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Documental: Documento

De acuerdo con el Diccionario de cine de Rodolfo Santovenia, un «documental» es un tipo de filme que como el propio vocablo lo indica, tiene la finalidad de documentar o informar sobre determinado aspecto. Es decir, en oposición a los géneros de ficción (horror, aventura, melodrama, comedia, cienciaficción), no recrea las situaciones, sino que las capta del mundo real. Si bien parte de un montaje, está hecho a partir de supuestos diferentes en cuanto a su propósito; implica un tipo diferente de relación entre el cineasta y el sujeto, y generan diferentes tipos de expectativas entre el público.

Estas diferencias no garantizan ninguna separación absoluta entre el cine de ficción y el documental. Algunos documentales hacen un fuerte uso de prácticas que tienden a ficcionalizar la realidad, por ejemplo, el guion, la puesta en escena, la recreación, los ensayos y la actuación. Algunos adoptan convenciones conocidas en las narrativas cinematográficas, como la del «héroe individual» que pasa por desafíos o lleva a cabo una búsqueda, creando así suspenso, intensidad emocional y soluciones culminantes. Por su parte, cierta ficción hace gran uso de convenciones que típicamente asociamos con el cine no ficticio o documental, como el rodaje en locaciones, actores no profesionales, la cámara sostenida en mano, la improvisación, el «material encontrado» o de archivo (material no filmado por el realizador), comentarios en voz en off, así como una iluminación natural… luego entonces, la frontera entre los dos dominios es muy fluida, pero, en la mayoría de los casos, es perceptible.

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Fotograma del documental Drifters

EL ORIGEN DEL CINE DOCUMENTAL

Puesto que los conceptos acerca de lo que es privativo del documental y lo que no cambian con el tiempo, ciertas películas pueden poner a debate los linderos entre lo que es ficción y lo que no. Por ejemplo, los filmes Avaricia (1925) y La huelga (1925), de Eric von Stroheim y Sergei Eisenstein respectivamente, se elogiaron por el alto grado de realismo o verosimilitud que llevaron a sus historias. Por su parte, Roma, ciudad abierta (1945) de Roberto Rosselini y Sombras de John Cassavetes, parecieron llevar la realidad vivida a la pantalla de una forma anteriormente no experimentada. La primera se adscribió a la corriente cinematográfica conocida como Neorrealismo italiano y la segunda al Nuevo cine estadounidense. Ambos géneros mostraban un modo de realización y estética novedoso, basado en la utilización de escenarios reales, la interpretación improvisada de algunos actores y la inclusión de temas sociales como la pobreza y violencia de la posguerra o el racismo en los ee.uu.a.

Aunque estas obras han sido tratadas como ficción, se podría argumentar en favor de sus dimensiones documentales y su capacidad para estimular tanto a los documentalistas como a los realizadores de ficción.

Ahora bien, se dice que el cine nació documental, pues su función primaria era registrar eventos de la vida cotidiana. El término «documental» fue acuñado por el sociólogo y realizador escocés John Grierson en 1929, para describir su cinta Drifters, sobre la pesca del arenque en el Mar del Norte. El autor tuvo dos grandes influencias cinematográficas a la hora de filmar. La narrativa en imágenes de Robert J. Flaherty y las innovadoras teorías de montaje de la escuela rusa encabezadas por Serguei Eisenstein.

En Nanook el esquimal (1922), Flaherty supuso un hito por la aplicación al documentalismo de algunos principios fundamentales del cine de ficción, elementos que el género naciente requirió para dotar a sus imágenes un relato consistente. En búsqueda de ese hilo conductor, el autor decidió centrar su mirada en un esquimal y su familia. El protagonista, un famoso cazador de la tribu Inuit de nombre Nanook, posibilitó estructurar la historia en torno a un desarrollo narrativo sencillo y eficaz. El espectador lo seguirá a lo largo de un año. Flaherty se valió de todos los artificios que le ofrecían la técnica y el lenguaje cinematográficos para que esa realidad, puesta ahora al servicio de su película, quedara reflejada con el máximo de fidelidad y de riqueza visual.

Fotograma del documental Drifters

Para ello no dudó en falsear tanto los elementos de la escena como el desarrollo de la acción, que en su mayoría es, sino dramatizada –en el sentido de actuada, de fingida–, sí al menos recreada, potenciada y seleccionada con una franca intencionalidad expresiva.

Por su parte, Eisenstein plasmó en su escrito de 1923, Montaje de atracciones la forma en la cual el espectador debe ser sometido a estímulos de acción psicológica y sensorial, por medio de «mecanismos de montaje», con el fin de provocar un choque emotivo. El producto artístico, dice Eisenstein: arranca fragmentos del medio ambiente, según un cálculo consciente y voluntario para conquistar al espectador.

Grierson era, ante todo, un hombre especialmente preocupado por los problemas de la educación democrática. Su acercamiento al mundo cinematográfico estuvo subordinado a su interés por hacer frente a la realidad social. Como él mismo expresó en su obra Documental y realidad: pensamos resolver el problema a través de una interpretación dramática del mundo moderno, y nos dedicamos al estudio de la radio y del cine, considerándolos instrumentos necesarios tanto para la actividad de los gobiernos como para que las necesidades de los ciudadanos pudieran ser satisfechas.

En ese contexto, el cine, y en concreto el cine documental, apareció como un instrumento destinado para la educación cívica mediante la dramatización de realidades cotidianas, así como la manifestación de sus implicaciones y consecuencias. Según el escocés, así sería posible guiar al ciudadano promedio a través de las crecientes complejidades del mundo moderno, despertando primero su interés y fomentando así su participación social: tan solo con la información y el análisis no conseguiremos esto, porque la vida se nos escapará de las manos. Lo conseguiremos únicamente adoptando un método «dramático» que desvele la naturaleza y el destino de las cosas y que haga posible una íntima adhesión a ellas. Es así que, con el subsidio del gobierno británico, comenzó el rodaje de su primera y única cinta.

Tras el éxito de Drifters, el gobierno creó la emb Film Unit, servicio cinematográfico para la promoción del comercio en el Imperio Británico, dirigida por el propio Grierson. A partir de entonces realizó trabajos de producción y reclutó a reconocidos realizadores (Flaherty, entre ellos) al tiempo que formó a los jóvenes que constituirían el grueso la Escuela Documental Británica, movimiento de influencia decisiva para el documentalismo.

John Grierson

ÉPOCA DORADA DEL DOCUMENTAL

El teórico y crítico de cine Bill Nichols propone que la Época dorada del documental comenzó en los años ochenta del siglo xx. Esta no ha menguado.

Los premios Oscar obtenidos por documentales desde mediados de los ochenta marcaron el asenso del género como forma plural y atractiva. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, que nunca se ha distinguido por tener preferencias osadas y es, a menudo sentimental en sus afectos, no ha podido dejar a un lado documentales sobresalientes, ya sea por su temática arriesgada o innovación técnica, entre ellos: The Times of Harvey Milk (1984), acerca del activista y político gay desde San Francisco; Broken Rainbow (1985) sobre el desalojo de 10 000 navajos de su territorio; Masacre en Columbine (2003) del controvertido Michael Moore en el que examina la violencia y desmedido amor por las armas en la unión americana, y Nacidos en el burdel (2004) de Zana Beriski, que narra las vicisitudes de niñas que viven en la zona roja de Calcuta.

Los documentales contemporáneos son filmes estructurados a menudo como historias, y en efecto, son historias con una diferencia: hablan del mundo que compartimos y lo hacen con claridad. Estos, se han desarrollado en tiempos en que los medios más importantes reciclan una y otra vez las mismas historias acerca de los mismos temas; en que los realizadores se arriesgan poco en cuanto a la innovación formal; en que no han dejado de estar comprometidos con sus poderosos patrocinadores y que tienen sus propias agendas políticas y sus exigencias restrictivas… Es justo el cine documental independiente el que ha introducido una mirada fresca al mundo y ha contado historias con ingenio que han despertado nuevas posibilidades de lenguajes cinematográficas.

El documental desde su origen ha sido el estandarte del cine de compromiso social y ha dotado al medio de una visión distintiva de cada realizador. Quizá se trate del género cinematográfico más democrático. El impulso documental ha navegado hasta la Internet, en particular en sitios como Youtube, Facebook, TikTok, donde proliferan remedos de documentales, cuasidocumentales, semidocumentales, pseudodocumentales y documentales en todo el sentido de la palabra… todos abarcan nuevas formas narrativas y asimismo, enfrentan a los espectadores con nuevos tópicos. Es importante mencionar que una de las muchas rutas que los directores aspirantes toman en su camino hacía su primer largometraje de ficción es el documental, que ahora, más que nunca es un fin en sí mismo.

Los canales por streaming, la producción digital a bajo costo, la world wide web y sus casi nulos costos de diseminación, junto con sus particulares formas “de boca en boca”, así como la necesidad y deseo que muchos espectadores tienen de consumir nuevas perspectivas y visiones alternativas de la realidad, auguran al documental un futuro inagotable. La baja atención que la generación «Z» tiene para con el mundo, también refuerza la impronta documentalista.

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