GACHANTIVÁ. Historia, Memoria y Patrimonio Cultural

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56 / GACHANTIVÁ: HISTORIA, MEMORIA Y PATRIMONIO CULTURAL

Catástrofe ecológica en el Alto Ricaurte

Paisaje en inmediaciones de Sutamarchán, característico del Alto Ricaurte por ser un“terreno casi desnudo de vegetación, y que deja ver por todas partes las capas destrozadas y revueltas de su primitiva formación geológica”. José María Gutiérrez de Alba, 1872

“El cantón de Leyva, [...] árido y raído [...] antiguamente suministraba copiosas cosechas de trigo, hasta el año de 1690, dice Alcedo, que un eclipse de sol esterilizó la tierra; o racionalmente hablando, hasta que los desmontes y quemas bárbaramente llevados, privaron el suelo de la tenue capa de abono que cubría los cerros, dejando descubierta la masa esquista, que absorbe las lluvias, sin dejar en la superficie la humedad necesaria para la vegetación de planta alguna. Los restos de tierra cultivable han sido arrastrados a las últimas depresiones de las llanuras lacustres, donde sustentan sementeras de trigo, maíz, papas, arracachas, cebada, garbanzos, habas, lentejas, arvejas, fríjoles y anís, con cuyos frutos se sostiene una población de 24.000 habitantes, quedando poca cosa para el comercio, que en otro tiempo era considerable en el ramo de harinas“. (Ancízar, 1853).

Gachantivá Iguaque

Villa de Leyva

Tunja

Foto satelital del Alto Ricaurte, donde se puede observar el contraste entre los parches amarillos (sectores más erosionados) y el entorno más verde, en especial el macizo de Iguaque. Google Earth, 2021

Poco antes de llegar a la cuesta se halla el naciente pueblo de Las Quebradas, que es una fracción del antiguo Gachantivá, cuyos restos, con pocos vecinos i un cura testarudo, permanecen a orillas del río Cane, sobre los bancos de arcilla improductiva”. Manuel Ancízar Peregrinación de Alpha, 1853.

Con estas palabras describió Manuel Ancízar el yermo paisaje y el proceso de desertificación de una amplia zona del Alto Ricaurte a mediados del siglo XIX, intuyendo que su aspecto se debía al mal uso que el ser humano le había estado dando a la tierra. Y en efecto, son varios los estudios que han corroborado y abordado esta problemática desde disciplinas como la Historia, la Historia Ambiental o la Arqueología, con enfoques particulares pero coincidiendo en que el factor antrópico (humano) ha sido determinante en la transformación, y aspecto actual de este territorio (Falchetti, 1975; Molano, 1990; Mora, 2012). Si se observa una fotografía satelital de la zona, se puede advertir que, en contraste con toda la región, su coloración es más amarilla, evidenciando que la capa de suelo está más expuesta y erosionada. Aunque este rasgo es más intenso al suroccidente de Villa de Leyva –hacia Sáchica y Sutamarchán–, también es notorio al sur del municipio de Gachantivá, coincidiendo con el antiguo asentamiento del pueblo de indios y su zona de resguardo e influencia de la franja triguera, en la que llegaron a operar al menos cuatro molinos durante un poco más de dos siglos. Se intuye que durante el periodo prehispánico la región era más fértil, pues habría sostenido, durante al menos dos mil años, a una población que paulatinamente crecía y se dispersaba por el territorio, aprovechando la amplia oferta


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