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Epílogo

EPÍLOGO

¿Qué se puede decir al terminar un proyecto tan importante como una biografía? Lo primero que viene a mi cabeza, es que no puedo ni podría manifestar que la tarea fue complicada, porque faltaría a la verdad, tal vez reconocer que fue desa ante, sería lo más acertado. Si pudiera sintetizar en algunos conceptos, la impresión lograda luego del trabajo realizado, estos serían la honradez, nitidez y generosidad de Floreal al transmitir sus vivencias. Recorrí con facilidad los capítulos de su vida sin restricción alguna, pudiendo detenerme en aquellos recodos, situaciones y episodios en los que estimé interesante profundizar y ser receptor de los episodios que matizaron su dilatada y fructífera existencia. Hubo momentos que, por el tiempo pasado, desa aron la memoria de Floreal. Otros que cosecharon bromas y risas, y también aquellos íntimos, de profunda emotividad que lograron quebrarlo.

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Es pertinente señalar, respecto de variadas actuaciones de Floreal, que en ningún momento me sentí limitado a jar mis propias posiciones u opiniones con relación a ellas. Lo mismo aconteció con ciertas licencias imaginativas a las que recurrí, para recrear ambientes y atmósferas adecuadas a la situación que se describía.

Tuvimos innumerables espacios de conversación, en los cuales me con denció diversos aspectos personales,

tales como: “Uno cree no tener defectos, pero los tiene”. Luego, con serenidad, precisó lo siguiente: “Yo tengo los dedos crespos para hacer cosas, carezco de toda habilidad manual. Me alegra el éxito, pero no busco el aplauso, me satisfago con hacer las cosas bien. No me gusta fracasar, por eso trato de combinar muchas cosas a la vez, por si alguna me falla. Sin embargo, soy muy disperso, me envalentono con cosas que leo, pero luego me cuesta emprender y centrarme en el proyecto que me ha logrado entusiasmar, en ese sentido soy poco amojonador. Soy desordenado, característica que complotó con la posibilidad de haber hecho muchas más cosas. Soy tolerante en todo el sentido de la palabra, incluso, a veces, con mis enemigos. No soy capaz de guardar rencores, a veces tengo problemas con gente que me ha tratado mal, pero pasa el tiempo y me reconcilio y puedo llegar a tener una relación bastante racional con ellas”.

Quienes tuvieron la oportunidad de conocer a Floreal, lo reconocen como un ejemplo de vida disfrutada a concho. Aun en medio de situaciones y períodos complicados, siempre mantuvo una actitud positiva ante la vida, a la que enfrentó con optimismo y alegría, sabiendo deleitarse con lo que tuvo a su alcance, sin ambiciones extremas ni auto reconvenciones estériles.

En nuestra comunidad, hasta hace poco más de un año, no existió personaje más dispuesto a colaborar que Floreal. Todo tipo de instituciones, agrupaciones o personas que requirieron de sus conocimientos y experiencia, en proyectos relacionados con nuestro patrimonio e historia local siempre encontraron en él, una contribución certera, documentada y desinteresada. Su innegable aporte a nuestra historia ciudadana, se tradujo en una per-

manente búsqueda de temas de investigación, edición de textos y columnas, que permitían aclarar, poner en valor o preservar nuestro acervo.

Esta trayectoria, a mi entender, no fue reconocida adecuadamente, por ciertos sectores de la comunidad en los cuales Floreal contribuyó con su trabajo y conocimientos.

Ahora bien, sin duda que, para un neó to como yo, que puso su mayor empeño en traspasar a un escrito una historia real en forma ágil, entretenida y seria, la mayor recompensa es haber logrado la aceptación y satisfacción del protagonista del texto. Este es un tema que lo conversamos con Osvaldo y convenimos que el trabajo se desarrolló con un Floreal presente, siempre atento y tomando conocimiento de la estructura, enfoques y redacción del libro, condición que nos dejó tranquilos.

A esta altura del texto, no puedo dejar de mencionar lo que me transmitió Claudia, su hija mayor. “Durante la pandemia fue difícil su estadía en casa. Ir al café cada mañana le exigía despertar y arreglarse, encontrarse con gente que lo reconocía en la calle, reír con sus amigos, lo llenaba de energía. En su estadía en casa, Raúl subía en las tardes a comentarle sobre algún libro leído, compartían el interés por la historia y la losofía, mi padre le hacía preguntas o le comentaba algunos episodios de esos que no están en los libros, esas conversaciones lo sacaban de la tristeza del encierro obligado. Él siempre estuvo atento a los requerimientos tanto de Floreal, a quien llamaba Tata, como de Magaly”.

Continúa Claudia: “Nunca dejó de comer, a pesar de que hacía más de un año le habían diagnosticado un cáncer al estómago. El médico tratante que lo visitaba cada

semana, se sentaba a su lado por mucho rato mientras mi padre le contaba anécdotas entretenidas de la historia. Al irse me decía ¿tendrá cáncer?, nunca había visto un paciente de esa edad sin síntomas. Por las tardes escuchaba junto a mí boleros antiguos, los tarareaba y cuando ya no tenía fuerza solo cerraba los ojos plácidamente disfrutando los recuerdos. El día de su deceso realicé el ritual de cada día: le di su once con torta de merengue (la había preparado para el día del padre equivocadamente una semana antes) y siguiendo la rutina escuchamos boleros. Al poco rato noté que su mirada se enfocaba en el fondo de la pieza, mientras me decía: ¡mira Guagüita!, ¡ahí está Magaly!.. a los segundos, se desplomó en mis brazos”.

Floreal falleció a los 93 años, el día 16 de junio de 2020, aproximadamente a las 18:00 horas. Partió tranquilo y serenamente, como disfrutando el paso que estaba dando.

Por último, a la luz del camino recorrido y de las incontables horas que compartí con Floreal, si alguien me forzara a describirlo en pocas palabras, me limitaría a decir que tuve la gran oportunidad de conocer íntimamente “a un viejo hecho de buena tela”.

La vida de muchos y la mesa del café nunca volverán a ser las mismas sin su presencia.

Floreal, entrañable amigo, descansa junto a tu eterno amor, Magaly, en la paz que te ganaste en tu inolvidable y fructífero tránsito terrenal.

Antofagasta, Octubre 2021

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