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D\u00EDa dif\u00EDcil en la oficina
Día difícil en la oficina
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¿Es verdad que los pilotos de biplaza son los que más se divierten? Haydon Gray revela la vida detrás del selfie sonriente
Si alguna vez has estado en el despegue de una zona de biplazas concurrida como Annecy, Interlaken u Oludeniz y te has preguntado cómo es ser piloto biplaza, deja que te muestre cómo es en realidad. Los siguientes ejemplos son tres casos de la vida de un piloto biplaza; no necesariamente los mejores ni los peores, simplemente algunas de mis reflexiones.
Panorama uno
Hacen -10ºC y estoy boca abajo en nieve profunda frente al despegue. Un grito tímido de mi pasajera coreana aplastada debajo de mí me recordó que no era el único atascado, aunque seguro que ella tenía más preguntas que yo. Tenemos las bandas cruzadas entre nosotros, lo que hace que sea más difícil moverse y los mosquetones están congelados.
Me retuerzo y me sacudo para tratar de liberar a mi pasajera de nuestra maraña tipo karmasutra. Logramos desenredarnos y nos ponemos de pie mientras los demás pilotos nos pasan por encima.
Empujo a mi pasajera hacia el despegue mientras hago un coliflor con el ala. El borde de ataque se llena de nieve, lo que hace que sea aún más difícil cargarla y grito palabrotas mientras el sudor corre por mi espalda debajo de mi ropa de invierno. Vamos a despegar de nuevo, pero esta vez empezaremos más atrás, esperaré que haya menos viento de cola y mi pasajera correrá más rápido y espero que despeguemos.
Panorama dos
Hay pilotos de tres compañías diferentes protegiéndose de la lluvia bajo la cabaña del despegue. Es el último vuelo del día. El despegue es un desastre resbaloso y lleno de barro. Hemos volado todo el día, despegando hacia agujeros entre la nubes, esperando que no se cierren y que no nos llueva en el aire o en el aterrizaje y esperando que mejore.
Observamos el lago por señales de frentes de ráfaga de las tormentas cercanas, pero hasta entonces tuvimos suerte. No hay mucha luz para tomar buenas fotos, pero jugamos con los ángulos con la esperanza que el pasajero las compre. Eventualmente, despegamos, volamos, aterrizamos y empacamos las ya no tan nuevas velas mojadas y embarradas. Fue un vuelo corto, pero mejor que nada.
Panorama tres
Es un día azul en los Alpes y la temperatura está sobre los 30ºC. La van está llena de pasajeros y pilotos y estoy aplastado entre un guía de montaña y un exatleta olímpico. El aire dentro de la van es una mezcla ácida de olores corporales y perfume hasta que alguien abre la puerta y entra aire fresco.
Andamos por las últimas curvas de la montaña y pasamos vacas con campanas alrededor del cuello. El piloto que da las instrucciones le cuenta a los pasajeros una broma que hemos escuchado miles de veces: las vacas blancas producen chocolate blanco y las marrones, chocolate negro. Volteo los ojos y me meto en mi mundo. Cuando llegamos al despegue, salimos de la van y le colocamos los arneses a los pasajeros y abrimos las velas en un movimiento casi fluido. Las ráfagas cálidas de las térmicas que se desprenden frente al despegue hacen que crujan nuestras coloridas alfombras de nylon. Tomamos varias fotos cursis con la GoPro y luego a la cuenta de tres, empujamos suavemente a los pasajeros para que empiecen a correr. Luego de varios pasos, nuestros pies dejan el suelo y volamos hacia la columna de alas que remontan.
La térmica es fuerte y alabeo fuertemente mientras veo que el suelo desaparece mientras subimos a base de nube. Le digo al pasajero que huela el aire con aroma a pícea y vacas. Vemos una mariposa mientras nos acercamos al espacio aéreo y la nube empieza a formarse a nuestro alrededor. Me alejo de la térmica y flotamos suavemente sobre el lago aguamarina y regreso a Interlaken.
Cinco minutos después de aterrizar, el ala está empacada nuevamente y el pasajero se va con una gran sonrisa y una memoria USB llena de recuerdos. ¡Qué buena vida!
La vida en biplaza
Cuando estaba más joven, veía a los pilotos biplaza como dioses. Envidiaba su control del ala, la confianza que tenían, el dominio en el despegue y sus habilidades en condiciones difíciles. Ahora soy uno de ellos. Soy un piloto biplaza en Interlaken, Suiza. ¿Soy un dios? No. ¿Soy un taxista del aire? Casi.
Interlaken es una de las zonas de vuelo en biplaza más congestionadas del mundo. No conozco las cifras de otras zonas, pero con casi 50.000 vuelos el año pasado, el espacio aéreo es congestionado cuando menos. Hacemos máximo nueve vuelos diarios en verano y siete en invierno. Casi todos los vuelos salen de la misma montaña, desde un par de despegues orientados a distintas direcciones.
El despegue más alto es el preferido de los pilotos porque se llega directo en auto y el vuelo es más largo para el pasajero. La desventaja es que no es muy empinado y no es bueno con viento de cola. Eso no implica que no lo usemos, sino que no queremos despegar de ahí con un pasajero pesado que no corra y con viento del lado equivocado.
El despegue principal está unos 300m más abajo y hay que caminar aproximadamente siete minutos desde el estacionamiento. No parece mucho, pero cansa cuando lo haces nueve veces al día. El despegue es más pequeño pero más empinado, así que es más fácil despegar con pasajeros más pesados, discapacitados o de más edad. A pesar de que nuestra compañía no permite a pasajeros de más de 80kg después de las 4pm (con viento catabático) algunos logran colarse en la van.
Quién es quién
El panorama turístico de Interlaken ha cambiado mucho durante el corto tiempo que he estado ahí. Si visitas el albergue más antiguo, Balmers Heberge, y ves las fotos de principios de 1980, verás en ellas a jóvenes estadounidenses, canadienses, neozelandeses, australianos y europeos. El tipo de gente que se asociaba al estilo de vida de fiestas, viajes y aventura. Hoy en día, hay cada vez más jóvenes coreanos, indios, chinos y del Medio Oriente que vienen a vivir la misma experiencia.
El mayor reto para los pilotos es superar la barrera del lenguaje y respetar las diferencias culturales. Por experiencia, tendemos a estereotipar a nuestros pasajeros y adaptar las instrucciones y vuelos según la nacionalidad. Esperamos que los indios se sienten durante el despegue; que los pasajeros del Medio Oriente quieran usar Snapchat; y que los coreanos griten cuando hacemos “Bingle bingle” (montaña rusa en coreano). A pesar de que a veces puede ser todo un reto, nos sentimos afortunados de poder interactuar con un grupo de turistas tan diverso.
Dónde es dónde
Volamos en un valle rodeado de montañas inmensas con dos lagos azules de cada lado. Al sur, los Alpes berneses (famosos por el Jungfrau, Mönch y Eiger) nos separan de Valais/ Wallis y al sur el Güggisgrat nos separa de las regiones Emmental y Jura más al norte. El paisaje montañoso influye dramáticamente en las condiciones de vuelo, pero tenemos suerte de contar con previsiones muy buenas y bastantes estaciones meteorológicas.
Las condiciones cambian mucho de un día a otro y de una temporada a la siguiente. Solemos volar hasta que no se puede, o hasta que no deberíamos. El límite no está claro. A veces subimos a pesar de la información que tengamos solo “a ver”. Es parte del aprendizaje. Generalmente tenemos brisas de valle fuertes, frentes de ráfaga de tormentas y nos afecta el foehn, el bise y el techo bajo. Debido a la gran demanda y rotaciones ajustadas, no siempre podemos darnos el lujo de esperar las mejores condiciones y con frecuencia volamos cuando no volaríamos en monoplaza.
Los lagos de cada lado de Interlaken son a veces una gran defensa contra el viento fuerte, en especial el conocido foehn, famoso en los Alpes por sus vientos fuertes, racheados e impredecibles. El viento frío y denso sobre los lagos a veces actúa como un escudo invisible que nos protege. Hemos volado en días en los que las estaciones a menos de 20km muestran viento foehn con ráfagas de más de 100km/h.
Con frecuencia, el viento en el despegue puede estar de cola debido al flujo catabático o por viento norte/noroeste. Los pilotos biplaza de Interlaken están acostumbrados a despegar con viento de cola, pero para ello hace falta que los pasajeros puedan correr. En casos difíciles, otros pilotos asisten durante el despegue, que consiste básicamente en correr sujetando el pasajero y despegándolo de la montaña. La mayoría de las veces funciona, pero a veces no, caso en el que tanto el piloto como el pasajero tienen un encuentro cercano delante del despegue. Según la época del año, el despegue tiene nieve, bosta de vaca, barro, hierba o una mezcla de todos.
Días de verano
Aterrizar en Interlaken con manchas de hierba o barro, o sin un zapato generalmente es gracioso, pero no lo es cuando un pasajero vomita el desayuno, almuerzo o los restos de la noche anterior durante el vuelo. Si el pasajero le avisa al piloto que se siente mal, el piloto puede volar recto, evitar las térmicas y darle una bolsa para vomitar si hay tiempo. Si no, toca lavar el equipo en la fuente o en el peor de los casos, ir corriendo a casa para ducharse.
Mientras más conservador vueles, menos probabilidades habrá de que esto suceda, pero incluso un vuelo de relación en línea recta puede hacer que el cliente equivocado vomite.
Si las condiciones lo permiten y los pasajeros quieren girar térmicas, remontar o hacer un poco de acro, nos encanta complacerlos. Durante un día térmico de verano, el cielo está lleno de alas que exploran el aire. En un día congestionado, puede sentirse como una rutina coreografiada de biplazas danzantes dando vueltas, haciendo loopings y piruetas dirección al aterrizaje.
Al igual que cualquier trabajo, a veces puede ser frustrante, pero generalmente es fabuloso. Los días en verano son largos y en invierno son cortos y fríos. Trabajar al aire libre todo el día puede ser tanto una maravilla como una maldición. Pero sin importar las condiciones, trabajas con buenos compañeros.
Trabajar por cuenta propia da flexibilidad para cultivar otras pasiones. Nuestro equipo incluye ingenieros, desarrolladores de software, guías de montaña, atletas profesionales, campeones de parapente, padres de familia, fotógrafos y hasta un DJ.
El escritorio es para un empleado de oficina lo que una silla suspendida de una bolsa plástica volando por los Alpes suizos es para nosotros. Aunque este tipo de aventura no es para cualquiera, siempre es un privilegio darle la experiencia del parapente a la gente!