El desarrollo de las obras se produce durante el periodo de cuarentena por motivo de la COVID-19, sirviendo la pandemia al artista como un impulso para la creación. La primera obra captura la sensación de soledad y desesperación, transportándolos al lienzo con una estética grotesca, reflejando pensamientos propios y críticos ante la sociedad contemporánea, llegando a deformar los rostros e intentando mostrar seres monstruosos. Para la segunda y tercera propuesta se recurre a archivos fotográficos y noticias de la prensa local, para reflejar una crítica a los poderes económicos y de gobierno, además de la corrupción presente en el país. El artífice no deja de lado lo satírico y simbólico para plasmar su pensamiento de inconformidad con la sociedad.
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