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El Taquito que yo conozco: Marcos Guillén

“El Taquito”: una historia que contar

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marcos guillén HernánDeZ

Como dice Rafael Guillén Mayén: “¿Qué patriarca nos falta? ¿Otro Guillén que hablara?”

Este libro pretende dar a conocer al público lector, el espíritu y concepto del restaurante El Taquito. Es un mosaico de textos escritos por mi hermano Rafael Guillén Hernández, que destaca la historia de un establecimiento considerado por los conocedores, como un centro de cultura culinaria en donde se combinan, en su ambiente festivo, las tradiciones nacionales de la tauromaquia, la política, el cine, los espectáculos, el deporte, las artes plásticas y la literatura.

Este no es el libro de un especialista. La voz de Rafael es la de un hombre inquieto, atento y sensible a la tradición familiar, que decidió hacer, con sus observaciones cotidianas a nuestra amplia documentación, un homenaje al centro de trabajo que ha logrado mantener unida a la familia Guillén durante casi noventa años.

Rafael Guillén concentra las mejores aristas visionarias de nuestros antepasados. És una persona sencilla y discreta, con un mundo de experiencias directas y mucha observación. Por ello, desde que decidió escribir este libro, no dejamos de esperar con ansia e interés sus resultados.

El Taquito, una historia que contar, aborda de manera amplia, la ciudad a la que amamos entrañablemente. Es una obra que concentra la voz del ba-

rrio y la de los personajes, protagonistas o sencillos, que han pisado nuestro establecimiento.

Explica el desarrollo urbano que envolvió a El Taquito durante décadas, en un país rodeado de perspectivas y certezas, hasta llegar al cuadro descompuesto que caracteriza, en la actualidad, a esta área del Centro Histórico.

Si de urbanismo se trata, El Taquito se muestra en la obra de Rafael, como un sobreviviente que manifiesta la incongruencia política que por el clientelismo político, ilegalmente permite que algunos se transformen en depredadores de calles, edificios, tradiciones e historia.

Por ello, su contenido saltará de la enumeración sencilla y gráfica de sus momentos de gloria, a la de la catástrofe urbana, acelerada a partir del terremoto de 1985.

Sin embargo, El Taquito, una historia que contar no es un libro de denuncia. Pretende dar elementos al ciudadano atento, para que observe la distancia que media entre un México de progreso, con valores y principios, y otro constituido por fenómenos que nos alejan de nuestra esencia nacional.

Deseamos que por medio de él, se observe la trayectoria del país de los últimos 100 años, desde el microcosmos cultural de un establecimiento concentrado en sus principios y tradiciones, seguro de ser defensor de un elemento definitorio de nuestra identidad: su comida.

Mi hermano ha hecho un gran esfuerzo por contar su testimonio. Su trabajo de escritura, desarrollado en silencio y durante el trajín, nos sorprende, porque presenta -sin las metáforas de los poetas ni la rigurosidad de los académicos-, lo que hemos sido en este negocio, y el valor de nuestra vocación, resistencia y visión.

Felicito a Rafael por su fuerza y voluntad. Estoy seguro que los lectores, como nosotros, la familia Guillén, podrán observar en estas páginas el edificio cultural construido con naturalidad por El Taquito, tanto en las anteriores condiciones de bonanza como en las actuales, repletas de incomprensión de

“El Taquito”: una historia que contar

los comerciantes ambulantes que lo estrangulan, día a día, con sus inútiles chácharas de plástico.

Felicidades para Rafael, por su trabajo que nos enriquece, al poner en claro mucha de nuestra historia como familia y como proyecto.

Acaso la parte más definitiva de la obra tiene que ver con algo innegociable para las tres -casi cuatro- generaciones de los Guillén: nuestro amor y defensa de las tradiciones nacionales, y nuestro fervor y encanto por la Ciudad de México.

mgH

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