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E. Pequeñas verdades de nuestro personaje

señora Gloria la remplazó una hermana, Dominga, quien aún los acompaña a cargo de todos los servicios caseros.

Hay páginas donde lo relatado parece una invitación para mucho más. La tentación es natural, pero, después de lo sugerido en párrafos precedentes, la amistad y los años nos dicen que de familia y familiares, lo expuesto es su ciente.

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E. Pequeñas verdades de nuestro personaje.

Hay momentos determinantes en la existencia individual y colectiva. Floreal vivió algunos de éstos en el transcurso de la tercera década de su existencia. En el Norte de Chile, allá por 1958 y en años sucesivos, entre muchas ideas que re ejaban anhelos de cambios sociales, fue común la del combate a la politiquería, sólo comparable a la pasión que despertaban los siempre esquivos artículos de primera necesidad. Para templar el espíritu, por costumbre, se hablaba de la lucha contra la in ación para concluir en la necesidad de reajustes de remuneraciones y en un supuesto salario mínimo campesino. La disminución de la expansión del gasto público era tema de unos pocos, no así el de la erradicación de las poblaciones callampa. El desiderátum en términos ideológicos lo constituía la llamada reforma agraria de macetero... Tal fue la cantidad de ideas nacionales y foráneas que hasta se di cultaba la prescindencia de ellas. Chile, hecho para grandes realizaciones, por esos días vivía, otra vez, la enésima y más bella de las ilusiones: “y tu campo de ores bordado / es la copia feliz del Edén.” Verdades siempre han existido para todo y para todos.

Como se ha visto, Floreal no supo de holgura durante su niñez y adolescencia. Normales fueron en él algunos períodos económicamente complicados y, a menudo, de citarios. Esta dura realidad lo acompañó hasta su primer año en el Pedagógico, en Santiago, ya que, a partir del segundo año, en forma paralela a estos estudios, comenzó a dar sus primeros pasos en el campo laboral.

Toda esta etapa, de un Floreal soltero y sin mayores compromisos, transcurrió carente de problemas económicos. Sin embargo, como una golondrina no hace verano, a los pocos años, Floreal al formar una familia, tuvo que afrontar, al menos tres situaciones imprevistas que afectaron fuertemente los ingresos económicos con los cuales se mantenía.

La primera de ellas aconteció al tener que asumir funciones de alcalde, al reemplazar a Santiago Gajardo cuando éste renunció para postularse a diputado. Al sustituirlo, Floreal no quiso ser menos que su camarada de partido y siguió sus pasos, dedicándose en forma exclusiva al rol de primera autoridad municipal en el año 1964, renunciando a sus clases, cuyos ingresos le permitían gozar de una vida familiar sin tropiezos económicos. En todo caso, esta resolución no fue asumida en forma intempestiva ni personal, ya que fue consensuada con Magaly, quien lo apoyó y se comprometió a contraer la responsabilidad de ser ella, la que generara algunos recursos económicos para parar la olla ¿y cómo lo haría? simplemente comenzando a producir y vender tortas y preparar cocteles.

Durante 1967-1971 Floreal vuelve a ser elegido regidor, pero no logra continuar en el cargo de alcalde, dado que la DC, no dispuso de la mayoría de los ediles que

le hubiesen permitido reelegirlo como primera autoridad municipal. Esta situación le otorga nuevamente tiempo su ciente para volver al ejercicio de su profesión, ingresando de nuevo como profesor de Historia al Liceo de Hombres.

En 1969 renuncia al cargo de regidor para postularse como diputado por la Segunda Agrupación Departamental (Tocopilla, El Loa, Antofagasta y Taltal), saliendo elegido con una contundente votación. Gracias a la dieta parlamentaria, durante su gestión como diputado, entre 1969 y 1973, la familia, disfrutó otra vez de seguridad económica con ingresos estables.

La segunda ocasión de apremios económicos se produce cuando Floreal cesa en el cargo de diputado, por haber perdido la reelección para el período 1973-1977. De la noche a la mañana se enfrenta a una inminente cesantía, viviendo en una ciudad casi desconocida y sin haberse integrado a las redes políticas capitalinas, que podrían haberle tendido una mano. Y para peor, la familia se había acostumbrado al vivir santiaguino, por lo que quedarse en la capital, era una opción válida.

Antes de dejar el cargo, tomó conocimiento que en su calidad de exparlamentario, podría aspirar a una jubilación, siempre y cuando cumpliera con el requisito de tener 15 años de imposiciones. Floreal se dio cuenta que entre su paso por la empresa expendedora de bencina y por los distintos establecimientos en que hizo clases en Santiago y Antofagasta sumaba de más el mínimo que exigía la ley. Esa fue entonces su prioridad. Debía preocuparse del escenario económico que enfrentaría, a partir de marzo de 1973. En consecuencia, inició un recorrido por todos los establecimientos en que había hecho clases,

dejando, literalmente, “los pies en la calle”, para conseguir todos los certi cados que requería, en que constaba su desempeño y las imposiciones correspondientes.

Para complementar la jubilación, que no era su ciente para satisfacer las necesidades familiares, realizó otras actividades, como por ejemplo, al retornar a Antofagasta, por unos meses se convirtió en una especie de gerente de Radio Cooperativa Vitalicia, sin sueldo y solo aceptando canjes de pasajes los cuales utilizó para ir a la capital, a hacer algunos trámites y a retomar contactos políticos con camaradas de su partido.

Juan Cvitanic era el director de la radio de la época, la que, dentro de su personal, como en todas las instituciones, organizaciones y empresas, existía una gama variopinta de simpatizantes de las distintas tendencias políticas que imperaban en el país.

En forma simultánea a su permanencia en la radio, creó una especie de sociedad con Luis Varas, con quien había entablado una buena amistad mientras se vinculó con la municipalidad. Consiguieron desempeñarse como comisionistas de una fábrica de conservas. La gestión consistía en colocar mercaderías en el comercio y empresas locales. Además, también se arriesgaron a comprar algunos camiones completos con frutas del sur, que luego revendían en negocios de la ciudad.

Esta situación de inestabilidad no duró mucho, ya que las nuevas autoridades de la Universidad del Norte (hoy Universidad Católica del Norte, UCN), designadas por el régimen militar, hacia nes del año 1973, iniciaron una razia de personal de tendencias de izquierda y desafectaron a una buena cantidad de funcionarios en los distintos estamentos. Dicha medida provocó una serie de

vacantes de diversas especialidades, entre ellas las de profesor de Historia, a la cual postuló Floreal y fue contratado a jornada completa. Nunca, ni remotamente, pasó por la cabeza de Floreal, que esa oportunidad de trabajo iba a encender en él, su inquietud por la investigación de la historia local.

La tercera oportunidad en que la incerteza económica afectó a Floreal fue luego de haber sido despedido de la Universidad de Antofagasta, UA, en el año 1982. No existe duda alguna que la exoneración fue motivada por su pública denuncia que el Plebiscito de 1980, era ilegal por no contar con padrón electoral y que se prestaba para fraude, comprobando él mismo que se podía votar más de una vez.

Se debe considerar que, a la fecha del señalado plebiscito, Floreal ejercía su cargo docente en la Sede Antofagasta de la Universidad de Chile, cuyo vice rector era Rubén Bustos Lynch, quien por sus antecedentes, lo había contratado. Independiente del conocimiento y cercanía que Floreal tenía con Bustos, él sabía que había asumido un riesgo cierto de enfrentar más de algún problema, con su denuncia de fraude.

A partir de marzo de 1981, el gobierno militar creó, las universidades regionales, originando algunos planteles en ciudades donde no existían y, en la mayoría de los casos, fusionando sedes de universidades tradicionales. Así nació la Universidad de Antofagasta, UA, con la fusión de las sedes de la Universidad de Chile y de la Universidad Técnica del Estado. Siendo su primer rector el comandante de la FACH, Tulio Vidal, quien llevó a cabo una amplia purga de los opositores del régimen militar en todas las estructuras del plantel, tanto a nivel

académico, funcionarios administrativos, como también entre los propios estudiantes. Además, la universidad sufrió profundos recortes presupuestarios, reduciendo su tamaño.

Floreal comprendió que sus días en dicha casa de estudios superiores estaban contados. Tenía conciencia plena que más temprano que tarde, le pasarían la cuenta. Ante este ineludible futuro, no se quedó de brazos cruzados esperando su defenestración, sino todo lo contrario e inició una campaña de contactar a amistades y conocidos, que podrían recomendarlo para algún cargo adecuado a su per l profesional.

En efecto, entre noviembre de 1980 y marzo de 1981, ya había tenido diversos contactos con personeros políticos y profesionales dentro de los que destacan Patricio Aylwin Azócar, Gabriel Valdés Subercaseaux, Sergio Villalobos Rivera y Sergio Prenafeta, explicándoles que preveía su pronto despido de la universidad y les solicitaba su apoyo para conseguir trabajo en instituciones o proyectos en que ellos tenían in uencia. No le fue bien con estos pedidos, aunque tuvo respuestas conceptuosas. También postuló como docente al Grange School y como ejecutivo comercial de dos Administradoras de Fondos de Pensiones. Tampoco tuvo éxito. Floreal sabía que, cual espada de Damocles, pendía sobre su cabeza el fantasma más duro de la cesantía: la carencia de ingresos para sostener a su familia, que en cualquier momento la sentiría caer.

Dentro de todo el negro panorama que comenzó a saborear y prever desde el 11 de septiembre de 1980, hubo de pasar más de un año y medio de una nerviosa tranquilidad hasta que, en el segundo semestre de 1982, recibió

un llamado de Tulio Vidal para sostener una reunión con él. Floreal se atiene a sus recuerdos: “el rector me citó a su o cina y comenzó una perorata en la cual me tiró ores, respecto a lo buen profesor que era y que en ese plano solo tenía buenas referencias mías, pero que debía entender que dado el momento político que vivía el país, mi actuación, acusando de fraude al gobierno en el pasado plebiscito, era inaceptable y no le quedaba otra opción que despedirme. Yo lo tomé con mucha más serenidad que el rector, pues sabía de antemano a lo que me había expuesto. Contrariamente, él en todo momento se mostró bastante incómodo y tenso con la situación, llegando incluso a con denciarme, al término de la reunión, que creía que yo lo podría agredir al anunciarme el despido. Yo le manifesté que la violencia no estaba en mis genes y que era profundamente pací co. Me imagino que el rector quedó tranquilo con la orden que tuvo que cumplir. Por mi parte, aun cuando sabía que la puerta de la incertidumbre nuevamente se abría ante mí de par en par, en ningún momento sentí arrepentimiento por la forma que había procedido, más bien sentía un privilegio ser sancionado por un gobierno al que consideraba inconstitucional y fraudulento”.

A pesar de estar sicológicamente preparado para el desempleo que llegaría, el golpe de quedarse de la noche a la mañana sin trabajo, lo afectó anímicamente. Por fortuna él tenía a su lado a una compañera que no se echaba a morir y poseía gran capacidad para adaptarse a distintos escenarios y, con su actitud, arrastrar a su marido a mirar de frente, con fe y optimismo.

El dicho “A nadie le falta Dios”, se hizo carne en Floreal, ya que no salió de la Universidad con una mano

por delante y la otra por detrás, pues ésta “me pagó una indemnización nada de despreciable que no me esperaba y que nos permitió disponer de la cantidad de US$ 1.000 para cada una de nuestra hijas, para solventar el año que pasarían en el intercambio en Alemania y el saldo colocarlo en Fondos Mutuos, como una forma de asegurar una rentabilidad futura”. Este último escenario no llegó a producirse dado que en la época se vivió la debacle bancaria más profunda de la que se tenga memoria.

La crisis económica mundial, que afectó al país durante 1982-83, derivó en un salvataje del gobierno a la banca y nancieras, mediante el sistema del Capitalismo Popular. Fondos Mutuos y depósitos en instituciones nancieras fueron congelados. Floreal acota que él, luego de un tiempo, recibió acciones de empresas no muy rentables, con cargo a los Fondos Mutuos que poseía.

A veces sucede que las nubes que ocultan el sol son tan espesas y extensas, que nadie apostaría por un eventual despeje que dejen ver el astro rey. Sin embargo, circunstancias imprevistas cambian la situación y la claridad nuevamente alumbra el camino y lo hace más visible y transitable. “Magaly una tarde en la casa me dijo ¿sabes? me encontré con Rebeca, la esposa de Fuad Tala y me contó que su marido anda buscando una persona, que sea capaz de administrarle un negocio de venta de juguetes, que está importando para la próxima Navidad. Yo le hablé de ti y lo encontró estupendo. Hablará con Fuad y probablemente él te llamará para conversar del trabajo”.

Sin haber cultivado una gran amistad con el empresario, éste lo llamó y con mucha cordialidad, le entregó

todo tipo de detalles del negocio que estaba proyectando y le preguntó ¿te interesa y te sientes capaz de asumir el cargo? Obviamente la respuesta de Floreal fue positiva y a las semanas se hizo cargo del local que Tala había arrendado especialmente como bodega y punto de venta, ubicado en la esquina sur oeste de la intersección de Prat con Washington. Su nula experiencia comercial, no fue óbice para que Floreal hiciera una muy buena gestión en la labor encomendada, en la cual integró también a su hijo Gonzalo y cuyo resultado le reportó recursos su cientes para pasar ese n de año, sin sobresaltos económicos.

El año 1983 se inició con mejores perspectivas para Floreal, ya que en marzo fue contratado por el Colegio San Luis con cuatro horas a la semana, para impartir su especialidad. A los meses esta situación sufre un cambio radical, puesto que el profesor titular de Historia, un sacerdote de apellido Errázuriz fallece y a él le ofrecen la cátedra a jornada completa. A partir de esa fecha, nuevamente los Recabarren Raby, comienzan a disfrutar de tranquilidad económica, la que se veía reforzada por los esfuerzos comerciales que desarrollaba Magaly.

Las vueltas de la vida, cualquiera sea su naturaleza, siempre algo van dejando en la conciencia de los seres. En la diaria contingencia, Floreal testimonia lo que la vida con sus avatares le había aportado como valores y directrices conductuales. Sus actuaciones en el plano profesional y político han dado pábulo a variados comentarios en los que resaltan determinados aspectos: unos, suelen tender a la equidad en sus valoraciones y otros, quizás motivados por disposiciones ideológicas, le han sido acentuadamente negativos. No siempre los juicios que

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