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DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE ARTE CONTMPORÁNEO

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DE QUÉ HABLAMOS

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CUANDOHABLAMOS DE ARTECONTEMPORÁNEO

El arte contemporáneo es el arte más fresco, fresquísimo,

[…] tan fresco que debe de ser consumido rápidamente, antes de que eche a perder.

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FRANCESCA CONTI

¿QUÉ DEFINE AL ARTE CONTEMPORÁNEO?

Poder determinar con exactitud el inicio y los límites del arte contemporáneo es una tarea ardua para este texto, quizá sería tema para un libro. Así que, con un pellizco de ironía, sin perder la lucidez y con el merecido respeto, aquí algunos hechos y consideraciones.

Francesco Bonami, curador italiano en Lo potevo fare anch´io [Yo también puedo hacerlo], 2007

Por lo que concierne al “origen” del arte contemporáneo, las casas de subastas lo definen como una manifestación realizada entre 1945 y 1970. Tras la posguerra nació el «primer contemporáneo», mientras que todo aquello que pertenece a la etapa sucesiva es llamado «contemporáneo tardío». Todo lo que comprende el siglo xix hasta 1970 se considera «arte moderno», incluidos el Expresionismo abstracto, el Pop Art, Op Art... Sotheby´s llama sus subastas «Contemporary Art» mientras Christie´s adopta la expresión más amplia «Post–War and Contemporary

Art», sin especificar a cuál de las dos categorías pertenecen las obras.

En realidad, adscribir el arte contemporáneo a su fecha de creación puede resultar engañoso: por ejemplo, en ese sentido, los trabajos más abstractos de Gerhard Richter son de arte contemporáneo, mientras que sus obras más tempranas podrían ser consideradas modernas o más allá del Impresionismo.

Descartado el criterio temporal, podríamos definir los límites del arte contemporáneo de acuerdo con un cambio en el lenguaje estético: algunas reglas tradicionales han sido modificadas, mientras que otras, completamente eliminadas. La mayoría de las veces, el término “original” podría funcionar de común denominador; bajo ciertos aspectos, en un inicio, a partir de la “nada”, como si el artista se vistiera de una ingenuidad originaria que lo llevaría a enfrentarse al arte de una manera ”pura”. El clásico óleo sobre lienzo –que por

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I. Bas Jan Ader In Search of the Miraculous

1975

más que hubiera podido variar se mantuvo desde sus primeros usos egipcios o en tiempos modernos en la brillantez flamenca– se ha desglosado en infinitas matices con la combinación de los materiales más radicales: desde la orina de Warhol, los excrementos de elefantes de Chris Ofili, hasta la basura de Robert Rauschenberg, por citar algunos ejemplos. También el querido pincel ha perdido su atractivo: si Alfaro Siqueiros o Pollock podían considerarse “herejes” por utilizarlo de manera “impropia”, ¿qué decir de Damien Hirst quien prefirió una rueda giratoria para sus spin paintings?

Por otro lado, si tomamos en consideración los temas, es decir, lo que está representado, el principio de imitación ya no es lo primordial. Con la introducción del arte conceptual, la capacidad de pintar o de esculpir parecería ya superflua. En 1918, Kazimir Malévich pintó el primer monocromo completamente blanco, un icono que se despojó de todo sentido estético-devocional y rindió homenaje al pensamiento. En 1952 Rauschenberg creó monocromos blancos concebidos como vacíos, al mismo tiempo, John Cage elaboraba una sinfonía literalmente sin sonidos. En 1958, Yves Klein exhibió “la nada”, en la galería de Iris Clert en París, donde no se mostraba nada a no ser la

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del propio espacio vacío. Para acentuar la percepción de ausencia, todo había sido pintado de blanco; la obra se llamó La spécialisation de la sensibilité à l’état matière première en sensibilité picturale stabilisée, Le Vide [La especialización de la sensibilidad en la materia en estado bruto hacia sensibilidad pictórica estabilizada. El Vacío]. Por su parte, Piero Manzoni ideaba monocromos sin color; Bas Jan Ader, en 1975, decidió hacer un bote en el marco del performance In Search of the Miraculous [En busca de lo milagroso]. El artista a bordo del barco se fue a la deriva pero mantuvo comunicación por radio durante tres semanas. Luego se interrumpió el contacto. La nave fue hallada tiempo después, pero el cuerpo de Ader nunca se encontró.

¿Cómo juzgar todo eso? Aquí otro punto fundamental: la manera de calificar al arte contemporáneo. Con las obras de la Antigüedad, se consideraba el trazo y el manejo de las proporciones; con el Impresionismo, se hablaba de pincelada, de color y empleo de la luz; con el Arte contemporáneo se escuchan términos que tienen que ver con la innovación, el valor de inversión, también parece estar en boga el vocablo hot que refiere a un artista que en un santiamén pasó de ser completamente desconocido,

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a –de manera improvista– un creador muy apreciado. De los términos que ganan el podio de lo contemporáneo, sin duda, se encuentra la palabra «interesante». Y bien, sin discutir aquí el precepto kantiano según el cual la conditio sine qua non del arte es justo su gratuidad y que consecuentemente el adjetivo «interesante» podría minar nada menos que las bases de la Crítica del juicio, parece que el término en cuestión ayuda elegantemente a salir del impasse de definir algo que a menudo apenas entendemos. Y en ese punto, es decir, la falta de comprensión, que todos como público hemos experimentado frente a una obra de arte contemporáneo (y los que no, seguro mienten), valdría la pena citar al Tratado de semiótica general de Umberto Eco, que parangona la obra de arte a un texto que, para ser tal, debe de satisfacer in primis, la necesidad de legibilidad. Sin embargo, con el épater les bourgeois [sorprender a los burgueses] de los dadaístas, parece que los credaores han declarado abiertamente “la guerra” a la comprensión inmediata de la obra.

Ya Hegel, en su lectura filosófica de la muerte del arte, confrontaba la falta de unidad del arte moderno con respeto al arte clásico que lograba la fusión entre finito e infinito, forma y materia. Esta armonía en el arte abstracto perdió su equilibrio y cayó en la imposibilidad de enunciar ciertos contenidos mediante la forma. De esta manera, lo que se ve no expresa lo que el artista descubrió, alias: mejor hubieras escrito un libro. Con eso, no se pretende de alguna manera reprobar al arte contemporáneo. Como dijo la crítica Angela Vettese, el arte tiene una gran fortuna: a nivel práctico […] no sirve para nada y eso le confiere una ventaja sobre otras actividades que pueden contemplar el fracaso: eres libre de inventar y equivocarte siguiendo el ritmo de los tiempos.

Así que, cuando en un museo o en una galería, detecten algo que poco tiene que ver con el arte en el sentido tradicional, que no logran entender y que está rigurosamente expuesto sin ficha técnica ni explicación, no lo duden, es arte contemporáneo (o basura o es parte del mobiliario del inmueble). Sin duda, repitan: interesante…

II. Yves Klein Le vide

1958

III.Damien Hirst Spin Painting

1995 Imagen de Stephen White ©

Damien Hirst and Science Ltd.

Todos los derechos reservados, DACS 2012

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