Revista Porro y Folclor No. 29

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Edición 29. Julio - Diciembre de 2020

Rescatando la Cultura y el Folclor de Colombia

El legado de Baltazar Cárcamo Rivera

Con la banda 14 de septiembre Pag 21

Corporación artística y cultural Canto Arena, 25 años de música caribeña en Medellín Pag 16

Pal' Lereo Pabla,

bullerengue para el mundo Pag 26


Teatro MĂşsica Comparsa Talleres Calle 42 #104 - 62 Tel. 299 6419 crecreando@gmail.com www.recreando.com.co


Porro y Folclor es una publicación de la Corporación Artística y Cultural Recreando Año 18 / No. 29 / Agosto - Diciembre de 2020 Director José Alonso Franco Londoño Comité editorial Luis Humberto Arboleda M Astrid Álvarez Muñoz Luis Fernando Avendaño Marcos Fidel Vega Seña Juan Pablo Ricaurte L Colaboradores Edgardo J. Esquivia Cueter Ensuncho de la Bárcena Ofelia Peláez Humberto Arboleda Monsalve Marcos Fidel Vega Seña Fotografía cortesía Juan Rafael Fernández Luis Carlos Lorduy Vergara Corporación Rapsodia Negra Alexis Cárcamo Yeisme Romero Fuenmayor Corporación Pal' Lereo Pabla Archivo revista Porro y Folclor

Contenido Editorial 2 William Álvarez, el gestor, el humanista, el poeta…

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La inclusión del porro en la sociedad del Caribe colombiano

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Lisandro Meza, el artista de la alegría del Caribe

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Música de Carrilera

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Corporación artística y cultural Canto Arena, 25 años de música caribeña en Medellín

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Diseño y diagramación David Felipe Jiménez Ochoa

Rapsodia Negra… Figura afro y trasegar por el folclor nacional

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Portada Maestro Baltazara Cárcamo Foto. Revista Porro y Folclor Composición por David Felipe Jiménez Ochoa

El legado de Baltazar Cárcamo Rivera, con la banda 14 de Septiembre

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Pal' Lereo Pabla, bullerengue para el mundo

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Corrección de texto Marcos Fidel Vega Seña Ofelia Peláez Gerencia Astrid Álvarez Muñoz

Impresión virtual https://issuu.com/corporacionrecreando Oficina en Medellín Calle 42 No. 104 - 62 revistaporroyfolclor@gmail.com www.recreando.com.co ISSN. 299 64 19 Porro y Folclor no se hace responsable de las opiniones y conceptos emitido por los autores. No compromete los criterios de los editores Todos sus artículos pueden ser reproducido por otros medios impreso, siempre y cuando se cite su precedencia. Medellín, Colombia

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Rescatando la Cultura y el Folclor de Colombia

Editorial Adiós Alberto, el hombre danza

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lberto Londoño, otro guerrero de la cultura popular, se nos fue en noviembre a danzar en los confines celestiales de los fandangos y candombes eternos. Un luchador, contemporáneo de Jesús Mejía Ossa y de Oscar Vahos Jiménez, seres superiores, que estos momentos deben estar sentados en el Olimpo intercambiando su sabiduría ancestral, pues en la tierra dejaron solo una mínima parte de su legado. Alberto se definía como “un trabajador de la cultura, un creador de cosas, de instituciones, de organizaciones, porque he sido creador de obras que perduran: los libros, la propuesta de danza por pareja, los festivales, la EPA, los grupos, entonces he sido realmente, más que todo eso, un maestro creador”. Y de verdad que fue todo eso y mucho más. Hijo de las laderas de Medellín, nació el 17 de mayo de 1937 “en el barrio La Toma (al oriente de Medellín), en una humilde familia donde su madre, Rosalba Londoño, tuvo que asumir la responsabilidad de levantarlo por la muerte temprana del padre. Desde muy pequeño Alberto comenzó a trabajar en la venta de periódicos y almuerzos que su madre cocinaba para los trabajadores de Coltejer y Tejicóndor y dejó de lado sus estudios primarios y secundarios. Las difíciles condiciones de vida hicieron de él un hombre fuerte pero sencillo, trabajador y dedicado a colaborar para levantar a sus otros tres hermanos medios (Carlos, Antonio y Hugo)”, según le contó en una ocasión al director de Porro y Folclor, Alonso Franco Londoño. De su paso por Tejicóndor, una de las empresas de textiles que contribuyó al desarrollo económico y cultural de Medellín, antes de que la avaricia, el egoísmo y la falta de sindéresis se apropiaran de los empresarios antioqueños, Alberto cuenta que la directora del grupo era Luz Echeverri; el director de la música era nadie menos que Carlos Vieco y el director artístico, Agustín Jaramillo Londoño.

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“Tejicóndor tenía una orquesta que se llamaban Los Líricos, músicos que después estuvieron en la banda de la Universidad de Antioquia, músicos de primera clase. A los 15 días ya viajando a Manizales en avión. Allí llegamos a las fiestas de la Universidad de Caldas; luego nos llevaron en un desfile hasta Manizales y nos pasearon por todas las calles promoviendo la función de la noche en el teatro Lincha, que era el mejor de Manizales y efectivamente en la noche fue el debut; el teatro estaba totalmente lleno. En ese tiempo era como a $15 la entrada y eso era un montón de plata; todo para recoger fondos para la Universidad y luego solo se escuchaban aplausos, el público se puso de pie. En ese espectáculo eran cuatro danzas o bailes, el sanjuanero, la cumbia, un bambuco”, explicó Alberto. Esos recuerdos se fueron con Alberto. Se llevó su danza; se fue en medio del silencio de los medios, donde solo mereció una insignificante reseña. Se fue solo, pues la pandemia para un acontecimiento tan doloroso como es la partida de los amigos, impone condiciones, así como siempre le impuso condiciones a Alberto para realizar sus sueños. Adiós Alberto. Solo te has adelantado a ese viaje ineluctable que todos debemos emprender. Te fuiste en medio una de las tragedias más grandes de la humanidad y eso te dio el salvoconducto de una marcha serena, tranquila y angelical como te la merecías.


William Álvarez el gestor, el humanista, el poeta… Por José Alonso Franco Londoño

“La muerte nos roza a veces los cabellos, nos despeina y no entra. ¿La detendrá quizás algún gran pensamiento? ¿O acaso pensamos algo mayor que el pensamiento mismo?” Roberto Juarroz

William Álvarez Vélez, biblioteca Comfenalco Guayabal Foto. Juan Rafael Fernández

Los inicios del gestor cultural Escribir sobre William Álvarez Vélez es hacer referencia de un ser humano integro, un líder, un gestor cultural, un amante de la poesía, un luchador incansable por recuperar la memoria de la ciudad que muchas veces pretenden olvidarla… es adentrarse en lo más profundo de quien dedicó su vida a transformar la sociedad. William nace en las entrañas de una de las familias fundadoras del barrio Santa Rosa de Lima, donde aprendió al lado de su madre Mercedes Vélez, el principio de servir y la pasión por trabajar por los demás y ser parte de la solución. Desde muy pequeño hizo parte del movimiento juvenil de la Iglesia. Allí al lado de amigos incondicionales como Bernardo Pérez, Francisco Duque, Jorge Pabón, Jorge Zea y otros tantos comenzó la labor de cambiar la vida de muchas personas que estaban en condiciones de vulnerabilidad y aportarle al cambio social. Su labor comunitaria estaba ligada no solo desde la religión, sino también desde la cultura, el arte y la academia que de manera permanente incluían

actividades como fiestas patronales, verbenas artísticas, chocolatadas, tomas artísticas y tertulias poéticas. Al lado de grandes líderes, en la década de los ochentas creó un movimiento cultural de gran impacto: realizaban eventos, actividades y acciones comunitarias que transformaron el territorio. Desde el grupo juvenil, el Comité Cultural La Cometa y los grupos religiosos, dieron apertura y fundación de la gran obra del barrio: La biblioteca Popular Santa Rosa de Lima, junto con Bernardo Pérez, jóvenes del grupo juvenil Juenca y líderes de la Iglesia; William participó de la fundación de la biblioteca como un espacio para la lectura, consulta, encuentro, recreación, entretenimiento de niños, jóvenes y adultos que en ese entonces no tenían lugares para el encuentro con los libros. “Con el impuso y la coordinación de Bernardo Pérez y jóvenes pertenecientes al grupo juvenil Santa Rosa de Lima, Francisco Duque, William Álvarez, Jorge Zea, Jorge Pabón, Walter Jaramillo y Consuelo Atehortúa; comienzan el proceso de creación y fundación de una biblioteca para el barrio…”

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Desde la academia impulsa acciones comunitarias enfocadas a la formación de nuevos ciudadanos. Para eso la Biblioteca Santa Rosa de Lima es el escenario predilecto para seguir su labor y poner al servicio del barrio sus conocimientos, lo que implica la generación de actividades como festivales, tertulias poéticas, encuentros artísticos, lecturas de cuentos para niños, fortalecimiento de la biblioteca como espacio de lectura y consulta para estudiantes, formación de líderes y recuperación de la memoria del barrio. La implementación de su accionar intelectual y profesional le permite ingresar a Comfenalco, para ejercer desde las bibliotecas sus ideas y propuestas culturales, Al referirse a la importancia y el papel que jugó William Álvarez como gestor cultural y director de las bibliotecas de Guayabal y Belén, el Coordinador Biblioteca en Comfenalco Antioquia, Juan Rafael Fernández (2020), manifiesta:

William Álvarez Vélez Foto. Juan Rafael Fernández

Su energía, deseo, ganas y testarudez por servirle a la comunidad lo llevan a trabajar en manos del movimiento social, cultural, religioso y comunitario a crear espacios de participación. Allí nace la idea fundar el Festival del Porro, como espacio de encuentro, de recuperación, difusión y creación en torno a la cultura y el arte popular de Medellín y Colombia. Como director de la biblioteca generó espacios como los encuentros poéticos, la Caja Viajera patrocinada desde la Biblioteca Pública Piloto y la hora del cuento, encuentro y lectura para niños y jóvenes del barrio Santa Rosa de Lima.

La poesía y la memoria, nacen desde la universidad El liderazgo ejercido desde el barrio a través de su trabajo comunitario, social y cultural, su ímpetu para formarse como profesional y poner los conocimientos al servicio de las comunidades, lo llevan a ingresar a la Universidad de Antioquia a estudiar Bibliotecología, como respuesta al ideal intelectual de un hombre que amaba las letras y la poesía.

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“Conocí a William Álvarez en 1988, trabajando por las bibliotecas populares en la ciudad y en la Comuna 13. Luego nos encontramos como compañeros en la Escuela de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, donde recuerdo de él su gusto por el jazz y la poesía de Roberto Juarroz... Fue coordinador de la Biblioteca Comfenalco Guayabal y luego coordinador del Parque Biblioteca Belén. Lideró el proyecto Piel de la Memoria, una propuesta de compromiso ciudadano y de gran arraigo comunitario en el Barrio de la Santísima Trinidad o Barrio Antioquia, lideró también el traslado de esa Biblioteca al parque principal del barrio Belén y luego el proyecto por Comfenalco y el Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín para la creación del Parque Biblioteca Belén, propuesta en la cual me permitió participar. Fue un gestor de largo aliento, muy cercano a la comunidad, generoso, de una gran sensibilidad social, como lo recuerdan muchos líderes de Guayabal y Belén”. Su inmensa actividad y trabajo incansables por servirle a la comunidad desde su quehacer profesional, lo llevó a generar acciones claves con las personas; su ímpetu gestó actividades en las bibliotecas de Guayabal y Belén, como escenarios de formación, creación y de encuentro entre los libros y la sociedad, porque para él las bibliotecas eran espacios abiertos para todas las personas. Siempre recibía al usuario o habitante del barrio con una sonrisa para invitarlo a leer, escribir o escuchar un cuento o poesía en sus tertulias o verbenas artísticas que realizaba de manera permanente.


Su amor por recuperar la memoria cultural de los pueblos y descubrir que somos parte de la historia, los hechos, las acciones, las relaciones y del mundo ancestral, lo llevaron a realizar desde la biblioteca Guayabal para el barrio Antioquia un proyecto quijotesco y único para esa época: unir a quienes se enfrentaban y ponían barreras invisibles entre sectores (los actores armados que generaban violencia, desplazamiento y muerte en el barrio), para recuperar el tejido social, mediante el diálogo, el encuentro y la cultura. Desde allí emprendió la labor de recuperar fragmentos de experiencia para aliviar el dolor y el odio surgido por la guerra y el conflicto en el que se enfrentaban y cuyos muertos los estaba colocando la población civil. En relación con el proyecto Arte Público La Piel de la Memoria Barrio Antioquia: Pasado, presente y futuro, Hoyos (2001)1, se refiere de la manera siguiente: “…La idea de estos procesos fue provocar esos relatos oscuros, para compartirlos con otros y así exorcizarlos en el recuerdo individual y colectivo y generar elementos de una reconstrucción social con esperanza de futuro… El proyecto La Piel de la Memoria nación como un elemento de apoyo a un pacto de no agresión entre los combos del Barrio Antioquia que mantenían en vilo la vida de sus pobladores… La Piel de la Memoria es una experiencia de vida que grabó en muchos, especialmente en habitantes del Barrio Antioquia, recuerdos indelebles, aunque el paso del tiempo quiera sepultarlos en la lejanía, o los lugares muten”. Piel de la Memoria se atrevió a unir en el diálogo a víctimas y victimarios para que pudieran mirarse a los ojos, recuperar esa memoria, la verdad y la recopilación de hechos y sucesos de dolor, basado en los recuerdos dolorosos y significativos del pasado para evitar que el odio se perpetuara en las mentes de los habitantes del Barrio Antioquia y no seguir alimentando la venganza; apuntarle a construir el tejido social. Fue un espacio de reflexión que contribuyó a la convivencia comunitaria y las experiencias de quienes vivieron el conflicto armado. Desde este proyecto William vio la oportunidad de implementar y desarrollar actividades en todos los lugares de la ciudad para demostrar que el arte es el medio para transformar los territorios; con lectura 1 La Piel de la Memoria. Barrio Antioquia: Pasado, presente y futuro. Fue un trabajo investigativo sobre la memoria del barrio Trinidad o Barrio Antioquia, emprendida por varias instituciones de la ciudad.

de poemas; actividades culturales en los barrios de influencia de la biblioteca Comfenalco Guayabal y luego en Belén, abrió espacios para el encuentro, el diálogo y convivencia entre actores comunitarios y sociales. La formación universitaria en bibliotecología estaba atravesada por su convicción social, con lecturas de poemas mostraba que el diálogo y la concertación entre lo público, lo privado y comunitario era el camino perfecto para hacer cambios en las comunidades; no había para él desacuerdo, ni discusiones, ni dificultades, todo se podía mediar y construirse por la palabra y el compromiso. Francisco Duque (2020), un líder y amigo señala que: “William, el gestor cultural incansable, el líder comunal excepcional, un ser humano que trabajaba inagotablemente en la solución de conflictos”. Tal afirmación la ratifica Fernández (2020): “Aportó significativamente a los procesos sociales de las comunidades en Belén y Guayabal. Fue un líder cercano que unió a las comunidades en el desarrollo social, educativo y cultural”.

La pérdida del ser humano íntegro “Cada uno tiene su pedazo de tiempo y su pedazo de espacio, su fragmento de vida y su fragmento de muerte. Pero a veces los pedazos se cambian y alguien vive con la vida de otro o alguien muere con la muerte de otro”. Quizás esa mañana se levantó como siempre lo hacía, a cumplir sus labores en la biblioteca de Belén. Allí lo esperaban sus compañeros de Comfenalco, los líderes, los lectores, los poetas, trabajadores, amigos… para saludarlo, darle un abrazo, practicar unas cuantas palabras, planear el día. Allí lo esperaba su silla y escritorio para leer un poema de Roberto Juarroz. Pero el silencio, ese que tanto pregonaba en las reuniones, fiestas, encuentros, eventos o actividades cuando alguien levantaba su voz o gritaba, solo atinaba: “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas”. Pero este silencio fue mucho más profundo, más eterno, más doloroso, más cruel… porque detuvo las miradas, las palabras, el corazón y los abrazos. La violencia, esa que tanto trató de acabar para que no fuera parte de la vida de los ciudadanos de Medellín, lo arrancó de este mundo, como caminante que viajaba en las estelas del mar, como cometa del

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universo, como canto que eterniza el silencio, como el sol que calienta el frío de la muerte, porque “el silencio que queda entre dos palabras, no es el mismo silencio que envuelve una cabeza cuando cae”. La muerte viajó por la ciudad como flecha lanzada por criminales que callan la música que divierte al pueblo y dejó un vacío que inundó las calles y opacó las mañanas del barrio, esa mañana del 30 de junio de 2010, las notas de los poemas de Roberto Juarroz fueron derramadas en las frías calles de la ciudad, como presagio de una ausencia, que como proyectil emprendería un viaje sin retorno.

“El hombre pierde la vida y otras cosas, se ensucia con cualquier crecimiento, no aprenderá nunca a vestirse y es un inexplicable ensayo de la muerte”. Al final comprendimos que William era de otro planeta, de otra galaxia, de otra vida… No nos pertenecía. Su pensamiento fue tan grande que nos dejó sus huellas marcadas en nuestros corazones. Porque al final somos polvo que volvemos a nuestra madre tierra y ella nos acoge porque hacemos parte de sus entrañas. El camino de William Álvarez estará siempre presente, porque: “perdimos primero que todo a un amigo, a un hermano, a aquel que caminaba con nosotros, que impulsaba las mejores acciones y los mejores proyectos para cada uno de sus seres cercanos. Perdimos al hombre conciliador, que creía que el respeto y la tolerancia primaban en las relaciones sociales. Perdimos al líder cultural que a pesar de los inconvenientes y trabas, buscaba soluciones, aquel que no se daba por vencido hasta no concluir su tarea”. Al conmemorar un año más de su partida, la pérdida, el vil asesinato de William Álvarez, se hace este homenaje a la piel de la memoria de los barrios, de la cultura, de quien dejó un legado, una historia, un proyecto, un poema, un sueño… “un bibliotecario con alma de poeta, un líder que se echó al hombro las necesidades de las comunidades, un amigo que dejó semillas en el camino para que muchos continuáramos su labor y la generosidad de su amistad, que encendió el corazón de todos los que estuvimos a su lado”.

Finalmente, dejaremos la huella profunda de quien creyó en la cultura, nos iluminó para trabajar por el arte y la cultura popular; por insistir en recoger y recuperar la memoria de los barrios; por invitarnos a trabajar desde el ser y la generosidad… Nos dejó una huella en lo más profundo de nuestras vidas.

“Si la muerte viene y pregunta por mí haga el favor de decirle que vuelva mañana que todavía no he cancelado mis deudas ni he terminado un poema ni me he despedido de nadie ni he ordenado mi ropa para el viaje ni he llevado a su destino el encargo ajeno ni he echado llave en mis gavetas ni he dicho lo que debía decir a los amigos ni he sentido el olor de la rosa que no ha nacido ni he desenterrado mis raíces ni he escrito una carta pendiente que si siquiera me he lavado las manos ni he conocido un hijo ni he emprendido caminatas en países desconocidos ni conozco los siete velos del mar ni la canción del marino”2.

Referencia bibliográfica DUQUE, Francisco Javier. Entrevista realizada por José Alonso Franco Londoño, 22 de septiembre de 2020 FERNÁNDEZ, juan Rafael, Coordinador Biblioteca en Comfenalco Antioquia, entrevista realizada a por José Alonso Franco Londoño. 1 de octubre de 2020. FRANCO LONDOÑO, José Alonso. Historia de la Iglesia Santa Rosa de Lima. 50 años de evangelización. Editorial Trama. 1ª edición. 2007 HOYOS AGUDELO, Mauricio. La Piel de la Memoria: Barrio Antioquia: Pasado, presente y futuro. Corporación Región, Agencia Española de Cooperación Internacional, Secretaría de Educación y Cultura de Medellín, Comfenalco Antioquia. 1ª Edición 2001 REVISTA PORRO Y FOLCLOR. Corporación Recreando. Edición No. 8. Diciembre de 2010

2 Poesía: Si la Muerte. Miguel Huezo Mixco

José Alonso Franco Londoño. Docente, investigador y director de la revista Porro y Folclor, gestor cultural

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La inclusión del porro en la sociedad del Caribe colombiano Por Edgardo J. Esquivia Cueter

José Pianeta Pitalúa Foto. Cortesía Luis Carlos Lorduy Vergara

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uestro porro, como otros géneros musicales autóctonos de la costa Caribe colombiana entre esos la cumbia, el fandango, la puya y el chandé, podríamos decir que hace 100 años no era bien recibido en eventos sociales, clubes, hoteles, bares y lugares destinados a diferentes reuniones de la llamada, en ese entonces, “clase alta” o aristocrática. Solo se podía escuchar nuestra música en parrandas, fiestas callejeras, fandangos de pueblos y festividades similares. En 1889 el cienagadorense José Fortunato Sáez Agámez fundó la Banda San José de Ciénaga de Oro, muy reconocida en la época y solicitada en Cartagena, Barranquilla, Montería, Lorica, Sincelejo, Magangué, San Marcos, Ayapel y otras poblaciones. En esta población nació un 19 de marzo el trombonista y polifacético compositor José Pianeta Pitalúa (19001974), quien, desde muy joven ingresó a la Banda San José, dirigida por el maestro Sáez. Pianeta Pitalúa, gran músico y habilidoso trombonista, que tuvo en el campo de la música tradicional su mayor fortaleza, pasó, unos años más tarde en Cartagena a ser el mejor impulsor del porro y la música tradicional caribeña.

Los inicios musicales de Pianeta Pitalúa en Cartagena se remontan a su participación en la Jazz Band Lorduy, primera Jazz Band en Colombia fundada en 1923 por Francisco Lorduy. Fue un 20 de enero de 1926 que Pianeta Pitalúa fue solicitado por Francisco Lorduy para integrarse a su jazz band. En Cartagena participó de manera alternativa en la Banda Bolívar del profesor Ramón Epifanio Puello (1879 – 1962), de gran actividad musical en la ciudad. En 1928 Pianeta Pitalúa organizó su orquesta Buenos Aires; montó canciones de la Jazz Band y temas del folclor para actuar por muchos años en el SalónBar Pullman (barrio Manga) y en diferentes clubes cartageneros. En 1929 nació la radio La Voz de Barranquilla, como una puerta para permitir las intervenciones radiales de orquestas locales como: La Orquesta Voz de Barranquilla, Orquesta Biava, Orquesta Sosa entre otras, todas con obras foráneas. Para esta época (1929) acontece un hecho muy importante para el folclor colombiano: Camacho y Cano, Ladislao Orozco y Adolfo Mejía viajan a Nueva York, contratados para grabar música folclórica

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Jazz Band Lorduy fundada en 1923 por Francisco Lorduy Foto. Cortesía Luis Carlos Lorduy Vergara

colombiana. Logran grabar 88 obras para la Brunswick Records, la Columbia Récords y la RCA Víctor Records. A Camacho y Cano le graban el porro Óyeme Lorenza (conjunto del español radicado en Cuba Juan Pulido), convirtiéndose en el primer porro llevado al vinilo en el mundo, abriendo un nuevo horizonte para nuestra música. Estas obras se posicionaron en México, Centro América, Cuba, España y otros países, convirtiéndose en éxitos y, abriendo un espacio en el exterior y conquistando poco a poco el gusto por el Caribe colombiano En los años veinte, la música raizal del caribe colombiano, no gozaba del favor de las clases altas barranquilleras, cartageneras, cienagueras y samarias, quienes eran grandes admiradoras de los figurines musicales de Europa, de Cuba, México y Norteamérica no solo por copiar la moda sino, porque eran comunidades nacidas de una inmigración extranjera.

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En 1930 Pianeta Pitalúa disuelvió su orquesta Buenos Aires. De Barranquilla trae algunos músicos, e incluye a los hermanos Lorduy fundando la GRAN ORQUESTA A No.1 DE CARTAGENA replicando y ampliando la matriz orquestal de la Jazz Band Lorduy. En adelante, la Orquesta A No. 1 se convirtió en la más apreciada por los cartageneros llevando con gran éxito su música a Montería, Barranquilla, Santa Marta, otros sitios de la región y del país. Hace lo conveniente y, realizó los arreglos para todas sus composiciones de tipo tradicional y, fue el primero en vestir de formalismo al porro logrando que esta música autóctona costeña comenzara a escucharse en los clubes, eventos, colegios y espacios sociales cerrados de Barranquilla, Cartagena, Montería y otras ciudades de la costa. Pianeta Pitalúa especializó su orquesta en música criolla, grabando desde 1933 porros, fandangos, cumbias, cambiones, chandes, macumbas y otros ritmos populares. En este momento la Heroica es el semillero de agrupaciones musicales pero que sólo interpretaban: jazz, pasillo, danzón, danza, blues, habanera, fox trot, one step, bambuco, charleston, vals, mazurca, polca y tango, entre otros. Las primeras obras de Pianeta Pitalúa fueron grabadas en Estados Unidos por el sello Columbia (1930) por una orquesta internacional; las partituras se enviaron por intermedio del representante de la disquera en Cartagena. Se convirtió en el primer compositor en grabar sus obras, que en su época tuvieron efectiva demanda, como: Dicen que el sapo muerde” -porro, “Toma Tú”-fandango, “Cinco años -porro y otras más. Por años la Orquesta A No. 1, fue la predilecta del Hotel Caribe, Club La Popa, Club Naval de Castillo Grande, Club Unión, Club Guanipas. Fueron inolvidables sus actuaciones en las fiestas novembrinas en el Club Cartagena, acompañando las fiestas de coronación. Fue la


orquesta preferida en el Club Anglo Americano de Barranquilla, a donde viajaban los fines de semana a acompañar los eventos bailables de ese club. La Inclusión a la Orquesta A No.1 de músicos altamente reconocidos de la talla de Lucho Bermúdez en 1931 (como director artístico), Joaquín Marrugo, Clímaco Sarmiento, Edrulfo Polo, Santos Pérez y Crescencio Salcedo, entre muchos más, le confirió altura y mejor nivel a la orquesta. El genio musical Lucho Bermúdez (1912 – 1994) le inserta otro motor a la proliferación del porro quien para esta época comienza a escribir sus propios porros y al interpretarlos les da una suave cadencia, con estilo propio con influencia de Jazz vistiendo de “frac” al porro.

dirigida por Lucho Bermúdez, la que también se atribuye la directriz de la propagación de los ritmos folclóricos regionales. En 1934 fue grabada en sello Fuentes Cartagena con buena aceptación en el público, la primera versión del porro La vaca vieja, del trompetista Joaquín Marrugo por la Orquesta A No.1 de José Pianeta Pitalúa bajo la dirección de Luis E. Bermúdez A., tal como lo registra el disco Fuentes N° 2001 A de 78 rpm. A partir de aquí empiezan las grabaciones de porros como: Momposina (1935), “El vaquero” (grabada también por la Sonora Matancera), “Conejo cogió... conejo pelao” (1943) bajo el sello Odeón prensado en Argentina, “A la carga” (1948) en Argentina y muchos más.

Todos estos músicos de alto turmequé, al cumplir sus ciclos en la Orquesta A No. 1, formaron sus propias agrupaciones o, migraron a otras organizaciones musicales, continuando con la emancipación de nuestra música y la propagación del porro y sus hermanos musicales. Lucho Bermúdez pasa a dirigir también la Orquesta de Emisoras Fuentes y funda en Cartagena su propia agrupación la Orquesta del Caribe en la que maestro Pianeta Pitalúa pasa a tocar con él, pero manteniendo su Orquesta A No.1. Con el nacimiento de la disquera Fuentes en Cartagena en 1934, se yergue una esperanza y un nuevo horizonte para la música costeña y del país. Iniciaron las grabaciones y se consolidó la necesidad de grabar también la música regional que comenzó a aflorar y a cautivar seguidores. La emisora también funda la Orquesta Emisora Fuentes,

Sin embargo, por efecto del Carnaval de Barranquilla la influencia sonera de Cuba empezó a sentirse con fuerza en las fiestas, lo que se constituyó en un buen augurio para la música vernácula costeña. Mas con el nacimiento de la radio, en la luminosa y extrovertida Arenosa, en toda la amplitud del término, sus gentes entusiastas son prestas a acoger lo nuevo y, por afinidad se relacionan más con la música de Cuba, de Santo Domingo, de Puerto Rico, de Panamá y de Venezuela. Pero a la vez se da lugar, a las presentaciones radiales de las primeras orquestas barranquilleras, las cuales dejaron filtrar ocasionalmente, un porro en su repertorio: la Orquesta Sosa, Orquesta Blanco y Negro, la Emisora Atlántico Jazz Band, la Orquesta de Guido Perla, entre otras. Continuando con la ruta emancipadora del porro de la Orquesta A No.1, es importante destacar que en 1942 grabó una serie de discos el sello fonográfico RCA Víctor, patrocinados por el almacén J. Glottman de Bogotá. El periódico El Tiempo, mensualmente mostraba los éxitos y, los porros y fandangos de esta orquesta, los cuales siempre encabezaban esos listados.

José María Deogracia Fortunato Sáez Agámez “El Negro Sáez”. Foto. tomada del libro Estampas de Ciénaga de Oro escrito por Manuel H. Pretelt Mendoza, y restaurada por Xhantie Marie Esquivia

Se hace obligatorio, hacer un reconocimiento a Emisoras Fuentes de Cartagena (nacida en 1933) quien impulsó y privilegió en esta década a la música vernácula.

Para la década de 1940 las Jazz Band de Barranquilla, y orquestas de las radiodifusoras con asiento en la ciudad, ya confluían en el vértice de la cultura musical regional, puesto que marcaban las tendencias con los aires dominantes del Caribe, en los cuales el porro colombiano había adquirido un papel descollante en la emulación con el son cubano; es el caso de la Orquesta de la Emisora Atlántico Jazz Band.

Edgardo J. Esquivia Cueter. Defensor y gestor cultural; historiador, investigador y escritor sobre música, tradiciones y costumbres culturales

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Lisandro Meza El artista de la alegría del Caribe Por Ensuncho de la Bárcena1

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no escucha el nombre de Lisandro Meza y evoca alegría, porque cuando interpreta el acordeón da alegría, sentimiento. Cuando se escucha a este hombre juguetón y cuando suena su acordeón manifiesta todo. Nacido en Los Palmitos (Sucre), un pueblo pequeño, bendecido por el Divino Rostro del Campano, que apareció en año 1933, en una imagen que generó mucha devoción. “Cuando la gente me pregunta cuántos países conoces, yo le digo a mí no me hable de países sino de continentes. Soy de los pocos artistas colombianos que he ido dos veces al África, conozco a Centroamérica, el Cono Sur, Europa, Norte América”, dice el artista.

E: ¿Quiénes eran sus padres, cómo se llamaban y cuántos hermanos tiene usted? L: Sí, yo soy hijo de Reimundo Meza y Victoria Márquez; somos ocho hermanos, ya se nos murió uno, Jorge Meza. E: ¿A qué se dedicaban sus padres por allá en 1939? L: Mi padre era contratista de madera; tenía un aserrío, era agricultor, teníamos una familia bien alimentada y querida por sus padres. Todas las cosas que cosechó mi padre la hemos recogido sus hijos. 1 Entrevista realizada el 25 de Julio de 2020, por Ensuncho de la Bárcena. https://www.facebook.com/watch/?v=975729692879296

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Lisandro Meza http://me-tro.blogspot.com/2013/10/lisandro-meza-lejania.html

E: Su madre, ¿a qué se dedicaba? L: Mi mamá, era ama de casa. E: Usted nació el 26 de septiembre de 1939. Es un cantautor muy conocido en varios continentes; es un gran colombiano porque ha llevado la música a muchas partes, ¿en qué momento tiene contacto con la música, qué instrumento interpreta y cuándo tiene el primer contacto con el acordeón? L: Yo aprendí con un acordeón pirata. Aprendí de un acordeón que le sacaba de un obrero de mi padre que lo llevaba a la finca y cuando salía a las labores del campo él tenía un acordeón y yo se lo sacaba de una maleta. Me hice a una ganzúa y le sacaba el instrumento. Ahí aprendí a tocarlo. Le decía a Socarrás si tenía pacto con el demonio porque sonaba sólo el acordeón, pero el que lo estaba tocando era yo. De la finca La Armenia en Magdalena, la finca del doctor Chávez. Me descubrieron porque una vez se emborrachó Pedro Socarrás, que era el dueño del acordeón; lo tenían en una cama de tijera, se emborrachó Pedro, yo le dije a un primo que se llamaba Edison: agarre la guacharaca para que me acompañe, me dijo que si estaba loco, entonces cogí el acordeón me puse a tocarlo, se sorprendió y comenzó a tocar la guacharaca, el que tocaba la


caja estaba dormido; agarró la caja y comenzó a acompañarme. La gente que estaba en el patio se acercó y vio que el que estaba tocando era yo, ahí me vio el tío, que fue quien me descubrió. Me puse a llorar del susto, porque pensé que me iban a regañar, porque agarrar un instrumento sin el permiso del dueño era un atrevimiento. Le avisaron a mi padre, él se vino y yo de la alegría solté el acordeón y lo abracé, después de que lo suelto me pregunto: ¿quién te enseñó?, y le dije, yo solo. Ese día él mandó a comprar un acordeón a Plato, Magdalena. Me compraron un acordeón que valió $75. Ahí comencé a tocar el acordeón y grabé mi primer disco que se llamaba Los ojos de Celina. E: ¿Qué edad tenía usted cuando grabó el primer disco? L: Tenía 14 años. Era en acetato, grabé y canté. Me sonaba muy desafinado, pero grabé el primer 78 rpm, tocaba en los picós (fiestas), para que me colocaran los discos. Un día le dije a un muchacho: ¿sabe quién toca ahí?, él me dijo: ¿quién?, yo le dije: ese soy yo, él no lo creyó. Le dije ponga el disco y verá que canto igual, lo puso y se dio cuenta que era cierto. E: ¿Dónde fue esa primera grabación suya? L: La primera grabación la hice en Magangué, luego grabé con Carlos y Roberto Román, Los Vallenatos, eran los que acompañaban a Aníbal Velázquez,en esa época. Yo reemplacé a Aníbal Velásquez porque ellos pelearon; de ahí fui cogiendo fama y grabé con Los Vallenatos del Magdalena, Lisandro Meza y Los Muchachos de El Pinal.

Lisandro y los Corraleros E: ¿Cómo llegó usted a los Corraleros de Majagual?, porque esa fue su primera agrupación de gran éxito. L: Yo llegué a los Corraleros de Majagual en el año 65, que salió Alfredo Gutiérrez, me tocó reemplazarlo, pero le cambié el estilo, no podía tocar el acordeón como Alfredo porque lo tocaba rápido, porque yo tengo un concepto diferente de la música. Hice el primer arreglo de Suéltala pa' que se defienda, le incluí el bajo electrónico, se oyó algo diferente; hice arreglo de canciones como La burrita, Hace un mes, La vieja Pancha, El caballo relinchón, de Calixto Ochoa… una cantidad de arreglos y me cogieron confianza, y me cogieron cariño los compañeros de los Corraleros.

E: Maestro, cuéntenos la historia suya en Los Corraleros, esa agrupación histórica, cómo fue que usted llegó, por sugerencia de quién, cómo se dio ese paso… L: Kike Bonfante me llamó y fui a reemplazar a Alfredo Gutiérrez y ahí fue cuando hice los arreglos de todos esos temas que te dije. Yo grabé en Bogotá un disco Mosaico Doble 0, con Discos Vergara y Juventud plaga y loca, comenzó el disco a sonar en Barranquilla y cogí fama, de un muchacho de la Sabana y me llamaron a reemplazar a Alfredo Gutiérrez. E: Alfredo Gutiérrez es de Palmito, ¿usted lo conocía? L: Alfredo es de Paloquemao, de un corregimiento de Palmito. L: A Alfredo lo conocí en la casa de Calixto Ochoa, que estábamos haciendo unos arreglos para acordeones, ahí conocí a Alfredo. Fue creciendo y cogiendo fama y una vez lo llamé y le dije como debía comportarse, porque era muy loco; le dije que los artistas no se comportaban así, que tenía que comportarse como era Lisandro Meza y él me puso atención, él es un gran músico. E: Usted le “jaló” las orejas para que se comportara bien. L: Sí, exacto. Luego crecieron mis hijos Charo Meza, tengo a Joche que me toca el acordeón en el grupo, Lisandro Meza Jr. el nieto, ese legado musical del cual estoy muy orgulloso. E: ¿Usted tiene 14 hijos? L: Sí, 14 hijos. E: Tengo entendido que Los Corraleros de Majagual fue una agrupación que fundó Toño Fuentes, ¿cómo fue ese contacto con él? porque la disquera funcionaba en Medellín, cuéntenos esa experiencia con Discos Fuentes. L: Al salir Alfredo de Los Corraleros se quedaron sin acordeonista, entonces Kike Bonfante, mira hay un muchacho en la Sabana, que suena bien y toca bien el acordeón, y como el pez grande se traga al más pequeño, entonces yo deseoso de estar con Los Corraleros y con una casa disquera como Discos Fuentes, me llamaron a reemplazar a Alfredo Gutiérrez. Yo le fui sincero al viejo Toño Fuentes. Le dije: yo tengo un concepto diferente de la música, no

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Rescatando la Cultura y el Folclor de Colombia

toco el acordeón como Alfredo Gutiérrez, no lo toco tan rápido, tengo un estilo, porque yo estaba creando mi propio estilo, me gusta inventar mis propias cosas. Me dijo: ¿qué vas hacer?, le dije, yo hago una maqueta y si le gusta me quedo con Los Corraleros y si no, me voy. Le gustó a él mi sinceridad y franqueza La primera fue Suéltala pa' que se defienda, el timbalero fue Fruko, tenía 12 años, ahí fue donde (sic) le puse el sobrenombre de Fruko, porque se parecía a una muñeca que estaba afuera en una pancarta de la fábrica. Era una muñeca que tenía un solo diente y la cabellera desordenada. Se parecía mucho a Fruko, igualito y cuando me preguntaron quién iba a tocar los timbales, yo dije Fruko, y se me quedó mirando y se quedó así.

Los hijos de La Niña Luz E: En los Corraleros había grandes músicos, por ejemplo, Chelo Cáceres, ¿qué me puede decir de él? L: Un gran músico y arreglista. Tenía un arreglo muy hermoso, después llegó Ramón Darío Benítez, duré 14 años con Los Corraleros. Cuando salí quedé con las ganas de tener un grupo que sonara como ellos, pero no los encontraba, entonces me fui para Medellín a hacer una diligencia y a grabar. Cuando vine me contaron que había venido un empresario buscando a Lisandro Meza para que tocara en una fiesta en Momíl, Córdoba. Cuando llegó, solo encontró a mis hijos que estaban pequeños, sonando el acordeón, la guitarra, la caja, el tambor. Preguntó por mí y ellos le dijeron que no estaba y dijo: si no está Lisandro me llevo a los hijos de la niña Luz, y me dijeron que él se los llevó. De inmediato se me vino a la cabeza y dije: así se va a llamar la agrupación: Lisandro Meza y los Hijos de la Niña Luz y grabamos el primer disco, Las tapas. E: La Niña Luz ¿quién es?, cuéntanos. L: Mi esposa, la mamá de mis hijos.

Las tapas están en el suelo… E: Los primeros discos que graban son El saludo, La gorra que no se me cae y Las tapas. ¿Cómo fue la grabación de Las tapas, dónde se produjo y quién fue el productor de ese disco? L: Las tapas la grabé en Discos Fuentes; me llevé a Joe Arroyo para que cantara ese tema, pero cuando se lo solté me di cuenta que le faltara verraquera, no tenía la savia del folclor. Yo le dije: Joe más adelante vas a tocar otra cosa, porque este tema lo voy tocar yo, porque uno sabe la malicia y las ganas, porque ese tema es de malicia, entonces, grabé Las tapas. La primera vez que me bajé en Palmito en la variante, en una cantina, un muchacho me dijo: oye viejo Lisandro, de dónde vienes, le dije de Medellín. Acá te traje algo para que lo pongas y si te suena y le saqué el disco. Y lo pone, había como cuatro borrachos y se pusieron a bailar y lo pidieron varias veces, yo dije: esto va a ser un escándalo.

Lisandro Meza https://www.scoopnest.com/es/user/CaracolTV/990402788923527169-lisandro-mezaun-artista-que-logr-llevar-al-vallenato-al-otro-lado-del-mundo

E: ¿Cuántos hijos tuvo con ella? L: Siete, los mayores. E: ¿Cuáles son los nombres? L: Lisandro Meza Jr., José Luis, Bertha Lucía, cantante,

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Patricia, que es la administradora; Lina Meza, médica; Silvia Meza, la esposa de Lucho Ossa; Joche que es el cantante y músico, porque me acompaña en el acordeón.

Una vez fui a Cartagena a hacer una diligencia, sin saber que el disco estaba en apogeo, un 8 de noviembre y había un picó y sonó como cuatro veces. Dije, sí, me lo habían contado y no lo creía.


Una vez fuimos a Valledupar y estaba un tipo con la esposa. Escucharon en un picó Las tapas, pararon el carro y se bajaron a bailar los cuatros en la mitad de la calle. Ese disco llegó a Cartagena, a Barranquilla, a todas partes. Ese fue el gran éxito. E: Usted es conocido como el Rey de la Cumbia, es auténtico por su estilo y porque viene de una zona caracterizada por la cumbia, por su origen… L: Tengo una canción y un poema sobre los Montes de María:

Montes de María al pie de un palo de campano Montes de María allí hay un sueño provinciano, anoche tuve un sueño que me llenó de ilusión. Soñé que era un ricacho y que estaba echando bueno que era amigo del gobierno y me prestaban atención y consigo solución para todos los problemas que sufre la gente buena que vive allá en mi región. Montes de María al pie de un palo de campano Montes de María allí hay un sueño provinciano. E ¿Usted conoció a Andrés Landero? L: Sí, claro, mi gran amigo, lo sentí mucho cuando murió, era muy auténtico, así como hablaba cantaba. No grabamos nunca. E: ¿Usted conoció a los Gaiteros de San Jacinto, estuvo cerca de ellos? L: Mira cuando yo salía a las corralejas, a rebuscarme con mi grupo, con la guacharaca y la caja, la tumbadora y el acordeón, yo dejaba a los muchachos en cualquier cantina, tómense una cerveza,- mientras regreso. Yo acompañaba a tocar a Toño Fernández el gaitero de San Jacinto, salía a acompañarlos para aprender cómo se tocaba el llamador, el tambor, los instrumentos, para saber más del folclor. Yo

conozco los ritmos de la cumbia, del mapalé y el fandango, porque conozco la malicia y la tonada de cada instrumento. Tocaba el tambor y las maracas con ellos, para cogerle el son a la cumbia sanjasintera. Yo aprendí de los Gaiteros de San Jacinto.

La Miseria humana E: En el año 75 le puso música de Gabriel Escorcia Gravini y esa grabación sigue siendo muy escuchada. Cuéntenos la historia de La miseria humana, ¿cómo se acercó a este poema y le puso música? L: Una vez estaba en mi casa durmiendo y llegaron unos borrachos y se ubicaron en una terraza a cantar La miseria humana. Yo llamé a Luz, estás escuchando eso, tiene una profundidad, la letra. Yo nunca había escuchado, y quién canta eso; me dijo, debe ser uno que le dicen el Pisolo, que canta esas cosas. Luego me fui para la finca. A las seis de la mañana me lo encontré en un barrio que le dicen Tingale, le dije: ¡epa!, ustedes fueron los que no me dejaron dormir; me contestó: viejo Lisa, me deja para la botellita. Yo se las doy pero si me cantan de nuevo la poesía que cantaron anoche; me dijo, hasta diez veces te la cantamos. Me regresé, les compré la botella y traje la grabadora y les grabé la canción y me puse a escucharla. No sé a qué horas regresé a la finca, porque la estaba escuchando. Cuando regresé ya le tenía la música; como a las nueve de la mañana la tenía lista, porque eso era un poema que no tenía música. Yo grabé La miseria humana en tonada de poesía, 36 versos, me tuve que grabar la tonada de la poesía, porque es algo diferente.

Una noche de misterio, estando el mundo dormido buscando un amor perdido, pasé por el cementerio desde el azul hemisferio, la luna su luz ponía sobre la muralla fría, de la necrópolis santa en donde a los muertos canta, el búho su triste elegía.

Ensuncho de la Bárcena. Comunicador Social de la Universidad de Bogotá, Jorge Tadeo Lozano, Seccional del Caribe (2001). Autor de los libros “El Poeta en el Hotel” (2004) y “La voz desconocida. Del blog al papel” (2010). Actual estudiante del Máster de Escritura Creativa en la Universidad de Salamanca (España).

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Música de Carrilera Por Ofelia Peláez

Caratula de Lp grabado por Joaquín Bedoya Foto. Revista Porro y Folclor

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n los años 40 del siglo XX en Colombia aún no se fabricaban discos, entonces en Medellín había dos empresarios que los importaban cuando eran de 78 rpm pues todavía no se conocía el long-play, de vinilo, que lo creó la Casa Columbia en 1948. Eran los hermanos Ramírez Johns representantes de la Casa Columbia, y los señores De Bedout, de la Casa Víctor. Los discos venían en barco, algunos de México y otros de Camden, en Estados Unidos. Los encargados de esas importaciones tenían vendedores que los portaban en sus maletines para la venta. Estos empleados se conocieron como paqueteros. Fue en la época grandiosa del Ferrocarril de Antioquia, cuyo recorrido era de Medellín hasta Puerto Berrío; las estaciones tenían un encanto único, las bancas en el corredor del frente, el inmenso reloj,

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un surtidor de agua y la infaltable fonda o cantina; también había muchas bodegas y casas de gamonales. A esos establecimientos de las estaciones llevaban los paqueteros los discos de 78 rpm, que por lo general eran corridos y rancheras. De ese grupo de artistas, que fueron muchos, se recuerdan a las Hermanas Padilla, Chicho y Margarita, Los Madrugadores, Pepe y Chavela, Ray y Laurita, Lydia Mendoza y una larga lista de canciones que en México llamaban música campirana. Pero los barcos eran asaltados para robar material para los pertrechos de los combatientes en la Segunda Guerra Mundial y los importadores nuestros decidieron traer música del sur del continente, Chile y Argentina. Así nos llegaron, entre otros, Los Trovadores de Cuyo, el Conjunto América, los Hermanos Cáceres… A esta cantidad música se le empezó a llamar, un tanto despectivamente, música de carrilera, por lo del tren.


Una pequeña reseña del Ferrocarril de Antioquia que fue hecho con la dirección del ingeniero cubano Francisco Javier Cisneros. De Medellín hasta Santiago eran 17 estaciones; ahí los pasajeros descendían del tren y tenían que subir a pie, a caballo o en algunos vehículos al alto de La Quiebra y bajar a la estación de El Limón para recorrer otras 22 estaciones y llegar a Puerto Berrío. Todavía no se había hecho el túnel, que fue obra de Alejandro López y se terminó en 1929. El túnel tiene 3.7 kilómetros y fue una verdadera obra maestra de la ingeniería. A solicitud de López, sus restos reposan a la entrada del túnel en la estación de Santiago.

desuso y en los traganíqueles y emisoras el predominio fue la música campesina, la parrandera paisa… En Medellín había una estación de radio llamada La Voz de las Américas, propiedad del señor José Nicholls Vallejo que impulsaba esta clase de música, dirigida al campesinado. Este señor también era propietario de unos laboratorios y fundó un programa al que llamó Guasquilandia. En ese programa complacía los pedidos musicales que le hacían los campesinos para lo que debían enviarle una caja de alguno de los productos de su laboratorio. ¿De dónde viene el nombre del programa? Resulta que los campesinos utilizan para amarrar sus productos como quesitos, tamales y sal, unas guascas que sacan de las matas de plátano. Como ya la palabra carrilera había caído en desuso, a esta música se le empezó a llamar música guasca. Fueron pasando los años, nació otro género al que llamaron música de despecho y en la actualidad se le dice música popular. Lo curioso es que todos estos movimientos, llámense como se llamen, a excepción de la música que venía de Suramérica, son rancheras y corridos mexicanos, acompañados de mariachis.

Es una paradoja que los campesinos, los recolectores de café y agricultores, han escuchado por años la música del sur de continente y sobre todo, la de México que llegó con los discos de 78 rpm y además con el impulso que le dio el cine de ese país. Y la llamada música andina, (bambuco, pasillo, guabina y otros) ha sido citadina, hecha por Caratula del Lp grabado por Joaquín Bedoya compositores de la ciudad, músicos, Foto. Revista Porro y Folclor poetas e intérpretes; son cantos bucólicos inspirados en el arroyito, la montaña, los trapiches, en fin, todo lo concerniente Y llegó el llamado progreso y el fin del Ferrocarril de al campo. Antioquia, una de las más grandes hazañas de este departamento; tan meritoria, que la relojería suiza de La llamada música parrandera o campesina jamás entonces sacó una serie de relojes y cronómetros con la tenía vulgaridades; se caracterizó por una picaresca marca Ferrocarril de Antioquia. Entonces ya no viajaban muy bien lograda. Es bueno que las cosas evolucionen, los paqueteros, sino que las ventas eran en algunos que surjan nuevas voces y nuevos compositores, pero almacenes de esta ciudad y además ya se fabricaban sin caer en la procacidad. discos en este país; la palabra carrilera fue cayendo en Ofelia Peláez. Conferencista sobre bolero y música popular, jurado en varios festivales nacionales, escritora de varios libros entre los que se destaca: Alfredo Sadel, cuenta mi alma. Su historia, sus anécdotas, su discografía y fotografías inéditas, Invitada al programa El rinconcito de los recuerdos, de Radio Reloj – Q’hubo Radio, Caracol Medellín

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Corporación artística y cultural Canto Arena, 25 años de música caribeña en Medellín Por Luis Humberto Arboleda M

"…ni el libro ni la arena tienen principio y fin…"

Jorge Luis Borges El libro de arena

“La arena va sumando siempre…” –comenta Yeisme Romero cuando se le indaga por el nombre de la organización que fundó con otro grupo de aventureros por allá a finales del siglo XX– “…y la arena es referente de ese caribe mar-costa-playa…” en el que la fusión afro e indígena, es decir percusión-vientos, facilitó la construcción de una cultura inclusiva en las sabanas de los hoy departamentos de Córdoba, Sucre y Bolívar (sur). La Corporación Artística y Cultural Canto Arena emergió hace 25 años, efecto por lo menos de dos situaciones: el encuentro entre estudiantes de la Escuela Popular de Arte (EPA) que empezaban a interesarse por esa música y esas danzas de tradición afrocaribe y con la incursión frecuente para esa época de Totó la Momposina en Medellín, que ponía “de moda” en la ciudad esa mezcla de gaitas y bailes cantaos. Canto Arena, manifiesta Yeisme –guajiro él–, replicaba ese tipo de música y sobre ello empiezan a trabajar. Al preguntarle por el perfil de los integrantes de ese grupo que emprendía esta aventura manifiesta que las cantadoras eran antioqueñas lo mismo que buena parte de los músicos pues en Medellín gusta mucho la música caribe: temas como el Chandé, La candela viva y Tres golpes eran ya tarareados en rumbas de universitarios y, por demás, en la ciudad se habían conformado ya varios grupos de gaitas y tambores. Lo hasta aquí relatado refiere a sus inicios como grupo musical, que fueron respondidos con Corporación Canto Arena. Festival de Nacional de Gaitas Oveja Sucre. 2014 Foto. Yeisme Romero

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invitaciones al Festival Internacional de Poesía y a la inauguración de algunas estaciones del Metro de Medellín. Más adelante con la participación del grupo en festivales nacionales de porro pelayero en representación del departamento de Antioquia. En fin, que su consolidación como intérpretes va sumando… como la arena… Pero ahí no para la cuestión. En su afán por difundir esa cultura sabanera en Medellín y el Área Metropolitana empiezan a incursionar, ya como Corporación, en las áreas pedagógica, de promoción social y de investigación. Es por eso que emprenden visitas a instituciones educativas de Medellín, Bello, Girardota, Copacabana, Don Matías, Yarumal, San Jerónimo… y fundan su proyecto escuela que, en la Comuna 13, San Javier de Medellín, ha acogido a decenas de niños, jóvenes y adolescentes. Muchos de esos niños que participaron de su escuela hace 10 o 15 años hacen parte hoy del colectivo como intérpretes y/o como docentes de la propuesta pedagógica de la Corporación. Con respecto a esta propuesta pedagógica manifiesta Yeisme que Canto Arena “…no es sólo rumba… es propuesta de desarrollo integral…”, es decir que su enfoque de Taller Integrado de Artes –desarrollado en años anteriores por el Ballet Folclórico de Antioquia– que se preocupa por la iniciación musical, dancística y teatral, por la expresión corporal y por la lúdica y el juego libre, se ocupa igualmente por buscar solución a problemáticas a través del arte. Es por ello que dentro de sus procesos hay acompañamiento a nivel psicológico y cuentan dentro de su personal de apoyo con un profesional en desarrollo familiar.

Es decir que a clases van el niño y el joven, pero sus padres están atentos al proceso, ya que familia y escuela se conciben como uno cuando se trata de velar por el desarrollo integral de los beneficiarios directos del programa. Ahora bien, volviendo a la figura del sumar, es pertinente señalar que las juntanzas son otra clave de

su agrupación musical– participar en varias ocasiones en este evento de carácter nacional al que van siempre en representación del departamento de Antioquia y en el que, entre otras, han ganado puestos destacados en los diferentes concursos que se celebran en dicho evento. Por último, no podemos dejar de anotar que la investigación ha sido

Corporación Canto Arena Foto. Yeisme Romero

permanencia, de crecimiento en el tiempo de Canto Arena. Atendiendo a esto hacen parte de las redes Articulamos, Cultural Expresarte y de Arte y Cultura Comunitaria de la Comuna 13, San Javier, de la Agrupación Nacional de Gaiteros de Colombia y de la Corporación de Gestores Nacionales. Además de ello están en constante intercambio de saberes y de experiencias con otras organizaciones de la ciudad como las corporaciones Altavista, Festival del Porro, Recreando, Nuestra Gente y Canchimalos. De otro lado tienen relación con la Banda 14 de Septiembre, banda pelayera de Caucasia que ha tenido participación destacada en el Festival del Porro de San Pelayo. Con respecto a esta población, cabe destacar que tienen relación directa con personajes referente de su Festival, lo que le ha facilitado a Son Pelayero –nombre de

medular en su labor de proyección social y comunitaria, pues consideran importante transmitir a la gente algunos asuntos referentes a la música caribe y pelayera pues, nos dice Yeisme, para el común de la gente de Medellín todo lo que fusiona percusión, vientos y cantaos es chirimía. También han venido preocupándose por dar cuenta de su experiencia, labor que ha emprendido Eliana de León Ospino que, en su tesis de grado para la profesionalización dancística en la Universidad de Antioquia, desarrolló una sistematización sobre la experiencia de Canto Arena. Sin más e, indudablemente, faltando infinidad de cosas que contar sobre esta experiencia de un cuarto de siglo, felicitaciones a la Corporación Cultural y Artística Canto Arena en sus 25 años de vida.

Luis Humberto Arboleda Monsalve. Historiador e investigador

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Rapsodia Negra… Figura afro y trasegar por el folclor nacional Por Luis Humberto Arboleda M

¿Acaso dicen hoy los moribundos palabras perdurables que se transmiten como un anillo de generación a generación? (Esperanza y Pobreza)1 Walter Benjamín “No pretendemos grandes bailarines sino grandes personas” Romelia Grisales de Salazar.

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Doña Romelia Grisales de Salazar Foto. Corporación Rapsodia Negra

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acia finales de la década de los años 60 del siglo pasado llegó a Medellín, procedente de Abejorral –municipio del oriente antioqueño que linda entre otros con el departamento de Caldas– doña Romelia Grisales de Salazar. ¿Motivo? Probablemente como efecto de nuestro bisecular conflicto interno o, tal vez, en busca de nuevas oportunidades para su joven familia2. Para entonces ya venía en acelerado poblamiento el suroccidente de Medellín. Llegaron a lo que hoy conocemos como Belén Las Violetas, barrio que ya hacia 1930, contaba con una casa, fonda caminera que, según José Moncada (presidente de la Junta de Acción Comunal en 2015), era parada obligada de los arrieros provenientes de Ebéjico.

1 file:///d:/downloads/cuatro_textos_sobre_filosofia_walter_beN%20 (2). Pdf --- Cons. 04-05-2020 2 Uno y otro causal dan cuenta del acelerado crecimiento demográfico que experimenta la ciudad de Medellín a lo largo del siglo XX, es decir, entre la Guerra de los Mil Días y la confrontación entre las mil bacrines, guerrillas, paracos, fuerza pública del Estado… que engalanan los titulares de prensa de nuestra actual cotidianidad

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La vía del convite, bastante común en la génesis de los barrios marginales de nuestras ciudades, fue el escenario de socialización que recibió con el alma abierta a esta familia de campesinos procedentes de tierra fría. Por historia de dichos procesos de poblamiento sabemos que esta práctica es la vía expedita por la cual los mezquinamente denominados pobres históricos acceden a los servicios básicos domiciliarios en los territorios que conquistan –para la década de los años sesenta, según testimonio brindado en el programa Camino al barrio ya citado, los Cuerpos de Paz norteamericanos (Alianza para el Progreso instaurada por el entonces presidente de Estados Unidos John F. Kennedy) habían contribuido con la instalación del acueducto y el alcantarillado en este sector de la ciudad–. Sabemos también del convite que es una práctica solidaria –el bien común es su propósito– que propicia la generación de redes de empatía entre migrantes procedentes de diversas latitudes, cada uno de ellos portador de saberes que pone al servicio de la empresa de construcción barrial.


Los primeros pasos Resulta que doña Romelia Grisales traía entre sus enseres un tiple3–con el que zurriagaba bambucos y pasillos en las fiestas de su padre con sus amigos– y entrada en diálogo con la Junta de Acción Comunal, les manifestó su intención de dinamizar el comité cultural de dicha entidad. Asumida dicha disposición reunió a varios de sus nuevos vecinos para preparar su participación en las procesiones de la Semana Santa en 1969. Para ello, obviamente, emprendieron los ensayos y, según testimonio de Marina Salazar4 (hija de Romelia Grisales) les gustó lo del grupo y siguieron ensayando. Ya instalados –barrio y, por decir algo, preproyecto de vida–, Romelia salió al ruedo de su nuevo hábitat y buscó un contacto en Edúcame –entidad que operaba como Secretaría de Educación de Medellín– en donde trabajaba una persona conocida de su familia. Su intención era conseguir apoyo para el grupo que había empezado a ensayar para acompañar la Semana Santa en Belén Las Violetas. La EPA –Escuela Popular de Arte– 3 Guitarra pequeña de voces muy agudas, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE). El tiple se considera el instrumento nacional de Colombia. Se utiliza en el acompañamiento de ritmos típicos del interior del país como el bambuco, pasillo, torbellino, danza, rumba criolla, vals, rumba carranguera, merengue campesino, polca, fox trot, contradanza, marcha y guabina. También se usa como acompañante de la tradicional trova antioqueña (canto repentista o improvisado). El tiple ha sido reconocido como instrumento musical solista: como melódico (a la manera como se interpreta en el altiplano cundiboyacense y en el departamento de Santander, con plectro o púa, requiriéndose el acompañamiento de otros instrumentos) y como solista autónomo que hace melodía y armonía simultáneamente. (Wikipedia) 4 Entrevista a Marina Salazar y Pastor Oquendo, realizada el 19 de septiembre de 2020 por Humberto Arboleda.

estaba en su furor. Tras esta gestión les facilitaron un profesor de danza procedente de allí, Tony Tapias, formado él en danzas del Caribe. Ese grupo que empezó a ensayar para las procesiones de Semana Santa se dispuso entonces a aprender de un hombre cargado de espíritu caribeño. Además del tiple y del grupo –todos vecinos de Belén Las Violetas, incluidos los hijos de doña Romelia, todos partícipes activos del proyecto–, contaban con mucho ánimo y un taburete de cuero –que funcionaría como tambor–, uno más de los enseres traídos por doña Romelia desde Abejorral.

El nombre como identidad Con Tony Tapias consiguieron entonces, además del acompañamiento profesional en lo atinente a música y danza, el perfil formal de su proyecto, incluido el nombre: Rapsodia Negra5. En principio sería denominado Grupo de Danzas, más adelante se presentaron como Proyección folclórica y, por último, acudieron al apelativo de Corporación Cultural Rapsodia Negra, nombre con el que actualmente se presentan ante la ciudad y el mundo. Aquí resulta interesante señalar una paradoja: doña Romelia es una mujer proveniente de Abejorral (oriente antioqueño), cuna de tradición conservadora en la que sus habitantes se consideran de raza blanca; por demás, el recorrido artístico de doña Romelia hasta llegar a Medellín estaba impregnado de andinismo –tiple y ritmos propios de las montañas de nuestro país…– y quedan entrampados –en el buen sentido– en un proyecto artístico con perspectivas afrocaribes. 5 Secuencia de Movimiento Negro

Semillero de la Corporación Rapsodia Negra foto. Corporación Rapsodia Negra

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Es lo que se encontraron –diría uno como observador– en el afán de tener el apoyo para un proyecto artístico en ciernes. El caso fue que empezaron a caminar a ritmo de influencia EPA6 y lo de Caribe trascendió, ya que durante su trasegar se presentaron con experticias musicales y dancísticas propias de todo el territorio nacional.

(España) en donde entregaron un mensaje de civismo a través de la danza. En 2015 hicieron una correría por cinco municipios del Estado de Guanajuato (México), promoviendo el folclor colombiano dentro de las fortalezas aztecas. Hoy, hacia 2020, después de 50 años, el legado de Romelia Grisales de Salazar permanece en pie como empresa familiar, siempre dentro de las entrañas de Belén Las Violetas.

Son 50 años de trabajo Volvemos al recuento cronológico de esta experiencia nacida en puntos de quiebre político y cultural en este planeta tierra7. Tendremos que hacia 1974 participarían como grupo de danzas en los desfiles de Silleteros y de Mitos y Leyendas. En este último tomaron participación permanente hasta mediados de los años ochenta en que el formato de convocatorias cambió al de concurso sujeto a los quereres de un jurado. En este punto es importante señalar que su participación en Mitos y Leyendas los llevó a la necesidad de incursionar en el tema de comparsas. Aquí fue fundamental el acompañamiento de Fernando Londoño como director artístico y la participación activa de los hijos de doña Romelia en lo que se ha ido configurando como empresa familiar. Efectivamente hay dos asuntos importantes a señalar: el primero fue que estuvieron guiados desde sus inicios por la autofinanciación, es decir que a través de la venta de empanadas y de bingos bailables levantaron los recursos para mantener en pie su aventura; el segundo es que para el tema de comparsas, Marina Salazar, hija de Romelia, fue quien se puso al frente de la elaboración de vestuarios (aún hoy cumple dicha labor). Una vez posicionados como grupo empezaron sus correrías por municipios de Antioquia y del país y en 2009 tuvieron la oportunidad de viajar con una pareja al Foro Universal de las Culturas en Barcelona 6 Entre sus acompañantes (directores) artísticos posteriores a Tony Tapias estaban, provenientes de la EPA, Alberto Ríos, Estella Lizcano y Daniel Marín. Este último habitante de la Comuna 13, San Javier y, por demás, proclive a la música de percusión. 7 En mayo y agosto de 1968 los jóvenes en París y Praga –y el mundo– expresaban algo así como que aquí estamos como seres actuales y actuantes exigiendo nuestros derechos, acogiendo tal vez la voz de un hombre negro, Martin Luther King, que venía revelando (revelándose) en alta voz asuntos concernientes a los derechos civiles de esa inmensa minoría de negros estadounidenses… Cambios que imprimen infortunio a las castas diría uno. Un año después, julio de 1969, vulneraremos la luna.

Luis Humberto Arboleda Monsalve. Historiador e investigador

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Homenaje a la fundadora del grupo Rapsodia Negra doña Romelia Grisales Foto. Corporación Rapsodia Negra

Referencia bibliográfica Camino al barrio EPM, 24 de junio de 2015. Belén Las Violetas barrio querido. https://www.youtube.com/watch?v=XsyILs2Q2Qo – Cons. 28-10-2020 Entrevista a Marina Salazar y Pastor Oquendo, realizada el 19 de septiembre de 2020 por Humberto Arboleda. file:///d:/downloads/cuatro_textos_sobre_filosofia_walter_beN%20 (2).Pdf --- Cons. 04-05-2020 Mizzau, Carla. El impacto del Cuerpo de Paz en Colombia en el período 19611981. “Con todo lo básico ya definido, se lanzaron los programas piloto entre agosto y septiembre de 1961, siendo Ghana, República de Tanganica (hoy Tanzania) y Colombia los países elegidos para ello…” (p. 54) https:// dspace.cuni.cz/bitstream/handle/20.500.11956/102803/120310968. pdf?sequence=1 --- Cons. 27-10-2020


El legado de

Baltazar Cárcamo Rivera Con la banda 14 de Septiembre Por Marcos Fidel Vega Seña

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osiblemente al ciudadano promedio de Colombia, de cualquier edad, el nombre de Baltazar Cárcamo Rivera no le diga nada, porque a pesar de su entrega a engrandecer la cultura de Colombia, a pesar de que le entregó su vida a la música y ofrecer alegría a más de una generación, el ruido de los medios de información no lo perseguía. Este escrito es un homenaje a su legado. El maestro Baltazar nos dejó el 23 de junio del presente año (2020) y con su partida no se cierra una página de la música, sino que se abre la posibilidad de que su memoria sea motivo de recordación para quienes estuvieron a su lado y conocieron su lucha por preservar la tradición de la música de banda. Había nacido hace 79 años en el corregimiento de Margento, un caserío a orillas del río Cauca, en jurisdicción de Caucasia, al norte de departamento de Antioquia. Hace 40 años conformó la Banda 14 de Septiembre, una organización musical que se convirtió en emblema de la música del Caribe y un patrimonio cultural de los caucasianos. Según, Alexis, uno de sus hijos y artista que interpreta gaitas, la banda se llama así porque “el 14 de septiembre es el día del Cristo de la Villa. Mi papá cuando estaba más joven, por ahí de 16 o 17 años, tuvo un inconveniente de salud e hizo una ‘manda’ (una petición, promesa) al Cristo de la Villa y con esa ‘manda’ él pudo tener mejor salud. A raíz de eso, él decidió ponerle a la Banda 14 de Septiembre, en honor al Cristo de la Villa”. De acuerdo con su relato, su padre “había hecho parte de la Banda de San Jerónimo de Ayapel, de la Primero de Marzo y también acompañaba a la Banda de San Luis, es decir, él venía ya con mucha trayectoria antes de conformar su propia Banda”.

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Banda 14 de Septiembre. Baltazar Cárcamo Foto. Revista Porro y Folclor

También cuenta que los logros destacadas fueron que “en el año 1996 la Banda 14 de Septiembre fue galardonada con el primer puesto en bandas profesionales, en Sincelejo; en Festival de Porro también obtuvo primer puesto… segundo, tercer puesto… En Planeta Rica, en Barrancabermeja y por toda la nación. Estuvimos recorriendo con la Banda en corralejas y en festivales y recibimos muchos premios”.

La primera banda pelayera de Antioquia Otro de los hijos del maestro Cárcamo Rivera que heredó su vena musical es Elkin. Es Licenciado en música de la Universidad de Antioquia; docente de la Orquesta Sinfónica y trompetista, pues su fuerte es este instrumento. Ha dirigido en varias ocasiones agrupaciones en Antioquia: Vegachí, Anorí, Turbo, Yarumal y Valdivia, entre otros municipios. Según sus palabras, la Banda 14 de Septiembre en Caucasia no solo representó y representa a Caucasia, sino que representa a Antioquia.

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“De hecho, hay que remontarse a la historia y la primera banda, óigase bien, la primera banda de porro tipo pelayera fue la banda 14 de Septiembre de Caucasia. Fue la primera banda cuando empezamos a reconocernos como territorio inmenso, porque Antioquia anteriormente no se reconocía como un territorio inmenso, entonces yo le decía a Yeisme Romero que hay gente que no sabe que Antioquia tiene mar y así como hay gente que no sabe que Antioquia tiene mar, hay gente que no sabe que tiene una banda pelayera, que fue la primera”. Según su información, la 14 es emblemática porque empezó a marcar y a buscar una identidad cultural. “Mi papá tenía una trayectoria muy larga e hizo parte de la Banda 19 de Marzo (Laguneta), que es de las bandas más destacadas en el departamento de Córdoba. Entonces en esa época lo contrataron en la Alcaldía de Caucasia porque era la persona más idónea. Es cuando empieza todo este movimiento en


Caucasia y al día de hoy, en todo el Bajo Cauca…, todo el Bajo Cauca escucha porro. Y Gracia a Dios todo eso, hoy en día en Medellín existe este Festival. Yo diría que la Banda 14 de Septiembre no es solamente una cuestión de Caucasia. Es una Banda que llega a tener un reconocimiento de todo el departamento. Sabemos que Antioquia es un territorio diverso, es una tarea que tenemos. incluso con mi papá cuando él estaba, siempre luchamos por eso, pero no es fácil tener el reconocimiento de la Alcaldía, no es fácil con los mandatarios de turno”, explica Elkin.

Pero Romero Fuenmayor no se queda allí. Advierte que “es una falencia que tenemos también nosotros como asesores culturales y es mirar cómo el Ministerio de Cultura, cómo la nación y cómo los mismos departamentos, porque tienen la autorización, valoran estos procesos culturales en los territorios. Porque la Banda 14 de Septiembre tiene 40 años, es la primera banda del Municipio de Caucasia y la que está generando otros procesos porque el maestro Baltazar ya venía participando en otros eventos y a través de la 14 de Septiembre empezó a construir cultura. Se fueron dando otros procesos y se fueron generando más bandas”. Un detalle curioso es que la Banda 14 de Septiembre aparece en la vitrina de una de las multinacionales distribuidoras de música en el mundo. Sobre las regalías que se pueden recibir al respecto, Elkin aclara: “Mira, en cuanto a eso la verdad es que es triste decirlo, decir eso porque realmente nosotros como familia… Mi papá falleció en medio de esta catástrofe que estamos viviendo en el mundo y Sayco es el primero que se nos quita, porque mi papá pertenecía a Sayco, fue un socio activo y tenía sus derechos, y no. Sayco nos sacó por la tangente porque lamentablemente para todos los que sufrimos esta pandemia todo fue volátil. A mi papá le reconocía pero muy poco. Sayco es una empresa que toca mirar”.

La reina de San Pelayo

Maestro Baltazara Cárcamo Foto. Alexis Cárcamo

Apoyos que no llegan En el asunto de los apoyos a agrupaciones como la 14, Yeisme Romero Fuenmayor, que ha dirigido por muchos años la agrupación Canto Arena, refuerza lo dicho por Elkin: “Conocemos que de Caucasia para allá o de Tarazá, donde empieza a haber todo este movimiento de bandas, ha sido difícil el sostenimiento, el acompañamiento y el respaldo de los municipios. También ha sido muy tenaz. Yo estuve hablando con Baltazar alguna vez y él nos decía que había que perseguir al alcalde y a algunos de los mandatarios para poder recibir algún apoyo para representar a Caucasia en otros eventos a nivel nacional”.

En 1996 la Banda 14 de Septiembre de Caucasia se coronó como la ganadora del Festival del Porro en San Pelayo, una proeza para una banda antioqueña. Alexis cuenta la experiencia de la siguiente manera: “Hay que recordar que la Banda 14 de Septiembre siempre ha sido destacada en San Pelayo. Ocupaba segundos, terceros lugares. Pero no nos daban primer lugar. En San Pelayo siempre nos decían: ¡qué se lo va a ganar un antioqueño!, vallenato, cosa rara porque en esa época el vallenato no tan nacional como el porro. Nosotros los antioqueños, cachacos, irnos a ganar un Festival Nacional del Porro y siempre segundo, tercero. Hasta que por fin en el año 1996 la Banda se fue muy bien preparada y aclaro que había muchas bandas muy buenas; de hecho, la competencia era con la Banda Santa Lucía de Arache, corregimiento perteneciente al municipio de Chimá, corazón de los Zenues, en Córdoba. La competencia era entre la 14 de Septiembre y la Santa Lucía de Arache. El primer lugar estaba entre esas dos

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bandas. Entonces, ¿cómo le ganamos nosotros a la Santa Lucía? Porque en esa época, todavía existe eso, se juega a la balota. Las bandas profesionales se juegan a la balota. El director mete la mano a una bolsa y saca un tiquete que tiene un número y ese número corresponde a una lista que ellos tienen de porros tradicionales; entonces mi papá ese año montó un tema que se llama Lunas de Mocarí. Yo ese tema ni lo conocía… Lo conocían los maestros viejos y mi papá había tenido la oportunidad de haberlo estudiado y ese año lo montó en la banda. Es un porro tapao y se dio la coincidencia, entonces ganamos. Mi papá sacó la balota y el número coincidía con el tema Lunas de Mocarí y nosotros tocamos el tema y la Banda de Arache sacó otro tema, pero nosotros hicimos mejor interpretación y el jurado eso fue lo que decidió y nosotros ganamos”.

Caratula del Lp grabado por la Banda 14 de Septiembre de Caucasia Antioquia Foto. Yeisme Romero Fuenmayor

Un perfil de nobleza Para Alexis, su papá se caracterizó por ser una persona muy amiga, una persona muy humanitaria. “Inclusive él en los últimos años estaba viniendo mucho acá a Medellín e hizo amigos. Era una persona con una sonrisa siempre en sus labios. Para ver a mi papá bravo era una cuestión rara. Tenemos una experiencia muy bonita. Aquí hay muchos músicos que conocieron la trayectoria de mi papá y él siempre quiso tocar ranchera. Amaba la trompeta, era su vida, igualmente la música de banda. Es un ícono de la costa caribe; es uno de los músicos más emblemáticos y representativos de toda la costa junto al maestro Miguel Emiro Naranjo, todos

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desaparecidos ya. Ricardo Hernández, trompetistas y directores de bandas; Armando Contreras… Mi papá fue un trompetista que cuando íbamos a los festivales era de los más reconocidos. Para el arte de Colombia, de Antioquia, de Caucasia y del mundo es un artista ícono de ese folclor, digamos que era un trompetista excepcional, pienso yo. Era una persona incansable, luchador por su música, siempre con esa alma, esa alegría que lo caracterizaban a él y a su trompeta. Es un grande de la música folclórica”. Yeisme Romero Fuenmayor piensa se fue una biblia de la música, “una de las eminencias de las bandas pelayeras, un ser humano impresionante. Baltazar era una persona siempre alegre, que lo que más le gustaba era tocar, incansable porque si uno le decía: vamos a tocar cuatro días, él tocaba cuatro días porque cuando tocaba era feliz y tocaba. Siento que se pierde una eminencia porque mucha de su música apenas estaba siendo grabada; tiene amplio reconocimiento, pero deja un material ahí también y deja una tarea para todas las generaciones que vienen detrás de él. Antioquia pierde un gran trompetista y pierde un gran músico y pierde un gran ser humano y siempre lo hemos manifestado. Esperábamos los homenajes en vida porque desafortunadamente los homenajes siempre llegan cuando no se necesitan, cuando la persona fallece”. Romero Fuenmayor insiste en que los homenajes sean en vida porque es necesario reconocer en vida a esos grandes maestros; “porque sabemos que para ellos se vuelve algo muy significativo, en sus últimos momentos, saber que se les reconoce todo lo que hicieron, sembraron y cosecharon, mucha música, mucho legado musical. Formaron a un montón de gente, compartieron en un montón de espacios, de rondas de fandango, de encuentros, de fiestas. Todas esas cosas creo que se valoran y la partida del maestro Baltazar deja un hueco, deja un vacío como tal en la Banda porque nosotros tocábamos con él en otros espacios de sones pelayeros con la 14 de Septiembre; nos encontrábamos y departíamos con él en el Festival del Porro acá en Medellín cuando venía, cuando tocábamos en otros eventos, incluso con la Alcaldía de Medellín y siempre por ejemplo, de mi parte, departimos con el maestro Baltazar, haciéndole reconocimiento al director de la Banda 14 de Septiembre, ese gran músico y creo que lo que debemos seguir haciendo nosotros como gestores culturales, los hijos también, músicos aún activos, compartiendo ese legado y creo también que falta que la institucionalidad del departamento, hasta el mismo Ministerio de Cultura, empiece a reconocer todo ese legado que dejó el maestro Baltazar”.


En el Festival del Porro en Medellín Alonso Franco Londoño, director de la Revista Porro y Folclor, recuerda una anécdota con el maestro Baltazar: “Yo estuve en la organización del Festival del Porro y dijimos: vamos a buscar bandas pelayeras. Nos contaron que en Antioquia había una banda Pelayera y nosotros obviamente como cachacos a veces no creemos en esa riqueza cultural que hay en Antioquia y no creíamos que en Antioquia, y en Caucasia específicamente, hubiera una banda. Viajamos y nos encontramos con la sorpresa. El maestro Cárcamo nos recibió en su casa. Alexis estaba muy joven y tenía un grupo de gaitas (pito y tambor) y le hicimos una invitación al maestro para que viniera al Festival del Porro aquí en Medellín y él aceptó. Es más, en esa época el aporte no era casi mucho. Yo creo que apenas le ofrecimos el transporte, la alimentación y el hospedaje y un aporte mínimo. Pero a mí no se olvida porque en el viaje de vuelta a Caucasia, ese día, creo que hubo un problema en la Terminal de Transporte y no había bus para llevarlos allá y nosotros nos acercamos al maestro y le dijimos el inconveniente que teníamos, que no teníamos el transporte y el maestro, con su voz que siempre tenía, nos dijo: -"Consíganme cualquier transporte que yo me voy para Caucasia". “Y a mí nunca se me olvida que conseguimos un furgón y le dijimos que no conseguimos sino un furgón y él nos dijo: ‘Yo me voy en ese furgón, no se preocupen, yo me voy en ese furgón’ y el maestro se fue en ese vehículo. A mí no se me olvida nunca esa imagen porque lo mandamos en un furgón a Caucasia y en unas condiciones inadecuadas, pero el maestro aceptó porque nos dijo muy claramente: ‘Yo sé cómo son ustedes, como trabajaban, no tengo inconveniente, mándenme en un furgón que yo no tengo inconveniente, yo me voy para Caucasia en esas condiciones’. El maestro era de esa calidad humana, de esa humildad, de ese carácter tan humilde y de aceptar las cosas de la forma tal que siempre trabajaba con la gente así”.

Una escuela como legado Para la familia del maestro Baltazar, músicos todos, la Banda 14 de Septiembre seguirá. Elkin dice que “todos hicieron parte de la banda y no sólo hermanos de mi papá, también los hermanos de mi mamá, Ana Rita Méndez, porque impregnó a toda la familia. De hecho, quienes conforman la Banda Nueva Integración es mi tío Omar y Argemiro Castro, que son hermanos de mi papá. Rubén, que es sobrino de mi papá”. Alexis refuerza esta idea y expresa que la Banda va a continuar, porque es un proyecto y se tiene la idea de trabajarlo desde Medellín en integración con Caucasia. Para Romero Fuenmayor el mejor homenaje a su legado sería una escuela de música tradicional llamada Baltazar Cárcamo y es un sueño para el que van a empezar a trabajar de la mano de la familia y de los amigos. “El lugar no importa, en Caucasia o en Medellín; lo importante es que se haga, que se realice, porque es un sueño que tenía también Baltazar, tener una escuela para seguir formando y para seguir sembrando el amor por la música. Yo creo que otra de las propuestas también es recopilar toda la información que se tiene del maestro Baltazar. Hacer un archivo histórico prácticamente de su legado, de su música, con quiénes tocó y dónde intervino, porque él, además de la 14 de Septiembre también participó y tocó con otras bandas. Entonces es tener esa recopilación, ese archivo histórico, todo lo que nos compartan algunos de los amigos que cuando llegaron a la 14 se encontraron con Baltazar ahí”. Según la familia, el Maestro dejó unas 45 canciones inéditas de las cuales hace poco se hizo una producción discográfica. Se llama Mi sombrero vueltiao, autoría de Cárcamo Rivera. Y de esas 40 y punta se alcanzaron a grabar en ese disco 14. El reto ahora es que se conozca ese legado y no se quede en el olvido.

Banda 14 de Septiembre del maestro Baltazar Cárcamo Foto. Yeisme Romero Fuenmayor

Marcos Fidel Vega Seña. Comunicador social, periodista y magister en educación de la Universidad de Antioquia

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Pal' Lereo Pabla, bullerengue para el mundo

Por Marcos Fidel Vega Seña

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uando La Payi llegó a María La Baja, procedente de El Florido, un caserío en jurisdicción de San Juan de Nepomuceno (departamento de Bolívar), supo que allí podría desplegar sus dotes artísticas. Arribó en brazos del bullerengue, pues su madre y su abuela eran ya unas matronas de este ritmo, patrimonio de nuestras mujeres y fortín de identidad de la belleza africana en este continente de mestizos. Eso marcaría para siempre la vida de Pabla Flores González, La Payi, pues la suerte estaba echada: no podría ser sino cantaora de bullerengue, pues María La Baja, en Bolívar, es uno de los municipios emporio y referente de este ritmo en Colombia. Es la directora y cantadora de la Corporación Pal' Lereo Pabla, un colectivo que nació hace seis años, en 2014 y cuya génesis está en la Corporación Cultural Son de Tambó. Pabla cuenta que en esa época el bullerengue no era como hoy lo hacen los grupos llamados de proyección, dado que solo se cantaba en fechas especiales. “En ese entonces no se decía bullerengue; se decía

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Festival Departamental de Bandas de Bolívar, Pabla Flores Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

fandango de lengua. Entonces salían a buscar a todos los compañeros, se encontraban en un lugar y de ahí arrancaban a seguir buscando a los que les gustaba el bullerengue1”. Los instrumentos que se utilizaban eran “el llamador, el tambor alegre y las palmas de las respondonas, porque se decía respondonas, no coristas sino respondonas”. También había hombres que hacían versos. “Y todo el que sabía versiar - versiaba. Entonces, eso se formaba un grupo de hombres”, pues para Pabla “toda la vida los hombres han cantado bullerengue”. Las fechas especiales en que se cantaba el Fandango de Lenguas eran “el 25 de noviembre, Santa Catalina, 24 de Pascua, que era en diciembre; el 25 de diciembre también; el 24 de San Juan, que era en julio. Yo crecí viendo cantar a mi mamá y mi bisabuela en El Florido. Mi bisabuela era una señora que doblaba tabaco sentada en una maríapalito, que la llamaban pera o algo así ” 1 Entrevista realizada a Pabla Flores el 27 de septiembre de 2020. Por Alonso Franco Londoño y Marcos Vega Seña.


La vida en la casa Pabla Flores habla con sencillez de su época en el campo y cómo aprendió a leer y la vida familiar que llevaba. Según lo narra, ella tuvo 11 hermanos y una tía le colaboró a Eulalia en la crianza de la prole y en las lides del hogar. “Ella estuvo siempre al lado de mi mamá y le colaboraba con los hijos y con la alimentación porque esa vida era muy dura. Entonces mi mamá, cuando estaba embarazada de mí, decidió ponerme Pabla, por el nombre de su hermana que se llamaba Pabla González Bello. Entonces, como yo era niña entonces me decía Pally. Cuando mi mamá me llamaba así, yo respondía y sabía que no estaba brava. Pero cuando mi mami decía Pablina, ven acá, yo ya sabía que estaba brava”.

Las primeras letras

vendía las verduras tenía también su tiendita y ahí mismo me compré mi cuaderno, compré mi cartilla y mi lápiz y me fui para el colegio. Cuando ya estaba allá me enseñó la cartilla al derecho, al revés, saltiada. Después ella me puso en el libro número uno. También le pasé el libro número uno. Cuando ya vino el libro número dos, ya ella hasta ahí, como que también quedaba corta. Entonces, ella agarró y me llevó donde otra profesora en el colegio del Banquito para que me diera clases, pues ya estaban más adelantada. Se llamaba Petrona Torres”.

La señora Magola de Castelar fue decisiva en la vida de Pabla. Ellas dos hicieron un pacto. “Yo no sabía leer. Usted sabe cómo era la vida del campo antes, muy dura. Mi mamá andaba vendiendo pescao, mi papá ganándose un jornal de trabajo y antes no había tanta preocupación en los hogares de que los hijos estudiaran. Yo veía a las otras niñas que estudiaban, entonces yo quería estudiar. Un día se formó una pelea entre las niñas en el colegio de Banquitos y Magola Castelar vendía guineos, eso fue en el recreo, era la merienda para el recreo”. Cuando Pabla vio que en medio de la pelea empezaron a caer guineos, decidió ayudar a la señora Magola a recogerlos “para que ella me regalara los que se machacaban y yo le dije: yo quiero estudiar y ella, ¿sí?, ¿quieres estudiar? Y le contesté: “sí señora, yo quiero estudiar, así como están los niños aquí”. Ella me dijo: vamos a hacer una cosa, si tú vas conmigo todos los domingos al culto yo te enseño a leer, pero eso sí, tienes que comprar tu cuaderno, una cartilla y un lápiz” En el relato, Pabla recuerda que había una señora que vendía verduras y se puso a venderlas. “Antes las verduras se vendían como envueltas en un vasito y en las ensaladas se picaba un pedacito de cada cosa: de zanahoria, de remolacha, de cebolla y se echaban en la bolsita y uno vendía esas verduras así y yo me puse a vender eso y enseguida de la señora que

Caratula de LP de Pabla Flores Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

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Las enseñanzas de la vida Petrona Torres, dice Pabla, le tomó mucho afecto. “La señora hacía bollos para el desayuno de su casa. Todos los días pilaba maíz. Entonces yo le decía: yo me quedo y le ayudo a pilar maíz para que usted me ayude a aprender a conjugar por ejemplo ere, la erre y a hacer las sumas, las restas, la multiplicación y entonces a raíz de eso yo le ayudaba a pilar maíz y ella me enseñaba. Mi mamá me preguntó por qué yo llegaba tarde, entonces le dije: mamá, yo voy a llegar tarde porque la señora Petrona me va a enseñar a hacer repaso de lo que yo no sepa y yo le ayudo a pilar maíz y así. Después, la señora Petrona también me quedó corta, entonces agarró un pedacito de cartulina rosada, puso mi nombre y había un colegio de primaria que era de las monjitas. Ella misma fue y me matriculó. Mamá no tuvo nunca que ir a matricularme. La misma profesora al ver la experiencia que yo tenía para hacerle las cosas, se encargaba y me matriculaba y así aprendí yo las letras que hoy sé.

Pero me quedé corta; hoy no soy una profesional no porque mi mamá no quiso ni mi papá, porque después llegó la Reforma Agraria a María La Baja y a mi papá le entregaron una parcela con su yegüita, le dieron sus vaquitas y ya mi papá sacaba lechecita, ya la vida fue cambiando, entonces mi papá sí quería que yo estudiara porque a mi papá le traían informes de lo buena que era yo en el colegio. Yo decidí que ya no iba a estudiar más porque una amiguita tenía una abuelita en Caracas y le traía ropita y yo estaba mal de ropita entonces yo me sentía incómoda porque ella tenía ropita y yo no y decidí abandonar el estudio e irme a trabajar a Cartagena a la edad de 13 años, que fue algo muy loco. Mi papá cogió tanta rabia. Me tiró un palo de leña que si me agarra me parte las piernas, porque yo no quería estudiar y la profesora venía a donde mi papá y le decía: ay por favor, haga lo posible pa´ que Pabla vuelva al colegio, Pabla es buena alumna, es respetuosa, nunca pone problema, mire que ella nos sirve de ejemplo para las otras niñas. Y yo nada Cuando yo estaba en la calle me agarraba pa´ otra calle pa´ que no me conocieran. Por eso quedé así…”

Pabla Flores con Etelvina Maldonado. Festival Nacional del Bullerengue 2019 Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

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Corporación Pal' Lereo Pabla en el Festival Nacional del Bullerengue 2019 Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

Doña Eulalia y su legado Pabla se refiere ahora a lo que el destino le deparaba. Cuando empezaron a morir algunas cantadoras, doña Eulalia empezó a preocuparse por la permanencia de su dinastía y la tradición bullerenguera. “Mi mamá quería dejar ese legado en mí, que yo cantara porque se preocupaba de que ya no tenía compañeras y ella estaba sola y era quién cantaba bullerengue tradicional”. Un día se sentó a su lado y le dijo: “así se canta. Solamente y yo le hice una pregunta, usted compone versos, hace bullerengue, ¿cómo es eso? Ella me contestó, mija, bullerengue es tonada; cuando tú tengas la tonada, puedes hacer los versos que quieras sobre de esa tonada. Y yo me confundía, me ponía la cabeza grande. Pero un día en el baño me puse a crear una alabanza a Dios y de ahí enseguida se me prendió el bombillo. Y yo ¡epa!, así es el bullerengue, como dice mami, es tonada pero aquí es con melodía, pero acá es una tonada”. Es lo que se llama el bullerengue y en la música clásica ya es melodía. Entonces yo empiezo

a imaginarme cómo podía yo cantar bullerengue” Así inicia su vida en el bullerengue. Acerca de qué la mueve a cantar, ella destaca que se inspira en una palabra “y en esa palabra veo que hice una rima, porque lo más difícil para componer el bullerengue es la tonada que no se parezca a la de la otra cantadora, eso es lo más difícil, pues uno hasta en la conversación a veces hace versos”.

Un compromiso social La expresión contundente de Pabla que el bullerengue es un compromiso social, le salió de su espontánea y grácil vida caribeña. Lo dijo en una noche de alegría en el marco del Festival de Bullerengue en Puerto Escondido. Hoy cree firmemente en esa verdad: “el bullerengue es un compromiso social porque todo lo que nosotros hacemos bien hecho es para toda una sociedad, una comunidad entera y de esto se compone lo social, de esa comunidad, la cual uno todos los días, cada vez que

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Pabla Florez y el grupo Pal'Lereo. María La Baja Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

uno pueda está integrando con esa comunidad. Cuando uno hace lo que a la comunidad le gusta ya uno tiene un compromiso social con esa comunidad. Mi compañero y guía Elquin Antonio Retamozo y yo seguimos con esa meta del compromiso social y por eso estamos haciendo bullerengue con rondas tradicionales para los niños, donde nace el proyecto de la escuela de Eulalia González Bello. Ya de esa palabra mire todo lo que se va generando y lo que se irá a generar… y eso me tiene comprometida. Decir esa palabra me comprometió a que es un compromiso social y tengo que estar frente a esa sociedad”.

Con la pandemia, bullerengue para el mundo Para nadie es un secreto los cambios generados en la sociedad mundial con la aparición del Covid-19 y su pandemia. La música y sus eventos, como conciertos y festivales, tuvieron que migrar a formatos digitales y transmisiones por plataformas con la esperanza de que los usuarios se conectaran e interactuaran con los artistas. Para Pabla y su grupo fue y es una oportunidad de llegar con el bullerengue al mundo. Dice Pabla que si bien es cierto que de manera presencial ha estado con su bullerengue en Bogotá, Barranquilla, en Cali y en los tres municipios donde se celebran los festivales de bullerengue, Puerto Escondido (Córdoba), María La Baja (Bolívar) y Necoclí (Antioquia), la pandemia se ha visto como una oportunidad para llegar a otras latitudes.

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“Con esto de la pandemia, que Dios sabe cómo hace sus cosas, nosotros hemos ido lo más lejos que no habíamos pensado que podíamos. A través de la virtualidad hemos estado cubriendo todo un espacio maravilloso del mundo entero. Eso se ha llamado Escuela Eulalia González Bello, bullerengue para el mundo, porque este bullerengue es para el mundo y, mire usted, cómo se van dando las cosas y mire cómo se cumplió esta palabra por la pandemia: bullerengue para todo el mundo. Yo todavía no me he montado en un avión para estar montada cuatro o cinco horas en un avión. Pero ya estoy en México, en Francia, en Italia, ya estoy lejísimos, gracias a Gustavo Cabarcas que ha sido una mano derecha para nosotros, impulsar este bullerengue y que nos conozcan más allá. Eso ha sido la idea de él y su idea está dando frutos, bullerengue para el mundo. Mire como ha sido es palabra tan grande y hoy se ha hecho una realidad”, expresa Pabla emocionada. Pero en medio de su emoción, lamenta lo que le ha pasado a la humanidad: “Desafortunadamente han sido muchas vidas que se han apagado, que es algo doloroso, muchos amigos nuestros y los que no son nuestros, porque es que nosotros en el mundo todos somos hermanos, nosotros estamos bajo un mismo cielo y un solo Creador es quien nos permite estar hoy en estas conversaciones; que realicemos con proyectos que tenemos en mente. Pero esto, Dios sabe cómo hace sus cosas y tenemos que sentir que no fue para mal y tampoco para bien, pero esto se lo debo a Dios, él es el que sabe por qué esto pasa”.


Las mujeres del bullerengue Cuando a Pabla se le pregunta por sus amigas, las cantantes de bullerengue, expresa gratitud y calidez para referirse a ellas.

Eustiquia Amaranto Santana Cuando Pabla Flores llegó a Puerto Escondido por primera vez la presentaron como la hija de Eulalia González, La Yaya y le dieron una gran acogida: “me recibieron como si ya ellas me conocieran, pero era por la cercanía que tuvieron tanto tiempo con Yaya”· A partir del segundo año en el Festival, se afianza la amistad entre las dos. “Yo siempre me le he sentado al lado de Amaranto, porque yo sentía en ella a Yaya; me sentía como si hubiera ido con mi mamá, ya estando mi mamá fallecida. Entonces yo me fui acercando mucho a Amaranto, mucho a ella y hasta la fecha que hemos sido muy buenas amigas. Amaranto viene aquí y enseguida yo la busco donde esté y los muchachos de su grupo vienen donde yo esté; ella viene a la casa y le digo que me haga el café, mija que hagas el café y

yo le digo hazme la comida, unos pataconcitos. Un día ella me dijo que le guisará gallina criolla con arroz de coco y entonces para mí eso fue un placer. Y cuando estoy donde Amaranto parece que estuviéramos aquí en María La Baja. Cuando la pienso es que como si estuviera todos los días con Amaranto”.

Ceferina Banquez “Cefo para mí es como si viera a Yaya, tiene hasta su físico, así como si fuera mi mamá. Hace lo mismo que hacía mi mamá en cuanto al trabajo, ser una mujer del campo, lo adora. Una mujer que también fue pescadora. Cefo con Joe Arroyo, mi mamá con Joe Arroyo, yo con Joe Arroyo, o sea, es algo tan maravilloso. Sembradoras de maíz, yo siembro maíz, Cefo siembra maíz, Cefo siembra yuca, yo siembro yuca, o sea que es algo maravilloso. Conocer a Cefo ha sido un aliciente para mi vida, para yo valorar y seguir adorando a mi madre porque cuando yo estoy al lado de Cefo, de esa señora, yo me siento al lado de Yaya, yo me siento que estoy con Yaya, porque fue muy cercana a mi mamá.

Pabla Flores y la Corporación Pal' Lereo Pabla de María La Baja Foto. Corporación Pal' Lereo Pabla

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Yo siempre valoré el trabajo duro que tuvo mi mamá y lo seguiré valorando para toda la vida, porque de ese trabajo duro está hoy Pabla Flores, entonces por eso yo siempre seguiré valorando más a esa señora. Entre más viejitas están, más hermosas las veo. Cefo conmigo es especial; cuando viene aquí me trae mi pan, un pan grande, me trae mi gaseosa; vamos a comer bollos con queso. Y me dice estoy componiendo tal bullerengue, yo le digo Cefo a eso hágale así, hágale acá; Cefo esto aquí, tiene que decir de esta manera. Ella duerme aquí en mi casa cuando viene, nos llamamos y empezamos a hablar ratos largos. Con Ceferina, todo lo que es bullerengue, con jóvenes, con mayores, pero estoy más compenetrada con mis viejas, que ahí están los recuerdos vivos de Yaya”.

Etelvina Maldonado “Ella me mandaba a buscar y a comprar qué poco de pescao, porque Etelvina venía y decía: Yaya yo no voy a comer carne, vamos a comprar pescao. Enseguida en la plaza de mercado a comprar pescao, yuca, plátano, y a cocinarle a Etelvina También venía el ¨docto¨ con su grupo, a veces llegaba con Cecilia. Estaba Cecilita que andaba con Etelvina... Uf, no sé si Rafa o Cecilita conservan esa foto con Guillermo Valencia. Ellos llegaban a la casa y Etelvina con mi mamá a cantar bullerengue. Etelvina decía que Yaya era su mamá y eso la abrazaba. Si usted se escucha el video cuando ellas estuvieron en Bogotá, las bromas que se hacían, cuando Etelvina decía: yo tengo quince años y suelta esa risotada tan grande. Es muy hermoso. Por eso yo no me canso de decir que nosotros los bullerengueros nos identificamos como una familia, porque es que somos una familia. Cuando nosotros nos conocimos que hacíamos lo mismo empezamos a abrazarnos. Por eso yo le aconsejo a las nuevas generaciones que están saliendo ahorita con el bullerengue, por favor, nadie es mejor que nadie ni nadie canta mejor que nadie.

Todos aprendemos todos los días el uno del otro y la idea no es sentirnos mejor que nadie sino sostener esta cultura tan bonita como es el bullerengue. Eso es algo que aunque no vamos a una universidad, se debe buscar. Esto es algo que nosotros conseguimos desde que nacemos, lo traemos. Tocar un tambor y saber quién es capaz de cantar y quién es capaz de bailar o quién es capaz de tocar un tambor o un llamador. Como negros, ya nosotros venimos desde el vientre de nuestras madres perfeccionados con el bullerengue, sea el mapalé, sea la danza, sean los sones corridos, ya eso viene con nosotros”.

Orgullosa de ser negra A propósito de lo que dice Pabla sobre su condición de mujer negra, se le hizo la siguiente pregunta: Maestra, usted sabe todos los problemas que hay en este país con la discriminación y especialmente con este tipo de actividades que las hace el pueblo y gustan más en otras regiones y en otros países que en nuestro propio país. ¿Usted cómo siente esa acogida del pueblo, de ese orgullo del pueblo, como lo llaman ahora, afrodescendiente? “Mire, no sabe usted de lo orgullosa que yo me siento hoy de reconocerme negra. Porque cuando yo era niña que me decían negra, yo pensé que era porque yo tenía una pigmentación de piel un poquititico bajito y me ofendía. Pero hoy, a través de las investigaciones y de lo que se ha escrito, hoy quiero ser más negra de lo que soy. Por eso yo insisto: mi madre me quiso mucho porque negra yo nací, por eso hoy que yo soy grande yo soy muy feliz”. Ella es Pabla Flores, La Payi, directora y cantadora de la Corporación Pal' Lereo Pabla. Se la presentamos.

Marcos Fidel Vega Seña. Comunicador social, periodista y magister en educación de la Universidad de Antioquia

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