Renacer escribe: Alex Klauer Cervantes*
Una lágrima se desliza por mi mejilla, seguida por un séquito salado incontenible. Mi mente está completamente en blanco, pero todo ha cobrado sentido. Cada pequeña pieza ha calzado perfectamente en el rompecabezas y por fin puedo ver la imagen completa. Me encuentro sin aliento ante la inapelable verdad. Y tengo miedo. Un miedo que no había experimentado previamente en mi vida, un miedo que no era paralizante, era más como la fuerza propulsora de un cambio que tardaría tres años en manifestarse.
alguna conversación al respecto, no hasta que estuve listo. Yo había pasado todo ese tiempo buscando la mejor forma de enseñarles, de intentar hacerles comprender. Al final, cuando por fin salieron las palabras de mi boca y el alma abandonaba mi cuerpo, mi madre pasó el día entero buscando información al respecto. Llegó a casa y conversamos sobre ello, me dijo que no entendía muy bien lo que significaba, y que los cambios que internet le dijo que tenía que hacer le asustaban, pero que me amaba a mi por ser yo, y no por cómo me identificaba o cómo me vestía; que este camino lo íbamos a recorrer juntos y que ella se iba a enfrentar a cualquiera que se atreviera a hacerme daño. Un mes después se lo dije a mi padre, él me abrazó y me aseguró que su amor por mi era infinito. Que, aunque no entendía nada, él iba a apoyarme siempre.
Echada ahí en la cama, jadeaba los últimos rezagos del mejor orgasmo que había experimentado en mi corta vida, mientras mi pareja se desmontaba del dildo que yo tenía puesto y me preguntaba si todo estaba bien. Yo no podía responder, porque la única verdad que invadía mi cabeza era que yo ya no era más ella, ahora era él. Echado ahí en la cama, mi vida pasaba velozmente frente a mis ojos. Como dicen que se siente al morir, yo nacía En ese mismo momento comprendí que era muy priviotra vez. legiado y tenía mucha suerte de poder tener a la familia que tengo. Durante mi investigación me había encontraEn ese momento la palabra trans me era completamen- do con realidades muy duras, de muchos golpes, y mute desconocida, y con ella todas las vivencias que traía. ches abandonando los lazos de sangre porque se habían Tuve que explicar, entre metáforas y anécdotas, mi sentir. convertido en cadenas. Y mientras los testimonios que Explicarle a ella, pero sobre todo explicarme a mí, que leía eran extranjeros, lejos de nuestra realidad latina, sano era fantasía ni capricho. Explicarme que era real, que bía que en mi país y mi ciudad habían muches que la era posible y, sobre todo, que era natural. Desde ese mo- pasaban igual o peor. mento mis noches se llenaron de lágrimas, de miedos, y ataques de ansiedad, porque sabía que no podía, ni Por esa razón, cuando contacté con un grupo activista quería, escapar nunca más de mi realidad. Significaba de mi ciudad, decidí entregarme a luchar también. Soembarcarme en un viaje sin final. ñaba, y aún sueño, con alcanzar un mundo más justo y amoroso. Dejar este mundo un poco mejor de lo que lo Aún recuerdo la primera vez que compré un bóxer. Ya an- encontré y, aunque nosotros no logremos disfrutar de tes había comprado en la sección masculina: algún polo los frutos de nuestra lucha, podamos asegurar que las con un estampado que jamás encontraría en la zona de siguientes generaciones vivan en este mundo sin miedo a «damas», la ocasional polera grande para el frío, algún ser quienes son. Para que cuando las piezas encajen perpijama; pero nunca me había acercado a la ropa interior fectamente y puedan ver la imagen completa, sus noches aparte de la ocasional mirada de curiosidad. Tras la pri- no estén llenas de miedos y lágrimas. mera compra, me volví adicto. Tuve la suerte de que jamás fui cuestionado por los artículos en mi canasta, cada Han pasado un poco más de tres años desde la noche vez más llenos de nuevas prendas. Me tomé muy en serio en la que lo entendí todo. Seguí cambiando y creciendo; la tarea de renovar mi armario, descartando las prendas descubrí que el rompecabezas era mucho más grande de que nunca quise usar porque no me hallaba en ellas. lo que pensé, sigo adicionando piezas nuevas y la imagen es cada vez más grande y colorida. Sigo descubrienPor cuestiones del destino, y algunos otros sucesos que do aspectos de mi identidad que antes ignoraba comtendrán que tomar su propio escrito, tuve que mudarme pletamente, y aún no logro definirme del todo. Salí del de vuelta a casa de mis padres. Con un armario comple- blanco y negro que dominaba mi pensamiento, descubrí tamente nuevo y miles de planes en la cabeza que, yo matices, tonos y escalas que nunca pensé que existían. asumía, iban a desbaratarles sus sueños sobre mi futuro. A cada lado que miro se extiende un camino de posibiliDemoré mucho en comentarles sobre mi identidad, pero dades infinitas, donde una nueva parte de mi está lista y fueron pacientes. Nunca me cuestionaron, ni forzaron ansiosa de ser descubierta. Y ya no tengo miedo. / /
* Escritor y activista en el colectivo FTM Perú, graduado de la Academia Diversxs.
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