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Fortalecimiento de los negocios a través de inversiones en la primera infancia
Lucía leyó con detenimiento los requerimiento del puesto de trabajo: Habilidad para realizar múltiples tareas a la vez, priorizar y gestionar el tiempo de forma eficaz, comunicarse fluidamente de forma oral y escrita, resiliencia, habilidad para seguir procesos. Reflexionó un momento y cerró la página web. Inmediatamente pasó a ver vídeos y fotos en su red social preferida.
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Seguro usted ha tenido el reto de contratar personal. Encuentra, pero le falta algo y esa habilidad que busca ya tendría que estar desarrollada…pero no lo está y por ende hay que invertir tiempo y recursos adicionales para crearla. ¿Le suena familiar? !Bienvenido al mundo laboral de El Salvador!
El país se encuentra en una cuenta regresiva que apremia: invertir en la primera infancia, pues los primeros cinco años de vida son claves para desarrollar esas habilidades que necesitamos, pero que nuestro talento no posee.
La inversión en la primera infancia es una de las mejores estrategias para construir un futuro más próspero y justo. Estudios realizados por el Banco Mundial y UNICEF muestran que los niños que reciben una atención adecuada en sus primeros años tienen más probabilidades de desarrollar habilidades y capacidades que les permitan tener éxito en la vida.
La inversión en la primera infancia implica brindar atención médica, nutrición, educación efectiva y un ambiente seguro y estable. Esta inversión no solo es importante para el desarrollo individual de los niños, sino que también tiene beneficios a largo plazo para la sociedad en su conjunto.
El Banco Mundial ha demostrado que la inversión en la primera infancia genera un retorno de hasta $17 por cada dólar invertido. UNICEF ha demostrado que, por cada dólar invertido en la primera infancia, se pueden generar hasta $7 en ingresos a largo plazo para la economía. Invertir en el desarrollo físico, cognitivo, lingüístico y socioemocional de los niños es fundamental para encaminarnos hacia una mayor prosperidad y ayudar a los países a ser más productivos y competitivos.
Primera infancia y responsabilidad social de las empresas
Entonces, ¿por qué las empresas deberían invertir en la primera infancia? Volvamos a Lucía, nuestra candidata. Si Lucía hubiese recibido formación en un ambiente afectivo y estimulante cognitiva y lingüísticamente en sus primeros años de vida, muy probablemente el problema de lenguaje que posee habría sido identificado y atendido oportunamente. La habilidad que el empleador está buscando ya estaría “instalada” o existiría un punto de partida más sólido.
Lucía no viene de una mala familia. Sus papás son personas trabajadoras y honestas que viven al día. A los 7 años conoció por primera vez una escuela y sus primeros 1,000 días de vida los pasó con su abuela, quien atendía una tienda. Lucía creció entre cajas y bolsas, balbuceando y tomando bebidas carbonatadas para refrigerio. ¿Está mal? Pues no necesariamente. Su historia podría ser otra.
La historia de Lucia no es aislada. ¿Cuál sería su historia si hubiesen invertido más en ella durante sus primeros años de vida?
Al invertir en la primera infancia, las empresas pueden contribuir a desarrollar una fuerza laboral más capacitada y productiva. Esta inversión contribuye a crear una sociedad más estable y próspera, lo cual mejora el entorno empresarial y crea oportunidades de crecimiento y expansión. De igual forma, la inversión en la primera infancia es una forma efectiva de mejorar la reputación de la empresa pues esta inversión demuestra su preocupación por el bienestar de las comunidades en las que operan, generando mayor confianza y lealtad entre los consumidores.
Si los beneficios son “tan obvios”, ¿por qué aún existen pocas empresas comprometidas abiertamente con la primera infancia? En corto, por una visión cortoplacista y la ausencia de una visión común de largo plazo. La educación es un compromiso de todos.
El Estado salvadoreño ha puesto de moda el término CAPI, que significa Centro de Atención a la Primera Infancia. Todas las empresas con más de 100 empleados deberán contar con un CAPI propio o contratado para los empleados con niños y niñas entre los 4 meses y los 4 años para Mayo 2024.
Los CAPIs deberán brindar atención integral y favorecer el desarrollo físico, cognitivo, afectivo y social de las niñas y niños. En la práctica, es una gran oportunidad para elevar la visión empresarial y cambiar el paradigma para invertir en las personas.
Un CAPI no es una escuela y no cualquier kínder es un CAPI. Aún existen preguntas alrededor de la implementación de estos centros. El mejor consejo que puedo ofrecer a las empresas es, a parte de informarse, que cambien su visión, que incorporen los CAPIs a sus estrategias de RSE y creen redes con otras empresas e instituciones.
Los tres mayores retos en la implementación de los CAPIs son, por un lado, encontrar oferta de calidad en los territorios, convencer a los padres y madres de familia que se alejen de la práctica cultural de dejar a los niños y niñas con un familiar y, finalmente, que los ejecutivos de las empresas dejen de percibir esta inversión como un gasto sin sentido.
Lucía habría agradecido ser atendida en un CAPI. Su problema de lenguaje habría sido identificado y atendido de manera oportuna y probablemente al abrir la oferta de trabajo la habría considerado. Esperemos que Lucía y el gerente de la empresa para la que algún día trabaje, realice que cuidar a un niño no es lo mismo que estimularlo y brindarle entornos de aprendizaje que difícilmente se encuentran en la casa de los abuelos…o la tienda en la que Lucía creció.