sus autores.
Posteriormente, cada trabajo fue sometido a un proceso de revisión colectiva e individual, en un proceso que nos permitió aceptar nuestra humanidad y darnos cuenta que las críticas son necesarias para pulir el ripio de nuestros textos.
Como un aporte mayor por parte de este taller, queríamos llegar a la culminación de esta experiencia colectiva con la publicación de una compilación de las creaciones de sus participantes.
Con el aporte de cada uno, se ha logrado salvar el escollo más grande, que es publicar una obra literaria. El tallerista se ha convertido en escritor y ha dejado una impronta en la historia, como testimonio de su genio creativo.
Esta obra es el esfuerzo mancomunado de un grupo de soñadores que creyeron en la palabra escrita y que pese a las limitaciones económicas y de infraestructura, ha demostrado que es posible dictar talleres literarios y obtener un resultado final de calidad.
Este ciclo sólo podrá ser cerrado por el lector, el juez silencioso que desde su acto intimista abrirá esta obra y juzgará si este esfuerzo mereció su tiempo. Solo entonces el círculo del escritor se habrá cerrado y la letra muerta se abrirá paso como un aire de luz que traspondrá las sombras de las estanterías repletas de escritores olvidados.
En este proceso de aprendizaje mutuo, expreso mi gratitud a la iniciativa de Santiago Vásconez, mentor de este proceso literario, Katerine Ortega, mi compañera de mil de batallas culturales perdidas, de las que siempre nos hemos levantado para continuar soñando y Enver Álvarez, amigo poeta entrañable, quien con su poesía ha hecho brotar agua de la piedra endurecida de mi narrativa. Finalmente, gracias a todos los talleristas que integran esta antología, por apostar a este proyecto y creer en nuestra propuesta, apoyando y sosteniendo el crecimiento de iniciativas de autogestión cooperativa como ésta.
Si esta obra ha llegado a sus manos apreciado lector, cuando la abra, desatará una bandada de nuevos escritores que volarán por el horizonte literario del Ecuador. Auguro a esos insensatos e ingenuos soñadores que el tiempo será inclemente y que la mies de la gloria parecerá inalcanzable,
pero también tengo la certeza que con insistencia los gorriones de sus letras volarán lejos y rozarán la inmortalidad.
¡Y nuestras letras hablarán por nosotros!
Fausto Ramos
Facilitador del Taller de Narrativa Colectivo Turdus Literario