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B. Una decisión madura
yor intimidad. En la segunda, por a nidad, parentesco y compañerismo, estaban las amigas, siempre dispuestas a compartir en múltiples iniciativas y panoramas como un malón, una fogata o cualquier otro tipo de encuentros. La vida cambia dando paso a nuevas realidades que se valoran de modo diferente facilitando el progreso social.
B. Una decisión madura.
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Al comienzo del sexto año de humanidades, el curso de Floreal, se dispuso a realizar una serie de actividades para nanciar el tradicional paseo de n de año.
Tras meses de esfuerzos de alumnos y apoderados, aunque habían logrado conseguir parte considerable del capital requerido, en el balance comprobaron que, a pesar de todo, aún les faltaba una buena cantidad.
Ante esa situación, Floreal propuso una iniciativa económica que, por sus características, para la época, aparecía como un desafío enorme, considerando que estaría a cargo de adolescentes, sin experiencia previa. Se trataba de organizar una “Gran Rifa”. Su “Primer Premio” consistiría en un amoblado de living. La idea no estuvo exenta de críticas y de negativos augurios. La organización y su realización no fue fácil. Se requería el beneplácito de las autoridades del Colegio. Era necesario contar con el apoyo del comerciante que les vendería los muebles. Preparar el presupuesto para determinar cuántos números vender y a qué precio. Comprometer al curso en la venta de una cantidad determinada de números. Y, lo más importante, convencer a sus propios padres de asumir la obligación de pagar los números no vendidos por sus pupilos. Sin duda esta exigencia
costó asegurarla. En el curso, la mayoría, eran jóvenes de hogares de clase media hacia abajo y en ellos, cualquier recurso económico extra que se requiriera, no era asunto baladí. Lograron convencer a Víctor Rueda, propietario de la Casa Rueda, quien con ó en el desafío estudiantil y, por cierto, en los padres y apoderados del curso.
Llegó el n de año. Todas las contingencias, afortunadamente para el curso, fueron superadas. El desafío que lideró Floreal, generó el saldo que faltaba para nanciar el anhelado viaje de estudio. Sin embargo, el fruto del esfuerzo realizado no fue aprovechado por éste, ya que no viajó con sus compañeros. ¿Qué sucedió?
Floreal, simplemente, hizo la siguiente re exión: él venía con un retraso de un par de años en sus estudios y no podía arriesgarse a aumentarlo. Por otro lado, quería demostrar el compromiso que tenía con las enseñanzas que su madre le había inculcado. Estaba convencido de lo que estudiaría en la universidad: “quería ser Profesor de Historia”. Pero eso no era tan simple como decir “yo voy a estudiar lo que me gusta”. Había que superar la valla del ingreso, aspecto no menor.
En esta circunstancia, Floreal enfrentó la disyuntiva de ir al viaje (decisión que era la más lógica de tomar, porque harto empeño había puesto en él) o aprovechar el poco tiempo libre disponible, para prepararse con tal de rendir un buen Bachillerato, que le garantizara el acceso a su carrera universitaria. Habría que señalar que el lapso entre el último día de clases y las pruebas era brevísimo, por lo que una o dos semanas perdidas eran difíciles de recuperar. Optó por quedarse estudiando, desoyendo a todos quienes, con la mejor de las intenciones, lo instaban a participar en la travesía que haría su curso.