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Prólogo
PRÓLOGO
Se dice que empezar por el principio es siempre lo mejor. Yo seguiré esta máxima y señalaré que el detonante que instaló en mi cabeza la osada idea de escribir la biografía de Floreal, fue el conocimiento que tuve de las di cultades que enfrentó el grupo de entusiastas colaboradores de Proa, al acometer la búsqueda de antecedentes de los personajes que aparecen en el libro Forjadores de Antofagasta, editado el 2015. En efecto, a pesar de los ingentes y voluntariosos esfuerzos realizados por el equipo encargado, en ciertos casos el resultado fue nimio, dada la escasez de datos que se lograron reunir, lo que derivó en una entrega disminuida, con relación a los reales aportes de algunos de los personajes que incluye el citado texto.
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Al conocer dicha situación me pregunté ¿Por qué no aprovechar de poner en blanco y negro, la vida de personajes antofagastinos destacados mientras estos viven? ¿no habría sido interesante y productivo haber tenido escrita la trayectoria de, entre otros, Andrés Sabella, José Papic, Mario Bahamonde o Gerardo Claps con testimonios propios de sus vivencias? Sin duda que como comunidad nos hemos perdido la oportunidad de rescatar en vivo y en directo, tantos casos ejemplares del patrimonio humano local.
A partir de esta convicción, le planteé a Floreal la peregrina idea de escribir un relato de su vida y cuál no sería
mi sorpresa al recibir su conformidad inmediata. Admito que, en un primer momento, no dimensioné la complejidad de la tarea que me había echado encima y sólo me dejé llevar por mi permanente interés de plantearme nuevos desafíos. Sin embargo, rápidamente me di cuenta que había asumido el reto intelectual más importante y difícil de mi vida, ya que no se trataba de escribir un libro con una temática cualquiera o una entelequia para abordar una situación o circunstancia enfrentada por el protagonista y que podría adaptarse para darle una salida airosa. Por el contrario, el reto era traspasar a un escrito serio y objetivo, la vida de un personaje que se había ganado el reconocimiento y aprecio de la mayoría de los antofagastinos.
Ahora bien, la historia a contar, aparte de plasmarla en un texto de la manera más honesta y simple posible, debía a su vez, mostrarse de una forma tal que lograra captar la atención de las personas que, habiendo conocido a Floreal, les motivara adentrarse en aquellos pasajes ignorados de su vida y, por cierto, idealmente, provocar en quienes no lo llegaron a conocer, ese cosquilleo de curiosidad que los incitara a leerla.
Menudo desafío. Nadie me había pedido, ni menos exigido el compromiso contraído. Estaba plenamente consciente de mis limitaciones. Carecía de la práctica y del conocimiento necesario que garantizara la realización de una publicación decorosa. En este plano tuve la suerte de contar con la oportuna colaboración de un señor de las letras, como lo es Osvaldo Maya, quien con una modestia que lo enaltece, puso a disposición del proyecto toda su sabiduría y competencia, que se plasmaron en signi cativos aportes.
Tenía un par de poderosos argumentos, que nunca me hicieron dudar que arribaría a un nal digno. El primero, era el fervor, que jamás me abandonó durante todo el desarrollo del proyecto y el segundo, la admiración, respeto y especialmente, el afecto que sentía por Floreal, conceptos que se constituyeron en permanente aliciente, para poner todo mi empeño en entregar en el escrito una fotografía lo más cercana a la realidad de lo que había vivido Floreal.
Antes de concluir estas palabras, debo confesar que con Floreal quedé en deuda. El debería haber estado sentado en primera la escuchando la presentación. Esto lo habíamos conversado a inicios del año 2020 cuando la pandemia aún no nos mostraba su cara más dura. Lamentablemente no tuve la capacidad de darme cuenta, que el tiempo corre demasiado rápido cuando se está inmerso en un proyecto, en el cual no se tiene experiencia previa y se carece de la disciplina correspondiente, pero afortunadamente antes de partir, Floreal tuvo conocimiento de todo el trabajo. Por esta razón, el texto está escrito como si Floreal aún estuviese con nosotros, regalándonos esa sonrisa cordial, amistosa y de aprobación que pude apreciar en todos nuestros encuentros.