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Tierra de dos Mares

TIERRA DE DOS MARES

Hace 18.000 años que los hombres dejaron aquí su huella. Cazadores y recolectores nómadas encontraron abrigo en una pequeña gruta y sobre sus paredes grabaron imágenes de caza y vida. Hombres, mujeres y animales recordados para siempre. Quizá enterraron la figura humana con los brazos en cruz que sostiene un arco iris sobre su cabeza, el Indalo. Tal vez un tributo a la fortuna de vivir aquí o una súplica a los dioses para no irse jamás. Estar siempre en un lugar privilegiado, dorado por el sol, el territorio con más horas de luz del continente. Para entonces, el mar se había retirado ya de la tierra y los volcanes habían guardado silencio, dormida en su interior la lava que construyó parte del territorio. Mar y desierto. Lagunas saladas, refugio de aves que migran. La huerta más fértil de Europa. Levante y Poniente fundidos sin fronteras. Sierras que descienden hasta el Mediterráneo y se bañan en el Mar de Alborán. Bosque mediterráneo. Arena y sal. Nieve. Acantilados agrestes. Fondos marinos cristalinos. Costa brillante de calas turquesas. Playas desiertas. Paraíso. Tierra que fue mar. Territorio de dos mares.

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Cabo de Gata

Es espacio protegido. Uno de los últimos reductos de costa virgen del Mediterráneo. Tierra, mar, arrecifes, volcanes, dunas, acantilados, fondos marinos... Refugio del flamenco rosado y la cigüeña, y del esparto, el palmito y el azufaifo. Sus playas desiertas, silvestres, preservadas por la naturaleza, y la transparencia de sus aguas, azul profundo que se vuelve turquesa en la orilla, lo convierten en uno de los lugares más fascinantes del litoral meridional. Salpicado de faros y torres vigía, contiene la historia de siglos de asaltos de piratas. Tiene 63 kilómetros de la costa mejor conservada del litoral mediterráneo, de extraordinario

interés científico. Es Reserva de la Biosfera, Parque Natural Marítimo-Terrestre y Geoparque. Paraíso del buceo, son míticas las playas de San José y sus casas teñidas de blanco; Los Genoveses y su fértil llanura de bosque donde se carboneaba; la Cala de Mónsul, de acantilados volcánicos y extrema belleza; Los Escullos y sus espectaculares dunas fosilizadas; la Cala del Cuervo, entre acantilados; la de San José, de increíbles fondos marinos; la Isleta del Moro y sus formaciones volcánicas; la Cala del Carnaje, recóndita y virgen; Las Negras, de arena blanca, bolos volcánicos y leyenda de mujeres viudas; Agua Amarga y su arena dorada y fina y su olivo silvestre milenario en la rambla de los Viruega; la Cala de la Polacra, accesible sólo por mar; Carboneras y su bellísimo pueblo y Los Muertos, de fuertes contrastes, arena blanca, agua azul verdosa y tonos oscuros y violáceos de su costa volcánica.

Para no perderse nada

El Faro de Cabo de Gata. La torre y el Mirador de las Sirenas fueron construidos en el cabo sur más oriental de la península, conocido desde tiempo de los fenicios y los griegos y punto de referencia a lo largo de toda la historia para los navegantes. Un paisaje de increíble belleza y aguas puras y cristalinas donde habitaron hasta hace poco focas monje, en un pequeño promontorio marino, donde cuenta la leyenda que eran confundidas con sirenas.

Las Salinas. Parque natural, es la conjunción perfecta entre la conservación de la naturaleza y la actividad económica. De alto valor ecológico son el hábitat de numerosas especies animales y vegetales, entre ellas el flamenco rosa, que se puede admirar desde un puesto de observación ornitológica, y el esparto, que fue durante siglos base de la economía y utensilios de la vida diaria almeriense. La antigua albufera, que se fue rellenando con la arena arrastrada por el levante, es el lugar con más horas de sol y menos lluvias de Europa. Explotado ya por los romanos para el salazón del pescado, mantiene su actividad industrial para la obtención de sal.

Níjar. En la ladera de la Sierra de Alhamilla destacan sus casas encaladas y sus privilegiadas vistas. Es centro de la mejor cerámica almeriense, de larga historia, característica por sus colores azulados y verdosos. La cultura del esparto fue durante siglos vital en esta comarca, que hizo del trabajo artesanal de este cultivo y su transformación un arte.

El olivo de Agua Amarga. Es un ejemplar de olivo silvestre milenario. Dentro del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, es un acebuche de grandes dimensiones, con un tronco de casi 9 metros. Se considera que es más antiguo que los olivos del huerto de Getsemaní, en Jerusalén.

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