sentidos Y SIGNIFICADOS
Periplo, ‘VIAJE REDONDO’ UN PERIPLO lingüístico Arrigo Coen Anitúa (†)
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Aunque no con frecuencia, llega a suceder que el
español reciba la misma voz, por conductos lingüísticos diferentes y, a la postre, los términos resultantes, irreconocibles entre sí, enriquezcan el caudal del léxico en sus nuevas acepciones campantes por méritos propios, legítimamente conquistados en la lucha por la sobrevivencia semántica, esto es, por el logro de una significación definida e inalienable. En las correspondencias de una lengua a otra, los sonidos sufren cambios, algunos de ellos curiosísimos. Por ejemplo, ch en sánscrito da a menudo t en griego y q en latín; y la p sánscrita, sin cambiar en griego, corresponde en latín al fonema velar q. Así, ‘cuatro’, chatur en sánscrito, es téttares en griego y quattuor en latín, y ‘cinco’, pañcha, da, respectivamente pénte, y quinque. Nada de extraño tiene, pues, que la raíz Ilustración del libro Opera dell’arte del cucinare, sánscrita de ‘cocinar’, pach corresponda al griego pep y del chef italiano Bartolomeo Scappi, 1570. al latín coq, y con su mismo valor. La culinaria o coquinaria –del adjetivo latino homógrafo, sobreentendido ars– y la gastronomía siempre han ido de bracero, del comedor a la cocina, o viceversa, pues se completan una y otra. Las diversas técnicas de la primera: afaisanados, sahumerios, escabeches, salsas, prensados, encurtidos, rebozos, frituras, horneados, cochuras o cocidos, dobles cocidos –bizcochos–, asados, sancochos y demás, son otras tantas artes al servicio del buen comer. De ahí que se haya conservado, en el lenguaje científico, la raíz griega de cocinar, pep, para designar la función gástrica por excelencia, la ‘digestión estomacal’, la peptación se podría decir, y llamamos eupéptico al ‘aperitivo’, peptagogo a un ‘normalizador de la digestión’, al ‘trastorno de ésta’, dispepsia y pepsinas a los ‘jugos estomacales’, como que son ‘cocineros’ interiores que dan el tratamiento adecuado a los alimentos, para hacerlos útiles al organismo.
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CORREO del MAESTRO
núm. 159 agosto 2009