Doña Águeda Mujer representante de la templanza femenina pamplonesa

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LO QUE NO SE NOMBRA

no existe Redactado por: Johanna Marcela Rozo Enciso Docente del programa

MIRADOR DE PAMPLONA

Abordaremos en este artículo cómo hacer uso correcto del lenguaje incluyente y por qué éste no es un capricho de los movimientos feministas. Debemos iniciar por reconocer que el feminismo como movimiento social se inició en Francia en el siglo XIX, aunque existen movimientos en diferentes épocas y lugares del mundo, unos más radicales que otros, que tienen en común reivindicar los derechos de la mujer.

ilógico. El primer paso es entender que el lenguaje incluyente no pretende faltar a la gramática, el buen uso del idioma no es contrario al lenguaje incluyente o al lenguaje no sexista. Por ejemplo, la palabra “todes” no es incluyente y falta a la gramática lo correcto es “todos”; también ocurre con “persones” por personas, “seras humanas” por seres humanos, “lenguaja” por lenguaje entre otros barbarismos.

Este movimiento ha ganado grandes batallas en temas de igualdad y equidad y ha ganado derechos también para los hombres y para el movimiento LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, intersexuales). Sin embargo, todavía hoy se escuchan las afrentas contra el movimiento que van desde insultos, chistes de mal gusto que exaltan el micro machismo hasta la utilización de la desafortunada palabra “feminazi” lo que nos indica que como sociedad todavía nos hace falta mucho trabajo para generar empatía.

Eulalia Lledó, doctora en filología románica de la Universidad de Barcelona y especialista en investigación sobre sexismo y lengua, define el lenguaje incluyente así: “Es toda expresión verbal o escrita que utiliza preferiblemente vocabulario neutro, o bien, hace evidente el masculino y el femenino. También evita generalizaciones del masculino para situaciones o actividades donde aparecen mujeres y hombres”.

En este sentido, el lenguaje inclusivo o no sexista ha sido víctima del mal uso promovido incluso por dirigentes y medios de comunicación, ha sido también objeto de burla, de los chistes y la propagación de que el lenguaje incluyente es

Y aunque el lenguaje no sexista es cuestión de empatía, también es un asunto gramatical, por ejemplo, tratar de no utilizar el masculino genérico y por el contrario pensar en una pluralidad del lenguaje. Veamos algunos ejemplos:

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