¿Tengo derecho
a tener mis derechos? escribe Paola Amézaga1
C
reo que todos recordamos cuando, hace 7 años, Carlos Bruce confesó que era homosexual, convirtiéndose en el primer político peruano en «salir del clóset» públicamente y en primera plana del diario más vendido, y también recordamos cómo los opositores se dedicaron a tirarle lodo con ventilador, de calificarlo de exhibicionista, manipulador, mentiroso, por no citar otras peores. ¿Será que alguien se puso a pensar en su propia familia? Miren a su alrededor. ¿Cuántas de nuestras familias son diversas? ¿O será que todos los que se rasgan las vestiduras tienen una familia perfecta? ¿No será quizás, que ellos la quieren ver así y por eso tratan de tapar el sol con un dedo? Cuando era muy niña iba a visitar a mi bisabuela, ella tenía una hija que quedó ciega. Un día mientras jugaba conmigo me confesó que ella solo tenía permitido llegar hasta el comedor, pues si salía hacia la sala, la bisabuela se molestaba, porque no quería que la vean, porque tener una hija ciega era una vergüenza para la familia. Así como mi tía, muchas mujeres y hombres fueron ocultados por ser distintos. Muchas personas también tuvieron un padre abusador que reventó a golpes a su madre. Otros tienen un familiar que se fue de viaje huyendo de la justicia porque estafó a alguna entidad. Es triste,
pero son pocos los que pueden decir que no tienen un pariente que intentó tocarlo cuando niño (o quizás hasta lo logró), o al menos conocen a algún amigo o familiar al que le sucedió. O alguna amiga, prima o sobrina, a la que la mamá la hizo abortar porque «se iba a malograr la vida». Sin embargo, en el colmo del descaro hoy son «provida». Pero nada de eso es tan malo como «ser gay». Porque ser gay, lesbiana o trans es lo peor que te puede pasar. No solo eres invisible ante la sociedad, si no que nadie se entera de lo que sientes, lo que quieres o lo que te gusta, nadie te pregunta si estás bien. Cuando te das cuenta de que eres diferente es extraño; primero te asustas, no sabes qué hacer cuando eres hombre y no te gustan las niñas, claro que aún no te das cuenta que te gustan los niños, pero para cuando te enteres, ya sabrás hace rato que eso está mal, que no es posible, que si eres hombrecito te deben gustar las niñas y si eres mujercita debes usar vestidos y jugar con muñecas. ¿Acaso alguien se tomó el tiempo de contarte que «el amor» existe, que uno se enamora de una persona y no de un sexo? ¿Que las personas se deben unir en pareja por que se aman y
Género no binario, nací PAS y no lo sabía, condición que desde niña me permitió sentir y percibir más el mundo, desde muy pequeña descubrí la pasión por las artes y los libros. Diseñadora y comunicadora, nacida en Lima Perú. 1
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