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Entrevista a Francisco Gaudier
Presidente del Círculo del Liceo desde 2018, a Francisco Gaudier le ha correspondido llevar las riendas de la entidad en los difíciles momentos de la pandemia, y celebrar después la recuperación. Paralelamente, durante su mandato se ha incrementado de forma notable el número de asociados y de actividades. Gaudier, barcelonés de 1947, hombre reputado como de gusto exquisito y a la vez de carácter resolutivo, explica en esta entrevista algunas claves relevantes de su personalidad, su afición a la música y su gestión.
–→ TEXTO__ Sergio Vila-Sanjuán
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Periodista y escritor. Miembro de la Real Academia de Buenas Letras, obtuvo en 2013 el Premio Nadal con su novela Estaba en el aire (Destino). Responsable del suplemento Cultura/s de La Vanguardia ha escrito varios libros sobre el mundo editorial. Acaba de publicar Vargas Llosa sube al escenario (Libros de Vanguardia).
ENTREVISTA AL PRESIDENTE DEL CÍRCULO DEL LICEO
FRANCISCO GAUDIER FARGAS
» Háblame de tu ambiente familiar y de tu formación. » Vengo de una familia de la burguesía catalana del textil, tanto mi abuelo paterno como el materno trabajaban en el sector. Mi padre puso en marcha varias fábricas, y luego las cerró. Decidió convertirse en distribuidor, y consiguió en los años 60 varias marcas poco conocidas entonces en España que funcionaron muy bien. Fue un acierto, porque del textil ha quedado poco en Cataluña. Yo estudié profesorado mercantil, y luego el Programa de Alta Dirección de Empresas de IESE, pero mi verdadera formación tuvo lugar en la empresa familiar. Empecé muy pronto a ayudar a mi padre y él me mandó a hacer stages en EE.UU., Bélgica, Milán y Glasgow, lo que me permitió familiarizarme con todo el proceso de producción de marcas como Levi Strauss, una de las que distribuíamos. Mis dos hermanos llevaban temas más comerciales y yo pasé a ocuparme de la relación con firmas como ésta o como Church, Timberland, Vans… » Marcas de gama alta que creaban imagen. » En general sí. Levi Strauss no era de gama alta pero sí lo que hoy se dice muy prescriptora, como lo fue también Sebago, que seguimos distribuyendo.
» ¿Qué aprendiste con esta formación a la vez práctica e internacional? » Sobre todo a moverme bien en distintos países e idiomas, fuera de mi entorno familiar y local barcelonés. » ¿Cómo llegas a la música? » Desde muy joven venía con mis abuelos al Liceo, quizás ahí se sembró la semilla. Mi abuelo paterno, que era muy melómano, al cumplir yo 21 años me dijo: si encuentras un amigo que te acompañe a las funciones, te pago el abono. Se lo propuse a mi amigo Santi Fisas y, hasta que me casé, estuvimos yendo juntos regularmente. Aquello me gustaba y fui ampliando conocimientos: empecé comprándome las Sinfonías de Beethoven, que escuché en casa hasta la saciedad. Ha sido un interés y una afición progresivos. » ¿Qué te ha aportado? » Prácticamente todo. No solo por las emociones que me genera, también por la relación humana que propicia. Mis amigos actuales son gente a quienes les gusta la música; si compartes este gusto con alguien, enseguida entablas comunicación.
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» Dentro del mundo de la música, ¿qué tiene de especial la ópera? » El instrumento que más me gusta es la voz, y eso va directamente asociado al tema de la lírica. Y por otra parte una función de ópera con buen elenco y buena producción es una de las manifestaciones artísticas más completas que existe. » ¿Qué funciones operísticas recuerdas que a lo largo de tu vida te hayan emocionado especialmente? » Han sido muchas por fortuna, y enumerarlas ocuparía mucho espacio. De las recientes, la trilogía de las tres reinas donizettianas con Sondra Radvanovski en el Liceo el año pasado. También de hace pocos años un Andrea Chenier con Radvanovsky/ Alvarez y Kaufmann, inolvidable, en Barcelona. Una Turandot dirigida por Papano imbatible, el año pasado en la Academia de Santa Cecilia en Roma. Antiguas tengo varias, empezando por una Traviata en Salzburgo con Rolando Villazon y Anna Netrebko. Y un sinfín de funciones con Montserrat Caballe y Carreras in their prime en el Liceo. » ¿Nunca has tenido la tentación de dedicarte profesionalmente, en alguna de sus facetas, a este arte que tanto te gusta? » Cuando tenía 21 o 22 años tuve la tentación de estudiar piano, incluso empecé a tomar clases con María Vilardell. Pero María me dijo que si no disponía de un piano en casa, el tema no funcionaría. Y en casa no lo vieron. Como yo no tenía una vocación muy clara, pensé que lo mejor era dedicarme al negocio familiar, que iba viento en popa. Y fue una buena decisión, me ha permitido compensar la dedicación laboral con otras aficiones y muy especialmente la música, que ha sido esencial para desarrollarme como persona. Pero a medida que he ido madurando, sí que he intentado devolver a la música lo que ella me ha dado.
» ¿En qué campos lo has hecho? » Primero como benefactor del Liceo, luego como presidente de Amics del Tenor Viñas, miembro del Board Internacional en el Festival de Semana Santa de Salzburgo, patrono del Life Victoria… Si no he estado dentro de la música como creador o intérprete, he apoyado para que otros pudieran estar. » El Liceo y el Círculo cumplen 175 años, un aniversario relevante. ¿Qué relación hay y cuál debe haber entre ambas instituciones? » Es un matrimonio de conveniencia sin posibilidad de divorcio. Desde que conozco el Círculo siempre ha habido entre las dos instituciones una relación óptima. Solo surgió un problema tras el incendio, cuando se planteó la posibilidad de expropiarlo por parte de la administración, pero se superó. » ¿Cómo se inicia tu relación con el Círculo? » Yo me incorporo el 1 de febrero de 1974. Durante mucho tiempo lo utilizo únicamente como un lugar al que venir cuando acudía al Liceo. Pero a partir del momento en que entré en la Junta empecé a verlo de otra manera. » ¿Cómo ha cambiado desde ese ingreso tuyo en 1974? » Ahora ofrecemos muchísimas actividades. Siempre ha habido un programa pero en los últimos tiempos se ha multiplicado la oferta cultural con las conferencias, presentaciones, comidas, viajes… Antes el Círculo tenía barbero y limpiabotas, era el típico club de hombres para pasar el día y jugar a cartas. En el 2001 se abre a las mujeres y ahora constituyen el 30% de los asociados. » ¿Qué ha aportado tu presidencia? » En primer lugar me he dedicado muchísimo al mantenimiento, a mejoras estructurales y decorativas. Algunas las había puesto en marcha mi predecesor Ignacio García Nieto y yo las he potenciado; como la terraza, que se abría al principio unos pocos días y a raíz de la pandemia, pasó a hacerlo de forma regular, ya que brindaba ese espacio abierto que en aquellos meses se buscaba y ahora sigue teniendo mucho éxito. Impulsamos reformas continuas en las tapicerías, muebles, hemos cambiado toda la iluminación del restaurante. Se han limpiado todos los cuadros y se han restaurado todas las lámparas, se ha hecho mucha cosa. En la oferta cultural destacaría las conferencias previas a las óperas, con ponentes de primera línea. Han tenido muchísimo éxito y marcado un antes y un después. » Un dato objetivo ha sido el incremento de socios. » Cuando me nombraron presidente abrimos una fase en que cada socio podía traer a un amigo sin que pagara entrada, y se inscribieron cerca de 300. La cifra después bajó un poco, porque algunos se dieron cuenta de que realmente no era algo que les interesara de forma personal. Pero el balance de la iniciativa es muy positivo, y actualmente contamos con 1031 socios. » Has aludido a la pandemia. ¿Qué otras medidas implicó? » Tuvimos que cerrar varios meses el Círculo y parar actividades, lo que por otra parte implicó un ahorro que fue bueno para nuestra economía y nos permitió por ejemplo comprar un piano nuevo para la sala Montserrat Caballé, y dedicar recursos al mantenimiento que te comentaba. Y a la vez mantuvimos numerosas actividades en streaming con los socios para que no perdieran el contacto con la entidad. » El Círculo constituye una obra de arte en sí mismo; por sus cuadros y por su despliegue de artes decorativas es uno de los espacios artísticos con más personalidad de Barcelona. ¿Es lo bastante conocido? » Creo que sí, y ahora lo será más, porque la National Gallery de Londres nos ha pedido dos cuadros para una
exposición sobre modernismo. Es cierto que el Círculo despierta curiosidad, y en las visitas organizadas al Liceo se puede acceder a algunos de nuestros espacios; también lo abrimos al público general el fin de semana de Puertas Abiertas y el Día de los Museos. En 2016 organizamos la exposición “Júlia”, el deseo de Ramon Casas, de libre acceso, que fue un gran éxito. Teníamos previsto realizar otra sobre la saga Masriera de pintores y orfebres que la pandemia atrasó, probablemente se organizará a fines del año que viene. » De todo lo que el Círculo atesora, ¿cuál es tu pieza favorita? » El conjunto de la Rotonda con los cuadros de Casas es realmente único. » Al Círculo se le considera –y parece difícil negarlo- una institución elitista. ¿Podría o debería ser de otra manera? » Podría serlo pero entonces yo ya no sería presidente. Verás, el Círculo responde a unas tradiciones que se han asentado a lo largo de 175 años de historia. Es un club privado con acceso limitado a los socios, como otros muchos clubes deportivos o culturales que hay en Barcelona. Pero regularmente hacemos esas puertas abiertas que te he comentado, y cuando programamos actividades, la gente que interviene en ellas puede traer a sus conocidos o a quien le interese, y los socios pueden venir con invitados también. » ¿Cómo definirías el espíritu del Círculo del Liceo? » Cultural por encima de todo. Eso no quita que vivamos la realidad del mundo político y económico, y les hagamos de forma intermitente lugar en nuestro programa, pero estamos enfocados sobre todo a la cultura. » El Círculo se mantiene apartado de la política pero no es raro ver a políticos en los encuentros que organiza. » Cuando hay elecciones municipales invitamos a quienes se proponen liderar la ciudad a que nos transmitan su punto de vista. Pero somos neutrales, contamos con socios de distintas ideas y tenemos que respetarlas. Eso sí, estamos en desacuerdo con quienes quieren saltarse la Constitución. Somos neutrales respecto a las ideas pero no respecto a las irregularidades. » El Círculo tiene correspondencia con más de 160 clubs más o menos similares de todo el mundo. Tú has visitado unos cuantos de ellos. ¿Cuál destacarías? » Me gustan mucho el Automobile Club De France, en París y el Savile Club de Londres, por ejemplo. Estas correspondencias, que permiten a nuestros socios visitar y alojarse en espléndidos lugares, constituyen un buen servicio que el Círculo del Liceo brinda. Y también, aunque aún no hemos podido establecer relación institucional, destacaría el Círculo de la Caccia de Roma, en el Palacio Borghese, donde se conserva el antiguo dormitorio de Paulina Bonaparte. » Tu mujer, Mercedes Arnús, es una habitual en las sesiones de la casa. Entiendo que hay mucha complicidad por su parte en tu dedicación. » Sí, ella participa mucho, y además se da el hecho de que algunos presidentes anteriores eran parientes suyos.
» ¿Cómo fue la audiencia reciente del rey Felipe VI a la Junta? » Estupenda, un momento magnífico. Por parte de la Casa Real todo fueron facilidades. Nos sentamos con Felipe VI en círculo, sin mesa, y mantuvimos una conversación de una hora sin puntos muertos. Hablamos sobre Barcelona y sobre nuestra institución y se mostró extremadamente afectuoso e interesado por lo que le decíamos. » ¿Se eliminará alguna vez la obligatoriedad de la corbata para los hombres? » Mientras yo sea presidente, no. En el pasado llevaba corbata la mayoría de la población masculina y quienes iban sin ella eran minoritarios, ahora ocurre al revés. Los primeros que no quieren que se elimine son los socios más jóvenes, ellos van toda la semana vestidos de forma informal y les gusta que en el Círculo se guarden ciertas formas. » ¿Qué dirías que aporta el Círculo del Liceo a Barcelona? » Intentamos que actúe como un faro cultural, que las personas que vengan sean portavoces de que no se trata de una institución anclada en el pasado sino que vive la cultura actual, y sobre todo el mundo musical, en sus máximas expresiones. Y también constituye una señal de identidad de la historia cultural de la ciudad, que contribuye a darle carácter. Las grandes ciudades del mundo cuentan con entidades como ésta, tradicionales y singulares; las cuidan y protegen precisamente por esa singularidad.