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A. La impronta de un historiador
A. La impronta de un historiador.
A mediados del año 1973, Floreal vuelve a Antofagasta con toda su familia. No llega precedido de optimismo ni mucho menos. Fresca está en su memoria su fracasada reelección como diputado y, también, sus vanos intentos por establecerse en la Capital, postulando a trabajos que no prosperaron. Sin embargo, su ciudad lo acoge con los brazos abiertos.
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A meses de su regreso, la Universidad del Norte, le ofrece un cargo de profesor de Historia de jornada completa para impartir clases a las carreras que tienen esta asignatura obligatoria en su malla curricular y, además, a otras que la consideraban electiva. Reconoce que en este trabajo despertó su interés por la investigación. Según sus recuerdos: “Trabajé con mi compadre Adolfo Contador que dominaba la Historia nacional y con José María Casassas. Ambos fueron muy generosos conmigo y de ellos aprendí los primeros pasos de una investigación”.
Recabarren conocía al jefe del Registro de Identidad local y supo que, en ese servicio público, siguiendo una política a nivel nacional, luego de cierto tiempo procedían a deshacerse de las chas que habían servido para confeccionar las cédulas de identidad. En ese momento estaban quemando las chas de ciudadanos de comienzo del
siglo pasado. Esta situación despertó en Floreal la idea de preservar dicha documentación, por si en el futuro, algún trabajo investigativo pudiera necesitarlo. Conversó con el funcionario jefe, le planteó su inquietud y logró que las citadas chas fueran donadas a la Universidad y localizadas en la biblioteca de la casa de estudios superiores. En un proceso de ordenamiento de ellas, se formó un equipo de investigación compuesto por Floreal, algunos jóvenes investigadores y Drahomira Srytrova (Dacha), Directora de la Biblioteca. Una anécdota que recuerda de ese trabajo acaeció cuando alguien preguntó por el signi cado de la expresión “labores del sexo”. Un joven integrante del grupo contestó con mucha soltura, “lo que pasa es que, en esa época, en las salitreras trabajaban muchos obreros solteros que satisfacían sus necesidades íntimas con prostitutas que visitaban regularmente las o cinas. A estas meretrices se les reconocía con ese apelativo”. Este comentario machista e injusto, le puso la piel de gallina a Floreal. Después a solas con el colega, le aclaró su equivocación. En esos tiempos, toda mujer que no trabajaba fuera de su hogar o sea a la que sólo se desempeñaba en las labores de dueña de casa, en su respectivo carnet de identidad, aparecía cali cada como ejecutando “labores del sexo”.
Con las chas se pudo establecer el origen, procedencia y quiénes eran los progenitores y la línea de parentescos de muchos connotados personajes que se a ncaron en Antofagasta y aportaron a su desarrollo en diversas áreas.
Entre los variados trabajos que Floreal desarrolló en la universidad le correspondió colaborar con uno de los más importantes historiadores del Norte Grande, Óscar Bermúdez Miral. Según cuenta, éste era reconocido como un personaje hosco y de pocas relaciones. Sin embargo, con
él fue particularmente sociable y simpático y no les costó establecer una buena conexión. Floreal contribuyó con muchos antecedentes que había logrado conseguir cuando hizo su memoria de título. Bermúdez había escrito en 1963, el libro “Historia del Salitre”, que abarcaba desde los orígenes de la explotación del fertilizante hasta la Guerra del Pací co. Los interesados en el tema, pasados ya más de 10 años de la aparición del texto, esperaban con ansias el segundo tomo y no se explicaban la tardanza de la publicación.
Floreal acota que en más de una ocasión tuvo que defender el plazo que se estaba tomando Bermúdez en terminar la saga del libro, explicando que, a su autor, a medida que avanzaba en el texto se le iban abriendo otras aristas que investigar y eso tomaba tiempo, sobre todo si la pretensión era entregar a la comunidad una investigación profesional, documentada y útil. Mantuvo una relación muy cordial hasta que a Bermúdez lo despidieron de la Universidad, por razones políticas.
Respecto del Tomo II de la “Historia de Salitre”, que cubrió el período entre el con icto bélico del Pací co y la Revolución de 1891, éste recién se logró editar un año después de fallecer su autor, en noviembre del año 1983. Sin duda que el contacto que tuvo Floreal con Bermúdez, le hizo conocer de cerca el trabajo de un investigador, en el cual la rigurosidad, disciplina, formalidad y pasión son requisitos ineludibles de sortear, si se quiere hacer un buen trabajo.
A partir de esta experiencia, se con rma su interés en la investigación histórica, como una materia a desarrollar en forma paralela a la docencia. La gran oportunidad de emprender de nitivamente este camino se produce cuando Rubén Bustos, rector de la sede Antofagasta de
la Universidad de Chile, lo invita a mediados de la década del 70, a integrarse a un cuerpo docente que, a su vez, sería la base del área investigativa histórico-cultural que se pretendía formar en la sede.
Es en esta sede de la Universidad de Chile, luego Universidad de Antofagasta, al unirse con la también sede de la Universidad Técnica del Estado, donde de nitivamente consagra sus intereses historiográ cos. Además, tuvo la fortuna de formar equipo con tres excelentes profesionales, también vinculados a la historia local como lo fueron Juan Panadés, Antonio “Tonko” Obilinovic y María Teresa Ahumada.
Floreal, a pesar de ser considerado uno de los historiadores más destacados de Antofagasta y uno de los defensores más documentados del patrimonio cultural local, no fue muy prolí co en publicaciones. No hay aquí carencia de ideas o proyectos, sino algo de la habitual di cultad económica que enfrentan quienes pretenden editar determinados trabajos con temáticas regionales. Un número signi cativo de obras impresas, hecho considerado como el secreto anhelo de muchos intelectuales, es ardua tarea. La mentalidad provinciana suele desentenderse de estos proyectos culturales. El no haber tenido “un paraguas institucional” en su época de mayor inquietud investigadora que le haya brindado facilidades, es un capítulo conocido y re exionado por Floreal. A pesar de esos obstáculos, no se ha quedado de brazos cruzados y ha luchado, con pasión, por esas oportunidades para editar algunos de sus trabajos.
Su labor la inicia siendo joven con su memoria de título “La historia del proletariado en las provincias de Tarapacá y Antofagasta 1884-1913”, del año 1954, con la cual demuestra, de modo categórico, su sensibilidad
social. Entre sus escritos destacan los siguientes títulos:
• “Antofagasta: una historia en Imágenes”, con Juan
Panadés, Antonio Obilinovic y Alfonso Calderón,
Universidad de Chile, Sede Antofagasta, 1979. • “Taltal: Una historia... una esperanza”, junto a Juan
Panadés y Antonio Obilinovic. Universidad de Chile,
Departamento de Ciencias Sociales. Antofagasta 1979 • “Coloso, una aventura histórica”, con Juan Panadés y Antonio Obilinovic, Imprenta Atelier. Antofagasta, 1983. • “Episodios de la vida regional”, Edición PROA Universidad Católica del Norte. Antofagasta, 2002. • “El Auto Club en la historia de Antofagasta 1919 -2002”.
Impreso en SERGRAF Ltda. Antofagasta, 2002. • “1921: Crisis y tragedia”. Imprenta Erika. Antofagasta, 1984. En Segunda Edición este volumen pasó a ser: “La matanza de San Gregorio 1921: Crisis y tragedia.” Editorial LOM. Santiago, 2003. • “Historia de Antofagasta en fascículos”, con Héctor Ardiles, publicados en El Mercurio de Antofagasta, 2003. • “Antofagasta Ciudad con Historia”, con María Teresa
Ahumada y Héctor Ardiles. Antofagasta, 2003. • “100 Años: Club de la Unión, Antofagasta 19062006”, con María Teresa Ahumada y Héctor Ardiles.
Antofagasta, 2006. • “Historia del agua, en el desierto más árido del mundo”, con Valeria Maino, Matte Editores. Antofagasta, 2011. • “Coloso ayer y hoy”, con Pamela Ramírez, Edición
PROA, Antofagasta, 2017.
A las obras señaladas, hay que agregar una en la que Floreal se sintió especialmente motivado y tuvo un des-
tacado rol. Se trata de la iniciativa municipal, en 1996, de la segunda edición de las “Narraciones Históricas de Antofagasta” de Isaac Arce Ramírez.
También ha tenido una participación relevante, en publicaciones desarrolladas por equipos multidisciplinarios de investigadores y profesionales como:
• “Imágenes y personajes de Antofagasta”. Edición
PROA. Antofagasta, 1995. • “Forjadores de Antofagasta”. Edición PROA. Antofagasta, 2014.
Además de las obras anteriores, es necesario destacar que Floreal impulsó investigaciones históricas y patrimoniales de las más variadas temáticas, las cuales no lograron materializarse debido a la carencia de nanciamiento. Entre los trabajos que no vieron la luz, se pueden señalar:
• “Historia de los ferrocarriles de Antofagasta”, (Signi cado económico y social 1866-1950) con Sonia Pinto y Rolando Mellafe, 1981. • “Investigación sobre Luis Emilio Recabarren”, 1981. • “Historia de la Municipalidad de Antofagasta”, en conjunto con Laura Vendrell, 1982. • “El Mercurio a través de El Mercurio”, 1982. • “Monografía histórica del mineral de Chuquicamata”, en conjunto con Juan Panadés y Antonio Obilinovic, 1982. • “Salitre, una historia de hombres”, trabajo del cual sólo se realizó exposición fotográ ca en la Municipalidad.
Adicionalmente, a mediados de la década de 1970, impulsó la instalación de un letrero explicativo con datos históricos relativos al Puerto Coloso.
Otras iniciativas patrimoniales que lideró y no prosperaron fueron:
• Erigir un busto en homenaje a Mario Bahamonde
Silva, 1980. • Instalación de un letrero explicativo junto a los vestigios de Pampa Unión.
En la década del setenta, en las ciudades de Copiapó y Vallenar, en compañía del poeta Andrés Sabella, dictó las conferencias “Contrapunto entre un profesor y un poeta”, en las cuales trataban, desde sus particulares ópticas, diversos tópicos y problemas de interés nortino.
Una destacada participación le cupo en la película “Antofagasta, el Hollywood de Sudamérica”, de Adriana Zuanic, 2002, a través de documentadas intervenciones históricas, contextualizando la época en la que se desarrolla el rodaje y la situación de Antofagasta.
Asimismo, tuvo una importante participación historiográ ca en la obra teatral “Xi Wang, la otra patria”, de Alejandra Rojas, 2008.
Además, su saber lo ha divulgado generosa y ampliamente en columnas de diversos medios escritos. Una de ellas, publicada por varias décadas en “El Mercurio de Antofagasta”, donde vierte todo tipo de opiniones y comentarios documentados, potentes y sin caretas, de una variada temática, que cubre desde aspectos históricos, políticos, económicos hasta coyunturales. Es una lectura
obligada del ciudadano común que educa, entretiene y orienta. La aguda y oportuna ironía que utiliza en ellas, demuestran su erudición y conocimiento. Algunas han sido verdaderas clases magistrales. Sus versadas posiciones re ejan una lucidez intelectual admirable.
Indudablemente Floreal debe ser el columnista más longevo, leído y respetado del diario. Sin embargo, esta participación ha tenido sus contrapuntos. Uno de ellos aconteció en la década del ochenta con Dario Canut de Bon, cuando, era director del diario. A este no le gustó parte de una columna en la cual Floreal defendía su posición política, contraria al régimen militar, y, simplemente, cercenó su escrito, cosa que molestó a Floreal y se lo hizo ver a través de una carta, reclamándole que había “tijereteado su opinión y por esta razón dejaba de colaborar en el periódico”. Después de un par de semanas, Canut de Bon, le envió una conceptuosa carta, dándole explicaciones y disculpándose de su proceder. Como este a aire comprometía a dos caballeros, no hubo problema alguno y Floreal retomó su colaboración con el diario, la que se ha mantenido inalterable hasta nuestro tiempo.
También la revista “Tell”, desde sus inicios y por alrededor de seis años, lo tuvo como columnista principal, divulgando interesantes contribuciones de su documentada pluma.
En el plano de la difusión, son valiosas las intervenciones que Floreal ha tenido como panelista en TV y radio, además de su participación en charlas, entrevistas, foros, conversatorios, etc., en los cuales siempre ha logrado concitar el interés del público en general, por la amenidad que caracterizan sus exposiciones.
En el año 1989 nació en Antofagasta el Instituto Profesional José Santos Ossa, que luego en 1994 se transformó en universidad del mismo nombre. La destacada profesora y académica, formada en la Universidad Católica del Norte, Patricia Bennett Ramírez, quien asumió como Vicerrectora Académica de la nueva casa de estudios superiores, evoca con un indisimulado orgullo y calidez el ambiente y personajes con los que tuvo que interactuar mientras desempeñó dicho cargo. Acota que: “Por su cercanía a las humanidades y a la investigación en el área, Floreal se incorporó al Programa de Identidad y Patrimonio, PIP; de la Universidad. Estas eran unidades académicas cuyo objetivo era el estudio e investigación de materias prioritarias en el ámbito de las Humanidades: Programa de Género, Identidad y Patrimonio, Literatura, Cine y Audiovisual. Cuando en 2002 la Universidad decide abrir las Carreras de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación y Pedagogía en Historia y Geografía, Floreal Recabarren fue uno de los notables profesores elegidos para formar parte del equipo docente y dictar las asignaturas que componían la secuencia de Historia de Chile I, II, III, IV y luego Historia Regional. La excelencia de su estilo de enseñar era conocida desde los inicios del Pedagógico de la Universidad del Norte cuando, siendo alcalde de la ciudad, no se restaba a dar clases a los cursos de Historia del Primer Año Común de las Pedagogías”.
Junto a María Teresa Ahumada, jefa de carrera, y el equipo gestor, tuvieron la responsabilidad de impulsar la Escuela de Educación que ya contaba con Educación Parvularia y Psicopedagogía. “Habíamos transitado juntos por muchos años y su estatura de maestro crecía. Yo
había impartido clases a las Carreras de Diseño Grá co, Educación Parvularia, Periodismo y Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación, lo que me había permitido, junto al resto del plantel, insu ar el espíritu humanista a nuestros alumnos. Personajes como Floreal y la mayoría de sus colegas de la Universidad José Santos Ossa, UJSO, (Jaime Valenzuela, Adriana Zuanic, Branko Marinov, Lucy Casali, Luis Toledo, Henrikus Reijmakers, Roberto de Groote, Ricardo Pérez, Sonia Buljan, Patricio Jara y tantos otros), crearon un microclima intelectual que se expandió a los alumnos y a la ciudad entera. A su vez, el equipo del PIP a cargo de María Teresa Ahumada trabajó arduamente en la preparación de fascículos sobre la Historia Regional. Floreal fue un entusiasta miembro que supo inyectar su habitual dinamismo al espíritu que los movía. Su vocación y calidad de profesor era ampliamente conocida en la ciudad. También sus dotes de investigador de la Historia Regional. Los años oscuros marcaron el nal de la UJSO que continuó como Universidad del Mar. Dejamos de compartir ese espacio, pero seguimos unidos por intereses culturales comunes. Floreal siguió dictando clases a sus alumnos hasta el año 2007, aunque ya esos años están poco claros en mis recuerdos. Lo importante es trenzar la vida, ser parte de la hermosa posibilidad de vivir los sueños en la compañía de quienes saben cómo darle los tonos que se requieren para mantener la frente limpia”, naliza acotando Patricia Bennett.
Floreal, en los inicios de la Universidad del Mar, a la que llamaba la “Universidad del Mal”, continuó impartiendo clases, pero no duró mucho. Nunca se sintió motivado y, además, consideró que había un desequilibrio
injusto con las remuneraciones entre los profesionales que laboraban en ella.
Un antecedente no menor y habitualmente mencionado, es que en cada alumno que ha tenido en su vasta trayectoria docente, ha dejado una impronta que todos recuerdan y que a muchos ha marcado a fuego. Ellos destacan a sus clases como las más entretenidas a las que han asistido.
Desde el año 2014, junto al profesor e historiador Héctor Ardiles Vega y un variado equipo de profesionales locales, compuesto por Isabel Correa Jeraldo, Jorge Olmos Ramírez, José M. Aguirre Giménez, Angélica Araya Arriagada y Pauline Contreras Parra, trabaja en el Proyecto “Puesta en valor del Archivo de Actas Municipales de la Comuna de Antofagasta”, cuyo objetivo es salvaguardar, conservar y divulgar el patrimonio material público y la memoria histórica que contienen dichas actas.
El proyecto ha contado con nanciamiento del 2% de la Cultura del FNDR (Fases I y II) y de la Municipalidad de Antofagasta (Fase III). Actualmente se está presentando a fondos concursables la Fase IV y última. El proceso de habilitación y preservación de las actas municipales ha comprendido los años, entre 1874 a 1920 y ha considerado los procesos de catalogación, digitalización, restauración, embalaje y difusión del contenido a la comunidad escolar. Sin duda que este trabajo, se constituirá en un pilar fundamental para todos aquellos que deseen conocer e investigar las distintas circunstancias y el desarrollo por el cual ha atravesado nuestra ciudad durante el lapso resguardado. Esta iniciativa ha contado con el patrocinio de la Corporación Cultural de Antofagasta
y el Centro Investigación Histórico Cultural Isaac Arce Ramírez, CIIAR.
En 2016, el CIIAR y la Biblioteca Regional de Antofagasta, BRA, concursaron al nanciamiento del 2% del FNDR para la Cultura, el proyecto: “Digitalización de los periódicos del siglo XIX, El comercio, El pueblo y El Industrial”. Floreal y Héctor Ardiles estuvieron a cargo de concretar el proyecto. Actualmente los ejemplares digitalizados se pueden consultar en la Sala de la Memoria de la BRA, en la siguiente página web: http://www.archivohistoricoantofagasta.cl
El precedente historial, no hace más que poner en relieve y comprobar que Floreal es uno de los más destacados historiadores de Antofagasta. Además, es justo reconocer que en nuestra comunidad no existe personaje más dispuesto a colaborar. Todo tipo de instituciones, agrupaciones o personas que han requerido de su experiencia y conocimientos, en proyectos relacionados con nuestro patrimonio e historia siempre han encontrado en él, una contribución certera y desinteresada.
Floreal, por su dilatada, interesante y documentada labor ha ameritado reconocimientos de las más variadas organizaciones e instituciones locales. Desde sencillos homenajes de agradecidos vecinos hasta los máximos honores que entrega la ciudad, como El Ancla de Oro.
Hoy trabaja en un libro sobre los pueblos fantasmas de la Región (Cobija, Gatico, Caracoles, Punta de Rieles, Yungay y otros) y una idea gruesa de la vida del general Pedro Vignola Cortés.
También estuvo a cargo del ciclo de charlas, abiertas a la comunidad, dictadas en el segundo semestre del año 2015, en las dependencias del FCAB, bajo el título de
“Conversando la Historia de Antofagasta”, en las cuales ilustró a una interesada audiencia sobre el tema, con sus conocimientos y amenidad de costumbre. Osvaldo Maya, colega y escritor ha contribuido con dos o tres textos para Floreal. En “Juan Floreal Recabarren Rojas: Historiador del Norte Grande” (2002) introduce a los lectores de “Episodios de la Vida Regional” en “el sentido de la Historia nortina” cultivada por nuestro amigo. Motivados por esas ideas, recurrimos a otras de sus páginas y nos detuvimos en estos párrafos: “La recepción y en ocasiones la comprensión de algunas ideas formuladas al estilo de este historiador regional, han creado reacciones impensadas. Vistos sus textos historiográ cos, a la memoria asoma un pasaje de Lord Byron en su obra “Don Juan (1819—1824)” donde se plantea lo siguiente: “... mi musa no se ocupa de cciones en manera alguna, sino que presenta una colección de hechos, por supuesto con ciertas reservas y ciertas prudentes restricciones; pero, sea como quiera; canta realidades, y ésta es la causa de que le salgan tantos contradictores; la verdad desnuda no gusta en el primer momento. Si mi único objeto fuera eso que se llama gloria, ya relataría mi musa con menos trabajo otra historia diferente.” La colección de hechos expuestos en su realidad y como simples verdades, en principio no agrada y hasta puede favorecer a eventuales contradictores. Es lo que normalmente sucede. Hacer eso que otros no pueden, vale tanto como facilitar o exponerse a ciertas críticas. Pero, en todo lo que se ofrece al prójimo, siempre hay algo que trasciende y en eso siempre se ha apoyado el diario quehacer de Floreal.”