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En tiempos de tiranía abunda la gallardía
EN TIEMPOS DE TIRANÍA Texto y fotos por: Mauricio Romero Vega Estudiante del programa abunda la gallardía
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EN LA ACADEMIA
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Según reportes de la Fiscalía hasta el 28 de mayo las manifestaciones habían dejado 43 muertos y 129 desaparecidos.
Transcurría la mitad de abril del presente año, parecía ser un día normal y apático como cualquier otro en el país del Sagrado Corazón, hasta que se esparció como pólvora una noticia que encendió cada fibra del pueblo adormecido: el Gobierno Nacional había presentado ante el Congreso un nuevo proyecto de reforma tributaria, un proyecto que pretendía alzar los impuestos, incluyendo algunos productos de la canasta familiar. Este proyecto cruel en tiempos de crisis fue el equivalente a un detonante, el perfecto Florero de Llorente en pleno siglo XXI. Se programaron para el 28 de abril diferentes movilizaciones en las principales ciudades del País, esto como muestra de rechazo a la reforma. Posiblemente nadie alcanzaba a dimensionar las proporciones de lo que se avecinaba. El gran día llegó y muchos tuvieron que decidir si salían y se exponían a un posible contagio por Covid-19 o si se quedaban y se exponían a que en un futuro no tuviesen trabajo ni comida. El Gobierno parecía ser un nuevo virus.
Bogotá, Medellín, Cali, Villavicencio, Barranquilla y muchas ciudades más inundaron las calles con pancartas, arengas, danzas y canciones. Durante las primeras horas hubo una aparente calma, la marcha avanzaba como debía ser, pero tanta
dicha no podía durar demasiado. Aquellas personas con un poco más de razones y de rabia, quizá más impulsivas y con un pensamiento más revolucionario empezaron a hacer de las suyas y comenzó lo que hoy en día podría ser la palabra más repetida en el país: el “vandalismo”.
Estatuas tumbadas, buses quemados, bloqueos en las vías, saqueos y demás fueron los primeros acontecimientos que “obligaron” al Gobierno a mandar también a las calles a los policías junto con su Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD). Fue ahí, en ese punto, donde todo empeoró. El pueblo no se iba a encerrar, la policía debía reestablecer el orden a como diera lugar y si quizá en algún momento los manifestantes sintieron miedo, este desapareció cuando la capital del Valle del Cauca demostró estar dispuesta a todo, fue en ese momento en que Cali, la “Sucursal del Cielo” se convirtió en la “Sucursal de la Resistencia”.
Las calles se convirtieron en un campo de batalla gracias a que el Gobierno actuó de la forma más infantil posible, cerrándose al diálogo, a escuchar al pueblo. La Fuerza Pública salió a derramar sangre, a gasear, a atropellar con tanquetas, a quitar ojos, a atacar con armamento de guerra, a violar y a matar, en resumidas cuentas a anular por completo cualquier juramento que hubiesen hecho ante la bandera. Y sí, es cierto que también hubo policías asesinados, quemados dentro de caís, porque la violencia genera más violencia, porque es más difícil curar que prevenir. Muchos dicen que todo se habría podido evitar si el presidente Iván Duque fuese más sensato, más racional, lo cual podría ser cierto, pero siendo más realistas si no sucedía ahora igual iba a suceder más adelante, como una bomba de tiempo que tarde o temprano estallaría. Esta realidad se vislumbra cuando el dos de mayo el Presidente decide anunciar el retiro de la Reforma Tributaria y el pueblo decide seguir marchando, porque entonces resulta que ahora, y por fin, se le da la importancia necesaria a los problemas que siempre han estado pendientes por resolver, empezando por el hecho de que, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), 2,4 millones de hogares no pueden comer las tres veces al día, siguiendo por el desempleo, la falta de oportunidades en términos de educación superior, etc. El Paro Nacional no solamente ha servido para mostrar los graves problemas por los que atraviesa el país, sino también el increíble talento y creatividad que poseen los manifestantes colombianos, talento que se ha exhibido por medio del arte en su más puro estado, dibujantes, pintores, acróbatas, cantantes, bailarines, poetas e infinidad de artistas han sacado a relucir sus más impresionantes dones. Por otro lado, también ha relucido la inmoralidad de los más morales, algunos personajes de camándula en pecho han salido a decir sobre los asesinados que “eso les pasa por vándalos”, y sí, puede que muchos de los manifestantes muertos hayan rayado, tumbado o incendiado, pero ¿en serio hay necesidad de tener que explicar que una vida humana vale más que cualquier pared, monumento u objeto material? Eso es algo que debería asumirse por mera lógica. El estallido no ha cesado, ni parece estar cerca a eso, el Comité del Paro se ha levantado de la mesa de negociaciones porque el Gobierno insiste en hacer creer y mostrar que no pasa nada, mientras afuera las cifras de muertos y desaparecidos aumentan aún más. Por ahora solo reina la incertidumbre y el ambiente previo a menos de un año de elecciones presidenciales no podría ser más caótico ¿o sí? De momento habrá que esperar qué cosas pasan y las vueltas que posiblemente se darán, “con un pueblo que camina para adelante y un gobierno que camina para atrás…”
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