Y nosotros, con mochilas repletas de papeles que no eran más que ilusiones convertidas en planos, realizados para demostrarnos nuestra propia ignorancia. ¿Nuestra tarea? Hacer realidad esos precarios dibujos esperando naturalmente de un milagro. O peor aún, esperar que esos planos se hagan realidad solos, entregándoselos a una comunidad que en muchos de los casos no sabía ni leer ni escribir. Esas miradas esperanzadas se convirtieron en una enorme responsabilidad que pesaba sobre nuestros hombros. Y así en recorridos interminables a 40°C, buscábamos la manera de hacer realidad las expectativas de la gente que habían sido sembradas en ellos algún tiempo atrás. - ¿Qué requiere su casa con más urgencia? ¿Qué materiales tiene disponibles para iniciar los trabajos? ¿Cuenta con mano de obra? Le recordamos que le ayudaremos a obtener una parte del material que no sea fácil para usted conseguir. Pero ¿Cuál era la realidad de las preciosas casas que cargábamos dibujadas en las manos? La realidad era que, en ninguno de los casos se adaptaban a las posibilidades o aspiraciones de la gente. Nuestro profundo desconocimiento nos había llevado a propuestas no viables con espacios muy grandes o pequeños y con materiales difíciles de conseguir, ya sea por la distancia, el costo o la escasez. Solo entonces, entendimos que nuestras ideas para “satisfacer sus necesidades” no estaban a su alcance por la precaria situación económica sumada a la escasez de material, los incendios, la inclemente sequía entre otros innumerables problemas que la gente afrontaba. Por ello las obras se iniciaron con los pocos materiales que se pudo conseguir. Aparte de todo aquello, existían importantes diferencias en el lenguaje que no habían sido comprendidas ni tomadas en cuenta. Eso se había venido consolidando como una barrera que impidió en muchos de los
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